Feroz. Aullidos [Capítulo 11]

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Ni habían pasado ochos horas desde John y Elizabeth que se instalaron en el cuarto, los males entendidos comenzaban hacer efecto en la casa.

Sucedió en una mañana que Elizabeth se estaba cepillando los dientes con la puerta cerrada, y unos golpetazos repetitivos la hizo sobresaltar y tirar el cepillo al suelo...

— ¡Shepherdson! ¡Sal! Oye tengo que orinar, sal ahora. —Gritó, John impaciente del otro lado.

Inmediato la chica recogió el cepillo y abrió la puerta, esté la tomó por el hombro y la impulsó hacia afuera del baño acabando cerrándole la puerta en la cara.

Después cuando se dirigió a su cama Elizabeth ahí se dió cuenta que él estaba encueriado, no lo había notado. Si lo hubiera notado se hubiera quedado paralizada o hecho un alboroto por el susto.

* * * *

Durante el primer desayuno toda la familia estaban incómodos antes sus platos en el comedor.
Después de eso, Elizabeth salió a conocer el jardín trasero de la casa. El aroma de ése jardín olía a pastos limpios pero crecidos, las abejas revoloteaban sobre unas pequeñas flores amarillas que parecían a la familia de los girasoles.

Estaba nublado, bueno, casi siempre estaba nublado le contaba la señora Rakel.

Elizabeth se sentó en un banquillo que había cerca de un árbol, con su teléfono cargado y sintonizó uno de los podcast que tenía guardado en una carpeta llamada CURIOSIDADES.

¿Quién era imaginar que John Grangerford hiciera un podcast antes de conocerle y saber que era su medio hermano?
John subía media hora hablando de consejos de la vida y de historias de misterios una vez por mes. Lo empezó hacer hace tres meses atrás.

Elizabeth se colocó los auriculares y comenzó a darle play al siguiente capítulo nuevo que subió hace tres días atrás.
En está ocasión al final para cerrar habló del tema de preparar futuros proyectos y hacer entrevistas a interesados amantes del misterios quién se atrevan animarse ser parte de su Mundo Misteri. - Así se titulaba su íntimo podcast.

No pretendía decirle a John sobre esto, la escuchara secretamente porque de seguro se le reiría en la cara y ahí sí se desmayaria de vergüenza por sus burlas.

* * * *

Primer día de clases un autobús escolar los iba a recoger a media cuadra de la casa, y a la vuelta debían regresar a casa caminando.

El primer día para los hermanastros no fue del todo normal, sus nuevos compañeros de la secundaria ni bien los empezaron a conocer sólo se detenían a mirarlos raros y con ceños fruncidos, callados y curiosos. Casi la mayoría de ellos les miraban raro, en especial al chico del piercing en la nariz que éste obvio era John.

Las chicas de la secundaria miraban a John como un maniático y nadie se le animaban acercarse por su modo de caminar y vestirse, en cambio a Elizabeth ya la estaban juzgando por su apariencia anticuada, la miraban como a una inadaptada, mal vestida, antisocial y poco inteligente.

Nadie querían sentarse con ellos al primer turno de clases, al segundo turno de clases los maestros le daban a escoger aulas de materias para estudiar a su encanto.
John inmediato eligió Historia Naturales de su gran interés, a Elizabeth no le dieron la opción de escoger la materia que más tenía pasión por ella, quería estar en Ciencia de Artes pero en vez de eso la enviaron al salón Ciencia.

Al concluir las clases, la directora Susan les ortogó sus casilleros personales y les dió la bienvenida.

Mientras Elizabeth estaba guardando algunas pequeñas cosas en su casilla apareció John para observarla y molestar en silencio:

— ¿Qué me estás viendo? —Gruñó ella porqué estaba ocupada intentando aprender su contraseña de la rueda.

— Mmm nada.

— ¿P-por qué a vos... te dan a escoger y a mi no? —Elizabeth tenía el corazón acelerado cada vez que le tenía cerca.

— Porqué soy muy listo. —Se da a entender él presumiendo su personalidad. - Bien. ¿Nos vamos a casa?

Elizabeth iba a contestar con un si cuando se detiene al mirar la cara de John que se había quedado embobado en una chica de ojos azules como la noche y cabello dorados enrrulados se cruzaba ante las miradas de todos.
Al parecer esa jovencita tenía enredados y encantados a casi todo el mundo con su belleza.

— ¿Quién es... ella? —John, se habló para así.

Elizabeth lo miró a su hermanastro con cierto celos.

La chica de cabello dorados giró su cabeza y posó la mirada en John, luego le sonrió con modestia.

Era la primera persona en el día que a John le sonreían. Quedó paralizado de encanto por ella.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now