DIECISÉIS

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Alessandro

Coincidencias, no creo en las coincidencias ni en que la vida nos depara algo para bien o para mal. En este caso parecía que la vida deseaba que yo volviera a verla nuevamente y la verdad es que yo no tenía ningún problema en poder tenerla nuevamente en mi cama y estar entre sus piernas. Luego aquella noche no podía sacarla de mí mente, de oírla gemir de placer, de ver como su cuerpo se adaptaba al mío con el mío al de ella, esa mujer era un jodida diosa en la cama y en todos los aspectos completamente posibles pasa mi, pero el verla ahí sentada con Ignacio que parecían muy divertidos me enfermaba por completo porque conocía perfectamente a ese hombre, era un cazador como yo pero mucho más peor, él no iba directo a lo que deseaba, no claro que no, él se tomaba, su tiempo para enamorarlas, hacerse notar que era un maldito príncipe azul sacado del maldito cuento de hadas.

Yo no era un príncipe azul, para nada, no lo era no me concideraba de esa forma sino más bien un hombre que te haría suspirar a todo momento, un hombre que te haría vivir tus más bajas pasiones y te haría gozar con tan solo un roce de cuerpos. Era un dios, era un dios del sexo y todas las damas deseaban que yo le hiciera gozar, he estado con todo tipo de damas, casadas, divorciadas, viudas, mayores, menores que tuvieran la suficiente edad como para que yo no fuera a prisión y de todo tipo de nacionalidad o raza, me encantaban las mujeres ¡Las amaba! Yo no era hombre de una sola mujer y eso jamás va a cambiar.

Cuando nos acercamos a la mesa sinceramente no pensé que Elena conociera a Alex, pero al parecer conocieron solo una hora antes de que yo volviera a la oficina pues le había inventado a Elena que estaba en una junta, si, una junta con una chica que había conocido en el gimnasio, pero que en realidad no cumplió mis expectativas de mi mente no sacaba a Alex, ella, seguía adentro de mi como yo estaba dentro de ella aquella noche a pesar de que la chica del gimnasio tenía el mismo cuerpo que la morena de fuego no era lo mismo y eso me molestaba mucho. Tuve mi orgasmo tanto ella como yo pero no era lo mismo yo deseaba a esa morena de cuerpo escultural, caderas pronunciadas, pechos perfectamente grandes, exquisitos y una boca que deseaba volver a besar.

Nos sentamos con la parejita en su mesa, Elena fui insistente en que nos quedáramos a comer comer con ellos y yo no me iba a negar por completo, las posiciones eran las dos mujeres sentadas a mi lado izquierdo y derecho e Ignacio estaba sentado al frente de mi, la mesa no era ni muy grande ni muy pequeña, quedamos cómodamente bien acomodados. Mientras comíamos Ignacio no paraba de hablar y de hablar de no se que tema y las dos chicas estaban atentas a lo que él estaba hablando, pero yo no me podía concentrar en ese momento en nada más que ver de vez en cuando a Alex y en lo birn que le quedaba ese vestido, mire disimuladamente debajo de la mesa el ando un poco el mantel que cubria nuestras piernas y pude ver que el vestido de Alex no quedaba tan largo como creía sus rodillas y ese tatuaje que me estaba matando lucian perfectamente bien.

Con una sonrisa guíe mi mano hacia sus piernas, su reacción al notar mi roce sobre su delicada piel me gusto, ella no sabía que hacer en ese momento me miró por uno segundos molesta pero se que estaba deseosa, fui subiendo poco a poco mi mano por su pierna hasta que ella me detuvo pero fue en vano porque yo pude más que ella, aleje su mano como pude de la mía para adentrarme en su falda.

Los demás seguían enfrascados en la conversación y no notaban como Alex estaba de nerviosa y eso me gustaba.

-Disculpen, tengo que ir al servicio-. Se excuso ella poniéndose de pie rápidamente.

Ignacio se puso de pie junto con ella como el puto caballero que se creía, la mirada de Alex fue de asombro pero de todas formas le agradeció el gesto y rápidamente salió de ahí corriendo hacia los baños, espere solo unos cuantos segundo y me puse de pie excusandome que tenía que hacer una llamada de trabajo. Me levante fingiendo que caminaba hacia la salida del lugar y en cuanto paso un mesero a mi lado me fui a su par para que ellos no se dieran cuenta a donde había ido.

Una vez en el baño medio abrí la puerta asegurándome de que ella estuviera ahí dentro y así fue, sus manos estaban sobre el lavamanos se veía molesta e incluso agitada, podía lograr ver que en sus ojos había lágrimas ¿Porque lloraba? No para tanto el que yo la tocará de esa forma pero es que no podía controlar mis impulsos, pensé que cuando la volviera a ver ni sentiría nada de nada, creía que solo era el calor del momento pero no fue así, no podía sacarla de mí mente ni de recordar todo lo que pasó esa noche. Entre al baño y ella se giro rápidamente hacia mí.

-¿Qué hace aquí?-.

-No crees que ya deberías dejar de hablarme de usted, digo, porque ya te conocía hasta las anginas nena-. Sonreí con arrogancia.

Fui acercándome poco a poco a ella como un león en busca de su presa, Alex trago saliva de forma nerviosa, limpio sus lágrimas pero no me decía nada solo se quedó ahí parada viendo como me iba acercando a ella hasta que nuestro espacio fue completamente nulo y solo nuestros pechos se podían tocar, pose mis manos sobre el lavamanos acorraladola en este sin posibilidad de que pudiera huir de mi. Analice su rostro y solo podía recordar ese momento tan sensual y perfecto cuando ella estaba teniendo un orgasmo que fue provocado por mi.

-Por favor... Déjame en paz-. Dijo en un susurro.

Al menos ya empezamos hablar en tú.

Sonreí llevando mi mano a un mechón de su cabello colocándolo atrás de su oreja, el aire que tenía retenido en sus pulmones salió en un exquisito suspiro que hizo que mi compañero comenzada a cobrar vida.

-No haré lo que me pides, tu harás lo que te pida-.

Frunció el ceño soltandome un manotazo en mi mano que aún estaba en su oreja, la mire sorprendido y a la vez me gustó lo que hizo.

-Yo no soy ninguna puta para que vengas a ordenarle cosas, ve y consguite una descarado-.

Una salir de mi pero la detuve nuevamente haciendo que me mirara a la cara.

-Hoy pasaré por ti a las ocho, no acepto un NO por respuesta y sino bajas iré a tu habitación y me quedaré ahí el tiempo que sea necesario hasta que tu salgas ¿Me oíste?-.

No dijo nada solo tenía una cara de sorpresa y susto que me gusto, tomé su barbilla acercandola a mi para robarle un pico. Nos miramos un par de segundos más y salí del baño.

Ella será nuevamente mía y solo mía. Nadie me dice que no a mi.

Quédate Conmigo +18Where stories live. Discover now