VEINTISIETE

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Alexandra

Su mensaje había tenido un raro efecto en mi, cuando lo vi mi corazón latía con fuerza pero no deseaba hablar con él no luego de lo que me dijo pero él tenía algo de razón yo solo era la amante y no tenía derecho a darle un reclamo, pero al menos como amante deseaba algo de respeto porque me incomodaba ese tipo de actitudes que un hombre tomaba cuando tenía a muchas mujeres a su alrededor y la verdad es que me sentí molesta porque si él y yo estábamos pasando un rato agradable debía respetarme y al menos tratarme bien o bueno al menos no fingir que no existo no deseaba volver a ser la chica del instituto que todos los hombres la ignoraban y le daban por su lado. Ahora que chuoara codo porque no pensaba en responderle el mensaje además de que seguro estaba con Elena pasando un rato agradable... Maldito idiota.

Solté el lápiz que tenía en mi mano para luego tomar mi botella de agua y darle un trsgo grande al agua, me sentía desesperada como su hubiera dejado de tomar drogas y ahora estuviera pasando por un periodo de abstinencia que no podía controlar y no entendía el porqué de mi sentir así. Me puse de pie para ir al pequeño ventanal de mi oficina que tenía una linda vista de París podía ver un poco la torre Eiffel deseaba ir y tomarme un día para mi ¿Podría hacerlo? Mire mi reloj y eran apenas las doce del día, podía ir, porque no, además de que mi proyecto con James no daba luz verde y por un día distraída en otras cosas que no sea Alessandro, yo o todo lo que me rodeaba podía darme al menos un día para pasar un rato agradable. Me gire para tomar mi abrigo que estaba en el perchero de mi puerta y salí de ahí.

No había nadie en la recepción así que podía salir rápidamente y sin que nadie me atrapará.

Una vez fuera del edificio el aire fresco de París recorrió mi rostro y por un momento sentí que respiraba algo de aire fresco. Sonreí, y tomó mi rumbo a un lindo lugar donde daban unas comidas deliciosas además del café que era perfecto y quedaba cerca de la torre era mi oportunidad para hacerlo, pedí un taxi y en seguida se detuvo.

Mientra bebía de mi café miraba cuanta gente enamorada pasaba por mis narices, antes cuando era joven deseaba que un hombre me amara por quien era yo sin importar mi físico ni nada que le importará quien era yo y por cómo era pero eso era mucho pedir cuando los hombres las prefieren mujeres altas, de medida noventa, sesenta, noventa y yo me pasaba de esas medidas pero después de mucho trabajo y esfuerzo ya me veía muy bien.

-¿Alexandra?-.

Eleve mi mirada y ahí me encontré a James que me miraba con una sonrisa, tenía un periódico en sus manos y Lucía y traje de color negro al igual que su abrigo.

-James, que gusto volver a verte-. Dije, pero que estúpida no tiene mucho que lo vi.

Él soltó una risita.

-Digo lo mismo ¿Vienes con alguien?-.

-No, no para nada-.

-¿Puedo sentarme?-.

-Claro que si, por favor-.

James tomo asiento enfrente de mi, el mesero no tardo acercarse a nuestra mesa y tomar la orden de mi acompañante y yo aproveche para pedir una rebanada de pastel de chocolate era mi favorito y el que vendían en ests cafetería era el mejor que pude haber probado en la vida. James pidió un café expresso junto con un cuernito para acompañar, por un momento nos quedamos en silencio pero no me sentía nada incómoda ni nada así que para cortar el silencio decidí dar el primer paso para comenzar a hablar.

-¿Y que tal su proyecto? Ya le darán luz verde para comenzar-. Sonreí.

El mesero llego con nuestro pedido y ambos le agradecimos.

Quédate Conmigo +18Where stories live. Discover now