Hay un faro
en el que te espero.
Uno en el que me entrego
al ensueño de tenerte
y ampara en la humedad
de sus entrañas oscuras
todas las sequedades
de mi boca carente
de tus besos.
Uno que trae a mí
los aromas de tu ser
y los impregna
en mi carne abierta,
en mi cuerpo rocoso,
simplemente para iluminar
los albores grises de mi alma
y hacer que manso me enamore
el oleaje eterno de tu playa.