Feroz. Aullidos {Capítulo 20}

19 2 0
                                    


Elizabeth

Aún el cielo estaba claro así por decirlo, algo nublado con algunas nubes rosadas que se asomaban por el horizonte.

Ni uno ni el otro hablamos en el camino, por ahora. El silencio era tan incómodo que sentía las piernas aflojarse de vergüenza y más cuando ése tonto recuerdo se me cruzó por la mente de la nada de verlo a él una vez más encueriado, pero esa experiencia fue diferente, me causó vulnerabilidad: Aquel físico normal que tiene de un joven hombre, con pocos músculos y algo rellenito en su cintura, un físico natural y perfecto con una piel clara cuidadosa. Eso, verlo así, me estremeció de un tal grado que creí sofocarme.

No, otra vez más me agarró el sentimiento de sentirme mal...

Cuando llegamos al Súper Genio, había a un costado del lugar un par de chicos rebeldes riendo y compartiendo cigarrillos hasta bebidas alcoholizadas.

Los dos cruzamos por entre el medio de ellos y esos bastardos se hiciera de un lado, apenas, de muy mala gana dejando un poco al descubierto la entrada del supermercado.

Fuimos comprando lo necesario de la lista, cada uno por su camino, dividiendo lo encargado.

De repente me empecé a sentir extraña, una sensación incómoda en mi vientre.

"¡No! No puede estar pasando ahora..., olvidé ponerme..." - Pienso poniéndome colorada.

- ¿Estás bien? -De pronto se me apareció mi hermanastro por detrás y se colocó al lado mío muy cerca, buscó mis ojos para que le respondiera.

- He... creo que si. -Contesté con dificultad.

- ¿Y porqué traes la cara roja? ¿Te has enfermado o qué?

- Es que... no he comido y... mi estómago se quejó.

- Oh eso. Por eso.

- ¿Qué más falta?

- Bueno..., acá dice, bueno, se menciona... ¿tapones?

- Y... ¿y eso?

- Tontita, productos femeninos ¿si?

- Ya lo sé...

- ¿Y entonces porque preguntas? Yo no creo que... la señora Rakel los necesita ¿y esto porqué será?

- No..., no sé.

Lo miré bastante nerviosa cuando John me sonrió dulcemente, yo frunci en seño por su manera de quedarme viendo y eso asustó.

Al rato largó:

- No te presionaré pero... ¿necesitas que te acompañe dónde están los...? Tú sabés?

- No, gracias. P-puedo encontrarlos... yo sola.

- Este supermercado tiene siete pasillos..., yo sé dónde están o perderemos el tiempo si vas por ello.

Trago saliva con sonido y me limito a seguirlo para hallar lo que justo me faltaba.

Lo halló inmediato y se paró a unos metros alejado un poco de mi muestras yo recorría con la mirada los productos femeninos.
Volteé la cabeza por un momento para verle con desconfianza a Grangerford que estaba allí cruzados de brazos esperando, luego regresé la mirada a ellos y elegí inmediato un paquete personal de toallitas a la azar y lo metí al carrito de compras.

John Grangerford bajó los ojos y comentó en voz bajita a fijonear lo que yo elegí:

- Uy, eso te trae un calendario.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now