Feroz. Aullidos {Capítulo 25}

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— Que te da derechos, mocosa —La barrió, John Grangerford.

— Pero cállate, inepto... —Se defendió la chica a la vez con una mano temblorosa de los nervios agarró el vaso que tenía adelante y bebía un sorbo.

— Vos cierra el pico, incompetente. —La volvió a salpicar con sus palabras.

— Esto no es la universidad o un hotelucho...

— Déja de joderme los testículos con tus idioteces ¿oíste?

— No estás en tus cabales...

— Celosa de mierd...

Una vez más volvieron a discutir Elizabeth y John, en está ocasión lo hicieron durante la cena. El desacuerdo empezó con la idea de John Grangerford de querer organizar una fiesta en la casa invitando a los amigos y luego hacer una pijamada en el salón...

La señora Rakel los miraba con desespero desde la cabecera de la mesa y del otro extremo de la mesa el señor Hermen comía calmado viendo las cosas como una telenovela.

— Repiteme eso ¡A ver! —Elizabeth, dió un golpe con el tenedor de punta a la mesa.

— Señores, hagan algo porque esto es una pérdida de tiempo..., decidan. —Habló con calma el joven a los adultos que estos estaban permitiendo que todo fluya.

Pero en vez de recibir respuestas, las respuestas que aparecían eran de los aullidos de afuera de la casa.

La totalidad calma de John a la chica la ponía más nerviosa e histérica de rabia, y más por lo que le dijo: celosa de mird*. Elizabeth tenía ganas de rasguñarle su rostro bonito como venganza.

Si, Elizabeth Shepherdson era vengativa de una extraña naturaleza desde que nació, siempre ha logrado salirse con la suya haciendo perjuicios, causando efectos horripilantes cuando alguien se meten con ella, logra que lo paguen caro. Ésa es la única habilidad en lo que era buena en está vida.
Se sentía arta de que este chico la tratará como saco de basura, quería que él viera por un momento, se detuviera en verla que tiene sentimientos.
Y si consigue traer a sus amigos a dormir en la casa, Elizabeth se sentirá aterrada y afectada por la circunstancia a eso, por ello anhelaba evitar pasar por eso.
Y todo tiene un motivo, el pasado de ella no fue fácil.

— ¿Y bien? —Apuró, Grangerford.

Rakel y Hermen cruzan los ojos y luego uno de ellos se dirige las palabras calma a la chica.

Liz, mírame —Rakel con una sonrisa cálida atrajo su atención. - Mírame, querida. He... puedes venir a dormir a nuestra habitación ¿eh?

— No sé que le pasa a está —Rabió, John arrugando su nariz con actitud asqueado actuando.

Liz, no hay caso..., es así. Ayúdame a levantar las cosas de la mesa y después vemos una película ¿si? —Rakel, le apoyó una mano sobre la de ella.

— ¿Y yo? —Preguntó, Armando Hermen.

* * * *

Al día siguiente, a la atardecer John Grangerford decidió invitar a sus amigos a la casa. Los muchachos y una chica se presentaron en la puerta con bolsas de dormir. La señora Rakel los recibió y les ofreció algo de comer pero ellos no aceptaron diciendo que habían traído para compartir en la pillamada.

Elizabeth Shepherdson estaba celosa, lo admitía al descubrirlo cuando se había mirado en el espejo del baño. Se le volvía a repetir, el pasado, la volvía alcanzar.
En el pasado ella vivía con sus dos hermanos, a parte de papá y su madrina; Gabriel y Sebastián tenían sus amistades que cada uno traía a casa, y ella debía esconderse para no irrumpir y no ser una molestia incómoda para los invitados, a veces Sebastián llevaba a sus amigos a comer pizzas y cerveza en el jardín trasero, o Gabriel invitaba a pasar a sus amigos para jugar juegos de mesa o ver televisión. En ese entonces era muy chica, no tenía amigos ni compañeros como ahora que casi nadie la respeta, por eso se ocultaba con libros y música en la choza de herramientas a esperar que se fueran.

Feroz. AullidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora