TREINTA Y NUEVE

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Alessandro

-Bien esta todo listo, Bosco organizo todo como lo pediste-. Comento mi hermana al otro lado de la línea. 

Sonreí de oreja a oreja luego de saber que todo lo que necesitaba para una noche especial con Alexandra estaba lista, me sentía nervioso y la verdad es que no entendía del poco pero estaba nerviosa y al mismo ansioso de poder hacer esto con ella. Desde que me di una ducha no dejaba de pensar en ella y no de la forma sexual como quería hacerlo sino que estaba pensando en ella como la persona fabulosa que es y que desde que llego a mi vida todo a cambiado o al menos una parte de ella, me siento un poco más relajado y que con ella puedo ser yo mismo sin miedo a que me juzgue por ser como soy, desde que Alex esta en mi vida no he estado con otras mujeres y es que con una mujer en mi vida no me bastaba yo necesitaba a más mujeres para tener mayor satisfacción sexual, pero no, todo esto era tan nuevo y a la vez tan raro para mi. Pero las cosas que hacia por ella las hacia porque me naca hacerlo y ser así con ella, tal vez era mi sentimiento de culpa por lo que paso hace tiempo, tal vez sea esto. 

-Genial muchas gracias hermana, eres la mejor-. Agradecí-. ¿Mis padres siguen si saber en donde estoy, verdad?-. 

-No, ellos piensan que estas con Milo en un evento de su empresa, en Milán, tu no te preocupes Aless-. 

-Perfecto, eres la mejor nena-. Sonreí. 

-Lo se, pero lo que quiero que me digas si esto lo que vas hacer es para esa chica especial que me estas ocultando y que no deseas contarme de ella ¡Venga dime quien es!-. Grito al final. 

-No, olvídalo no te diré nada, ahora debo irme porque ya casi llego, te amo-. 

Soltó un bufido. 

-También te amo bobo-. 

Guarde mi celular en mi bolsillo de mi saco y mire como mi chofer, que claramente estaba rentado y que nos llevaría a donde tenia planeado llevar a Alexandra para poder estar solo los dos sin ningún tipo de problema y gozar de la choca que estaba ya acobijando al mundo o al menos a una parte de este mundo, el cielo estaba ligeramente nublado había dicho que probablemente llevaría y que haría algo de frio pero por suerte mi hermana se encargo de eso con Bosco que hizo un excelente trabajo en ese lugar. Tomo un respiro, tome las rosas que estaban a un lado de mi y me baje del auto una vez que nos estacionamos enfrente de la casa de Alexandra, bueno la de sus tíos, al salir del auto una poco de aire fresco me invadió por completo logrando que un escalofrió recorriera de mi cuerpo pero más sentí el escalofrió cuando la vi ahí parada en el pórtico de la casa con un vestido color beige perfectamente entallado a su cuerpo y abrigo café un poco más oscuro además de una zapatillas a juego con su vestido, joder, su cabello estaba suelto pero ondulado, se veía tan hermosa y tan perfecta que no me creía que fuera de verdad ¿Será de este mundo? no, no lo creo pero agradecía que ella estuviera en este mundo para hacerme creer en la divinidad. 

Se veía tan hermosa, bajo las escaleras del pórtico con mucha elegancia que parecía una princesa que estaba a punto de encontrarse con su príncipe al inicio de las escaleras, cunado estuvo delante de mi yo me quede sin habla, una pequeña sonrisa se le pinto en su rostro que me hizo sonreír a mi de la misma forma que ella lo hacia, no sé lo que sentía en ese momento ese sentimiento era completamente nuevo para y lo desconocía pero me gustaba lo que sentía en la boca del estomago.

-¿Como me veo?- Pregunto ella abriendo sus brazos mostrando su vestido. 

-Perfecta-. 

Ella soltó una pequeña risa y yo solo pude extenderle las rosas la cuales tomo con delicadeza y acercándolas a su nariz para oler su aroma, le extendí mi mano para que la tomara y así lo hizo, me tomo de mi mano y yo la guie a la puerta del auto para ayudarla a subir, posteriormente subí del otro lado para que así el chofer arrancara el auto. Mientras estabamos en el auto de camino a la sorpresa que le tenia preparada a Alex tomamos un poco de champaña brindado por la segunda oportunidad que nos daba la vida por reencontrarnos y dejarnos ver que no éramos tan malos como creíamos, o bueno, más bien que yo no era tan malo como ella creía que no era el mostro que pensó que era y que gamas fue me intención hacerle daño hace años, me sentía afortunado de poder estar con ella ese momento y disfrutarlo como era debido, cuando me di cuenta que ya estabamos llegado a nuestro destino de una pequeña caja de piel saque una tela de seda roja y se la mostré. 

Quédate Conmigo +18Where stories live. Discover now