Feroz. Aullidos {Capítulo 43}

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Después de que el inspector Rojas se fue con una sonrisa en sus labios, para los hermanastros había algo más que preocuparse. Los dejó inquietos.

La cena transcurrió en silencio para la familia, excepto que John y Elizabeth tenían la mente ocupada y una de ellas era los pensamientos por ambos sincronizados sin siquiera saberlos que pensaban por lo mismo; algo le había dicho ése hombre a Rakel y luego había salido con el interés por Merlín, el famoso Merlín. Ése inspector no se iba a quedar atrás sin respuestas.

Los hermanastros al conocer la llegada de aquel hombre de ley, lo hacía sentirse amenazados de una o otra forma, en especial John Grangerford que le hervía la sangre por comérselo y botar los restos en el mar.
La pregunta era ¿porqué se presentó? ¿a caso Rojas iba preparado y sabe de antemano que es lo que está buscando?

La respuesta a todas ellas era si.
El señor Rojas estaba buscando y conociendo cara a cara a los que tenía en la mira, en su lista de muerte, a todos aquellos convertidos y su intenciones no eran para nada ayudarlos con antídotos ni nada de eso salido de la imaginación de Hollywood, era para exterminarlos y..., y limpiar el desastre que hicieron unos tipos científicos ingleses cuando hubo una guerra en las islas tiempos remotos atrás. Por cierto, larguísima historia.
Una historia que quedó sepultada y sellada, y los pocos soldados que sabían, de ambos países, juraron jamás revelar que entre esas batallas sucedió un accidente... irremediable. Y para eso ahora estaba Mauro Rojas, contando con ello también con la teología, por supuesto. Y limpiar la porquería que hizo causada por su propio bisabuelo.

"Gavilán, sin vergüenza si no hubiese abierto aquel contenedor, nada de esto en la historia..., se hubiese evitado. ¡Mierda!" - Pensativo estaba el señor, Rojas a la vez que expulsaba el humo de sus labios.

Él estaba cerca de los hogares que había visitado, observando y estudiando atrapar una prueba antes para enviársela al laboratorio ubicado en Capital Federal, Argentina. Luego de enviar pruebas, esperará las órdenes para la ejecución a los objetivos sin importar que vida lleven o edades.

* * * *

¡Pero pará! ¡¿Ayudarlo?! Ése tipo no es quién crees que es, no es un santito. —John, le daba uso de razón a ella que estaba por fin tendida en su propia cama, mientras él daba vueltas por el cuarto de aquí a allá con suma inquietud. Elizabeth había por comenzado por compartile lo que sentía respecto a la idea tentadora y de que lo estaba considerando en aceptar la ayuda del inspector. - Nos están pisando los talones ¿o no te diste cuenta? Cuando se trata de la ley, hay que pintarnos de colores porque están cerca, maldita seas, cerca de dar... con un licántropo ¡OSEA YO!

— Cálmate..., por favor, y... acostaste que mañana muy temprano podría... aparecerse de sorpresa otra vez ése inspector. —Elizabeth, reconocía que le había puesto así a Grangerford por su idealismo. Verlo de ése estado alterado desde hace, todo el día, la ponía muy nerviosa, era asfixiante.

— ¡¿Qué?! —Exclamó él, deteniéndose en seco y la miró con un cierto de repulsión.

— Sólo digo...

— ¿QUÉ?

— J-John..., si existe una pequeña que sea de posibilidad, de que sea el hombre quién vaya... a comprender tú situación...

— ¡NO!

— Cuánto más personas tengan el conocimiento de dar batalla a esos seres monstruosos...

— Cállate. —John, se puso muy serio como nunca antes. Luego respiró profundo para decir lo siguiente. - ¿Olvidas que yo soy un monstruo?

Feroz. AullidosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt