Capitulo 4

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- ¿Por qué no puedes tomarte esto con gracia Zabdy? - Erick hizo un ademán con su mano y luego señaló al chico que estaba contra la pared con sus brazos cruzados observando a otro lado. En ese momento, y solo en ese momento, me di cuenta que no había dicho ni una sola palabra. - Hasta a Richard le parece divertido. Y no lo hemos visto sonreír desde ¿hace cuanto...? ¿... tres siglos? - Joel rió fuertemente y el supuesto Richard lo miró.

Richard tenía sus ojos color miel, igual de intensos que los de los otros tres. Ojalá pudiera tener esa intensidad en el color de mis ojos.

Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, al igual que los míos, pero él no sostenía ningún libro. Una de sus piernas estaba flexionada contra la columna en la cual estaba apoyado. Tenía la típica posición del chico malo en las películas.

Me miró fijamente durante cinco largos e interminables minutos y de repente suspiró y desvió la mirada encogiéndose de hombros.

- ¿Viste? No es la risa que esperaba, pero estoy seguro que es lo más parecido que él puede hacer. Su intento de sonrisa. - Joel le sonrió al tal Zabdy, vaya nombre.

¿Por qué los llamas por sus nombres como si los conocieras? En vez de admirarlos tanto, busca una manera de salir de aquí ____.

Di dos pasos hacia adelante, haciendo que sus frías manos dejaran de tocarme y respiré hondo. Comencé a caminar para irme pero me tope con el cuerpo de Joel, otra vez.

¿Cómo demonios hacían para moverse tan rápido?

- ¿A dónde ibas nena? - Volví a darme la vuelta para caminar lejos, pero allí estaba el cuerpo de Erick. Él chasqueó su lengua, mientras negaba con la cabeza y subía un dedo haciéndolo negar a este también.

- No, no nena, estamos hablando. Es de muy mala educación irse en el medio de una conversación. - Sonrió y por mi cuerpo recorrió un escalofrío.

Ambos comenzaron a acercarse a mí. Mi respiración se aceleraba y apreté tanto mis cuadernos a mi pecho que sabía que mis nudillos estaban blancos. En un acto de desesperación, miré hacia el chico contra la columna pidiendo auxilio con mis ojos. Pero él ni siquiera estaba mirándome.

Luego los corrí al otro chico, pero tampoco estaba mirándome, tenía sus manos en su rostro y negaba con la cabeza.

Cerré los ojos fuertemente intentando no llorar y bajé la cabeza haciendo que mi cabello tapara mi cara.

Con los ojos cerrados siempre duele menos.
Justo cuando podía sentir y escuchar sus respiraciones en mi nuca y cuello, los oí alejarse. No me moví ni un solo centímetro.
Tal vez sólo quieren hacerme sufrir un poco más.

-Basta. - Una voz que no había escuchado antes bailó por mis oídos. Rogué porque fuera un profesor o un chico lo suficientemente alto y musculoso como patearle el trasero a alguno de ellos.

Una ventisca de aire me invadió y abrí los ojos lentamente. Saqué mi cabeza de mi supuesto escondite y busqué al dueño de la voz.

Primero, pensé que había sido el 'chico malo' Richard, ya que no lo había escuchado hablar y era el único allí. Pero luego me di cuenta de que ellos cuatro estaban mirando por detrás de mí. Lentamente giré y contuve el aliento de nuevo.

¿Qué acaso esto nunca iba a acabar?

Lo reconocí inmediatamente. El chico de mi clase de Biología estaba frente a mí. Tenía los ojos clavados en los otros cuatro detrás de mí. Suspiré cuando me di cuenta que su mirada asesina no era dirigida para mí.

Oye, por lo menos él no iba a matarme ahora.

Calme mi respiración intentando convencerme de que todo había acabado, cuando sus ojos se posaron en los míos. Su mandíbula estaba tensa, otra vez, y sus ojos profundamente negros me escaneaban la cara, en busca de algo que no logré descubrir. Tragué saliva y sus ojos inmediatamente se dirigieron a mi cuello. Su cuerpo se tenso, y corrió la mirada hacia el suelo mientras cruzaba sus brazos en su pecho.

- Vete.

Dios, qué bonita voz tenía.

Me quedé mirándolo fijamente, mientras mi respiración se calmaba un poco más e intentaba descifrar sus palabras que no podía codificar por el shock que había tenido en ese momento.

- Ahora. - Volvió a hablar, pero esta vez mirándome. Su voz era ronca y profunda como si recién se hubiera despertado. Miré el suelo una vez más y caminé hasta el final del pasillo en donde doble la esquina y apoyé mi espalda en la pared detrás de mí, intentando recomponer mi respiración después de lo que había pasado. Podía escuchar sus voces.

- ¿Te encanta arruinarnos la diversión? - Uno de ellos habló y supuse que había sido Erick. - ¿O hay alguna otra razón por la que nos interrumpiste Christopher?

¿Christopher? ¿Ese era su nombre? Era un bonito nombre, a pesar de lo que había pasado entre nosotros.

¿Qué 'nosotros', ____? ¿Ya te volviste loca?
Sacudí la cabeza y volví a prestar atención a lo que decían. Mis ojos estaban cerrados y mi respiración por fin se había calmado.

- Con ella no.- Contuve el aliento una vez más.

¿Por qué conmigo no?

Luego de un minuto en el que no escuché absolutamente nada, asomé mi cabeza por el pasillo y me di cuenta que ya no había nadie. No había escuchado pasos, ni voces. Absolutamente nada. Era como si hubieran desaparecido.

Me olvidé del maldito cuaderno de Biología y me repetí a mi misma que mañana vendría por él mientras corría fuera de la escuela y de vuelta a mi departamento.

Christopher Where stories live. Discover now