A ti, que aún duermes:
Cuarenta y cinco aniversarios, cuarenta y cinco inviernos, cuarenta y cinco febreros con sus 14 en compañía. ¿Cómo es que aún no me creo que esos "cuarenta y cinco" —sostenidos en una melodía que ha de decirse vida— sean míos?
Y tuyos.
Nuestros.
Hace tiempo, allá por los 80's, me pediste que escribiera: cartas, cuentos, poemas... Sobre todo poemas; pues cuando pasaran los años y se cerraran las puertas tras cada 31 que dejamos atrás —irremediablemente—, querías ser el lector de mis pensamientos indomables cual ráfaga de Alisios.
Y lo hice, lo he hecho, todavía lo sigo haciendo. Esta, por ejemplo, es otra carta para ti, para deleite de tus propios pensamientos; para expresión de mis labios mudos.
Para demostrar —¿A quién?— que sí, que el amor se elige, se cuida. Se puede, se pudo. Tú y yo...
No son pocos, estos cuarenta y cinco años sujetándonos, sosteniendo sueños, miedos, derrotas, sosteniendo nuestras como quien sostiene al mundo sobre sus hombros.
Y aun se nos ha hecho ligero.
Y sí, ha habido momentos duros, a veces más que lo que cinco letras pueden expresar; pero ya vez, siempre hemos sido tú y yo —solos los dos— luchando para mantener nuestro dúo a flote a pesar de los embates de una vida a tope de sinsabores. Y por ello mismo, los dos, hemos sido capaces de hallar siempre un ocaso a los malos tiempos y un amanecer al amor, a las sonrisas regaladas o cosidas en el pecho.
Cuarenta y cinco... ¡Vaya número hermoso! Pero no tanto como el brillo en tus ojos que veré en la mañana cuando despiertes, pues ni aun cuarenta y cinco años han podido nublar esa ilusión con la que recibes cada nueva jornada.
Feliz aniversario, amor.
ESTÁS LEYENDO
Entre versos y otros tesoros: antología
PoetryApartado especial para los poemas ganadores de los desafíos organizados por el perfil de poesía en español.