Feroz. Aullidos {Capítulo 32}

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Poco más de 15 pm Hermen Armando había llamado desde una casa de un vecino, haciendo atendido el teléfono de casa por John, ahí se supieron que ellos estaban terriblemente preocupados y que no habían podido regresar a casa por circunstancias de miedo a encontrarse a una de las bestias. John le mintió que todo andaba en orden, que después le debía una explicación por su escapada. Cuando el señor Hermen preguntó por Liz, John le contestó con otra mentira que ella estaba viendo la tele.

Hermen suspirando luego se despedirse y avisar que estarían en casa a las 17 pm.

Opinó a su esposa:

— Ése muchacho sonó raro. No me gustó su modo evasivo y apuron en que se comportó.

— Los niños deben estar bien, tranquilizate, querido Hermen. ¿Ya estás contento de haberlos llamado? —Rakel, cocía un pantalón estando sentada en la cama de huésped.

— No estoy conforme, eso no.

— ¿Sabés, Hermen?

— ¿Qué? —Se detuvo en andar dando vueltas por la habitación.

— Yo creo que... Liz nos hizo salir de casa así porque tal vez necesitaba quedarse con un muchacho a solas. —Rakel, le miró con gesto picaresco.

— ¡¿Que sandeces dices, mujer?! No lo imagines..., no. —Hermen, se hinchó como un sapo.

— ¿Y si fue así?

— No por dios...

— Tú y yo éramos jóvenes, ¿lo recuerdas? —Rakel, con una sonrisa abierta dejó a un lado el pantalón sin terminarlo. - Engañabamos a nuestros familiares para quedarnos largo rato a solas. ¿A qué no?

— He... lo dudo. Esa chica es..., bueno, rara. Diferente.

— No te entiendo.

— Siempre la veo sola, escuchando su teléfono...

— Ay, ya calla. Oí que Héctor el hijo de Roland, lo escuché comentar a su hermana adoptiva que se la vió a Elizabeth caminar de lado a lado con un chico del colegio.

— Ah por cierto ¿Roland ya está en casa?

— Sólo todavía está Héctor presente...

— Ya no puedo esperar, Rakel. Tenemos que irnos ya. Recoge tus cosas, no perdamos el tiempo.

— ¿Cuál es la prisa, che?

— Hm. Cuando un chico dice que todo anda bien es porque todo anda barbaramente mal.

* * * *

Héctor se encontraba junto a un lado de la puerta pegado su espalda en la pared escuchándolo todo.
Queriendo saber, conocer a esa familia que tanto le ha intrigado toda su vida desde pequeño.

* * * *

Era cierto y Hermen Armando estaba en el punto correcto de la razón. Elizabeth estaba matándose la espalda limpiando el desastre de la casa de lo que sea que fuese que lo hizo, y John en vez de ayudarla andaba holgazaniando en el baño desnudo y vigilando notando cambios en su cuerpo debido a la bestia que trató de comerlo.

Elizabeth ella sola tuvo que poner en sus lugares el sillón y los sofás, fregar la alfombra del living, quitar la televisión para inventar una excusa que se cayó por accidente, y lo del jarrón..., no hay excusa, cubrirá a su hermanastro echándose la culpa, barrer el lugar para que no quedará evidencias y así. Hasta la puerta... ¿la puerta?
Si, John no quería que contara nada sobre lo sucedido a Rakel y Hermen lo que le resultaba bastante raro que le impedía que no abriera la boca, pero cuando ella le preguntó por qué, simple, John le volvió a recordar que no lo hiciera por el bien de los dos.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now