DIEZ

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Alessandro

No podía quitarme de la cabeza sus labios, esos labios carnosos y gruesos eran simplemente exquisitos a pesar de que solo le di un beso sin mucho sentido, pero algo dentro de mi me decía que ya había probado esos labios pero eso era una jodida estupidez porque no conocía a Alexandra, pero aquel beso que fue sencillo y sin ningún tipo de chiste me gusto, se sentía tan rígida y tan tímida de poder besarme además de que ella no esperaba que yo le diera ese beso, pero joder me encanto el poder besarla. 

-¿Se encuentra bien señor?-. Pregunto Ignacio. 

Despeje mi mente de aquel recuerdo de la morena para mirar a Ignacio que se veía más serio que nunca y es que había echado a perder su cita por completo con Alexandra pero la verdad es que ella era mucha mujer para un simple chofer, esa morena de fuego iba hacer completamente mía se lo ultimo que haga en mi maldita vida y no iba permitir que un idiota como Ignacio me quitara la oportunidad de estar con alguien como ella, sería mía. Aclare mi garganta acomodando mi saco y sonreí con cinismo. 

-Mejor que nunca ¿Y tu Nacho? ¿Por que tan serio?-. Pregunte con sarcasmo. 

-Nada señor, problemas personales nada más-. Contesto serio. 

-Vaya, creía que estabamos molesto por problemas de faldas-. Seguí sonriendo del mismo modo. 

Mire solo como él rodaba los ojos y guardaba silencio. 

Me encontraba en un restaurante con Elena, cada mes ella organizaba un desayuno conmigo para poder estar conmigo y joderme la vida con respecto  al matrimonio, en el ultimo año, o solo para recordarme que me amaba pero sabía perfectamente que ella solo me queria por mi dinero y que no había nada que le encantara más que eso a parte de las apariencias, ante toda la gente éramos la pareja de ensueño y de revista que muchos deseaban ser, pero la verdad es que yo estaba tan harto de fingir que me gustaba la vida que estaba viviendo, me gustaba la música, la pintura y entre otras cosas más pero mi padre jamás iba a permitir que ninguno de sus hijos fuera un bueno para nada, según él, así que por eso dejo que sus tres hijos trabajáramos en la empresa, Lorenzo como mercadólogo y administrador, María era la que se encargaba de la publicidad de la empresa como la administración de las redes sociales y yo me encargaba de algunos transportes y de todo un poco, sumamente aburrido. 

-Yo deseo pollo a la cordón blue y una copa de vino blanco-. Pidió Elena. 

-¿Usted señor?-. Pregunto el mesero. 

Mire el menú por unos segundos y la verdad es que comenzaba a cansarme de los restaurantes lujos, a veces solo deseaba comer una hamburguesa o una pizza con una cerveza o algo, estaba harto del vino de la comida que te servían una miseria. 

-A mi solo una ensalada y una copa de agua-. 

El mesero sonrio asintiendo con la cabeza diciendo que nos traerían nuestro pedido en un momento, observo por unos segundos a Elena con una sonrisa coqueta y ella de regreso, tampoco era demasiado ciego como para no darme cuenta de que Elena le coqueteaba a todos los hombres como yo lo hacia, claro que ella si que no se acostaba con ellos pero yo si. Pase una mano por mi cara, moría de la frustración por completo al estar ahí sentado sin poder hacer algo, yo solo quería simplemente levantarme de ese lugar y mandar todo al carajo, pero eso era algo imposible por ese momento y porque me metería en problemas con mis padres. 

-Es un lindo día, no cielo-. 

Mire a Elena que tenia una sonrisa pintada en la cara y yo solo la pude mirar sin ningún tipo de expresión. Bufo negando con la cabeza molesta, ella sabía perfectamente que cuando no tenia ganas de hablar ella no tenia porque presionarme ya que tenia la maña de decir lo que sentía y de lo que pensaba en ese momento y ella no saldría bien librada en ese momento así que solo opto por sacar su celular para comenzar a escribir quien sabe que cosas, mientras que yo me quede ahí sentado mirando todo en el lugar pero algo ahí me llamo la atención cuando vi una melena negra con algunos rizos en las puntas del cabello. 

Era aquella morena de fuego de labios gruesos y cuervas definidas ¡Y que curvas! mierda estaba impresionado por lo que estaba usando ya que sus curvas se resaltaban aun más, tenia un vestido blanco huego con las mangas que le llegaban abajo del hombro, unas zapatillas con cintas que iban desde sus talones hasta sus chamorros que...¡Tiene un tatuaje! mierda, tiene un hermoso tatuaje que decoraba su chamorro a la perfección, creo que estoy empezando a sentir una erección en ese mismo momento de solo verla así con ese vestido y ese maldito tatuaje, me puso cachondo el tatuaje.  Por lo que podía alcanzar a ver era una especie de mantra o un diseño como árabe, la verdad no sabría como describirlo pero se veía exquisito ese enorme y decorativo tatuaje, la morena no estaba sola estaba acompañada de otra chica de piel un poco mas clara que la de ella, cabello corto y buen cuerpo, pero el de la morena era el que deseaba. 

Pero había algo en Alexandra que me llamaba la atención, ella tenia vendada la mano ¿Qué le abra pasado? ambas jóvenes reían de algo divertido que la otra chica dijo, claramente eran amigas ya que no se parecían en nada como para ser hermanas, bueno yo tengo hermanos y no me parezco a Lorenzo, cosa que agradezco en lo más profundo de mi alma no me me gustaría parecerme a ese idiota. 

-¿Qué tanto miras?-. 

La voz de Elena me saco de mis pensamientos y la mire. 

-Nada ¿Te importa?-. 

-A veces puedes ser un verdadero idiota Alessandro, te pones insoportable-. Rodo los ojos. 

Me acerque a ella para casi susurrarle para que la otra mesa no nos oyera. 

-Mas vale que te acostumbres a eso querida, porque en lo que menos esperas estarás casada conmigo y tendrás que tolerarme por completo-. Sonreí y ella no-. Ahora si me disculpas cariño, tengo que ir al servicio-. 

Bote mi servilleta a la mesa para ponerme en pie. 

Camine entre las mesas, por suerte en donde estaba la mesa de Alexandra no se podía verla mía del todo o al menos le cubría la vista a Elena y detrás de las chicas estaban una gran maseta así que podía estar ahí parado sin que me vieran. 

-¿Como te sientes?-. Pregunto la amiga. 

-Bien, solo adolorida pero no moriré por completo-. 

Ambas comenzaron a reír y yo medio sonreí ante el humor que tenia la morena, podía reconocer su voz en cualquier lado que fuera. 

-¿Hablaste con él?-. 

-Si en la mañana, dijo que hiciera mis respiraciones y meditara un poco para estar más tranquila-. 

-Oye y cuéntame de aquel hombre ¿Cómo es?-. 

¿Hombre? ¿Qué hombre? 

Oí un suspiro y espere a una respuesta. 

-Pues...debo decir que es guapo, muy guapo, no sé a veces pienso en el y creo que no debí comportarme así con él ni nada de eso, pero es que tengo miedo sabes-. Volvió a suspirar-. Espero volver a verlo pronto-. 

Sonreí por mis adentros, de seguro estaba hablando de mi ya decía yo que tenia un efecto en ella y que me deseaba, era mi momento de actuar. 

-¿Como se llama?-. 

-Ignacio-. 

¡Pero que puta mierda esta diciendo esa loca! solté un bufido y me fui de ahí completamente molesto luego de oír lo que acaba de decir ¡Ignacio! ¡Estaba loca! ella no tendría oportunidad con él ni con nadie porque yo no lo iba a permitir, ella será mía, estaré entre sus piernas si o si. 



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