Feroz. Aullidos {Capítulo 28}

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Primeros días de mayo.

John.

Estaba corriendo por mi vida, había salido del supermercado - que en esa horas estaba abierto exclusivo para los conductores.
¡Esos idiotas!
Les había hecho caso a la pandilla de la adrenalina que estos erán; el obeso Bonny, la chica que masca chicle Patricia, Pablo, Romina, el chico de barba estilo candado, el otro chico de cabeza raspada llamado Raule y Abela, el único que no se integró con nosotros en está aventura peligrosa fue ése chavón de Patricio.

Todo comenzó con escaparme por la ventana de casa después de haber atendido el mensaje de la invitación y sin dudarlo no perdí en tiempo, la pandilla querían que me encontrara a un lado de la plaza para entrar en acción aventurarnos. Ellos se dedican aficionada mente en busca de lugares de miedo y lo filman con sus cámaras y después lo suben a una página privada con paga.

Ahora ando entre ellos viviendo mis viejos hábitos lo que hacía cuando era yo más jovencito; solía salir a lugares extremos en busca de cosas paranormales y lo captaba con mi cámara en vivo y en directo, larga historia para contar en otro momento.

Estaba demasiado deprimido y necesitaba desahogarme, adrenalina, lo que sea para abrir pasos en este encierro que no me llevaba a nada, ni la escuela, ni mi media hermana que es ya un dolor de cabeza, y los dueños de está casa que decidían cuidarme, corrijo, cuidarnos, ellos dos me caen bárbaro desde el principio de todo, hasta me cubren el trasero y aprueban muchas cosas de mi comportamiento alocado.

A lo que venía..., a si, llevaba la cámara encendida de teléfono también en la otra mano, lo podía sentir que una cosa peluda me acechaba en todas partes.
Eran las 20 y nos estábamos refugiando en una cabaña de herramientas abandonada que una vez le pertenecía a dos ancianos.

Compré cervezas, cajas de jugo de frutas, un paquete de cigarrillos para uno de ellos, paquetes de galletitas, fiambres y panes.

- ¡Vamos! ¡Vamos! Corre, deprisa...

- ¡Mueve tú trasero para acá!

- ¡Corre!

Seguí sus voces gritandome a un lado de los árboles dónde habían estacionado sus dos coches de carreras...

- ¡Apurate!

- Si, apurate, carajo.

- Ya casi llegas, John

- ¡VAMOS!

- Vamos maldita seas...

* * * *

Vi sus figuras ya de la pandilla metiéndose en sus perspectivos coches como si tuvieran hormigas en sus traseros por el miedo en ser atrapados.

- Ay, John ¿porqué tardaste? -Me dice, Abela con una mueca horrible en sus labios gruesos pintados de fucsia.

Yo no le contesté y pasé de largo para luego introducirme de prepo en el otro segundo coche en el asiento delantero al lado de la conductora que está era Patricia.

- ¿Y ahora dónde nos toca? -Preguntó el chico de cabeza raspada desde atrás mío.

- En el lago, allí van a beber agua las bestias. -Respondió, Romina creyéndose la inteligente, pero es pésima creyendo en esa tontería.

Apretando los labios luego solté yo:

- ¿Y lo creen?

- Viejo, -Empieza diciendo Pablo que era el tercero sentado allá atrás. - nos no vengas con esa pregunta que suena... como un niño de 5.

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