Feroz. Aullidos {Capítulo 24}

8 2 0
                                    


Elizabeth

Después de bañarme salí del cuarto deprisa tiritando por el frío con un shorcito vaquero y una remerita rosada, - Aún estando mojada. - para ir en busca de mi bolso que lo olvidé en el piso de lado de mi cama, llegué y con nervios me apuré antes de que Grangerford apareciera por esa puerta. Traté y mis manos bruscas y nerviosas no encontraba lo que buscaba, esos algodones que sacaba sin permiso en un mueble de la cocina.

De repente esa voz me hace dar un brinco, él ya está adentro metido.

— Ehhh... nena, que julepe te has dado ¿A caso soy el coco? —Musitó.

— No te burles así de mi. Creí que... te habías ido a ver televisión.

En eso no oigo su contestación y me volveo y resulta que él me había estado explotando lo largo de mi cuerpo, en especial mis tributos que no eran gran cosa. Cuando lo sorprendí mirándome ya lo había cazado viéndome el trasero.

— Hermanito... ¿dime tú que te ocurre? —Lo miro empequeñeciendo mis ojos.

"¿En serio le llamé hermanito?"

Si, de vez en cuando cruzabamos palabras, siempre cuando fuera necesario. Pero la mayoría del tiempo no interactuamos, éramos como dos extraños huéspedes durmiendo bajo un mismo cuarto, con conflictos y desacuerdos de vez en cuando.
Creo yo... que es mejor de ése modo, así es más fácil no preocupar al corazón.

Por ahora... estábamos más o menos; anteriormente en una mañana vino a buscarme y me dió dos palmadas en la espalda, luego se volvió a disculpar en voz bajita:

"— Pequeña, lo siento si... te asusto todo momento. Lo siento."

Luego regreso a la realidad del presente.

En eso reaccionó haciéndose el tonto y me respondió con una risita:

— Hm nada, nada. He... enserio, nada.

— John Grangerford... dale.

— Seré honesto. —De pronto se puso serio que me obligó a retroceder un poco y choco mis piernas con los bordes de mi cama. - Nunca... te he visto así con... pocas prendas.

— Ah. Entiendo. Yo te vi una vez y ahora estamos iguales. Fin. —Y me giré para continuar buscando en mi bolso.

Aún buscando y lo más incómodo que me podía pasar era que todavía sentía la mirada pegada detrás mío. Volví  voltearme y le miré seria, él tenía la punto de su dedo entre sus labios y lo había agarrado otra vez clavado sus ojos en mi trasero.

¿Grangerford, no tienes mejor cosa que hacer?

— Hmmm... déjame pensar. Hm no.

Quería insultarlo pero me frené temiendo volverle a provocar. Ahora el humor extraño que traía creo que era mejor que nada en vez de violentarlo.

Él me continuó viendo pervertidamente. Era tan incómodo, su mirada sensual como si deseara abrir mis chispas que hace mucho tiempo están dormidas como el mismísimo volcán.

— Ya basta ¿quieres?. —Le digo, cansada de sus acto morboso luego de que me rendí con la búsqueda dentro de mi bolso.

— Somos hermanastros, por lo menos te puedo mirar y... no tocar ¿eso está  mal? —Me dijo, John Grangerford ahora dirigiéndose a su cama y se tiró como un gato ronroneante. Apoyó de vuelta su dedo en su labio y añadió en voz bajita. - Vos por igual... me puedes mirar de vez en cuando, yo no me molestaré.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now