Prometo encontrarme © (Comple...

By DominusNano

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Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces... More

BIENVENIDO (A)
SINOPSIS
DEDICATORIA Y REPARTO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 | La Bienvenida.
Capítulo 2 | El Trauma.
Capítulo 3 | Los Sprause.
Capítulo 4 | El dibujo.
Capítulo 5 | Madre Nonna.
Capítulo 6 | Lo improbable.
Capítulo 7 | El castigo.
Capítulo 8 | Las indirectas.
Capítulo 9 | La fiesta.
Capítulo 10 | La advertencia.
Capítulo 11 | La apariencia.
Capítulo 12 | El amor.
Capítulo 13 | El ministerio.
Capítulo 14 | Bajo la lluvia.
Capítulo 15 | Los ojos rojos.
Capítulo 16 | La cita.
Capítulo 17 | Lo siento.
Capítulo 18 | Los adjetivos.
Capítulo 19 | Los nanorobots.
Capítulo 20 | Disfraz.
Capítulo 21 | Luciérnagas.
Capítulo 22 | Cigarrillo.
Capítulo 23 | El cazador.
Capítulo 24 | Sucesos nocturnos.
Capítulo 25 | Dejar ir.
Capítulo 26 | Asimilando.
Capítulo 27 | Huérfano.
Capítulo 28 | Provocar.
Capítulo 29 | Vínculo.
Capítulo 30 | Fetiche.
Capítulo 31 | Retener.
Capítulo 32 | Dependencia.
Capítulo 33 | Tatuaje.
Capítulo 34 | Multifacético.
Capítulo 35 | Pacto.
Capítulo 36 | Entropía. (Parte I)
Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)
Capítulo 37 | El juego.
Capítulo 38 | Dones.
Capítulo 39 | Garu.
Capítulo 41 | Tres personas.
Capítulo 42 | Ni Rey ni Reina.
Capítulo 43 | Parte de algo.
Capítulo 44 | La penúltima máscara.
Capítulo 45 | En la mente.
Capítulo 46 | Pertenecer.
Capítulo 47 | El futuro y el pasado.
Capítulo 48 | El juego final.
Capítulo 49 | Estrellas.
Capítulo 50 | Ayuda.
Capítulo 51 | Pasos.
EPÍLOGO.
AGRADECIMIENTOS
Capítulo Extra | Ethan.
Capítulo Extra | Colton.
Especial de San Valentín.
🌙 OTRAS OBRAS 🌙
🌙 CURIOSIDADES 🌙

Capítulo 40 | Irregularidad.

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By DominusNano

Este es uno de mis capítulos favoritos. No lo corté para que no se pierda la emoción y sentimentalismo. Es medio largo, pero vale la pena.

~~•~~

Garu corre con una increíble rapidez conmigo encima, antes me mareaba esta acción, pero ahora me estoy acostumbrando. El viento que ejerce el veloz movimiento hace que me sienta libre mientras que la adrenalina y el olor a naturaleza me invaden. Río ante el cosquilleo que se representa en mi estómago y dejo de tocar la melena del felino para extender los brazos al aire, asegurándome de que no choquen contra algún árbol.

Observo el bosque, los troncos que representa y las hojas que se encuentran en las alturas y las marchitas en el suelo. Vaya que se sentía bien.

Garu gruñe ante cada movimiento que da y sus garras sobresalen cuando estira su cuerpo al correr. Pronto, la naturaleza se disipa y muestra un gran claro oculto con una laguna en él; el agua es cristalina en reflejo al sol y algunos pájaros cantan a su alrededor.

El felino no se detenía, su correr era constante, sin dudar en ningún paso y sin cansarse ante un peso sobre él. Volví a posar mis manos en su melena blanca resplandeciente, la cual era relativamente fría desde su transformación. Sentí el intensificar de sus ojos azules en la laguna, fijando una mira.

No se iba a detener, pero tampoco quería que lo hiciera.

Sus patas, consecutivamente, tocaron el borde del agua, y ésta se congeló ante el inmediato tacto, dejando una capa de cristal en la cima. Siguió corriendo en proporción, dejando un helado camino atrás, y convirtió a la laguna en casi una pista de patinaje. La temperatura de la zona bajó de pronto, y nuestro reflejo se vio en el cristal. Tuve que cubrirme más con el abrigo que cargaba. Las aves se iban, pero los animales terrestres del bosque se acercaban para ver qué era lo que sucedía.

Nunca me iba a cansar de esto.

Habían pasado tres días desde el juego y descubrí bastantes cosas en ese trayecto, todo gracias a que decidí adentrarme entre el ambiente sobrenatural. No me he convertido en un experto aún, pero se podría decir que al menos ya no soy tan ignorante en el tema.

Primero que nada; sí, los Sprause decidieron que me quedara con Garu, siempre y cuando Daniela aún proporcionara su don en él, ya que así no sería un peligro latente para la sociedad debido a sus instintos carnívoros intensificados; sigue atacando y comiendo animales en el bosque, pero ahora su sentido sangriento no lo deja ver a quién ataca. Claro que la hipnosis no será para siempre, pero no podemos dejarlo en libertad durante su proceso de acostumbre, eso pondría a los humanos en peligro. Aunque esto puede durar un tiempo.

Como dijo Dylan, el tigre no era un vampiro, tomando en cuenta la definición de la palabra, la particular lentitud con el que late su corazón, y las pequeñas siestas que se da en las noches. Pero tampoco era un animal común y corriente, evidenciándose a través de su correr veloz similar al de los vampiros, su pelaje blanco que brilla como el cristal de la anterior laguna, la intensa fuerza que puede ejercer con su mandíbula y patas, su antinatural agilidad para saltar grandes cantidades, y su peculiar habilidad de congelar todo lo que él quiere a través del tacto, también puede bajar la temperatura de alguna zona, teniendo incluso el poder del clima para hacer nevar.

Dylan decidió llamar a este nuevo tipo de criatura un «Mythier». Cuyo significado no me interesó saber.

Los Sprause también dedujeron que el tigre tiene la capacidad de defenderme, y puede ser un peligro inminente para cualquier criatura que me quiera hacer daño, por lo que quedármelo sería factible para todos. Gracias a Garu, la familia de vampiros bajó su guardia hacia mí, se encuentran un poco más relajados, aunque aún yo no tengo la capacidad de llevarlo a casa.

Es decir, ¿Qué diría mamá si llevara tal animal sobrenatural a casa?

Probablemente se infartaría. Y no sólo ella, también la sociedad, porque lo que sucede con el felino, además de que es un depredador inminente, no es común. Así que nos limitaremos a mantenerlo oculto por la redoma de la casa de los Sprause; con él sólo puedo pasármelas en las noches o en el bosque, donde las personas no nos pueden ver. También puede estar merodeando por mi casa en las mañanas, siempre y cuando mamá esté trabajando y los vecinos estén concentrados en una cosa diferente a lo que esté sucediendo en el patio trasero de mi hogar. Debía ser sumamente cuidadoso, sin embargo, mi mente ya había preparado un par de excusas por si algo salía mal en algún momento.

Dejando este tema aparte, otro punto en el que me enfoqué es el tema de los vampiros. Es decir, sí, ya conocía algunas cosas sobre ellos; su verdadera piel, el hecho de que no dormían, su evidente atracción por la sangre, sus dones, sus ojos rojos y violetas, su súper curación, sus habilidades, su velocidad y agilidad, casi todo en realidad. Pero nunca me enfrasqué en sus debilidades, las cuales siempre creí que eran las estacas de madera en el corazón, el ajo, el sol, básicamente todo lo que decía Stephen en su libro. Según Daniela, todo eso son patrañas, y nada de eso les afecta en los más mínimo; con el sol ya me demostró lo que le puede suceder, el ajo lo único que le provoca es fastidiar su olfato, en las casas ellos pueden entrar siempre y cuando no estén protegidas con algún conjuro sobrenatural— lo cual me pareció interesante—, y las estacas simplemente le provocan un dolor que luego es curado.

Daniela me informó que, lo único que puede con ellos, es el contacto con una gran cantidad de fuego, también me dijo que se podría arrancar la cabeza de un vampiro para que ellos quedaran inmóviles. La criatura podría tener la capacidad de ver y sentir incluso si le hacen aquello, pero prácticamente eso no le dejará hacer nada.

Además de eso, destacó que eso sólo era una debilidad única entre ellos. Pero había dos debilidades mucho peores, que pueden afectar a cualquier criatura sobrenatural, no sólo a ellos; una era la llamada frecuencia que escuché en la casa de Thomas— aunque eso no se lo dije a Daniela, lo descubrí yo mismo—, y la otra eran las cenizas de un sauce. Algo capcioso, ya que, ¿Por qué los restos de un árbol afectarían a unas criaturas no comunes?

La vampira sólo me respondió que, en la antigua civilización, se creía que el sauce era el ser natural más sabio que existía, dándole un poder similar al de la luna. Y quizás esto que ejerce sobre las criaturas sobrenaturales lo demuestre.

Ahora, lo de la frecuencia, eso es sólo un aparato creado por los cazadores, cuya función es enviar ondas aturdidoras a seres con audición aguda. Eso lo entendí muy bien, lo que no me quedó muy claro es el hecho del por qué me conmovió a mí, si hasta me consideraría sordo en algunas ocasiones.

La única extraña forma de que me afectara, es que yo…

— ¿Qué estás haciendo, Garu?— mi pensar se detuvo abruptamente cuando el tigre me dejó de hacer caso. Ya no seguía el camino que yo le indicaba, aunque luego caí en cuenta de que eso sólo lo hace cuando la vampira ejerce una orden sobre la mía—. Entiendo, Daniela me llama.

Dejamos la helada pista de patinaje atrás, y nos adentramos de nuevo al ambiente primaveral del bosque. Sabía que la dirección a la que íbamos era hacia el pueblo, no tardaríamos en cruzar la frontera con la velocidad del tigre. No obstante, no me preocupé a pesar de la hora mañanera del día, ya que Daniela era en extremo cuidadosa, incluso más que yo. No nos descubrirían.

Aun me parece algo fascinante el cómo Daniela puede controlar al tigre sólo con su mente, y que pueda hacerlo en un gran radio del pueblo. Generalmente, cuando estamos a punto de salir de su zona, ella detiene al tigre y lo regresa, indicándome que no puede seguir controlándolo más allá. Consecuente con eso, algunas de las acciones anormales de Garu ya me parecen normales, estos días me han ayudado a estudiarlo. También sé las horas de su comida, y algunas mañas que tiene. Porque sí, el felino no es un robot por poseer hipnosis, yo pensaría que sólo se emplea el don para que no mate a nadie, pero en realidad es como tener un gato… uno muy grande y con habilidades extraordinarias.

Ahora bien, he deducido que Daniela no puede ver a través de los ojos del tigre. Es decir, que ella no puede saber lo que hace Garu aún con su mente en estado hipnótico. Esa es una información muy útil de saber, ya que puedo ir a lugares que a la vampira no le gusta que vaya. Y Garu no me desobedecerá siempre y cuando Daniela no lo sepa.

Todo el tiempo pensando en peligro, lo sé. Pero siempre hay que tener fijas las alternativas.

Después de unos minutos, capto que Garu está rodeando el pueblo. No estamos yendo por la entrada como normalmente haría, por lo que no vamos para el instituto o para mi casa. De hecho, él se mueve para una dirección que ya conozco más o menos bien, y miles de dudas llegan a mí cuando finalmente la penumbra muestra el estacionamiento de la clínica. Está un poco desolado, pero entre algunos autos hayo a la vampira, quien mira fijamente el establecimiento médico.

Miro hacia ambos lados mientras llego hacia Daniela, no había nadie observándonos, estábamos fuera de ser descubiertos. Garu se detiene justo al lado de ella, el bailar peculiar de la cola del felino siempre estaba presente.

— ¿Qué sucede?— le pregunto, realmente confundido y mirándola directamente—. ¿Por qué nos trajiste aquí?

— Deberías de verlo por ti mismo— es lo único que responde ella, pero su expresión indescifrable no me da mucha confianza.

— ¿Es…?

— No te adelantes a los hechos— me interrumpe, regalándome una sonrisa que vaciló por unos instantes—. Sólo ve, yo te espero aquí junto con Garu.

Iba a replicar, pero su insistencia me motivó a hacer lo que ella quería.

Me bajé del tigre mientras le acariciaba el pelaje de su cabeza, y después me dispuse a caminar hacia la entrada de la clínica, sintiendo la mirada intensificada de la vampira a mis espaldas. Cuando atravesé las puertas de vidrio, se podría decir que todo estaba aparentemente normal; las enfermeras vestidas de blanco caminaban de aquí para allá, con camillas, sillas de ruedas, aparatos. También había pacientes y acompañantes.

No había nada inusual y eso me confundió todavía más. Pensé en devolverme, pero, antes de dar un paso en falso, mamá me interceptó entre el grupo de personas que merodeaban por el blanco e impecable pasillo. Casi me olvidaba que ella estaba en su turno diurno.

— ¿Adam?— trata de asegurarse ella, luego la confirmación hace que un brillo particular aparezca en sus ojos—. ¿Qué haces aquí? Creí que no querías venir a mi trabajo hoy.

Me trajo un tigre en contra de mi voluntad.

— Sólo estaba de paso— decidí responder, aunque aún busco la razón de mi asistencia.

— ¿Seguro?— inquiere con una ceja arqueada, una sonrisa ladina y cómplice se instala en sus labios—. ¿No te habrá llamado alguien? Qué lástima, creí que yo sería la primera en darte la buena noticia.

Mi rostro se contrae ante eso, la gente está actuando más extraña de lo que acostumbra. Sin embargo, mamá parece poder leerme, y me da la respuesta que necesito con una felicidad que no sentí en un principio:

— Thomas despertó.

No pude controlar el alzar de las comisuras de mis labios ante esa revelación; todo sentimiento positivo transcurrió por cada parte de mi cuerpo y me olvidé completamente de los males que me asechaban. Por un momento, no pensé en Daniela, no pensé en los Sprause, no pensé en Christine y su comitiva, no pensé en los cazadores, no pensé en mamá, ni siquiera puedo creer que esté pensando en mí mismo. Todo ahora se resumía en Thomas y el disminuir de mi culpabilidad porque ahora él podría encontrarse bien.

Sin embargo, toda esa felicidad al instante se convierte en inquietud; me debía enfrentar a Thomas después de lo que sucedió aquella noche. Yo podría ser el primero en contarle todo lo que sucedió, el cómo los creí asesinos, el cómo lo atacó Lydia, y el cómo lo abandoné. Claro que él muy bien podría recordar eso, pero, si me llegara a preguntar, creo que no podría responder muy bien.

Ser hijo de un médico tiene sus ventajas; como saber que no podía darle emociones muy fuertes a Thomas después del despertar de su coma. Debía ser cuidadoso, no debía dañar su mente. Eso también se lo debería agregar al porqué de mi inquietud.

Mis pasos seguían a los de mamá cuando incluso yo no le dije que me llevara a él. Mi madre sabía qué era lo que necesitaba, tenía en cuenta que con el rubio tenía un vínculo similar al que tenía con Richard; debía ver a Thomas, debía enfrentarlo de una vez por todas. Y comenzar o acabar esto.

