La Comandante A, Victoria Heldman ha desaparecido de la faz de la tierra. Nadie la ha visto en mucho tiempo.
Alpha tiene la misión de encontrar a la mujer que hace temblar el cielo y la tierra junto con sus hermanos. Mike Windsor tomó el control co...
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Victoria
—No puedes hacer nada al respecto, Victoria —habla de nuevo y tiene una sonrisa estúpida y diabólica en el rostro. Le apunto con mi arma. Mi familia viene a detener lo que pasa, al igual que Diana, pero esto ya se fue demasiado lejos —. ¿Irás junto a él y le dirás que ambos tenían un hijo juntos y que yo lo maté?
Respiro hondo.
—Nadie va a creerte, y en especial Mike Windsor. ¿Qué le dirás? ¿Qué fueron secuestrados? ¿Drogados? ¿Concibieron por la forma in vitro y que ninguno de los dos lo recuerda? Jamás te creerá, tu palabra no vale nada. Tú no vales nada.
—Mataste a mi hijo y al de Mike, David —apunto directo a su cráneo.
Se ríe.
—No, amor. Tú mataste el embrión que se hizo con su esperma, porque tú ya estabas embarazada antes —mi rostro se descompone y mi mente analiza qué mierda es lo que está sucediendo.
Mike y yo nunca hemos follado antes, nunca hemos incluso coincidido en un lugar. Ambos no nos conocemos.
—Tú me has dicho que Mike era el padre —mis labios tiemblan.
—Haz un poco de matemáticas, Victoria. ¿Quién tuvo sexo contigo antes del secuestro? ¿Quién fue el que te ayudó a escapar de allí?
No, no, no, no...
No puede ser.
—Así es, Tori —paso a verlo.
Mis piernas flaquean y caigo al suelo. Mis lágrimas no paran de caer y mi corazón no deja de romperse. Cada vez hay más cosas que David me revela, no para de sorprenderme todo el daño que me hizo y es capaz de hacerme.
—Así es, Tori. Lo maté y te maté a ti también el proceso. Solo que tu muerte es más lenta y dolorosa.
No siento el corazón latir, la cabeza me da vueltas y no puedo respirar.
Él mató a mi hijo.
Me levanto y la rabia se apodera de mí.
—Yo en verdad te amé, David —apunto a su cráneo y doy un paso —. Te amé a pesar de todo lo que me has hecho, pero esto se ha acabado.
—Esto se acaba cuando yo lo digo.
—Victoria, ayúdame —pide Elena y su voz me parte el alma. Debo sacarla de aquí.
—¿Por qué me hiciste esto?
—Se suponía que eras mía, pero tú siempre estás mintiendo incluso a los que amas —sigo acercándome a él y controlo lo que siento.
