Feroz. Aullidos [Capítulo 10]

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De pronto la puerta de la casa se abrió y asomó una cabeza de alguien, luego otra detrás de ella, finalmente la pareja Thomsons salieron con sonrisas en sus rostros, demasiados intrigados y emocionados al ver nuevos miembros en la familia.
Bajaron cada escalón deprisa y se detuvieron frente a los medio-hermanos.

La mujer sin dejar de sonreír, amablemente extendió los brazos a la chica y le atrajo hacia ella dándole un fuerte abrazo, luego desvió la mirada al otro chico y también hizo el mismo acto en abrazarlo. En cambio el hombre viejo quedó ahí retraído mirando a los chicos sin dar un paso a saludar.

La mujer reía de alegría a la vez que llamaba a su esposo:

- Mira, mira quienes a fin llegaron, los niños ¿no vas a saludar, querido? Oh -La señora, Rakel Thomson desvió ahora la mirada a los chicos y les dijo. ‐ Disculpen, mi esposo Hermen Armando es un poco frágil y terco, no estaba listo para esté momento..., lo tomaron por sorpresa. Bien, yo soy Rakel, o... pueden llamarme mamá.

- Amor, te recuerdo que son las 19:04. Debemos entrar con urgencia... -Le dijo el marido a su mujer entre dientes.

- Wow, no me di cuenta... pero que podemos perder por unos minutos ¿eh?. -Le habla, Rakel sin dejar de reírse para simular. - Hermen, tonto estás asustando a los niños, deja que se sientan normales por está vez ¿no lo creés?

En eso el señor, Hermen fingió una sonrisa y estrechó las manos de los dos:

- Hola... Es un gusto conocerlos, chicos y sean bienvenidos a está honrada familia. -El hombre dijo con una inclinación de cabeza.

- El gusto es... mío -Saludó con timidez, Elizabeth.

- A mi también -Intervino, John entre el anciano y la chica. - es un placer conocerlos. Pueden llamarme sólo John o Johnny, o como prefieran les doy permiso de inventar un sobrenombre para mí. -Se ríe luego con los ojos empequecidos.

La pareja se ríen también, menos la chica lo hizo por el pavor que le causaba está incómoda situación.

El señor, Hernen Armando pasó primero dentro de la casa, luego los chicos y por último la señora, Rakel.

Rakel sin poder creerlo los dejó solos a los chicos por unos momentos en la sala de televisión y arrastró con ella a su marido para la cocina.

- Esto es bueno, bueno para nosotros, es como una bendición, Hernen... -Rakel, dijo con entusiasmo.

- Cariño, amor escucha...

- ¿Qué? -La mujer le dijo mirándolo a los ojos, pero su marido no hizo por lo mismo, sinó que se dirigió a sentarse en un banquillo:

- No, no te encariñes con ellos. Estarán acá hasta que acaben la secundaria, luego..., y luego regresarán a sus vidas.

- Quisiera creerlo. Deja que me lo crea y disfrute de la actividad nuevamente en la casa... -Rakel, le guiñó un ojo.

Aquel instante resonó en la casa un lejano aullido que los interrumpió. Ambos quedaron quietos mirando a sus alrededores preocupados.

* * * *

Por el otro lado, en la sala.
Ellos se encontraban de pie sin hacer nada a un lado del sillón.

John se rascó la nuca sin dejar de mirarla a los ojos que la notaba a ella tensa y sin pronunciar palabras. En cambio Elizabeth no se animaba a mirarlo a los ojos porque sentía por dentro que le iba agarrar un infarto, decidida se concentraba explorar el lugar, aún así sentía los ojos pegados de Grangerford.

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