DIECISIETE

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Alexandra

-¡Oh dios! No lo puedo creer-. Comenzó a reírse tirada en la cama.

-No te rías, debo decir que no esperaba encontrarme con ella ahí, pero tampoco esperaba que él me siguiera al baño-. Dije abrazándome a mi misma.

Julieta saco su paleta de la boca para acomodarse de costado en la cama, recargo su cabeza en la mano mirándome con diversión. Le había contado absolutamente todo lo que pasó con Alessandro y con Elena en el día, realmente no esperaba que él me siguiera hasta el baño y que me hablará de aquella forma pero la verdad es que su sola presencia tenía algo que hacía que mi cuerpo se estremecía con tan solo mirarle a los ojos o tan solo con su voz hacia que mis piernas se pusieran como gelatina, luego del almuerzo que tuvimos a medio día cuando volvimos a la mesa Alessandro se disculpo diciendo que tenía cosas que hacer en la oficina y no queria molestarnos a mi y a Ignacio con su presencia, claro que be cierto punto me sentí un poco extraña cuando ellos se fueron, pero no quise hacerle mucho caso, terminé de almorzar con Ignacio y le pedí que me llevara al hotel ya que tenía cosas que hacer y fue ahí donde me encontré con Julieta que venía de sus compras y le conté todo, absolutamente todo.

Camine a la cama acostandome con ella, mi cabeza quedaba en su pelvis y viceversa, ambas estábamos acostadas mirando al techo sin decir nada solo mirábamos y nada más.

-¿Te gusto?-. Pregunto de la nada.

Frunci el ceño.

-¿El qué?-.

Julieta se senté en la cama mirándome y yo a ella.

-No te hagas, el sexo con Alessandro ¿Te gustó?-.

Me encogí de hombros, Julieta soltó una pequeña carcajada dándome un pequeño ligero Puñito en mi brazo.

-Ya dime-. Exigió.

Suspire girando los ojos, pero no lo iba a negar y eso era algo que jamás yo Alexandra Catrina Scott iba a negar, porque era verdad Alessandro tenía un don en el sexo que no tuve la oportunidad en mi juventud de haber experimentado debido a lo que ocurrió, pero ahora que tuve la oportunidad de estar con el y de disfrutarlo de la forma carnal me encanto y no lo pensaría dos veces en volver a caer ante sus encantos para follar como se hizo en esa noche, joder de solo recordarlo hacia que mi espalda recorriera una escalofrío de placer.

-Es bueno, sabe lo que hace-. Me hice la que no le dio mucha importancia a la situación.

Julieta se puso de pie de la cama y sin sonreír me señaló.

-Te encanto, no sólo fue bueno, fue espectacular y cuando lo vuelvas hacer con el ne querrás salir de su cuerpo, pero recuerda linda no te enamores ese hijo de puta te hizo sufrir ahora es tu momento de vengarte-. Me guiño un ojo y salió de mi habitación.

Me mire en el espejo de la habitación, recorrí mi cuerpo desnudo y me di cuenta que tenía algunas marcas en mis pechos, no lo había notado hasta ese momento. Mi mano pasó por mi vientre y poco a poco fui subiendo hasta llegar a mis pechos donde me entretuve por un momento en tocarlos y disfrutar de su forma si había una parte de mi cuerpo que le gustaba más eran mis pechos les había hecho un arreglo con mi primera paga, quería verme deseosa, apetitosa y completamente exquisita ante la mirada de un hombre, estando ahí de pie acariciando mi cuerpo me lo imaginaba ahí detrás de mi completamente desnudo hablándome en susurro como si me contará un secreto y mi piel se ponía de gallina, me acariciaba como yo lo estaba haciendo.

Había caído en cuenta de que mis ojos estaban cerrados y al mirarme nuevamente en el espejo mis pezones estaban duros y listos, pero hubiera seguido con mi fantasía sino fuera porque mi celular comenzó a vibrar fui a la mesita de noche corrí hasta el para ver de que se trataba.

"No olvides que tenemos algo pendiente cariño"

Era él, era él joder, mi corazón estaba palpitando rápidamente. Me mire y tenía que estar en perfecto control de mis emociones y de mis sentidos porque haría un verdadero desastre así que decidí darme una ducha tomándome mi tiempo disfrutando del agua que me relajará por completo al salir mire el reloj y aun estaba con tiempo para ver quería lo adecuado para ponerme.

Mis bragas eran de encaje blanco al igual que mi sujetador que no tenía tirantes, había decidido ponerme un vestido negro que le llaga a solo un centímetro arriba de la rodilla, me maquille y arregle mi cabello nuevamente quedara lizo, un poco de perfume para oler a vainilla. Dieron las ocho y mi celular comenzó a vibrar nuevamente y era un mensaje de él.

"Sal"

Era lo único que decía, idiota, pensé por completo parecía que me ordenaba. Tomé mi bolso de mano y salí de la habitación, cuando estaba en el elevador un hombre de al menos unos treinta años no se veía nada más, era atractivo y muy sexy me sonrió coqueto y yo se la devolví por completo, ninguno de los dos decía nada pero se que me miraba por segundos como su no pudiera evitar mirarme y yo bueno tampoco pude evitar pasar de largo lo atractivo que era ese hombre.

-Se ve muy bella señorita-. Halago el hombre que no tenía a entro italiano.

Sonríe avergonzada por el halago.

-Muchas gracias-. Agradecí.

-Perdón, me llamó James, James Maxwell-. Se presentó estirando su mano para que la estrecharamos y no me negué hacerlo.

No dejaba de sonreír, me sentía tan avergonzada y a la vez tan bien de poder ser notada por los hombres.

-Alexandra Scott-.

-¿No eres italiana?-. Pregunto asombrado.

-No, soy inglesa pero estiy aquí por trabajo-.

-Wow, también yo vengo por trabajo-.

A los pocos segundos el elevador se detuvo por completo indicando que habíamos llegado a la plata baja, me dejó salir a mi primero y yo le agradecí por tan acto tan caballeroso.

-Bueno, Alexandra fue un gusto conocerla por unos segundos-.

Reí y asentí con la cabeza, esttechamos las manos pero él me sorprendió por completo besando mis nudillos.

-Igualmente James-.

Ambos nos miramos por unos últimos segundos y así fuimos por caminos diferentes, al salir del hotel buscaba a Alessandro pero no lo veía por ningún lado ¿No que ya estaba aquí? Maldito idiota me dejó plantada, gire los ojos por completo solo esto me puede pasar a mi. Estaba a nada de dar media vuelta para volver al hotel cuando una voz masculina me detuvo por completo.

-¿Es usted Alexandra?-.

Al girarme me encontré con un hombre de al menos unos cincuenta años, asentí con la cabeza un poco tímida.

-Soy Romeo, el chófer del señor Torricelli me mandó por usted para llevarla con él-.

Pensé por un momento que el vendría por mi, abrió la puerta trasera de una gran camioneta negra muy lujosa y yo solo pude caminar un poco insegura de esto pero ya estaba en esto, si decía que era el chófer de Alessandro pues tenía que subir aunque pensé por un momento que Ignacio era el chófer de él, pero que bueno que no fue así me daría mucha vergüenza que él me viera salir con Alessandro.

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