Feroz. Aullidos [Capítulo 5]

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Elizabeth. S

En cierto modo había una cola de gente esperando en la ventanilla de consultas en el banco, que estuve esperando y esperando, ya han pasado 36 minutos y todo por esto; una pareja de recién casados discutían por cosas que no entiendo ¡Qué estupidez!

Finalmente cuando se fueron y dieron paso a que avanzada un poco más la cola, giré a observar a mis alrededores, de pronto choco visión con alguien que acababa de entrar por la puerta de vidrio.
Él se había detenido para apagar su teléfono, luego de guardarlo recorrió con los ojos el lugar, antes de dirigirse la vista a mi dirección, me volteó veloz y pienso...

"Aquel chico no es... ¿no es el músico y... actor que cayó su carrera como una bomba atómica?"

Me puse nerviosa, de verdad me puse nerviosa.

Me tensó la idea de que él se dirigiera a colocarse en la misma fila que yo. Lo percibí acercarse, pero luego me alivió que una pareja de ancianos llegaron primero ganándose el lugar.
No quise voltear, me quedé quieta y firme mirando adelante.

Cuando me tocó el turno y enfrento la ventanilla, estuve a punto de olvidar todo lo que había ensayado en mi cabeza para decir, al principio no supe por donde empezar, pero a los pocos momentos le hablé a la señora que estaba ahí detrás del vidrio esperando con impaciencia.
Al saber mi reclamo, llamó a un ayudante y me pidió que lo siguiera hasta una de las mesas que estaban apartadas de las ventanillas. Esperé y lo seguí a un hombre cuarentón que estaba quedando casi calvo, me llevó hacia una de sus oficinas vacías.

Había otros sentados consultando.

El hombre que llevaba un cartelito en su uniforme con su apellido Gómez  pidió que tomara asiento.

Le dije sobre el tema de la carta de Guillermo Gallardo Shepherdson, el hombre buscó en su computadora, esperé unos minutos.

— ¿Sos su hija?

— Si.

— Bueno. Iré a la caja de archivos y te buscaré esa carta, señorita.

— Bien... gracias.

— Ya vengo.

Esperé, pero no me atreví mirar a mis alrededores mientras.

No tardó como había dicho, el hombre apareció con un sobre de cartón en la mano. Tomó asiento, abrió el sobre que está atado con un lazo, sacó en su interior unas cartas de papel color cremita, eligió una de ella y se sesionó de que fuera la correcta leyendo el apartado, luego sonriendo estiró el brazo y me dió una de ellas.

La agarré y también me aseguré que fuera de mi padre leyendo su nombre firmado.

— Señorita, ahora tienes que firmar esto... para registrarte que ha sido vos la persona quien la recibió. —Dijo el hombre adelantando ante mi una carpeta y un lapicero.

Firmé titubeando, pero lo hice.

— Bien. —Gómez, alejó la carpeta de mi vista. - ¿Algo más?

— Creo que no. —Digo guardando la carta en mi bolso.

— Bien. Si me disculpas, tengo que llevar esta otra carta al cliente de allá que espera.

— Buen día... —Le despido.

Y se levantó sin quitar la vista de la persona que fuese que estuviese detrás mío.

Oí que lo saludó y luego le pidió la misma costumbre rutinaria de que tomara asiento.

Una vez terminado de estar lista me pongo de pie y giro, allí lo veo al hombre detrás de la mesa de una oficina diferente y con quien estaba era con ése chico de la polémica del espectáculo.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now