Conocida sensación de esperanza

24 5 1
                                    

Aunque ya  no sepas nada de mí te lo diré

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aunque ya no sepas nada de mí te lo diré.

Aunque puedes vivir en paz sin mí quiero que lo sepas.

Aunque yo corté la raíz de toda la belleza que pudo ser, aun sigo enfermo.

No, nunca he dejado de pensar en todas las posibilidades pasadas en ese mar turbio de memorias.

Sí, todavía puedo ver tus facciones si me concentro, mas sigue doliendo.

Fue mi culpa, de no cantarte las odas que quise, los versos que jamás escribí, las palabras que nunca susurré.

No, no te quiero como un agridulce recuerdo, te quiero como un irrefutable y precioso hecho en mis horas.

Quiero oír tu nombre sin lanzarme a vagar en los tártaros de remordimientos, quiero sentirme diáfano si la casualidad te coloca frente a mis ojos en la fila.

Deseo poder mirarte a los ojos sin arder.

Deseo poder romper estas cadenas que mi propio ser impone.

Deseo decirte todos los significados que tu nombre tiene en mi diccionario anímico.

Deseo trepanar mi horrenda cabeza para lobotomizar tus rastros.

Un día me hiciste creer con más sustancia de la que poseo. Aún te agradezco por permitirme ese efímero delirio.

Una noche me hiciste sentir vergüenza de mis plegarias febriles en hálitos subterráneos e infértiles. Aún me arrepiento de no haber sido tu idólatra.

He mentido, lo soy, soy ese rezo que surge por azar o providencia grisácea, soy ese rezo que surge al oír esa canción donde tú me amabas y yo no sabía aún que era solo otra falsa alarma. Siempre esperé ser feligrés de alguien como tú.

Tus ojos se me antojan como agujeros de gusano, capaces de transportar mi ánimo al vacío.

Tu boca se me antoja como ese fruto del árbol negado a Adán, jamás degustado.

Tus manos se me antojan como las teas que espantaban toda la soledad, todo su frío.

Tu cuerpo se me antoja portador de esa belleza, esa ultraterrena belleza que no tengo, que siempre he anhelado.

Tú eres todo lo que no dejo ver en estas líneas, tú eres esos sueños que quiero sacrificar para crecer, tú eres el espectro que ronda ignoto en la cueva de mi pecho, los besos que no permití nacer.

Fuiste mi musa -aún lo eres- y mi hermana y mi amiga y mi pluma de amor enfermo te extraña.

Y te odio, por el salitre que surca hacia el sur de mis mejillas cuando pienso en ti (¿aún recuerdas nuestros divagues sobre los polos opuestos?); por las luces que nunca se apagan llenas de esperanza vacua. Por que siempre me recuerdas que nunca abandoné la cobardía.

Y es triste, ¿sabes? Podré cantarle estas verborreas a amigos, a extraños, a mí mismo, pero tú jamás lo sabrás.

Y quizá eso es lo que deseo. Jamás amantes

Puede ser lo mejor para ambos.

Aunque ya no sepas nada de mí te lo he dicho.

Dedicado a alguien que ya no puedo ver a los ojos.

Entre versos y otros tesoros: antologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora