VEINTE

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Alexandra

Su mirada, su penetrante mirada me estaba quemando por completo en todo mi cuerpo.

Mientras estaba la presentación que el señor Arango estaba haciendo yo solo podía sentir como Alessandro me miraba sin ningún tipo de descaro y yo solo tenia ganas de irme de esa reunión y encerrarme en mi oficina y no salir hasta que él se fuera, pero no, no podía hacer eso ya que podía tener una gran oportunidad de crear algo grande y que la gente me reconociera como una gran arquitecta ¡No podía irme! así que lo único que tenia que hacer era aguantarme con su penetrante mirada en mi, pero de solo tenerlo cerca me hacia recordar lo que habíamos hecho y sobre todo como lo había dejado amarrado en la cama ¡Lo deje amarrado en la cama! y no hice nada con aquella fotografía que yo le había tomado, al siguiente día la elimine por completo, no tuve el valor de hacer lo que dije porque yo no era así por más que deseara desquitarme con él por lo que me hizo hace años no podía hacerle lo mismo porque no era una persona vengativa, no me nacía la venganza, mis padres no me educaron de esa forma ni nada, no podía hacerle lo mismo a Alessandro Torricelli por más que se lo mereciera. Así que simplemente borre la foto y apague su celular, me había quedado con su celular ¡Dios!

No pude evitar sonreír de solo recordar que se había quedado amarrado a la cama completamente desnudo y con una erección, joder, nunca había hecho nada de eso en mi vida pero si tuviera que volver a hacerlo realmente lo haría. No me imagino la cara que haya puesto la persona que lo haya encontrado desnudo y amarrado.

-¿Esta todo bien señorita Scott?-. Pregunto el señor Arango.

Mire a los tres hombres que me miraban con mucha atención, aclare mi garganta cuando mis ojos se encontraron con los marrones de Alessandro que no dejaba de mirarme de una forma que hacia que mis piernas se pusieran de gelatina.

-No perdón señor, es que estaba recordando le pido una disculpa-. Sonreí algo avergonzada y divertida al momento.

James tenía una sonrisa en la cara.

-¿Qué recordaste Alex?-. Pregunto el hombre a mi lado, James.

Me volví acomodar en mi asiento, recargue en mis manos en la mesa y por unos segundos mire a Alessandro con una sonrisa retadora pero al mismo tiempo coqueta.

-Es que recordé algo muy gracioso, no tiene importancia podemos seguir-.

Asintieron con la cabeza y solamente continuaron hablando de la construcción que deseaba James, yo tomaba algunos apuntes de lo que creía que era muy importante para lo que estaban pidiendo, amaba mi trabajo, adoraba lo que estaba haciendo, ellos aportaban ideas y yo las mías las cuales fueron tomadas en cuenta y eso me gustaba porque eran pocas las veces que Julian de Arango luego me dejaba hablar más de la cuenta, a veces mi querido jefe podía llegar a ser un machista de primera y a mí solo me dejaba a la vuelta pero no dejaba de llenarse la boca de que yo era la mejor arquitecta y decoradora de interiores que tenia trabajando para él, hipócrita.

Luego de la reunión los tres hombres se fueron a la oficina del señor Arango mientras que yo salía como alma que llevaba el diablo, necesitaba despejar mi mente por completo de solo tenerlo cerca de mi aun que no fuera tan literal me ponía mal.

Solté un suspiro y me senté en mi silla, junte mis manos pegando mis labios a en ellas, el solo recuerdo de lo que paso hace años me acechaba.

Habíamos salido de la fiesta tomados de la manos y yo me sentía feliz y tan emocionada de poder estar con Alessandro el chico popular de la escuela y que todas las chicas deseaban poder estar con él, pero era yo ¡Yo, Alessandra Scott! la que tenia el gran y hermoso privilegio de poder estar con él. Llegamos una parte del bosque donde la casa de ahí se podía distinguir solamente un poco, la música no se escuchaba tan alta pero se podía oírse todo el bullicio de las voces de ahí dentro.

Quédate Conmigo +18Where stories live. Discover now