CUARENTA Y NUEVE

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Alexandra

La cena había transcurrido de lo más... Rara posible, Alessandro le pasaba algo ya que lo había notado distante y distraído de lo que tenía que decirme no me dijo absolutamente nada más que era algo sin sentido pero que todo estaba bien y por alguna extraña razón yo no le creía pero tampoco quería insistirle mucho sobre lo que estaba pasando no quería verme insistente, al salir del restaurante y volvimos a casa donde tuvimos sexo pero se sentía tan diferente no era como otras veces en las que está mucho más deseoso que yo y la verdad es que eso ya me estaba preocupado algo estaba pasando con él y no me quería decir y comenzaba a molestar su actitud. Cuando terminamos solo se recostó y yo solo me di la vuelta con la cabeza llena de dudas e incluso una lagrima salió de mus ojos, pero a los pocos minutos se giro y me abrazo pero sin decir ni una palabra, me sentía usada por alguna razón o que algo malo estaba pasando.

Pero eso había pasado y el tiempo no dejaba de pasar.

Mi mente no dejaba de pensar en la, actitud de Alessandro ¿Hice algo malo? No lo sé, si lo hice ¿Porque no me lo decía? Así no me sentiría tan mal e incluso incómoda.

Solté un suspiro, pase una mano por mi cabello y me abrace a mi piernas mientras miraba por la ventana el atardecer, amaba los atardeceres de París se veía tan románticos y de película que nunca me cansaría de verlos. Mire a Lola que se puso de pie para poder ir hacia la puerta del departamento la cual se abrió dejando ver a Alessandro que entraba con su saco en mano, se veía algo cansado pero no deseaba saber como le estaba yendo con los preparativos con Elena, en los dos últimos días después de mi cumpleaños había estado yendo con ella como si ahora el matrimonio le interesara por completo, en verdad que no lo estaba entendido ¿Qué fue lo que pasó? Yo seguía con la decoración de su departamento pero no me quedaba mucho tiempo, ese lugar me ponía mal así que se lo dejaba todo a Bullock.

Alessandro saludo a Lola como siempre lo hacía tocando su cabeza y sonriendole pero cuando me miraba borraba su sonrisa.

-Hola-. Saludo frío.

-Pensé que volverías tarde como ayer-. Fue lo único que dije.

Alessandro lanzo su abrigo al pequeño sofá cruzandose de brazos y yo solo seguía en la misma posición que estaba.

-Mira no tengo ánimo de hablar ahora Alex, solo quiero dormir-.

Camino hacia la puerta del baño dándole un pequeño azote que me asustó un poco, no iba a tolerar que me trata como una maldita mierda de la noche a la mañana, sino permití que nadie me volviera a tratar así luego de lo que me hizo su prometida no iba a dejar que él lo hiciera. Me levante de mi lugar para caminar hacia el baño, por suerte la puerta no estaba trabada con seguro así que pude pasar sin problema y al hacerlo él ya estaba en la ducha tome la cortina de la regadera abriendola con fuerza, tenía vista de su espalda la cual estaba rasguñada y estaba cien por ciento segura de que no eran mis marcas porque yo podría poner mis uñas sobre si espalda pero el tiempo que llevo follando con él jamás le deje marcas.

Alessandro se giro y me miró molesto.

-¡Ahora que! No puedo tan si quiera tomar una maldita ducha-.

Cerró las llaves de la regadera para tomar una toalla y enredarla en su cintura.

-Esas marcas no son mías... -. Dije sin perderlo de vista-. ¡Con quien estabas! ¡Esas marcas no las deje yo!-.

Sentía que el dolor en el pecho se estaba haciendo cada vez más y más grande y un sentimiento de ira comenzaba a recorrerme por todo el cuerpo, se había metido con otra mujer y se que lo hizo ayer por la noche estaba con otra mujer porque cuando llegó hizo lo mismo que estaba haciendo, darse una ducha ¡Y anoche me tocó! Sus manos que tocaron a otra mujer me tocaron a mi y eso si que era realmente asqueroso.

-¡No tengo porque darte explicaciones de mi vida Alex, no me jodas!-.

Salió fe la ducha dándome un empujón que me hizo moverme de mi lugar un poco, pero a mi no me iba a dejar con la incertidumbre ¡No lo haría! Lo seguía hasta la habitación que no estaba lejos tan solo a unos pasos de la ducha, lo voltee con fuerza y le propine una buena bofetada que lo hizo girar la cara.

-¡Maldito cerdo! ¿Qué te hizo yo? ¿Porqué me tratas de esos forma? ¿Creí... Creí que tu me querías?-. Las lágrimas comenzaron a mojar mis mejillas.

-¿Quererte?-. Soltó una risa sin nada de gracia-. ¿Como creíste que te querría? Yo solo me quiero a mi, nadie importa aquí más que yo... ¿Porque te querría? Ya obtuve de ti lo que deseaba, que más podría yo hacer, ya no me sirves-.

El corazón se me estaba haciendo añicos en esa habitación y en ese momento, el dolor que sentía en mi pecho dolía como si alguien estuviera golpeandome con fuerza para poder sacarme el corazón y devorarcelo. Él no era el hombre de quien yo me había enamorado, no era el hombre que había cambiado tanto y gracias a mi, volvía hacer el mismo Alessandro de antes pero ahora más cruel y vil.

-¿Como pudiste?-. Hablé con la voz entrecortada.

-Entiéndelo Alex, tu y yo jamás podríamos estar juntos yo soy alguien de apellido y clase... Tu solo eres un mujer que antes era obesa y que se hizo unos arreglos, pero nada más no eres nada ni nadie-.

Sus palabras eran golpes a mi corazón, autoestima y toda mi perdona, se que me ocultaba algo porque esas no eran sus palabras, esas palabras habían salido de alguien. Entonces comenzaron a tocar la puerta del departamento, frunci el ceño al oír la puerta, Alessandro fue a ella y al abrirla mis ojos se abrieron muy grande al ver a Elena ahí parada con una sonrisa de oreja a oreja.

-Nos volvemos a ver...cerdita-.

Ella camino hacia a mi y su mano impacto contra mi mejilla, iba a responderle de la misma forma pero ella me detuvo con rápido y agilidad.

-Quisiste quitarme a mi novio, pero como siempre tú jamás serás nadie... eres una maldita estúpida Alessandro es solo mío y de nadie más... -. Suspiro con grandeza-. Esta más que claro que no quiero que pongas un pie en mi casa ni en la vida de Alessandro si te veo cerca me encargaré de hundirte, cerdita-.

Mire Alessandro que solo miraba a la nada pero no a mi, volví a Elena que seguía de pie ante mi y yo solo pude recoger la poca dignidad que tenía en ese momento para así tomar mi abrigo que estaba sobre la cama, camine al sillón donde estaba la correa de Lola, él seguía sin mirarme pero antes de irme solo pide decirle:

-No vuelvas a mi vida... nunca más-.

Y salí de ese departamento con el alma echa pedazos, destrozada con el corazón roto y el alma que quería salirse de mi cuerpo. Jamás había sentido algo así en mi vida, jamás pensé que el amor doliera así.

Quédate Conmigo +18Où les histoires vivent. Découvrez maintenant