Mi madre, en su porte de médico profesional, me daba indicaciones a seguir que yo ya sabía; no atosigarlo con mi habla, no preguntarle consecutivamente, ser lento en la conversación y no forzarlo a hacer cosas. Me dijo que Thomas despertó en la madrugada, y hasta ahora no ha demostrado lagunas mentales ni ha perdido memoria. Sigue siendo él, por así decirlo, pero aún me martiria el hecho de que recuerde lo que le sucedió.

Tomando en cuenta de que su informe médico decía que se cayó de su motocicleta, no creo que alguien más se lo haya dicho. Debo prepararme.

Thomas fue desplazado de la sala de cuidados intensivos, ahora está en una habitación común y corriente, sólo lo tienen en observación. Mamá me dio los detalles de que debían estar seguros de que estuviera bien, el golpe de su cabeza ya había sido operado y estaba en tratamiento. De lo demás, se podría decir que simplemente quedaron cicatrices, y ya respira con normalidad por sí solo o no ha presentado inconvenientes. Por lo menos ya no lo veré entubado.

Sin más con qué prepararme, mamá me deja justo en frente de la puerta en la que debería estar mi amigo. Ella me da un apretón de hombros como si supiera que necesitaba fortaleza, y luego se despide diciendo que tiene trabajo y más tarde nos veríamos en casa.

«Hay que hacerlo» me dije a mí mismo. Cualquier cosa que pase con el rubio, pasará hoy. Debía de dejar de huir.

Mi mano se posó en la perilla de la puerta y, antes de abrirla, no reconsideré el hecho de que probablemente Thomas no se encontrara solo. Por suerte, cuando entré, no había metralletas o cualquier clase de arma apuntándome, sólo estaba el cuerpo de Thomas en la camilla y una mujer sentada a su lado, sonriéndose mutuamente.

Cuando se dan cuenta de mi presencia, la mujer me mira, y me es imposible no desplazar mi mirada de ella hacia Thomas en varias ocasiones. Se parecen demasiado, debe de ser la madre. Eso me tensa por un instante, pero pasa al darme cuenta de que, muy al contrario del padre, la mujer me sonríe con dulzura para luego mirar a su hijo.

Ella le susurra algo, aunque Thomas sigue mirándome directamente. No me quiero interponer, por lo que sólo me limito a cerrar la puerta y mirar a mi alrededor; evidentemente hay menos maquinarias aquí, el lugar es pequeño, pero cómodo. Mis ojos no tardan en captar los regalos que hay en una esquina de la habitación, me acerco por inercia y me doy cuenta de que casi todos son de una «Cataline De Waters», que no ha de ser más que la madre de Thomas. También hay uno cuya tarjeta no tiene nombre, pero que tiene un beso rojo sobre el envolvimiento perfecto que cubre el regalo. Eso la delató mucho.

En estas cuatro paredes al menos hay ventanas, no como la habitación de cuidados intensivos. Están abiertas y la tenue luz del sol la atraviesan. Sé que estamos en un segundo piso, pero al menos podría saltar por ahí si el padre de Thomas llega al estilo The Purge y…

— Tú eres Adam, ¿Cierto?— estaba tan distraído con mis intentos de escape, que me sobresalté cuando me di cuenta de que la mujer ahora estaba al lado de mí. Su rostro estaba adornado con una sonrisa de condescendencia—. Thomas me ha contado mucho de ti.

Mi mirada se dirige al rubio cuando la madre lo nombra, él sigue con esa mirada indescifrable y profunda.

— Espero que sean cosas buenas— me limité en decir, muy atropelladamente.

La madre sonríe aún más, y lo que dice me deja un poco fuera sí:

— Eres bueno para él, no lo dejes, ¿De acuerdo?— incita, y yo no hago más que asentir lentamente. No sé muy bien a lo que se refiere, pero no creo dejar ir a Thomas por mi cuenta—. Robert está equivocado— su brillante mirada me analiza, dejándome un poco nervioso—, eres especial. Y no de la forma que él dice. Y eso sólo lo pude concluir con tu presencia.

Robert ha de ser el nombre del padre, pero eso no es lo que me sorprende, sino que ella sabe lo que ocurrió ese día que visité repentinamente a Thomas.

— Sí, sobre eso…— me rasco la nuca, incómodo. Murmuré sólo para que ella me escuchara—. Lamento si los ofendí o algo parecido, me dejé dominar por mis impulsos.

Ella levanta una mano hacia mí.

— No te preocupes. Robert y yo siempre hemos tenido ideales diferentes con corazones entrelazados. Yo no tengo el mismo pensar de él. De hecho, nunca quise que Thomas fuera esto, pero no puedo declinar una promesa que él mismo se impuso— mi boca se entreabrió para preguntar, pero la mujer se adelantó, mirando disimuladamente a Thomas—. Te espera una historia. Iré a la cafetería mientras tú hablas con él. Y, descuida, nadie los interrumpirá— con eso, creo que se refiere a mi temor por ser una presa. Después, ella levanta una mano hacia mí que no dudo en apretar para moverla cordialmente—. Me llamo Cataline, por cierto. Espero que esta no sea la última vez que nos veamos.

Yo asiento y sonrío, tratando de que sea con la misma fuerza con que ella lo hace. Su felicidad es contagiosa, y me atrevo a decir que con Robert son polos opuestos. El padre es frío, ella es cálida. El padre grita, ella habla dulcemente. El padre tortura a su hijo, creo que ella hace todo lo posible para que se sienta bien.

Se dicen que los opuestos se atraen. Quizás esta sea la representación más clara de ello.

La madre me lanza un último asentimiento antes de salir.

Y ahora estaba solo con Thomas.

Bien, aquí vamos.

Aprovechando que Thomas me sigue mirando fijamente, rebusco en el bolsillo de mi pantalón un objeto medianamente grande y negro. Cuando lo tengo en mis manos, lo saco y lo coloco entre el cúmulo de regalos de la habitación; era el aturdidor que él me había dado aquella noche, el cual no se lo devolví. Claro que desde esta perspectiva sólo parece la empuñadura de alguna espada, pero me tardé en averiguar que la aguja del arma se podía ocultar. Se desplegaba si se apretaba un pequeño botón que estaba encima del interruptor que activa los choques eléctricos.

Es un arma tan capciosa y peligrosa a la vez. Casi me electrifico cuando trataba de descubrir lo que era aquella mañana en la que lo asimilé todo.

Claro que en la camioneta con Augus no la pude ocultar, pero por suerte él no me preguntó. La llevaba conmigo desde que llegué a París, porque consideré que mamá la podría descubrir en mi habitación y se haría daño al tratar de averiguar qué era. También agradezco que los guardias de la clínica no la hayan descubierto.

Sólo la llevaba conmigo para entregársela personalmente a Thomas. Esa cosa, a pesar de que no la usé, me hizo sentir un poco seguro entre tanta tempestad. Y era una forma de hacerme sentir que estaba con el rubio.

No era un regalo, era una devolución. No le traje un obsequio porque evidentemente no sabía que estaba despierto.

Sin más, me volteo y lo enfrento, él siempre siguiendo con su mirada mi movimiento. Luego me acerco a la camilla, como si fuera alguna clase de magnetismo que me llevara hacia él.

Por primera vez hoy, me digno a detallarlo mejor y no esquivarlo con la vista; definitivamente se encuentra mejor, es decir, sigue con algunas costras y algunos moretones dejaron unas marcas, pero detrás de todo eso sigue siendo él, sigue siendo el sonriente Thomas. Su piel agarró un poco de color, una venda menos gruesa cubre parte de su frente, y sólo la vía está puesta en su mano mientras un suero pasa lentamente por el tubo de goma.

Thomas se levanta un poco de la camilla y se recuesta en el espaldar de la misma, quedando sentado. Está vestido con esa ropa de la clínica que muestra más de lo que uno querría, sus brazos perdieron un poco de los músculos que lo definían, y ahora se encuentra más o menos delgado por su inactividad. A pesar de todo, él me vuelve a mirar, sus ojos cafés persuadiéndome con intensidad.

Está asustado, lo pude deducir.

Él lo recuerda; mi grito, mi conclusión de creerlos monstruos, todo.

Pero no sabe lo que sucedió durante estos días. Por eso lo observo, y una sonrisa ladina que él no esperó se instala en mis labios. Y las tres palabras que recorrían mi mente vinieron como un torbellino que arrasó con todo de mí, lo dije como un vómito que no podía parar, como un eructo, como una cosa que no podía ocultar por más tiempo:

— Eres un idiota.

Eso no le causó real efecto en su autoestima, porque en menor parte se daba cuenta de que era broma. En cambio, alzó la mano que no tenía la vía hacia mí, pude deducirlo un poco nostálgico ahora.

— Pero soy uno de tus idiotas— dictaminó con una sonrisa temblorosa.

— Realmente, eres el único— aclaré, apretando su mano. Después, creo que mi contención pasó sus límites y me senté a la orilla de la camilla para que el saludo se convirtiera en un fuerte abrazo. Él olía a medicina pura, pero realmente no me importó, sólo sentía mis ojos humedecerse—. Te extrañé mucho, Tommy.

— Creo que no podría decir lo mismo— dijo sobre mi hombro. No sabía si Thomas temblaba por la inestabilidad de su cuerpo al despertar de un profundo coma o por miedo a que esto sea un sueño—. Para mí todo pasó como si fuera un minuto.

— Pero no lo fue… Y-yo… T-tú— mi voz se rompió, y no sé si odiaba a mis emociones o a mí mismo por ser tan débil, estaba siendo muy frágil en este momento. Las lágrimas amenazaban con salir, pero me las ingenié para no ser un desastre—. Eres un idiota, idiota, idiota, idiota— murmuré, apretándolo más y por eso se quejó—. Nunca vuelvas a decirme que me vaya, que huya, ¿De acuerdo? Porque no lo haré, no te volveré a dejar solo, te amarraré a mí si es necesario ¿Lo escuchaste? O sí, sí puede que me vaya, pero a buscar algo para darte con la cabeza por pedirme tal cosa.

— Sólo intentaba protegerte.

— Pero eres tan humano como yo— objeto de vuelta, hundiendo mi cabeza en su hombro—. Si algo te hubiera pasado, creo que nunca me hubiera perdonado. Porque huí, porque me dejé gobernar por el miedo y te dejé tirado ahí a la deriva cual cobarde, porque fui un egoísta al sólo pensar en mí en ese momento.

— No era la mejor situación, que digamos.

— Aun así, los amigos están para apoyarse.

Un silencio se instala en nosotros cuando yo dije aquello. Aún seguíamos abrazados, el temblar de Thomas se detuvo abruptamente y el entrelazo de nuestros cuerpos se hizo más fuerte. Sé que esto es un acto de afecto ante los ojos de cualquiera, pero en realidad se podría decir que estábamos reconstruyendo aquel puente de amistad que se desmoronó aquella noche. Mi culpabilidad se disminuyó completamente ahora que lo veo moverse, y Thomas puede que busque apoyo en mí luego de lo que pasó ese día.

Claro que, no dejaba de ser un abrazo.

— Esto es extraño e incómodo— dijo Thomas después de los segundos.

— Bastante— rectifiqué—. Pero es la única forma de contenerme y no golpearte.

— No podrías golpearme, aunque quisieras.

— Mírate en un espejo y vuelve a repetir esa oración— mencioné, separándonos. Me sorprendí cuando vi a Thomas llorando, sus mejillas rojizas estaban empapadas mientras fruncía los labios—. Oye, ¿Estás bien?

— Estaré bien— dijo en general, limpiándose las lágrimas con la sábana que le cubría parte de su cuerpo—. Cuando los médicos me suelten en algunos días, volveré a hacer ejercicio y seré el más atractivo de los dos otra vez.

— Bueno, no es que me esfuerce mucho en serlo— refuté en un murmuro, jugando con mis dedos mientras pensaba las siguientes palabras para decir. Sabía que yo en algún momento tenía que hablar verdaderamente de esa noche, y sobretodo debía pedir perdón por mis anteriores acciones erróneas. Estaba nervioso mientras lo pensaba—. Oye, Thomas, yo…

— Te escuché— me interrumpe él, observándome directamente. Esas palabras me confundieron, porque no había hablado de eso ni una sola vez en este momento.

— ¿Eh?

— Te escuché— repitió, sonriendo. Sus ojos seguían rojos y vidriosos por llorar, los míos han de estar iguales—. El día que entraste aquí y enfrentaste a papá, te escuché. Oí todo lo que me dijiste y también lo que le dijiste a mi padre. Tienes agallas, he de admitir. Creo que escogí un buen amigo.

— ¿Cómo…?

— Creo que estaba entre la inconsciencia y la realidad. Creí que era un sueño, pero mamá me confirmó que no— explica ante mi confusa mirada. Luego me lanza esa típica sonrisa reconfortante de él—. Y no hay nada qué perdonar.

Mi rostro se contrajo ante esa oración, ya antes la había escuchado de la boca de otra persona. Parece que estos chicos no quieren ayudarme a sentirme mejor con ellos. No ven que estoy tragándome mi poca dignidad y orgullo para decirlo.

— Ay, no— hice un pequeño berrinche mientras me cruzaba de brazos—. Dime que no te vas a poner como Daniela, por favor.

— ¿Cómo Daniela?— cuestiona con inquietud—. ¿Qué pasó con Daniela?

Cierto, él no lo sabía y maldigo a mi boca por hablar. Espero que esto no cuente como una conversación atosigadora.

— Ella… yo… juntos— esas son las únicas tres palabras que puedo emitir en tartamudos, sentía el calor intensificándose en mi rostro. Tengo que respirar consecutivamente para decirlo, y es que me cuesta por el hecho de que a Thomas es la primera persona a la que se lo revelo. Ni mi madre sabía aún—. Tenemos alguna clase de… ¿Relación?— vacilo, hundiendo mis cejas. ¿Qué era lo que en realidad tenía con la vampira? Creo que este es un extraño noviazgo entre nosotros. No obstante, antes de aclarar algo más, Thomas ya poseía esa sonrisa de suficiencia que tienen los amigos al decir «Te lo dije», y eso me incentivó a no emitir algo más o sería material de burla. Sólo me limité en poner los ojos en blanco hacia él—. Sí, Thomas, eres un profeta. Felicidades.

— No soy un profeta, sólo no eludí las estadísticas como lo hiciste tú.

— Estadísticas o no, ese no es el punto— destaqué, señalándome—. Debes de aceptar mis disculpas. A ti pude haberte hecho pasar cosas peores que a la vampira. Ella al menos tiene una familia que la quiere y aprecia, pero yo te dejé solo a ti.

Él niega con la cabeza, apretando las manos por debajo de las sábanas.

— No hay nada qué perdonar. Primero y principal, esto nunca hubiera pasado si yo no fuese tan…— hace una pausa, mirando a la nada y buscando la palabra correcta en su cerebro medio dormido— meticuloso contigo. Es decir, si yo no hubiera tenido miedo de contarte la verdad, creo que esa noche habría sido distinta.

— No era tu obligación contármelo.

— No lo era, pero es lo correcto— corrige—. Desde un principio siempre te di advertencias para que te alejaras de los Sprause, pero no era porque ellos son vampiros, sabía que sus intenciones eran buenas. Quizás sea el único cazador que se ha esmerado en conocerlos de verdad. Sólo quería apartarte de lo sobrenatural y el peligro que conlleva saberlo, y eso simplemente te incitó a adentrarte más al tema— Thomas se hace a un lado en la camilla, y palmea el lugar que dejó libre para que me siente junto a él. Así lo hago, estirando mis pies en la blanca cama, nuestros brazos se rozan—. Enmendaré mi error y seré completamente sincero contigo; Te contaré toda mi historia. No habrá más secretos de mi parte.

— No tienes que hacerlo, Thomas. Eso te causará emociones fuertes.

— Como si fuera la primera vez que me pasara— murmura por lo bajo en tono amargo—. Tendré emociones fuertes si no te digo. Así que, por favor, escúchame, esto será largo de contar.

Le dirijo una última mirada preocupante para después observar un punto fijo en el cielo azul que se vislumbra en la ventana abierta en frente de nosotros. Sabía que no podría con su persistencia, y lo último que querría era afectarlo.

Luego empezó a hablar, y el marco de la ventana era como un televisor de las imágenes representativas que me brindaba Thomas. Y todo fue más doloroso al imaginármelo.

Sabía que Thomas había sufrido en su vida, se me hizo fácil de deducir. Pero la realidad es más moldeable de lo que uno piensa, y ahora mis ideas cobran un sentido que no vi antes; pude ver a través del chico que está sentado al lado de mí, qué es lo que hay detrás de su sonrisa, de sus acciones normales y anormales. Pude ver a Thomas en todo su oscuro esplendor; el cómo entrenaba en contra de su voluntad de niño, el cómo el padre le dio una psiquis terrorífica en la mayor parte de su vida, los maltratos, los daños de los entrenamientos, sus heridas en combates siendo curadas en la clínica, los comas, los desmayos, los chismes de los niños en la escuela que desarrolló su parte asocial, la influencia de Ethan y los Sprause en su vida, el cómo finalmente derrumbó a su padre, su familia, todo.

Desde que conocí a Thomas, siempre creí que leer sus expresiones era medio sencillo. Pero no, yo quise verlo así, como un chico común y corriente. Thomas escondía más dolor de lo que creí, y admiro el hecho de que, a pesar de que su vida está más teñida de negro que de blanco, él no deja de sonreír. Thomas no deja de ser Thomas por nada en el mundo, sigue siendo él a pesar de todo.

El cazador es especial.

Mucho más de lo que creí.

— No debes de llorar— instintivamente agarro la mano a Thomas cuando se queda a mitad de la historia, llanto nublando su vista e inundando la mayor parte de su rostro. Lo de mantenerlo tranquilo se fue por el abismo. Aunque también reconocía que, si me iba, todo sería peor—. Tu padre no merece tus lágrimas.

Y eso era una verdad rotunda. Si antes odiaba al padre de Thomas, ahora mi rencor hacia él ha alcanzado límites que no creí poseer. No puedo creer que una persona tan despreciable como ese ser exista, o que al menos ronde por las calles con total libertad. Pero también entendía a Thomas en ese aspecto; a pesar de todo lo que le ha sucedido, Robert nunca dejará de ser su padre. Y el vínculo paternal, aunque nunca lo sentí, es algo que es difícil de romper.

Robert era la única familia que tenía Thomas.

Como mamá y Tía Sam fueron la única familia que yo tuve. Aunque ellas, muy al contrario de la vida de Thomas, nunca me maltrataron. Pero sí sabía lo que se sentiría si ellas dos dejaran mi vida; provocarían un sentimiento de soledad profunda.

— No estoy llorando por él— explicó Thomas, limpiándose las mejillas con la parte trasera de su mano—, sino por la siguiente parte de la historia.

— No debes de seguir, Thomas.

Con un leve apretón de manos, me indicó que quería seguir, que quería llegar al final, por más que lo afecte. Sólo espero que mamá no entre, o seré un castigado.

— Mi hermana se llamaba Emily— prosiguió él, mirándome—. La recuerdas, ¿No?

Asentí ante la llegada a mi mente del dibujo que hizo Thomas aquella mañana en el instituto. O al menos creo que a eso era a lo que se refería, ya que el nombre de Emily ya lo había escuchado en más de una ocasión. Siempre sentí curiosidad por ella, por saber lo que le pasó; pero ahora, mirando el estado en el que está Thomas, no estoy muy seguro de quererlo saber.

Era su hermana, y no creo que la historia con ella haya acabado en un final precisamente feliz.

— Emily era muy tímida cuando llegó a la casa; poseía un cabello corto, era un poquita regordeta en las mejillas, siempre insegura y toda la cosa— Thomas sonríe melancólicamente ante el recuerdo—. Pero con el tiempo… creo que esa faceta se le olvidó, y se convirtió en una chica increíble, y su atuendo ahora se amoldaba a su nueva forma de ser; con su cabello rubio largo, con sus tacones de aguja, su ropa atrevida pero discreta, y su actitud la podría describir como un yo en versión femenina.

— Apenas y aguanto a uno— murmuré en broma, y sentí el ligero codazo de Thomas. Al menos tenía el suficiente ánimo para defenderse.

