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Hola niña solitaria.
Soy yo. Soy lo que el tiempo hizo de mí. De ti. De nosotras.
Veo la duda en tus ojos. Lo entiendo. He cambiado. Y voy a contarte por qué.
Me quebraron.
Sé que lo hicieron contigo. Pero conmigo fue diferente.
No fueron las miradas críticas que tanto te esfuerzas por evitar con tu largo cabello por máscara. Ni las marcas de maldad infantil que callas e intentas olvidar.
Fue la vida y la muerte. Ellas me desafiaron. Y ganaron.
Para el mundo dejé de llorar. Pero también dejé de reír.
Me alejé. Mucho más lejos de lo que tú estás ahora.
Conocí el verdadero dolor. Olvidé. Perdí.
Construí verdades que llenaron mi mente y vaciaron mi corazón.
Pero logré más de lo que te imaginas.
Crecí.
Le puse nombre a tus emociones y un título a tus vivencias. Volví tu historia un poema.
Y aun sigues aquí, como Peter Pan dentro de mí, eterna niña solitaria.
Espero me perdones por todo lo que va a pasarte. Todavía no sé si valió la pena quebrarme.
Hoy rindo honor a tu camino con mis versos y ojalá algún día podamos celebrar nuestra vida en todos sus tiempos.
