Feroz. Aullidos {Capítulo 36}

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Elizabeth

No tenía cabeza en concentrarme en mirar la pantalla de la computadora, miraba a la nada, a un vacío en vez de las letras e imágenes. Estaba inquieta, nerviosa, temblaban mis labios.
Este chico - que no le sabía su nombre porque no me había molestado en preguntarle desde que lo conocí. - me hablaba, oía su voz pero sus palabras no llegaban a mi.
Estaba..., ver a John Grangerford con una chica en su momento me dejó... mal.

"Ay, ¿qué pasa conmigo? -me retaba a mi misma por el simple hecho de que no debería sentirme así.

Es mi hermanastro, eso se dicen en los documentos..., al menos que sea un error, un error porque cada vez que lo veo a él con una chica me encrespo sintiendo que voy a reventar ¿eso es natural propio de mi?

Presencié de a lo que se refería John Grangerford con unos de los síntomas anormales, porque quiero creer que no sea lo más común y natural del ser humano, debe ser el principio de la infección por la bestia, tengo que creerlo. Tengo que creerlo asi o me pondré a llorar.

En algún momento le entendí al chico pelinegro que quería entender si era yo la infectada, que por ello era ansiosamente perseverante, pero estaba muda.

* * * *

Ahora me encuentro en negación... conmigo misma.

El chico que me ayudó a cruzar la biblioteca y a salir también, me puso en la mano un pedazo de su hoja de carpeta con algo escrito, luego dijo un par de palabras y se despidió con un beso en mi mejilla. Ni eso sentí, su tacto de sus labios sobre mi piel, ni eso.

Creo que él se dió cuenta que me había pasado algo entre ahí cuando fui al estante de libros de mitos y leyendas, pero no lo quería saber; dicho lo que dijo no quería hacer preguntas, ni que le agradeciera ni otra cosa, ése fue el acuerdo.

Cuando se iba a subir a su combi, exclamó por su favor...

Te cobro el favor y es éste. ¿Cómo te llamas?

"¿Qué? ¿Eso era? ¿Nada más que eso?" - Pensé, seguro que yo tenía los ojos muy abiertos.

...me dicen Liz. —Reacione atontada luego de unos segundos, aunque no pensaba decírselo pero ya era tarde cuando respondí.

Al fin conozco como te llamas. Es un placer, Liz. A mi me dicen Patrick. ¿Te llevo?

Revolvi los ojos y después contesté:

No. Tengo que hacer... algo aquí primero.

El colegio ya cerró... —Él frunció en ceño.

Tengo que hacer algo, perdona, tengo que hacer esto. —Digo a la vez que doy unos pasos atrás.

Vale, como quierás. Trato es un trato, nos vuelvas a contactarme porque no quiero problemas. Mantente a salvo, señorita Liz. —Y desde su asiento de conductor me lanzó un beso al aire que eso verdaderamente me dió electricidad a lo largo de mi espalda. Al ver la expresión de mi rostro se echó a reír y luego arrancó.

Me regresé al colegio que ya cerraban sus puertas pero al entrar a buscar mi mochila del casillero, oí un par de maestros inquietos que se preguntaban por una estudiante llamada Brenda.

En su descuido tomé otro camino para que no me viera, salí por la entrada trasera, a un costado de uno de los pasillos de afuera, también vi unos estudiantes en su búsqueda de esa tal Brenda. Era ahí no más al lado de la biblioteca.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now