CAPÍTULO 28

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Victoria

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Victoria

Florencia, Italia

Me bajo del auto negro blindado y mis lentes espejados me protegen del sol brillante. Trago grueso. Será la primera vez que entro al edificio de mi abuelo como la dueña de todas las cadenas de hoteles y compañías que están asociadas bajo el nombre de H & Co.

Diana viene antes que el resto y me sostiene del brazo.

—Puedes lograrlo, Tori. Siempre lo haces —susurra y sonrío.

Llevo un vestido blanco ajustado al cuerpo con una chaqueta de cuero negra. Mi cabello está en una coleta alta y está con mis ondas naturales. Unos zapatos altos negros y un poco de maquillaje.

Me veo desde los vidrios polarizados y luzco como toda una empresaria.

Respiro hondo.

Mike viene junto a mí y yo solo veo el enorme cartel del hotel en el centro de la ciudad moderna que se ha construido hace como diez años atrás. Miro al suelo donde está el cemento y mi mano chica de niña impregnada en ella junto a la de mis padres, mis hermanos, mis primos, mis tíos y el resto de mi familia.

Sonrío hasta que el momento del funeral llega a mí.


Opa... susurro para mí y me limpio la única lágrima que se me sale durante todo el velorio antes de que los demás lo noten.

El padre de la iglesia no deja de hablar sobre el plan perfecto de Dios y lo bueno que era mi abuelo. Gracioso que no sepa que está parado y predicando frente a centenares de asesinos.

Todos nuestros conocidos y amigos están aquí para conmemorar la muerte de mi abuelo. Mi corazón termina de apagarse y mi arrepentimiento viene.

¿Por qué Opa? ¿Por qué debiste irte tan pronto?

Me arrepiento el no haber pasado el tiempo suficiente con él. Cada vez que tratábamos de vernos, nuestros planes se cancelaban porque me daban una misión importante o porque debía entrenar.

Excusas.

Nada más eran excusas baratas y ahora ese tiempo que pude pasar con él no lo recuperaré jamás. El dolor pincha mi pequeño corazón y me duele el no haber tenido más tiempo con él.

Los himnos clérigos los cantan el coro de la iglesia y veo el ataúd de madera. No hay oro, no hay plata, no hay ninguna riqueza que pueda comprar la vida de una persona y mucho menos su tiempo.

Debí aprovecharlo. Debí dejar de lado mi deseo de demostrar ser siempre la mejor, debí dejar de trabajar extra para conseguirlo y estar ese tiempo con las personas que amaba. Con mi familia.

La vida está llena de infortunios, pero debemos saber levantarnos y seguir adelante por las personas que amamos. Muchas veces ellos no están con nosotros físicamente, pero están presentes en nuestra vida, acompañándonos por doquier. No se desanimen. Recuerden a Andreas Heldman como siempre era, alegre, carismático y amoroso.

COMANDANTE INFALIBLE ©Where stories live. Discover now