CAPÍTULO 35

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Victoria

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Victoria

Me siento a lado de un David atemorizado y cagado en los pantalones al descubrir lo que puedo hacer. He fantaseado con ese momento exacto desde hace años y nada iba a impedir que le clave aquella daga en el corazón.

La misma daga con la que mató a mi hijo.

Acuérdate que él es su padre.

No. David no es nada de mi hijo. Nada.

Lo torturaré como me torturó a mí y luego lo mataré tal y como mató a nuestro hijo. Sin piedad y compasión, solo dolor.

Me acerco a su rostro y sus ojos cafés son inquietos. Espera adivinar cuál será mi siguiente movimiento, pero no descubrirá nada. Poso mi mano sobre la daga en su pecho y tuerzo lentamente, su gemido de dolor me satisface.

Muchos dirán que estoy enferma, otros que estoy sobreactuando y otros que dirán que todo esto es una mentira. Pues, no soy ninguna de esas cosas. David es la persona más repugnante, horrible y desgraciada que he conocido a lo largo de toda mi vida.

A tergiversado todo desde que nos conocimos.

Era joven e inocente... bueno, casi inocente cuando lo conocí, cuando me dio lo que pensé que quería. Me dejé engañar por su belleza y sus palabras, por sus engaños y mentiras.

Debí alejarme de él cuando mató a nuestro hijo, debí hacerlo, pero sus explicaciones eran tan convincentes que poco a poco supo cómo jugar con mi mente. Pero eso se acabó, y eso lo hace hoy.

—Victoria, para —suplica y sonrío.

—Tanto que querías saber cómo era en realidad, ¿Ahora quieres que pare? —tuerzo una vez más la daga —. Tanto que no creías mis palabras, y mírate, no puedes soportar la verdad. ¿O sí?

—¡Ayuda!

—Nadie te hará caso, todos ellos trabajan para mí —él mira a los soldados y paramédicos.

America y Hannah se retiran el casco. David pone los ojos en blanco. Él no se cree nada de esto.

—¿Qué tal, David? —pregunta Hannah con crueldad —. Tanto tiempo, ¿No es así? ¿Fue en Múnich o en Berlín la última vez que nos vimos?

—Estoy en el cielo.

—No, amorcito mío —suelto con sarcasmo —. Estás en mi infierno —sonrío —, y de aquí no salen las personas que han marcado su entrada hace años.

Tuerzo con más fuerza la daga y su grito me llega al fin.

—No... eres... rival... para... mí... —habla entrecortadamente y sonrío.

—Yo resurgí del infierno solo para verte sufrir, David.

Retiro la daga lentamente de su pecho y veo a Joshua conducir cerca de una de las guaridas.

COMANDANTE INFALIBLE ©Where stories live. Discover now