Capitulo 63

9.6K 640 228
                                    

Mi cabeza dolía. Mi brazo dolía. Mi cuerpo entero dolía.

¿En qué momento me había quedado inconsciente?

Sólo recordaba a Mason sosteniéndome en su hombro y Christopher gritando.

No había abierto los ojos, pero sentía una luz que me molestaba y me hizo apretar los párpados con fuerza. Tenía miedo de moverme y sentir más dolor en el cuerpo. Me quejé con un extraño ruido que salió de mi boca sin controlarlo, y cuando quise tomar mi cabeza, no pude. No podía mover mis brazos.

Con desesperación, abrí los ojos y me llevó unos cuantos segundos acostumbrarme a la luz que me había dejado ciega momentáneamente.

Miré hacia abajo. Mis brazos estaban atados a unas extrañas cerraduras que parecían del siglo pasado. Oxidadas, anchas y cubrían y lastimaban mis muñecas por completo. Se veían fáciles de abrir, así que tiré de mis manos con fuerza, pero no hubo caso. Mis brazos dolían más y más, a medida que hacía fuerza.

Esto debería estar quebrantando el trato que teníamos con Mason.

Suspiré enojada y tiré de mis brazos una vez más. Noté que la parte inferior de mi codo, estaba pinchada.

¿Pero qué mierda?

Era como si estuvieran intentando inyectarme con algo. No, no era un suero. Estaban sacándome sangre.

Oh Dios, me van a comer.

- ¡MASON! - Grité con fuerza. Estaba furiosa y asustada y sentía mis pulmones agitados y cansados.

¿Qué se suponía que hacía ahora?

- ¡JOHANN! - Grité otra vez. Quería a Johann. Quería salir de aquí. Quería que me soltaran. Quería que me sacaran esta aguja del brazo porque me daban miedo las agujas. Quería un abrazo y un todo estará bien.

Miré hacia arriba, cegándome con el foco de luz que era lo único que iluminaba la nada a mi alrededor.

- ¡CHRISTOPHER! - Volví a gritar. La garganta empezaba a dolerme y el estómago se me llenaba de pánico que me producía ganas de vomitar. Estaba a punto de tener un ataque. Estaba a punto de tener un jodido ataque. Lo sabía, lo sabía, lo sabía.

Mis pulmones no llegaban a respirar de la manera en que debían hacerlo; sentía la garganta cerrándose, la boca seca y las lágrimas que me rodeaban los ojos, que hacían de todo una nube borrosa que no me dejaba ver absolutamente nada.

Intenté tragar saliva y pateé el piso haciendo que la silla en la que estaba se moviera de un lado a otro. Prefería romperlo todo antes de quedarme un segundo más aquí.

Ya sentía que me moría. Juro que estaba a punto de quedarme sin respiración. No podía más.

Pero, en lo más remoto de mi cabeza, resonó la voz que siempre resonaba, y me decía que todo lo que hacía estaba mal.
____, respira. Hondo. Inhala, exhala. No dejes que el pánico se apodere de ti. Tenemos que salvar a Johann. Tienes que salvar a Johann. Christopher confía en ti. Todos confiamos en ti. Confía en ti.

Cerré los ojos con fuerza y respiré lentamente. Llenando todos mis pulmones de aire y tirándolo todo hacía afuera hasta que comencé a sentirme mejor, y mis ojos ya no estaban tan húmedos.

Abrí los ojos y parpadeé varias veces, observando a la oscuridad que me rodeaba.

Tenía que hacer esto por Johann. Tenía que hacerlo.

No veía nada. Absolutamente nada. Observé, como pude, por detrás de mi espalda y sólo noté unas cuantas cajas de cartón apiladas. Parecían llevar un tiempo allí ya que algunas parecían mojadas y otras tenían una ligera capa de polvo. Mi vista y el foco de luz que colgaba sobre mi cabeza no me dejaban ver nada más.

Christopher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora