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Preciado amor:
Espero cuando leas este fragmento que nace desde el fondo de mi corazón, recuerdes el porqué nos elegimos entre dispersos nubarrones y sol.
Afecto que transita los sinuosos caminos de la vida. Y así mismo, renace cada vez que juntas tus cálidas manos entre las mías.
Espero ser siempre lo suficientemente fuerte, para sostenerte cuando liberes diversas batallas, quedando alicaído y débil.
Así mismo, espero seas aún más valiente cuando mis lágrimas pesen y tal vez, no quiera verte...
Amor codiciado y rebelde, pero realmente sincero en cuestiones de quererte.
¿Recuerdas cuando decías, que mi impronta era avasallante con la vida? No queda de otra, si quiero tenerte siempre en cuerpo, alma y vida.
Persiste... Te pido paciencia. Porque el estremecimiento que recorre por mis venas cuando me tocas, es digno de recitarte poemas.
Epístola amorosa que busca trasmitir en prosa, la cadencia de mis versos cuando tus manos me tocan.
Te amo, te amo tanto... Que solo rozar tus manos, atora un firme nudo en el medio de mi pecho.
Por eso te ruego, no dejes de tomarme entre tus dedos. Abrázame bien fuerte, sobre todo si llueve a mares, pesares sobre nuestras cansinas espaldas.
Prometo escucharte siempre, quererte y sobre todo entenderte. Porque siempre me ofreces un tierno roce de labios. Y otras veces, una abundante avaricia creciente.
Y ahí me convierto en sediento... Sediento de cada centímetro y fragmento de tu cuerpo. Pero prevalece el fiel estremecimiento, que solo lo logra el arrullo de tus cálidos dedos.
Así es que te ofrezco cariño, o mejor dicho, te lo aseguro... Que cuando llegues cansado de la diaria, yo seré el fiel promotor de tu aliciente.
Firma: un amante perdido en los confines de su mente y enamorado de un amor recíproco y resplandeciente...
