Capitulo 68

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- ¡BASTARDO! ¡OJALÁ FUERAS LO SUFICIENTEMENTE HOMBRE COMO PARA AGUANTARTELAS TÚ SOLO! ¡PERO NO! ¡ENVÍAS AL MONO DESCEREBRADO DE RICK PORQUE NO PUEDES PELEAR TUS PROPIAS BATALLAS! – Polland masajeó su frente mientras Rick seguía empujándome hacia adelante, para que dejara de hacer escándalo, pero no me detendría. Ya había llamado la atención de todos los que estaban en sus habitaciones. Habían salido a la puerta a ver qué sucedía. Y sí, muchos parecían horrorosamente sorprendidos de verme otra vez. Y yo tampoco estaba tan feliz de verlos a ellos tampoco. - ¡CUANDO SALGA VOY A DARTE TU JODIDO MERECIDO, COBARDE! – Rick siguió empujándome y riendo ante mis palabras.

El imbécil seguía siendo igual de analfabeta. Ni siquiera estaba enterado de qué era un chiste y qué no. Lo que decía iba completamente en serio. Y más le valía a él no meterse en mi camino en este tiempo que estaba aquí adentro porque si no se las vería conmigo personalmente.

- Por favor, que alguien la calle. Me está dando dolor de cabeza. – Pateé al amigo de Rick que se acercó a mí con cinta adhesiva y lo dejé lamentándose en el piso. Estaban sacando lo peor de mí.

- ¡NO VAN A PODER CALLARME A MENOS QUE ME QUEDE SIN VOZ, IMBÉCIL! ¡TE VOY A MATAR! – Polland hizo una seña con su mano y Rick me empujó dentro de mi antigua habitación, la que siempre había sido de Tris y mía, cuando vivíamos aquí. Mis rodillas estaban a la miseria de la cantidad de veces que el idiota número uno me había empujado al suelo, y esta vez no había ayudado. Para cuando me levanté y pude estabilizarme, Polland me sonreía al igual que Rick y cerraban la puerta delante de ellos. Me abalancé sobre esta, la golpeé y pateé y sólo escuché risas. - ¡MÁS TE VALE QUE NO SALGA DE AQUÍ, PORQUE JURO QUE ACABAS DE DESPERTAR A LA BESTIA! ¡Y ELLA NO SE DUERME CON FACILIDAD! – Seguí lastimándome, sabiendo que no tenía caso, porque no abriría por mucho que quisiera.

Di un último puñetazo y apoyé mi frente contra la madera astillada que había dañado mis manos. Contuve mis ganas de llorar como pude. Ya lo había hecho demasiado en frente de todos. No quería que volvieran a ver una desmerecida lágrima que saliera de mis ojos, se sentirían importantes, y no lo eran.

Me giré bruscamente, sabiendo con quién desquitaría a mi duende de la furia.
Tris.

- De todas las cosas que has hecho... De todas las jodidas imbéciles cosas que has hecho en tu increíblemente corta vida, esta, debe ser la más estúpida de todas. – Tris estaba aún enrollada en sus piernas, como la había encontrado apenas llegué al departamento, sólo que esta vez estaba sobre un asqueroso y sucio colchón que antes solía ser su cama. No había dicho una sola palabra, sólo había llorado, pero sus ojos ahora estaban secos, como si ya no tuvieran más lágrimas que derramar. Pero no me importaba su dolor, ni su drama en este momento. Ella me había traicionado y después de todas las cosas que había escuchado salir de su boca en los últimos meses, ella tendría que lidiar con mi mierda ahora. Porque yo lo decía. Y porque estaba enojada. Y ella tenía que saber lo estúpida que había sido. - ¿¡Llamar a Polland!? ¿¡ESA ES TU JODIDA SOLUCIÓN!? – Mordí mi labio con fuerza resistiendo las ganas de golpearla dentro de mí y negué con la cabeza. Su mirada perdida en cualquier lugar de la habitación, sólo me decía que me estaba escuchando, y que no le importaba, o al menos eso era lo que yo pensaba. – Eres toda una imbécil. Y me importa una mierda lo que tengas que decir al respecto. ERES. UNA. JODIDA. IMBÉCIL. – Le grité acercándome a ella con cada palabra. La señalé con el dedo, demostrándole lo furiosa que en realidad estaba. – Si salimos de esta vivas, prometo que nunca jamás...

- Volverás a hablarme. – Susurró. Su voz dolida y destruida me chocó en el alma. Pero no podía conmoverme con su estúpida voz, ni con sus ojos que no tenían el valor de verme. Tenía que darle su merecido verbal.

- Exacto. – Subí el mentón intentando convencer a mi corazón que mi cerebro tenía la razón esta vez. – Si salimos de esto con vida, esto... - Moví mis manos, señalándola a ella y a mí. – Se acabó. Tú por tu lado, yo por el mío. – Me había dado un vacío en el pecho al decir esa oración y al ver que los ojos de Tris volvían a chorrear lágrimas sin parar. La vi asentir en un leve movimiento de cabeza y luego se acostó en la misma posición en la que estaba. Llorando sin parar.

Christopher Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