CAPÍTULO 32

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Mike

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Mike

Mi corazón paró cuando escuché sobre el casi suicidio que Victoria había intentado cometer. No me creía que podía suceder aquello y no iba a permitir que pase una segunda vez ni nunca. No lo iba a permitir ni en los sueños de las personas que están tan enfermos como lo está David.

Buscaba una forma de cómo liberarme. Analicé como liberarme y a quién matar primero, liberar a alguien de mi equipo para que me ayude y seguir con salir de aquí de una puta vez. Pero todos mis pensamientos se detuvieron cuando la vi apuntarse a sí misma para salvar a Diana.

Me costaba respirar. Aún no lo logro completamente.

Mi mente repasa cada acción que pasó en la sala en la que hace horas atrás estábamos. Respiro hondo. Ya la perdí una vez, dos veces ya sería por estúpido, tercera vez debería ser una vergüenza. Ya la han dañado demasiado y no puedo permitir que lo vuelvan a hacer, pero ya fallé. Aun así, seguiré luchando.

Nos dejaron en nuestras celdas desde que empezaron a golpear a Victoria por quincuagésima vez y solo podemos escuchar sus gritos levemente atenuados por lo grueso de las paredes.

Apoyo mi frente contra el muro de concreto y acero. Lo frío de la temperatura me intenta tranquilizar, pero... ¿A quién puta le tranquilizaría sentir algo frío por la cabeza mientras su novia es torturada al otro lado del salón y te tienen cautivo sin poder hacer algo para ayudarla?

¿A quién? Porque es la peor idea que se me ha ocurrido a mí para poder pensar en una salida de escape y rescatarla, ya que lo único en lo que soy capaz de concentrarme es en sus gritos que se escuchan debido al viaje que hacen a través de los ductos.

No puedo hacer nada y eso me desespera demasiado.

No pude hacer nada para evitar que la secuestren, no pude hacer nada cuando la torturaban mientras simplemente esperábamos una señal del cielo para rescatarla, No pude hacer nada cuando nos secuestraron, no pude hacer nada cuando David abusó de ella frente a mí y la sensación de fallo me llenó por completo.

Fallé con ella, le fallé por completo y eso jamás me lo voy a perdonar. Me juré a mí mismo que haría de todo para evitar que a ella la vuelvan a hacer daño, pero fallé y odio fallar y más con ella.

«Lo siento, Vic, lo siento tanto»

No pude hacer nada cuando se apuntó a sí misma y solo con pensar qué pudo haber sucedido si esa bala le tocaba a ella en ese mismo instante me termina volviendo loco. Pero pensar que pude perderla mucho antes de poder tenerla, me hizo tener un miedo profundo que nunca creí capaz de sentir.

Cuando ya me he sentado, no paro de golpear levemente el suelo con mi pie. Necesito verla con urgencia. La necesito aquí y ahora conmigo. La necesito entre mis brazos y saber que está bien aunque cojee, aunque le cueste respirar...

Necesito saber que lo está.

Unos pasos se hacen presente y se detienen enfrente de mi celda. Me levanto y veo a los guardias de David, pero tengo una leve sospecha de que son de Mors Rubrum. Me levanto y me alisto para cuando entren. Abren la celda y entran los guardias.

COMANDANTE INFALIBLE ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant