Feroz. Aullidos {Capítulo 23}

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Elizabeth

Frente a mi visualice la caminata de aquel muchacho pelinegro...

Se hallaba con la puerta corrediza entre abierta, no tenía elección, estaba a mi paso, así que apuré pasos pero el chico me vió e inmediato se dirigió como una mosca a detenerme.

"No sé que tiene ése muchacho conmigo" - Pensé.

— ¿Puedes dejar de molestarme de una vez? —Me adelanto al decir fastidiosa al girar y volverme hacia él.

— No podría... —El chico se interrumpió al ver mi cara demacrada. - ¿qué fue lo que te pasó?

— ¡¿Eso importa?! —Le levanto el tono.

Y continúe el camino pero el chico me siguió ahora para contestarme:

— Creo que no, tratándose de una maleducada.

— ¿Puedes dejar de seguirme? —Le grito sin detenerme con la sangre hirviendo.

— Me estoy... yendo a casa porque faltó mi maestra, y si... bueno dónde sea que vivas, si quieres te puedo llevar.

— Yo creo que no. Y a parte tú camioneta o como sea que se llama huele a hierbas...

— Al menos dime como te llamas. Eh espera, no me acuerdo, dime como...

Alcancé al oírlo hasta ahí porque ya estaba lejos de él, ni siquiera me había dado cuenta que iba al ritmo de la máxima velocidad caminando, mi mente estaba asustada que en lo único que tenía espacio era llegar a refugiarme a casa de la familia Thompsons Torres.

* * * *

Di deprisa haciendo un atajo para llegar más pronto a casa. Poco conozco de está isla, sus casas casi ni llegan a tres pisos, con la mayoría de techos de colores de chapas, sus caminos de los costados con barreras de alambrados y sus patios parecen como ver un día nublado.

Descubrí un camino que podía llegar en menos de 25 minutos que el anterior usaba para el regreso a casa, éste era un camino que era sin necesidad de atravesar el trayecto de los montes.

El frío que hacía era siempre por el mar que nos rodeaban, las gaviotas en los cielos siempre presentes a la atardecer, apenas se asomaba el sol de vez en cuando lo cual convertía deprimente mi estado de ánimo hoy.

Los rasguños de Luichi presentes estaban marcados en mis pieles, aún no me dolían, tal vez sea porque andaba en un estado de adrenalina.

Con razón, hace unos días atrás vi a una jovencita llorando cerca de la cocina del colegio, estaba roja su rostro de tanto lagrimiar. Lo comprendo todo ahora, esos muchachos que me atacaron debieron ser los causantes del abuso de esa alumna y tantos otros. Es como si tuvieran comprado a todos los docentes con sus apariencias de; buenos chicos.
Y la pregunta es: ¿Nadie se atreverá a detenerlos? ¿Nadie?

Iba por el bordillo de la calle cuando escuché detrás mío unos bocinazos que me despertó de la inquietud de pensamientos vengativos.
Me volteé y miré...

"No de nuevo POR FAVOR"

La combi-trix iba desacelerando hasta detenerse al lado mío, bajó su ventanilla y musitó:

— Eh. ¿Qué haces en las calles de mi territorio? Al menos que...

¡Al menos un carajo! —Le contesté al chico pelinegro.

Uuu, uh, uh. Iba a decir al menos que te hayas perdido...

— ¿O que estaba buscando dónde vives? ¿Eso ibas a bromear?

Feroz. AullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora