Prometo encontrarme © (Comple...

By DominusNano

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Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces... More

BIENVENIDO (A)
SINOPSIS
DEDICATORIA Y REPARTO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 | La Bienvenida.
Capítulo 2 | El Trauma.
Capítulo 3 | Los Sprause.
Capítulo 4 | El dibujo.
Capítulo 5 | Madre Nonna.
Capítulo 6 | Lo improbable.
Capítulo 7 | El castigo.
Capítulo 8 | Las indirectas.
Capítulo 9 | La fiesta.
Capítulo 10 | La advertencia.
Capítulo 11 | La apariencia.
Capítulo 12 | El amor.
Capítulo 13 | El ministerio.
Capítulo 14 | Bajo la lluvia.
Capítulo 15 | Los ojos rojos.
Capítulo 16 | La cita.
Capítulo 17 | Lo siento.
Capítulo 18 | Los adjetivos.
Capítulo 19 | Los nanorobots.
Capítulo 20 | Disfraz.
Capítulo 21 | Luciérnagas.
Capítulo 22 | Cigarrillo.
Capítulo 23 | El cazador.
Capítulo 24 | Sucesos nocturnos.
Capítulo 25 | Dejar ir.
Capítulo 26 | Asimilando.
Capítulo 27 | Huérfano.
Capítulo 28 | Provocar.
Capítulo 29 | Vínculo.
Capítulo 30 | Fetiche.
Capítulo 31 | Retener.
Capítulo 32 | Dependencia.
Capítulo 33 | Tatuaje.
Capítulo 34 | Multifacético.
Capítulo 35 | Pacto.
Capítulo 36 | Entropía. (Parte I)
Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)
Capítulo 37 | El juego.
Capítulo 38 | Dones.
Capítulo 39 | Garu.
Capítulo 40 | Irregularidad.
Capítulo 41 | Tres personas.
Capítulo 42 | Ni Rey ni Reina.
Capítulo 43 | Parte de algo.
Capítulo 44 | La penúltima máscara.
Capítulo 45 | En la mente.
Capítulo 46 | Pertenecer.
Capítulo 48 | El juego final.
Capítulo 49 | Estrellas.
Capítulo 50 | Ayuda.
Capítulo 51 | Pasos.
EPÍLOGO.
AGRADECIMIENTOS
Capítulo Extra | Ethan.
Capítulo Extra | Colton.
Especial de San Valentín.
🌙 OTRAS OBRAS 🌙
🌙 CURIOSIDADES 🌙

Capítulo 47 | El futuro y el pasado.

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By DominusNano

Edward se hace paso con el auto entre las personas que se encuentran en la entrada de la residencia millonaria, donde se sitúa la mansión Sprayberry. Digamos que, desde que sucedió el secuestro, múltiples reporteros han venido de distintas partes del país para acosar a las personas que se hospedan aquí. Nadie les ha dado información porque, en realidad, ninguno sabe lo que sucedió exactamente.

La noche que yo vine con Dylan, puede que haya sido la peor que tuvieron que haber presenciado estas personas de alta clase. Los rumores que he captado cuentan que, muy al contrario de lo que me dijo el vampirito, ellos sí estaban esa noche aquí, solo que se habían refugiado en una gran habitación de seguridad subterránea en este mismo lugar. Eso a consecuencia de que el clan de Drake quiso hacer sus estragos aquí para atraerme. Y como esta gente se baña en su dinero y tienen en cuenta de que el pueblo no es el más seguro, decidieron construir lo que yo considero una bóveda debajo de sus casas por si momentos como ese sucedieran. También intuí que Dylan no los sintió porque el suelo los ocultó.

Ahora, las personas no saben cómo explicar que unos supuestos humanos saltaban y destruían todo como duendes demoniacos. Por lo que decidieron mejor guardar lo que verdaderamente pasó esa noche. Y no diría que es por miedo, es más bien porque quieren guardar su reputación de no hacerlos pasar por locos. Algo que nos favoreció.

Observo mis alrededores a través de la ventana del auto, con algo de inquietud. Por las calles de la residencia, un poco al contrario a las afueras de la muralla, hay gente que se encuentra reparando los daños que provocaron los vampiros. Hay autos y camionetas de las compañías eléctrica y de agua. También algunos bomberos. Supongo que, a pesar de que ya ha pasado más de una semana de lo que sucedió, aún quedan cosas por reparar.

Un poco más tarde, ya nos encontramos a las afueras de la mansión a la que le pedí el favor al guardaespaldas para que me trajera. Cruzamos sus murallas cuando Edward se reportó al guardia que custodiaba la entrada y lo primero que noté al pasar es que la gran estructura se encuentra en remodelaciones. Hay trabajadores por todos lados, con distintas cosas de albañilería y jardinería. También hay más seguridad de lo que recordaba. Todo de seguro a consecuencia de lo que pasó.

— Gracias por traerme, Edward— le dije cuando llegamos a la entrada.

— Puedes llamarme cuando quieras, Houchein— avisó él en una pequeña sonrisa, siempre cargando sus lentes oscuros—. No voy a encontrar la forma de agradecerte nunca.

Le asentí en una sonrisa ladina y luego me dispuse a salir del auto. Edward no tardó en arrancar, de seguro iba al estacionamiento para luego ejercer sus labores.

Mi relación con él, pasó de ser casi nula a una de amistad más o menos estable. Todo ocurrió luego de que el guardaespaldas vio que nosotros llevamos a los Sprayberry a su mansión, siguiendo la excusa de que conseguimos y le pagamos a los terroristas para que los soltaran, y que apenas estábamos llegando de Milán, donde consecuentemente nos conseguimos con el accidente automovilístico de mi madre.

Desde entonces él se ha esforzado en al menos articular dos oraciones cuando yo estoy presente, y estuvo también apoyándome en el funeral de mamá, además de que me hace favores. En su empleo, a parte, tuvo un ascenso y ahora es el jefe de seguridad de los Sprayberry, aunque le pidió al señor William que él seguiría cuidando a Augus a pesar de eso, por puro amor de hermandad. Algo que mi ídolo no vio como malo. Aunque eso, realmente, fue una recompensa porque Edward fue el que más se esforzó en encontrar a los Sprayberry. Al punto de pensar de que no lo hizo por el simple hecho de que estaba buscando un problema humanamente normal, algo que no era.

Y, hablando de William, él se ha recuperado gratamente. Cuando lo trajimos, puede que lo hayan internado, pero se esforzó en salir cuanto antes de ahí para seguir en aquel trabajo que le da vida, dando la pequeña demostración de que no puede estar muy lejos de sus inventos. Sin embargo, actualmente lo veo parado entre sus trabajadores. Lleva un yeso en uno de sus brazos, como consecuencia de una fractura que Margaret no vio. También lleva vendas consigo, aunque sus golpes y rasguños más leves ya se les habían sanado. Él me saluda con la mano cuando me ve, pero deja de prestarme atención de inmediato cuando los trabajadores lo acosan con un plano de lo que debe de ser el nuevo diseño que marca un antes y un después de lo que de seguro fue uno de sus peores días.

Como ya había informado mi visita, me dispongo a caminar dentro de la mansión en remodelación, asegurándome como siempre de que, lo que ahora sé, cenizas de sauce estén desactivadas para que no me hagan daño. En seguida vi que lo estaban, y me desplacé directamente para la segunda planta, donde debe de estar mi amigo en su habitación recién acomodada. Edward me informó que las habitaciones principales ya estaban remodeladas, pero otros lugares, como la sala, parecía un huracán de desastre.

Cuando llegué a mi destino, pasé directamente al escuchar el ruido de un videojuego con alto volumen. Vi a Augus entre la oscuridad de su habitación y la luz que producía la gran pantalla del televisor, la cual debieron de comprar recientemente porque Dylan no dejó nada eléctrico que pudiera servir. El vidente, en realidad, no estaba jugando, solo veía cómo perdía, y perdía, y perdía, y volvía a perder en un videojuego.

Por eso enciendo la luz, y él se encandila al instante.

— ¿Cómo estás?— le pregunté cuando finalmente fija su mirada en mí.

— Bien— responde secamente—. ¿Y tú?

Mi boca ejerce una sonrisa sarcástica cuando divago su atuendo. Parece un ermitaño, y no es como si las vendas que tiene en algunas partes de su cuerpo le estuvieran ayudando. También podría ser comparado fácilmente por un pirata a través del parche que tiene en uno de sus ojos. Él no lo quiere decir, pero sé que trataron de arrebatarle de la peor forma ese ojo.

Augus y yo no habíamos hablado realmente después del secuestro. Como dije antes, yo estaba cerrado internamente. Pero ahora que tengo en mente lo que tengo que hacer para liberarme, debo de hablar con el vidente, y consecuentemente descubrir los misterios que se aguarda.

— Mal— admití, asintiendo y frunciendo algo la boca—. Yo no voy a mentir, me siento terriblemente mal porque no puedo liberar el nudo que me hará sentir mejor. Y, ¿Sabes qué? Sé que tú tampoco estás bien.

Creo que Augus frunce la ceja, aunque solo le quedó la mitad de ella, como signo de sospecha ante mi actitud. Sé que debe de pensar que, a pesar de que acabo de perder una mitad de mí, estoy siendo muy yo en este momento. Pero que, además de eso, estoy introduciéndome profundamente en su mente, y eso le confunde. Y creo que a él no le gusta estarlo, porque no es propio de su persona que la vida lo sorprenda.

— ¿Y ahora qué?— se encoge de hombros con algo de fastidio—. ¿Invades mi privacidad para decir lo que siento y lo que no? Creí que jugaríamos, no esto.

— Estoy cansado de jugar— rebatí en el caso hipotético de nuestra vida, caminando de un lado a otro en la pequeña habitación, la cual daba ese efecto porque hay muchas cosas aquí adentro en este momento.

Verdaderamente, no sé cómo iniciar con este tema, pero me gobierna un sentimiento impulsivo cuando lo pienso una vez olvidada mi soledad. Puede que ya Augus haya visto esta discusión, como puede que no, ya que hasta yo mismo me siento impredecible ante todo. Esto será difícil, pero no creo que sentirme como un león enjaulado ayude de mucho, así que me paro en un sitio cualquiera y me vuelvo a fijar en él.

— Tú sabías que te secuestrarían— reconocí y aclaré, algo que los Sprause sospecharon, pero, aún así, me apoyaron—. Tú lo sabías, Augus, y no nos dijiste nada. ¿Por qué harías algo así? ¿Estás demente? Ni siquiera William lo sabía.

Augus me evaluó a través de su único ojo descubierto, como si buscara una pizca de broma en mí, pero no había nada más que regaño. Yo muy bien podría estar actuando como un padre delante de él.

— Si lo hubiera hecho, la línea del tiempo no sería esta. No estaría ni cerca. Lo sabías, ¿No?

— Que se vaya por el abismo la línea del tiempo— dictaminé con cierta furia—. Si en ella había un secuestro de esta magnitud, ni siquiera hubiera pensado en guiarnos a ella.

— Porque tú no ves lo mismo que yo, Adam— se cruza de brazos—. ¿Te das cuenta de que, sin ella, nunca hubieras sabido lo que eres ahora? O al menos no, de una forma agradable o vívida.

Por supuesto que lo reconocía. Si lo del secuestro nunca hubiera llegado, entonces nunca hubiera visto esa cinta, y mucho menos mi mente tendría la fragmentación de personalidades para obtener los recuerdos que se escondían en mi baúl mental. Pero eso, a pesar de que era demasiado importante, no valía la pena para poner en riesgo la vida de alguien. Lo que me recuerda que…

— La carta— lo señalé acusatoriamente—. Sabías lo que ocurriría ahí también— por un momento mi mente pasó a tener un sentimiento de tristeza y algo de dolor, lo que hizo bajar mi voz de padre—. Sabías que mamá moriría y tampoco dijiste nada. Era así, ¿No? La persona que buscaba la verdad era yo. La segunda persona que murió ocultando un secreto, era mamá. Y el último desquiciado era Drake. También sabías eso, y lo guardaste, Augustus.

Antes de que la furia y el repudio me invadieran, él niega con algo de desconcierto.

— Debes de tomar en cuenta de que un vidente guarda muchas cosas para el mejor camino, pero tampoco soy un inhumano que le desearía la muerte a los demás. Sobre todo si esa es Elizabeth— él se nota un poco dolido ante mis palabras—. Tú mismo lo dijiste, siempre busco lo mejor para tu vida, y en esta ocasión no quería que fuera la excepción— él traga con algo de fuerza, y se nota intranquilo mientras fija su mirada en el suelo—. Solo que no sucedió como esperé. Es decir, dos de las personas que mencionaste eran esas. Pero la persona que debió morir era yo, luego de que me trajeran al pueblo. Y el factor sorpresa para mi visión fue que tú aparecieras en el almacén.

Mi mente hace contacto con la forma en la que el pelirrojo me miró con verdadera preocupación en ese sitio. Un sentimiento demasiado puro para alguien que previó eso. A menos de que… nunca lo hubiera hecho. Y me quedé estático y rígido en mi lugar cuando me di cuenta.

— Tú no sabías que iría por ti— murmuré, enfocándolo.

— Mi visión tomó la mayor parte de las razones del por qué no irías, y yo no lo cuestioné— afirma con una sonrisa agridulce—. Había pensado que tal vez Daniela no te dejaría ir, o que tu mamá te castigaría luego de que vinieras imprudentemente a la mansión, pero nunca tomé en cuenta de que la amistad que habíamos formado a base de mentiras derrumbaría esas dos barreras.

— Las mentiras se pueden perdonar siempre y cuando a través de ellas hay actos buenos que pueden favorecer la vida de la persona a quien se le miente— reflexiono.

Augus alza la vista, y una sonrisa lastimera curvea sus labios.

— Probablemente, pero gracias a eso mi visión no fue la acertada— menciona—. Se supone que tú no irías al rescate y entonces el clan de Drake se daría cuenta antes de tiempo y me matarían como un acto de lo que podrían hacer para conseguir lo que quieren, y luego huirían. Entonces, la noticia de mi muerte se esparciría a través de un velo de más mentiras por todo el mundo, pero Elizabeth mantendría en cuenta de que mi padecimiento no fue precisamente normal y te diría toda la historia como un impulso al temor. Entonces tú tendrías la verdad. Yo moriría manteniendo mi secreto de que soy un vidente agarrotado de mentiras para salvar a otros. Y Drake seguiría en su desquicio. Ese se supone que era el sentido de esa carta.

— Que da la casualidad de que tiene el mismo sentido que pienso— consideré, pasando las manos por mi cara en un signo de frustración.

Realmente, no me arrepiento de la línea del tiempo en la que estoy, porque no podría escoger una vida en particular; la de mamá o la de Augus. Si esto se me habría dicho con anterioridad, creo que lo más probable es que buscaría una salida para mantenerlos a salvo a ambos. Quizás mantendría ocupada a mamá mientras iba al almacén, o qué se yo. Pero debía de haber otra forma.

— Sí, el futuro me ha enseñado que puede ser un revoltijo de mierda lleno de consecuencias, así que no lo pienses mucho— comentó el pelirrojo—. Si hubieras llegado a protegerme a mí y a Elizabeth, entonces alguien más hubiera muerto. Esta era la consecuencia en la línea del tiempo. La muerte es inevitable y aún no he visto la forma de esquivarla. De hecho, cuando te vi en el almacén, deduje que no moriría, pero también intuí que alguien más lo haría por mí, solo que no sabía quién hasta que apareció Elizabeth— suspira levemente—. No importa lo que hubieras hecho, el final sería trágico de todas formas. Por eso la carta siempre iba a tener sentido, escogieras la decisión que escogieras.

Me mordí el labio por inconsciencia, pensando. Si por eso es que tiene que pasar un vidente en la vida, entonces agradezco internamente que no lo sea. La pregunta es, ¿Quién hubiera muerto si no fuera mamá o Augus? A lo mejor esa pregunta tenía infinitas respuestas.

— Y admito que no lo reconsideré al momento de hacer esto.

Mi vista vuelve a desplazarse hacia Augus, y una de mis cejas se arquea cuando noto algo cambiar en la personalidad vagabunda de Augustus. Sus manos peinan su cabello pelirrojo múltiples veces, desesperado. Su único ojo destapado puede que lo haya visto un poco más oscuro, y su cuerpo se tornó tenso, tanto como su mandíbula, la cual mantenía apretada. Sus manos se cierran en puños y, entonces, parece explotar internamente cuando se levanta.

— Maldita sea.

Mis ojos se deslizan en cada una de sus arbitrarias acciones, las cuales a mi mente no le parecieron para nada normal. Su boca murmuraba cosas que no pude escuchar, pero el tono que usaba era severamente agrio. Pareció león enjaulado de pronto, caminando de un lado a otro como yo lo hacía en un principio. Solo que me sorprende la bipolaridad de su actitud, o, aún más que eso, cuando empieza a patear y golpear las cosas de su habitación en signo frustrado, enojado, furioso.

— ¡Maldita sea!— rugió de pronto, prácticamente arrancando una consola que estaba debajo del televisor, para luego lanzarla contra la pared.

Bien, creo que esto es lo que se definiría como un ataque de ira, solo que no sé en qué momento se la activé. Y empiezo a preocuparme cuando se quita las vendas que lo cubren y el parche que oculta su ojo completamente morado, mucho más que el que tiene descubierto. Entonces, cuando denoto que su siguiente objetivo es el televisor, detengo su golpe en el aire.

Mi vista se halla en mi fuerte agarre sobre su muñeca. La de Augus aún se encuentra en la pantalla del televisor, que ahora quedó completamente azul. Su respiración se encuentra hecha un desastre, sus fosas nasales se notan mucho cuando aspira con fuerza. Cuando siento su tacto, noto que tiembla con impotencia. Y eso me deja estupefacto.

— ¿Qué te sucede?— pregunté luego de unos segundos, con algo de temor.

No creo que Augus se haya calmado mucho, puesto que su mirada sigue desorientada, pero aún así me responde:

— ¿De qué sirve tener esta habilidad si aún me siguen ocurriendo cosas fuera de lo que planeo?— decidió indagar, aunque algo me dice que es más para él mismo. Sin embargo, lo entendí completamente.

Debe de ser algo duro para él tener la maldición de ver lo que deparará el futuro y que, realmente, no pueda hacer nada para cambiarlo. Es decir, sé que muchas tragedias han sido evadidas gracias a Augus. Evadidas, más no destruidas. Su habilidad le da ese poder, pero, ¿De qué vale? Tiene que tratar de prever el futuro de otra forma que no sea a través de sus ojos.

— La única forma de predecir el futuro es creándolo a través de tus acciones— mencioné en un acto de pensamiento.

Augustus ejerce una sonrisa ladina, sarcástica.

— Y, ¿Qué crees que he estado haciendo hasta ahora, genio?

— Has estado siguiendo los futuros que tus visiones te muestran— respondí en voz neutral, pero baja—. Pero el futuro no es un solo camino, Augustus, y ya tú debes reconocerlo. Son muchos, demasiado, e incluso esos caminos tienen callejones, hasta que convergen entre sí, pero luego se vuelven a separar, ¿No es así? Se puede decir que es un laberinto. Un laberinto que la vida nos da— señalé, y pude sentir su puño un menos tenso—. A pesar de todas las cosas que pude hacer para salvar a mamá, alguien más hubiera muerto, eso fue lo que me dijiste. Pero, a pesar eso, el camino que estoy siguiendo ahora es el mismo al que hubiera seguido si algo te pasaba a ti o a cualquier otro. Estoy en ese camino en el que todo converge, aunque en algún momento sé que se separará. Y esperar el momento exacto en el que eso suceda, es lo que le da la especialidad al futuro.

Pasa un silencio por parte de ambos cuando yo dije aquello. Augus se mantuvo regulando su respiración desde entonces. Hasta que, finalmente, cierra los ojos y cae sentado en el suelo, sin miedo a hacerse daño, y quitando de inmediato mi tacto sobre él.

No llora, no sigue gritando ni destruyendo, simplemente se mantiene ahí, tal como lo hice yo en toda la última semana. Y eso me hizo idealizar al niño Augus de la foto; feliz e inocente, pero lleno de inseguridades, con miedo a cometer un error que pueda quitarle esa felicidad.

Quizás…

Saco la fotografía que llevaba en mi bolsillo y, cuando me siento al lado de él, se la pongo en su regazo aún cuando tiene los ojos cerrados. Bueno, no es que uno de los dos lo pueda abrir mucho, pero a lo que me refiero es que no ve en este instante. No sé en realidad si haya visto esto venir, pero sus reacciones me indican que no. Y me lo confirma cuando sus orbes vuelven a la luz y escudriño una mirada lastimera y melancólica cuando observa la imagen de su familia. Sus ojos parecen cristalizarse, y sus labios tiemblan al igual que sus manos cuando la toma y la detalla más de cerca. Enfoca a su padre, luego a él, y se detiene en su madre.

— Descubrí todo esto cuando ella se fue— confiesa de pronto, casi murmurando. Mira a su madre con un gran amor. Quizás así miraba yo el video—. Papá me dijo que yo heredé mi habilidad de ella, pero aún me pregunto si mi madre vio su muerte venir por la incompetencia de un niño al que le temía su nuevo poder. Yo había desarrollado mi habilidad a una corta edad, específicamente tuve mi primera visión mientras paseábamos en familia por una avenida, íbamos a un parque y debíamos cruzar una calle— su voz se quebranta por un leve sollozo—. Una bendita calle— repitió—. A través de mis ojos vi que iban a atropellar a mi padre, y por instinto le agarré la mano para detenerlo antes de que cruzara. Pero no agarré la de mi madre, sigo diciendo que fue por el impacto a un nuevo poder que no quería, y pues, ella…— no termina la oración, simplemente inhala y luego exhala con una gran fuerza. Tampoco era necesario, porque le entendí—. Desde entonces me he dado cuenta de que no puedo destruir nada de una visión, solo puedo desviarla o retenerla por un tiempo, y hago lo que considere mejor para cada persona. Porque creo que eso es lo que querría mi madre.

Nos quedamos en silencio mientras miramos fijamente la pantalla azul sin programación alguna. No es uno incómodo, es más bien uno reparador que ambos necesitábamos. En ese entonces, nos dimos cuenta de que la vida nos ha dejado vivos, pero destruidos. Hemos sido salvados, pero cada peligro nos ha dejado una herida. Hemos sido arriesgados, pero nos ha dejado marca serlo. Y todo era para conseguir, principalmente, un objetivo. Uno muy diferente al pasado.

— Adam, ¿Cómo se llama la obra?— cuestionó de pronto el pelirrojo, recordando lo último que decía la carta.

No fue muy difícil buscar una respuesta, ya que los obstáculos que se nos han dado, es para buscar un fin que no tenía muy claro en el principio. O quizás sí, pero no lo reconocía con tal profundidad.

Después de todo, tres personas llegaron un día al pueblo; uno le hizo la promesa a un árbol porque se sentía que no estaba completo. Otra tenía aquella parte que al primero le faltaba. Y el último, como siempre, solo quería destruir a los otros dos.

— Prometo encontrarme.

Augustus no se mueve cuando yo emití aquello, pero lo percibí con un sentimiento grato.

— ¿Aún quieres terminar esto?— indagó.

— Sí— contesté sin titubear.

— Bien, porque aún hay un lugar el cual te quiero mostrar.

(…)

Luego de que Augus se vistiera decentemente, se escabullera de las manos de Edward, y le rogara a Louis que nos trasportara a algún lugar, la limusina nos dejó en la parada de autobús de un vecindario que no conocía, pero tampoco me dio mucha confianza al instante. Y ese sentimiento aumentó, cuando vi que el lujoso auto se fue, dejándonos a Augus y a mí a la deriva del tétrico ambiente.

— ¿En dónde estamos?— le pregunté al pelirrojo cuando venía hacia mí—. No, espera, eso no es tan importante. ¿Por qué Louis nos odia tanto como para abandonarnos? Tan bien que me caía.

Augus me ignoró completamente y con simpleza solo pasó por mi lado y empezó a caminar por la avenida, con un carácter recto que le admiré. A lo mejor porque ya sabría lo que venía, pero yo no.

— Solo muévete, no necesitaremos a Louis para donde iremos— se limitó en contestar el vidente cuando vio que no tenía intención de moverme—. Simplemente mantén la confianza que tienes casi siempre para todo.

Entorné los ojos y me dispuse a caminar solo cuando noté que Augus seguiría caminando sin detenerse, y probablemente me dejaría solo, algo que no quería en este vecindario de mala muerte. Mantuvimos la distancia que se formó gracias a mi temor de hundirnos más aquí, hasta que finalmente casi corrí a su lado.

No pude hablar por un gran rato, porque miraba arbitrariamente con algo de miedo hacia todos lados. Es decir, el lugar no creo que sea peor que el lado oscuro del pueblo, pero lo que me producía escalofríos es que esto parecía un vecindario fantasma. El clima tampoco era que ayudaba mucho, ya que estaba más nublado que de costumbre, dándole un aura gris al asunto. Las casas y pequeños edificios, por otro lado, se presenciaban sin ventanas y en su mayoría solo eran obras grises sin terminar. Lo mismo podía decir con los nefastos jardines de matas secas.

— Solo falta que baje la niebla para que nos aparezca la cosa roja de Insiduos. Y no quiero ver eso— comenté en pánico, detallando aún más los alrededores—. Es más, seguro te agarra a ti, que tiendes a atraer a todo el mundo. Puedes avisarme si eso sucede. No, mejor grita. Me verás aquí y luego, sas, al segundo ya no estoy. Puedo salvarte de un grupo de desquiciados sobrenaturales, pero no de algo paranormal. Mi valentía tiene un límite y es ese.

El muy bendito se ríe de mi actitud, y eso me obstina de sobre manera.

— Es gracioso cuando tienes miedo— menciona—. Si quieres ser comediante solo tienes que calarte una maratón de películas de terror cada noche. He oído que la paga es buena.

— Ja, ja.

Seguimos andando hasta que, gracias a todos los dioses y ancestros, el pelirrojo decidió detenerse para cruzar en un camino de piedras que lleva a la entrada de lo que creo es una casa. O, mejor dicho, lo que era, ya que está en las ruinas. Su estructura era principalmente de madera, por lo que puedo ver, pero la mayor parte de ella fue destruida por, lo que intuí según las marcas negras y cenizas en el suelo, un incendio.

Antes de pensar algo más, Augus se acerca a lo que quedó de la puerta de esa casa con complejo de cabaña abandonada, y solo le da dos toques a la madera para que ella caiga al suelo, incitando un gran ruido entre el silencio sepulcral de la zona, lo que provocó un escalofrío más intenso en mi cuerpo, al punto de erizarme los cabellos de la nuca.

— Creo que es más frágil de lo que pensé— murmuró el pelirrojo, viendo la consecuencia de sus actos. Luego se dirige a mí con una particular sonrisa al ver mi rostro cegado por el temor—. Llegamos, ahora ven, vamos a adentrarnos.

Yo le seguí los pasos cuando él entró, mirando a todas las direcciones por si el demonio en persona venía a cazarnos.

Ese sentimiento aumentó, evidentemente, cuando denoté el lugar por dentro, el cual era mucho más espantoso. Puedo notar aún más lo negro de la madera y el cúmulo de cenizas en todas partes, dando las evidencias de una catástrofe pasada. Aquí es más oscuro, ya que no hay iluminación eléctrica aparente. Solo veo por la escasa luz que pasa por los agujeros del techo, y las entradas sin puertas. En cuanto su olor, bueno, es humedad, ligada con el sentimiento de desesperación y miseria.

Esto de entrar a la boca del lobo se me está haciendo costumbre.

— ¿Ahora si me dirás en dónde estamos?— le pregunté.

— Deja de tener miedo— instó, regalándome una mala mirada sin rastro de aquel chico de su habitación—. Solo mantén la mente abierta y observa a tu alrededor.

Yo arqueo una de mis cejas con confusión, pero aun así hago lo que me indica, tratando de que mi vista se acostumbre a la penumbra. Me doy cuenta de que, a pesar de que las telarañas y el polvo indican que la deforestación ocurrió hace mucho tiempo, hay cosas que dejaron abandonadas y se encuentran a media vida, demostrando que la familia que estaba aquí no se vio en la necesidad de rescatar sus cosas luego del trágico incidente. Sin embargo, no doy con lo que quiere Augus hasta que mis ojos captan el comedor levemente quemado, fabricado a partir de un roble.

Por inercia al curioso que soy, me acerco hacia esa mesa que se me torna muy familiar a pesar de que no es la gran cosa. Mi tacto de inmediato se sitúa en ella, y se puede escribir a través del polvo que hay encima. No obstante, eso no es lo que se me activa mentalmente cuando lo toco, sino que quiero garabatear mi nula habilidad del dibujo sobre ella.

— Esta es la mesa en la que dibujaba de pequeño— recordé con dificultad a un niño cuyos sueños de ser dibujante se fueron por la borda.

— Y eso no es todo, sigue observando.

Entonces mi mente se aclara un poco más cuando el ambiente familiar me invade, y vuelvo a fijar mi vista hacia cada mínima cosa del lugar, contemplando todo detalle de la casa. Esos cuadros demacrados, sofás rotos y utensilios en el suelo, ahora me parecen sumamente conocidos. Y de inmediato confirmo que ya he estado un tiempo aquí cuando llega a mí el recuerdo del incendio.

— Es mi antiguo hogar— deduje con la vista en blanco.

— Hace un tiempo tuve una visión. Podía ver una casa incendiada. Al principio no entendía el porqué, pero ahora todo es más claro— explica.

Él sigue alardeando de su habilidad, mientras que yo me dedico a mirar cada cuadro. Todas las fotos e imágenes están quemadas, excepto una que encuentro en el suelo.

Al recogerla, me puedo dar cuenta de que, muy al contrario de lo que creí toda mi vida, aparecen tres personas en la fotografía; Mamá, papá y yo de niño. Nos encontramos en una especie de parque, mamá y yo estamos sentados en una banca, mientras que papá estaba detrás de nosotros con una gran sonrisa. Yo solo miraba el helado que estaba comiendo en aquel momento. Tenía en cuenta de que todas las fotos supuestamente se habían incendiado, pero me alegra de que no fuera así. Un sentimiento melancólico, pero grato, me invade al instante al ver la felicidad de nuestra familia.

Decido guardar la foto en mi bolsillo como un único recuerdo visual de toda mi familia reunida. Me volteo para mirar a Augus, quien observa algún punto de la casa.

— ¿Por qué me trajiste aquí?— pregunté finalmente.

Augus fija su vista en mí por unos segundos, como si estuviera pensando en lo que dirá.

— Creí que necesitarías afirmaciones para tomar una decisión— trata de explicar, pero yo sigo sin entender específicamente mi posición.

— Las cosas son muy claras para ti, pero yo no sé aún de lo que hablas.

— Solo prepárate para lo que viene— hace una pausa, mientras que yo lo miro no tan amable. Ya estoy harto de la situación. ¿Me tratará de hacer una broma?

Unos segundos pasan mientras me vuelvo a abrazar a mí mismo en signo de protección. La humedad me está mareando porque hay algunas zonas podridas. Aunque todo se va a segundo plano, cuando…

— Llegas tarde, Drake— al escuchar ese nombre, todos los cabellos de mi nuca se erizan.

Augus mira hacia la izquierda y yo hago lo mismo. Y, efectivamente, Drake se encontraba allí, sin darme cuenta cuándo llegó. Sin embargo, ahora que tengo en cuenta de que está aquí, siento su aura impura vagar por cada rincón de la cabaña. Su atuendo no es que sea el mejor, se encuentra roto por donde lo vieras, dando por demostrado que ha dejado sus deberes secundarios solo para tenerme a mí de principal meta.

Y debo admitir que, a pesar que dije que lo iba a salvar, no estaba psicológicamente listo para esto, no creí que encontrarlo fuera tan fácil. Mi boca no podía articular mucho tampoco.

— ¿Qué hiciste, Augus?— emití en un hilo de voz, muy al pendiente de esa sonrisa de colmillos blancos que trasmitía Drake.

— No creas que estoy con él— avisó Augus rápidamente—. Solo vinimos por la información que nos dará.

Drake amplía aún más esa sonrisa que me pareció mera cordialidad cuando lo conocí. Casi parece divertido por la situación. Es decir, tiene todas las altas de acabarnos aquí mismo solo por la imprudencia de nuestros actos. Aunque, Augus debe de saber lo que hace, ¿Cierto?

— ¿Qué les hace creer que les daré información?— indaga Drake.

— Eres muy sofisticado— comenta mi amigo—. Es cierto que aquella noche no le diste alguna explicación a Adam, pero fue porque te dejaste gobernar por un impulso en consecuencia a que no estábamos solos. Pero ahora puedes dárnosla. No nos matarías sin siquiera saber porqué, ¿O sí?

Yo palidezco ante eso último. No lo haría, ¿Cierto? Y, de ser así, podría defenderme, ¿CIERTO?

— No tienes miedo— evalúa Drake con los ojos entrecerrados—. Para un vidente, probablemente, eso significa que es una trampa para mí.

Augus niega, y yo me contengo las ganas de gritarle para ver qué pasa por su inestable cabeza.

— En realidad, no tenemos nada planeado. Con solo verle la cara a Adam sabrás que es verdad— me señala y Drake alza una ceja ante mi expresión de incompetente—. De todas formas, anda, eres un vampiro. Puedes sentir todas las cosas a tu alrededor. Hazlo y verás que no mentimos, no hay nadie sobrenaturalmente hábil para darte combate.

Augus me mira de reojo, y agrega:

— Al menos no uno, si no lo enojas.

Yo volteo efusivo hacia Augus y lo recrimino con la vista. Él solo me guiña el ojo cuando la mirada de Drake trasciende otro lugar, confirmando que tiene un plan o lo está planeando.

— Tienes razón— reconoce el soldado con algo de malicia—. Aunque me intriga que quieran respuestas a cambio de la muerte.

Augus hace una negación con la mano.

— Oh, no. De seguro no conoces los límites de la curiosidad de Adam. Morirá de todos modos si sigue intentando buscar la historia por su cuenta.

Puedo escuchar y sentir mi corazón latir con fuerza por la situación tan peligrosa en la que nos encontramos ahora. Todo es, al parecer, por mi estúpido capricho de seguir indagando en mi pasado.

— Entiendo— habla Drake—. Pero también sé que conoces una parte del cuento. ¿Por qué no se lo contaste a Adam antes de meterte en esta situación?

— No hay nada más verídico que la fuente misma— se encoje de hombros el pelirrojo—. Las visiones que suelo tener a veces no son tan confiables.

Drake se queda con la vista fija en mi amigo. Está dudando. Pero, aún así, sonríe como lo hace desde hace un tiempo; con frialdad y desquicio.

— Ustedes son unos lunáticos— se empieza a carcajear.

— Mira quién habla— susurré.

Estoy seguro que con su súper oído me escuchó, pero aun así me ignoró completamente.

— Sería tan fácil aniquilar a los dos ahora mismo— habla después de su dramática risa—. Pero tienes razón, yo soy muy sofisticado. No mato a las personas sin siquiera haberles dicho el porqué de su condena. Adam tiene que saber la razón.

Lo increpo con mi mirada, tratando, a la vez, de calmarme.

— Ya conozco la razón— afirmé—. Solo que no entendí la oración de: Quería vengar lo que tu sucia sangre le hizo a Colton— imité su profunda voz—. Loco, ni siquiera sé quién es Colton, y sigo manteniendo en frente de que mamá no lastimaría por gusto.

Drake niega con gracia, y cierta risa leve escapa de su garganta.

— Tu madre no tiene que ver en esto. Le pasó lo que le pasó por entrometerse— explica—. Ni siquiera tú tienes que ver completamente con esto, ya que solo eres mi conejillo de india. Te uso como un medio para un fin.

No me importó mucho que se metiera conmigo. Pero cuando nombró a mi madre, mis manos se transformaron en puños y mi mandíbula se tensó. Debía buscar la forma de calmarme o terminaría sacando a la bestia que habita dentro de mí.

— Llega al grano, Drake— dije entredientes, evidentemente molesto—. Cada segundo que estoy junto a ti me repugna.

— Alguien quiere morir rápido— insinúa, deslizando su mirada por todo mi cuerpo. Después de eso, hace una muy particular reverencia ante mí—. Pero cumpliré tus ordenes por ahora, su alteza.

Creí que eso era burla, pero no noto rastro alguno de diversión en su rostro. En cambio, su actual actitud y postura, a pesar de que parece sacado de un basurero, me hace idealizar a aquel Drake elegante en la fiesta de París. Luego, sus expresiones se ensombrecieron, mientras habló.

— Colton era mi hermano. Él…— su voz se pierde por un momento, pero después vuelve a ejercerla cuando mira a un lado—. Él pasó por la muerte final. Está muerto. No quedó nada de su cuerpo.

Drake se pasa sus manos por el cabello. Y, por un mínimo segundo, me pareció avistar una chispa de un sentimiento positivo entre su oscuridad. Tal vez, ¿Amor? ¿Melancolía? ¿Cariño? ¿Una fusión de esos tres? No lo sabría decir con exactitud.

— Como conocerás, yo pertenezco a la guardia vampírica. No obstante, antes de eso, incluso antes de mi transformación, yo formaba parte de lo que ahora se conoce como la militar. Colton también lo hacía— frunce un poco sus labios ante el recuerdo, dándome el pensar del viejo Drake. El que no es un maniático y desquiciado—. Nuestra historia remonta en una guerra contra el ahora llamado Rusia, en el año mil seiscientos siete. El plan que teníamos falló en esa guerra. Una bomba explotó, llevándose consigo a mí y a casi todo mi escuadrón, en el cual también se encontraba mi hermano. Afortunada y desgraciadamente, en nuestro escuadrón se encontraba un vampiro quien se mantenía oculto, el cual salvó a las dos personas más cercanas a él, convirtiéndolas en vampiros; a Colton y a mí.

Drake se lleva ambas manos detrás de su espalda, y se mantiene neutral mientras camina en su propio eje con lentitud. Tal vez inquieto y pensativo al extraer de su memoria algo que probablemente no le guste.

— Con el tiempo, descubrimos todo acerca de lo sobrenatural. El vampiro que nos salvó era parte de la guardia vampírica, el cual mantenía vigilado a los movimientos de los humanos a través de la militar. Con su ayuda, Colton fue reclutado por la guardia vampírica. Yo no obtuve la misma suerte, no poseía la habilidad suficiente para ser protector de la ley, o al menos eso fue lo que me dijeron ellos— lo escupe con desagrado—. Me separaron de mi hermano y me tuve que venir a este apestoso pueblo con todo el dolor de mi frío corazón. En aquel entonces, solo era un bosque con pocas cabañas. Era un perfecto lugar para ser libre sin ser descubierto por los humanos.

Drake se encoge de hombros, pero algo de su actitud me dice que no está tan desinteresado.

— Pero, aún así, supongo que me sentía incompleto sin mi hermano— suspira con pesadez—. Lo necesitaba.

Un atisbo de dolor pasa por su rostro, pero lo aparta inmediatamente.

— En este pueblo yo conocí a los Sprause, los cuales solo eran Margaret y Nicholas. Ellos me tuvieron por un gran tiempo y yo aprecié eso, a pesar de que mi persona era un hoyo de desesperanza. También me enseñaron a cómo controlar mi sed— sus pasos se detienen de pronto, al igual que su habla por un instante—. Años después de eso, conocí a un chico, Julián. Su carisma y actitud me hacían recordar a Colton, y por eso nos hicimos grandes amigos, aunque reconocía que él me veía como algo más que eso. Y lo confirmé cuando estúpidamente se cayó de una estructura, en plan de que yo lo hiciera eterno. Así lo hice, pero con el ideal de que, si lo perdía a él, sentiría lo mismo cuando apartaron a Colton de mí. Y fue un grave error, porque no podía controlar a Julián. Hasta llegué al punto de amarrarlo a la cima de una montaña. Era mi primer neovicio y no sabía qué hacer, hasta que recurrí a los mismos Sprause para que me ayudaran. Y, con eso, ellos controlaron a la bestia. Se podría decir que después de eso Julián se unió al clan, y se veía mucho más emocionado que yo al estarlo.

Arqueé mi ceja de inmediato.

— Y, aún sabiendo lo que sentía Julián por ti, lo traicionaste— recordé con un sabor amargo en el paladar—. Lastimaste sus sentimientos, Drake. Cuando él no hizo más que apreciarte y quererte.

El soldado vampiro negó.

— No estaba en mi plan que Julián sintiera tales cosas por mí. Creí que era un capricho, pero fue evolucionando conforme pasaba el tiempo— él se queda mirado el suelo por un tiempo—. Nunca pude corresponderle, como te darás cuenta. Antes, porque solo lo veía como un hermano. Y ahora, porque nadie estaría seguro estando cerca de mí. Así, por el bien de él, es mejor que se mantenga alejado de mi abismo. No sé de lo que sería capaz si él se llega a entrometer.

Sus palabras fueron sinceras, sin rastro de maldad. Y quizás como última ofrenda de gratitud a la relación que tuvieron él y Julián. Aunque no creo que al gorila le guste lo que el soldado dijo.

— Siguiendo con el tema principal— resopló—. Aún con todo lo que hacían los Sprause por mí, yo nunca me sentí cómodo debido a la ausencia de Colton. Así que me planteé otro objetivo, o, en realidad, lo reforcé. Era una meta que al clan de los Sprause le pareció admirar como consecuencia de mi ambición para conseguirla; entrenar para que me reclutaran en la guardia vampírica. No hace falta mencionar que lo logré después de un largo rato, de hecho, se podría decir que llevo poco tiempo en la brigada en comparación a los demás guardias. Sin embargo, eso no es importante en este momento, sino que logré mi cometido. Volví con mi hermano y él me recibió con los brazos abiertos, y juntos fuimos felices por un tiempo mientras ejercíamos lo que a nosotros nos gustaba.

Algo volvió a cambiar en Drake. Pasó a tener esa actitud mínimamente maravillada al hablar de su hermano, a no tener nada de ella.

— Solo por un tiempo— murmuró, mirándome, ahora, mal a mí—. La felicidad nunca dura para siempre, ¿No es así?— inquirió con una leve sonrisa amarga—. Tuve un problema de desacuerdo con un guardia de rango alto. Digamos que nunca fui bueno recibiendo órdenes, por eso siempre he sido el líder, y eso mismo me conllevó a ser el que manda en la división de Oregón. El punto es que el problema fue tan grande que no controlé mis emociones. Lo terminé matando como el asesino que mi título conlleva— frunce los labios y se encoge de hombros, sin ningún rastro de culpa cuando lo emite—. Como todo protector de la ley, reconocía que había hecho algo grave que merecía una penalización de muerte final. Así que ya estaba listo para lo peor, manteniéndole el secreto a mi hermano. No quería que sufriera, así que solo le dejé una nota.

Su vista fue desplazada al techo con agujeros de la casa, y supe que la peor parte de la historia estaba por venir.

— Los días pasaron y todo me pareció extrañamente normal. A excepción de un día en el cual tenía horas sin ver a Colton— hace una pausa, buscando en su oscuro ser las palabras me diría para que, probablemente, nosotros no lo miráramos con lástima—. Preocupado, busqué información al respecto y me avisaron lo peor; un vampiro lo había matado por culpa de mi incompetencia. Como de seguro ya has sentido, mi mundo se vino abajo de inmediato. Y deduje que me castigaron de la forma más dolorosa posible. Ellos sabían la conexión que tenía con mi hermano y por eso lo hicieron. Desde ese momento los odié con todas mis fuerzas.

Sus orbes volvieron a mí, e intuí que fue la alteración de emociones internas las que le cambiaron los ojos a su inusual color rojo brillante.

— Sin embargo, no me retiré de la guardia vampírica. Porque como dice el dicho; mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca— escupió con desagrado—. Investigué cada movimiento de los que mataron a mi hermano para atacar de la forma más vil posible. Pero fue inútil, pasaron los años y todos los grupos de vampiros, humanos a los que yo transformaba y los convertía en parte de mi nuevo clan, que les enviaba en secreto, terminaban quemados. Con ello, me di por vencido por un tiempo— Drake, de pronto, me señaló a mí. Su sonrisa desquiciada volvió—. Hasta que llegó una esperanza para mi venganza. Descubrí a través de una conversación y una persona que convertí hace tiempo, Christine, que el vampiro que había matado a Colton tenía un hijo. Enterarme de eso fue tan extraño y me dio tanto alivio, que no dudé en ir tras ese hijo. Después de todo, le iba a provocar el mismo daño psicológico a ese vampiro al matar a su indefenso hijo. Y por fin cumpliría mi desagravio— su sonrisa se amplió aún más—. Colton descansará tan feliz al saber que no fue olvidado. Que su querido hermano cumplió con su promesa.

El relato fue tan largo, que, en realidad, siento que me perdí en algún punto. Sin embargo, eso no significa que ahora tenga una imagen más amplia de Drake. Sé lo que oculta, ahora, más allá de él. Incluso, acabo de descubrir por qué nunca se cambió el apellido a Sprause; fue porque el que cargaba actualmente le recordaba a su hermano.

Por otro lado, también intuí que él no se siente tan mal de haber traicionado a los Sprause; clan que siempre le brindó todo su apoyo y él agradeció en su momento. Lo hace porque él reconocía que en algún momento sus caminos se dividirían, y lo sospechaba cuando nunca se sintió verdaderamente cómodo junto a ellos. Ambos tenían ideales un poco diferentes, que se intensificó cuando vio que los Sprause me protegían. Que, inclusive, cuando él trataba de monitorearme por sí solo cuando trataba de huir de Christine, alguien siempre se mantenía acompañándolo. Cuando lo notaba en las azoteas de las casas o en la punta de un árbol, al girar mi cabeza, también notaba que siempre se encontraba acompañado por cualquier otro. No podía atacar con los Sprause ahí, y eso era un obstáculo que conllevó a que el clan al que pertenezco se convirtiera en su enemigo, tanto como yo supuestamente lo era. Lo que me lleva a…

— Sigo sin entender exactamente qué tengo que ver yo en todo esto— admití.

Y parece que fue un grave error hablar sobre eso, porque el malévolo Drake volvió a salir, y con un tiño de rabia absoluta.

— Eres un imbécil, Adam, ¡¿Aún no lo entiendes?!— rugió. Después se acercó tan rápido a mi oído, que me aterrorizó. Me susurró unas palabras que activaron mi cerebro—. Tú eres el hijo del vampiro.

Movió su cabeza de mi oído, pero no se alejó. Se mantuvo cerca de mi rostro, esperando el momento perfecto en el que yo reaccionaría, principalmente, a través de mis ojos. Y admitía que yo también estaba esperando esa reacción, aunque no me conmovió tanto porque, quizás, internamente lo sabía luego de la historia de mamá y también la del recuerdo. Claro que, también, por lo que me habían contado los Sprause del sujeto con anterioridad.

— Soy hijo biológico de Tylor, el rey de los vampiros.

Me quedé sin aire al emitirlo, pero mi mente se llenó de escenas y sucesos que me confirmaban esa oración. Mi madre hablaba en la historia de un vampiro que me procreó junto con ella, quizás en una noche que ninguno de los dos quiso volver a hablar. El vampiro tal parece que huyó, aunque ahora pienso que, como dijo en el recuerdo, no quería que sus allegados vieran a una abominación como lo era yo. Mi madre, en cambio y acorde a sus ideales, se hizo cargo de mí. Me cuidó hasta el último día. E intuyo que le dijo a mi padre adoptivo, Michael, toda la verdad. Seguro tuvieron sus problemas, pero al final tal parece que se dieron otra oportunidad para demostrar que se aman.

El punto aquí es que, Tylor, solo apareció en mi vida cuando hizo el Behalpir, y también, tal parece, cuando lo eliminó. Y en ninguno de los dos sucesos lo recuerdo concretamente, o al menos no más allá de todo el desprecio que me soltó cuando era niño, antes del incendio. Y, por eso, cuando lo concluí no me afectó mucho, en menor parte porque ya estaba acostumbrado a no tener padre, y porque Tylor solo es un desconocido más que no quiero conocer por más que su sangre corra en mis venas. Sus actos, que remontan desde daños psicológicos hasta masacres, también ayudaron a mantener ese efecto en mí.

Es que, no lo sé, ¿Qué esperaba que hiciera cuando lo supiera? ¿Buscarlo como Luis Miguel a su madre? No, gracias, prefiero estar tranquilo. Quiero seguir manteniendo a Michael como mi padre, y no a un loco que guía una monarquía de chupasangres. Es algo irónico, porque se supone que soy uno de ellos, pero mis actos los consideraría contradictorios a los de su imperio.

Ahora, lo que no tenía en cuenta, es que me afectaría de alguna forma las acciones de mi padre biológico.

Que tendría algún efecto en… Drake. Que no ha podido vengar la memoria de su hermano por el simple hecho de que es muy difícil matar a un rey. Y, entonces, va por el hijo.

— Bingo— afirma Drake en una ladina sonrisa, y lo que sigue me tomó de sorpresa.

El soldado tiene algo con mi cuello, porque vuelve a sujetarme de ahí para estrellarme contra la pared. De nuevo, el temor a ser asfixiado me invade, pero se va tan pronto cuando Augus grita, casi olvidándome que también estaba presente:

— ¡Adam!

Drake lo mira de reojo, y su sonrisa vacila un instante, tirando un comentario que sé que va dirigido al pelirrojo a pesar de que el soldado no me quita la vista de encima, mirándome como su siguiente aperitivo:

— Tú sabías que iba a pasar esto— escupe—. ¿Por qué, aún así, sigues gritando?

Entonces, me esfuerzo en ver a Augus, y supe, por su sonrisa, que algo nos iba a sacar de esto.

— Solo necesitaba una distracción para que no lo vieras llegar— se excusa, encogiéndose de hombros.

Denoto ahora a Drake, y veo que tiene una ceja arqueada llena de confusión, que se intensifica más cuando Augus se tira al suelo. En ese momento de desconcierto, adiviné que yo tenía que hacer lo mismo que el pelirrojo y por eso golpeé con una fuerza inhumana a Drake en el pecho, lo que le provocó que diera unos pasos hacia atrás y me soltara, cayendo también en el suelo.

No hubo mucho tiempo de admirar mi nueva evolución de habilidades, puesto que se empezaron a escuchar unos disparos provenientes de la entrada principal, los cuales no tardaron en traspasar la inestable madera de la gran cabaña, y todos tenían un objetivo en común; Drake.

Me tapé los oídos y cubrí mi rostro con el suelo cuando avisté múltiples disparos que no se detuvieron hasta que el soldado huyó de la casa con dificultad, tal vez por el impacto de algunas balas en su cuerpo.

— Creo que me he perdido de mucho— escucho una voz masculina muy familiar y, cuando volteo para ver el salvador de nuestros imprudentes actos, lo primero que detallo es una cabellera rubia.

Era Thomas.

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