Ps: I Love You (Original) II

Capítulo 5. Somos Amigos.

All I Ever Wanted – John Tryee

Estaba sentado frente a una gran fuente, todo parecía relativamente sencillo, todo parecía volver a la normalidad. Como siempre la gente me seguía odiando, mi madre solamente me llamaba para informarme sobre su divorcio y mi padre a veces me preguntaba si tenía algo de dinero que pudiera prestarle. Landon solamente se quejaba sobre mi ausencia y la falta de responsabilidad, pero como yo no contestaba su llamada, me los dejaba en extensos mensajes de voz que nunca escuchaba. Dejé de oírlos a la mitad del primero.

Gemma, ¿qué se puede decir de mi hermana que no sepa ya? Ella vive en otro lado del mundo, es tan simple y sencillo como eso. A veces me aburría, me aburría de volver a tener simplemente una rutina qué seguir, tener que despertar e ir a trabajar, tener que despertar y solamente estudiar. Volver a casa, hacer mis deberes, comer, ver televisión y tal vez, salir a dar un paseo en el velero y nada más.

Estaba comenzando a cansarme de simplemente hacer eso. Antes cuando estudiaba podría estar burlándome de mis compañeros, podría simplemente arruinarle la vida a alguien y eso para mí ya era un día provechoso. Sin embargo, ahora estaba solo. Trabajaba en su mayoría con solo adolescentes o jóvenes adultos que tenían otras responsabilidades. Mi humillación ahora los hacía fracasar en la vida, no solo en una materia.

Una cosa que se acentuaba más que cualquier otra, era que Russel no estaba más en mi vida. Todavía me preguntaba cómo antes de que apareciera, mi vida tenía completo sentido, tenía un propósito y tenía muchas cosas en las cuales ocuparme, los videojuegos más que nada. Ahora no podía ni siquiera tocarlos. La gente cambiaba, la gente maduraba y yo me encontraba estancado en un camino sin rumbo. ¿Debería comenzar a preocuparme porque las cosas no iban como realmente deberían? ¿Debería estarme buscando mi propio final feliz? ¿Acaso ese existe?

Miraba a las mujeres andar por ahí con niños y un hombre. ¿Eso era todo? ¿A eso se reducía la vida? ¿Casarte y tener hijos? ¿Trabajar como idiota todos los días para simplemente completar la mitad de la semana? Había mucho en mi mente que yo no lograba nunca comprender. Había mucho que todavía necesitaba conocer, entender, pero el tiempo se me agotaba. Sé que a comparación con muchos otros hombres y mujeres del mundo, estaba en la plena flor de mi juventud. Pero probablemente ellos no conocían el estar solo a tal grado de sentir que tu propia alma se consumía en una melancolía agónica.

Nunca necesité de alguien para ser feliz, pero al final del día, también me gustaría tener a quién contarle que me accidenté, que me fue mal en el trabajo, que odié a un estúpido ingeniero altanero que se creía mejor que yo, que por poco me despiden por fumar en enfermería, que necesitaba dinero y que mi familia iba cada vez de mal en peor. Lamentablemente, yo no estaba solo, pero me sentía así.

-Estás tan pensativo que me da miedo interrumpir, ¿piensas matar a alguien? –Jamaica preguntó mientras se sentaba a mi lado.

- A ti, pero me has interrumpido y ahora no sé en qué parte me quedé… Lo último que recuerdo era irme directo a la yugular y luego tirarte a un río –la miré y ella rió divertida-. Enserio, ¿te gusta el río de aquí o en Tasmania?

- Me gusta Tasmania, es bastante bonito –sonreí y ella también- aunque echo de menos el apestoso clima Londinense.

- Nublado todo el tiempo, raros momentos soleados, tantas personas, contaminación y autos –asintió y yo solté un suspiro-. A veces también lo extraño. Pero no me dan ganas de volver.

- ¿Por qué no? –me le quedé mirando, ella lo sabía bastante bien. Ella no volvía por la misma razón- ¿Recuerdos?

- Heridas –respondí tratando de levantarme. Ahora caminaba con un bastón porque estaba todo herido y no quería que nadie me tocara o me llevara del brazo. Me movía tan lento como un anciano de noventa años.