Feroz. Aullidos [Capítulo 7]

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Elizabeth. S.

Llegó el día. Me he quedado dormida, maldición.

La fiesta de los jóvenes que hicieron en el piso de arriba con música y todo esos ruidos prohibidos, no me dejaron dormir. De hecho... siempre están de joda.

Debo llegar al muelle (18) a la hora acordada o perderé el barco.

¿Qué fue lo que me hizo cambiar de parecer?
Fue esa gentuza molesta y barullentas, esos rebeldes más jóvenes que yo,  están unidos como si lazos invisibles de amor los mantuvieran juntos y por siempre - por cierto, estoy siendo sarcástica. - son unas pestes.
Tal vez digo eso porque cuando yo era una niña y luego adolescente jamás pasé por aquello; no me invitaban a cumpleaños, no tuve fiestas de cumpleaños con música, globos y todo eso, tampoco casi no tenía amigos.
Ahora de hecho, nunca fui a bailar a un boliche, pero si frecuento los bares y tabernas tranquilas en donde la soledades andan rodeando el ambiente con música ligeras.
Si, soy la típica chica menos antipática y algo amargada con carácter a igual que heredé de mi padre.

Decido irme de está loca ciudad porque si paso un minuto más aguantando a esos pibes y chicas caprichosas drogadictas, perderé la cabeza.

Ante que nada aún que todavía tenía conexión WiFi, le envié un correo electrónico a mi profesor y al director también, avisandoles que me iba de viaje por una temporada y que quizás regresaría para volver a retomar nuevamente los estudios artísticos. Así es..., volver a empezar desde cero después de esto.

Pedí un taxi y me llevó al puerto. Fue difícil para el chófer localizar el muelle 18 porque había admitido que nunca condujo por esos lados.
Cuando lo encontramos después de dar vueltas y vueltas con el mapa digital, le pagué sin propina y bajé del vehículo.

Al comenzar a caminar con la maleta, el viento frío me invadió. La campera la tenía guardada en la maleta, pero si me la ponía a buscar, iba a perder tiempo.

Tan sólo quedan 15 minutos para que el barco zarpe, así que apuré pasos.

Caminé por el largo puente del muelle, los trabajadores del barco ya estaban preparando para subir en cualquier instante las escalinatas.

Nunca viaje en barco, pero mientras más me iba acercando en él, vi que era un barquito mediano, de esos que transportan vehículos a otras tierras, no es gran cosa. Luego antes de hacerme notar por los hombres que andaban recogiendo cajas, leí como se llamaba la embarcación: "Poli"
¿Poli como la película a caso?

Me aproxime a uno de ellos que fumaba un habano, esté tipo grandote barbudo de pelos colorados estaba escuchando música con los auriculares, porque balbuceaba alguna canción. Lo llamé, tuve que levantar la voz para que me oyera y éste inmediato se exaltó como si pensase que fuera su jefe.

— Ehhh...

— Disculpa... —Digo yo. - soy una de los pasajeros que... viajará en Poli. ¿Con quién... debo presentarme?

— Señorita, usted debe ser...

— Shepherdson soy, tengo un lugar en el viaje a Gran Malvina.

Ahhh..., falta vos, llega a tiempo. Suba... ¿Desea que la ayude con el equipaje, lady?

— No, gracias.

— Hm bueno.

— ¿Así sin más?

— Así sin más. Ya está paga.

— G-gracias.

Y me fui alejando dudando de su palabra. Busqué las escalinatas y trepo en ella, se me hacía difícil con todo lo que traía encima.
A estar arriba con el corazón latiendo como una locomotora, recorrí con la mirada que el barco era lo máximo que había visto, es estupendo y está grandioso.

Feroz. AullidosWhere stories live. Discover now