Epílogo

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Alexandra

El sonido de las olas era lo único que podía oír, era relajante, tan tranquilo que me sentía en paz.

Mi teléfono comenzó a sonar, lo saque de mi oberol y nuevamente era él quien me estaba llamando pero como siempre desde las veces que él me llamaba ninguna había contestado ahora Alessandro debe estar casándose con Elena y serían completamente felices aún me dolía todo lo que me habían dicho y hecho pero no tenía porqué dejarme llevar por las cosas que me dijeron, si... No, no sé a quién quería engañar en realidad porque yo sufría por dentro, mi corazón se había hecho pedazos no pasaba noche en la que no llorará y me sintiera miserable, pensé que si desaparecía y dejaba que el tiempo hiciera su trabajo me sentirá mejor pero fue una verdadera equivocación, no me sentía bien y no me sentía en paz conmigo misma. Lo extrañaba y no lo iba a negar me hacía falta, él se había vuelto dueño de mis pensamientos y de mi vida ¿Como fue que pasó? No lo sé, no sé en qué momento pasó que él se había vuelto todo para mi.

Cuando me fui de París y vi mi departamento vacío un vacío en mi pecho se hizo presente volviéndose en melancolía, todo lo que vivimos y dijimos se estaba yendo al carajo. Mis muebles se los di a Julieta y Alemania para su nuevo departamento en Madrid, su boda se hizo tan rápido que me di cuenta que ellas no tenían tiempo que perder, fue una boda maravillosa y llena de amor pensé que sería religiosa pero no fue así, Julieta no era creyente al igual que su esposa, ambas no creían en la iglesia ni nada de eso así que lo hicieron como un ritual en el mar, todos los invitados fuimos vestidos de blanco y todo fue de blanco que mostraba la pureza de sus almas y de la nueva vida que iniciarian como una pareja.

Seguí caminando por la delicada arena solo sintiendo el aire tocar mi rostro dejándome llevar por las olas del mar que mojaban mis pies, tenía que limpiar mi alma, tenía que dejar de atormentarme por un amor fallido, un amor que jamás funcionaria se que fui una tonta al creer que él y yo estaríamos juntos como en un cuento de hadas donde vivían felices para siempre, pero eso eran solo cuentos y nada más muchas veces en la vida real nadie se quedaba con quien uno quería, yo quería Alessandro conmigo pero no fue así.

Tomé un poco de aire limpio con olor a mar, bueno, más o menos ya que no olía mucho.

Seguí caminando por la orilla del mar caminando y tomando fotos.

-¡Alex!-.

Me gire un poco para asi mirar a la casa donde estaba Julieta moviendo sus brazos de un lado a otro haciéndome señas con la mano para que me acercará, sonreí y camine hasta ella. Julieta había sigo un gran apoyo en mi vida desde que decidí irme, me abrazaba cada noche que me oía llorar y me consentida mucho pero no solo ella también Alemania era una gran chica que aportaba esa sensación de hombre de casa que me agradaba.

Mi amiga bajo las escaleras que daba a la playa y en sus manos tenía una cobija para así pasármela por los hombros, sonreí porque me sentía acobijada ya que la temperatura comenzaba a bajar un poco y el aire estaba fresco.

-La cena esta lista cariño, debes tener algo de hambre ¿Verdad?-.

-Si, me muero de hambre-.

Sonreímos y subimos los escalones que daban a la casa.

Durante la cena ellas no dejaban de hablar de todo tipo de temas que me hacía reír mucho y me hacían olvidar de mí tristeza ya que por las noticias había oído de la boda de Alessandro con Elena y mis amigas se encargaron de no encender la televisión o de bloquear los canales de noticias y eso se los agradecía mucho, hacían todo para que no pensará en él aunque fuera algo imposible ya que no era fácil olvidarme de él por una sencilla razón.

Al terminar la cena Julieta y su esposa se subieron a su habitación para poder descansar, pero yo me quedé enfrente de la chimenea que estaba encendida a parte de que las luces de Navidad hacían que el momento fuera mucho más nostálgico, me cubrí un poco más con la cobija que estaba sobre mis hombros.

Acaricié mi vientre inflamado, bueno u poco inflado ya que apenas dos meses y medio de embarazo, iba a tener un bebé de Alessandro y él jamás lo sabría...Jamás sabría que iba hacer padre.

-Te amare con toda mi alma-. Acaricié mi vientre.

Seguí acariciando mi vientre con mucho cuidado y cariño, tenía miedo de hacerlo sola, de tener un bebé sola pero no me desanimaría por nada en el mundo yo podía hacerlo sola y no tendría miedo de criar a mi hijo o hija sola, él o ella no necesitarian de un padre para cuidarlo y criarlo.

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