— El punto es que, nunca supe si debía sentirme feliz por ese nuevo cambio, porque eso atrajo a nuevos chicos a su vida— reconoce con tono de voz bajo—. Es decir, quitando todo lo que un hermano celoso puede llegar a estar por un nuevo chico en la vida de su recién hermana, creo que fue algo abrupto que ella llevara a un chico a la casa con el tiempo de su nueva transformación. El chico se llamaba Kevin— escupe su nombre con odio y amargura—. Ese chico para mí siempre fue sospechoso, sus actitudes impulsivas, y algunas anormales, me indicaban que algo estaba sucediendo. Pero ahora que papá me había dejado libre de los entrenamientos después de casi toda la vida, no le presté real atención, quise ser un ignorante en el tema y tratar de ser un chico como cualquier otro— el traga, y casi pude ver ese nudo grueso de su garganta. Las facciones de sus rostros se ensombrecieron—. Fue el error más grande que he cometido en mi vida. Nunca iba a ser completamente normal.

Dejé el fuerte apretar de nuestras manos para pasarle un brazo sobre su hombro. Con un poco de imaginación, creo que puedo deducir qué fue lo que pasó. Después de todo, hablaba de Emily en pasado. Sólo estaba haciendo esto para ser de pilar de Thomas.

— Ella murió un día cualquiera como hoy— su voz se distorsiona ante esa revelación. Casi debo usar un gran sentido de la audición para escucharlo, y eso que estoy cerca de él. Las gotas saladas empiezas a salir de sus ojos otra vez—. Ella salió en la mañana de nuestra casa, estaba muy feliz porque Kevin la había invitado a una cita. Emily gustaba mucho de él, ¿Sabes? Esa fue la segunda razón del por qué nunca investigué al chico. Eso de ser hermano era nuevo para mí, pero su felicidad era contagiosa. No obstante, pasó el día, la tarde, y la noche, y ella no regresaba— él hace una pausa, quizás buscando fuerza en sí mismo. Tuve que darle un apretón de hombro para que se diera cuenta de que no estaba solo en esto—. Recuerdo entre tanta tempestad, que mis padres se preocuparon y mi padre volvió a levantar aquellas murallas sobreprotectoras que sólo yo conocía; era esa que él ejercía cuando volvía a su porte de cazador. Claro que me inquieté al instante, ya que reconocía que lo que sucedía no era normal. Traté de remediar mi ignorancia en el tema; la llamé, le envié por las redes sociales, rompí mi estado asocial para hablar con sus amigos. Y no conseguía nada, ellos ni siquiera conocían a un tal Kevin. De hecho, yo nunca lo vi en el instituto a pesar de que tenía nuestra edad.

— Llegó al pueblo para sólo conquistar a su víctima— deduje en voz alta, y cuando me di cuenta, ya Thomas estaba asintiendo con un gran pesar hacia mí.

Era la misma historia con Christine que me estaba sucediendo a mí. Por suerte, creo que me salvaron a tiempo.

— Era un omega hombre lobo, no perteneciente a la manada de Bennys Hills— reveló sin más, aunque tengo cuenta que le quemó la garganta al decirlo tan rápidamente—. Ese día había luna llena, y la criatura sólo la conquistó con su belleza externa para convertirla en la víctima de su noche de éxtasis. No sé si lo sabes, pero los hombres lobos son raros cuando la luna les muestra su verdadero poder. Unos se esconden cuando esas noches llegan, pero otros, como Kevin, la disfrutan en su máximo esplendor para subir el nivel de su locura sangrienta. Era un psicópata, en todo el sentido sobrenatural de la palabra— frunce los labios, realmente no creo que le queden lágrimas en este punto—. Como último recurso en aquella noche, llamé a los Sprause en contra de la voluntad de papá, y algunos de ellos me ayudaron a localizarla. Siempre me he arrepentido de no haberlo hecho en primer lugar, ya que el no hacerlo perdió un tiempo prestigioso para Emily. Tiempo en el que no debí preocuparme, sino ocuparme. Tiempo en el que, tal vez, nosotros pudimos haberla salvado.

Thomas cierra los ojos y recuesta su cabeza en el espaldar de la camilla. La luz de la ventana se intensificó, y daba de lleno en nuestra piel. Sin embargo, mi vista y atención estaban en Thomas y el cómo esa luz realzaba lo pálida que estaba su piel, sólo colorada en el borde de sus ojos y sus mejillas. Sus labios estaban más rojos que de costumbre, tal vez porque se los ha mordido constantemente, y la piel de su cuello estaba algo arañada ante alguna frustración que tuvo.

— Tenías que verla, Adam— murmuró—. Cuando me bajé de la espalda de Aris, vi su cuerpo inerte en medio del bosque; rasguñado, desangrada, con las heridas abiertas y algunas mordeduras. Sabía en ese instante que mi hermana estaba muerta, que pude haberla salvado si no hubiera evitado mi destino, si no hubiera ignorado todo. Quise solucionar mis errores, incluso después de eso. Pero hiciera lo que hiciera, ella no iba a volver. Simplemente, como última voluntad ante su desaparición física, me hice la promesa de que sería un cazador, a mí manera, por supuesto. Aunque papá siempre tuvo el sueño de que fuera igual de frío y calculador como lo es él.

— Entonces— comencé a emitir, pero hice una pausa cuando reconsideré si este era el momento adecuado. Me arriesgué, recordando aquella noche—, ese fue el hombre lobo que mataste. La única criatura sobrenatural que ha destruido Thomas, el cazador que posee un peculiar ideal diferente a los de su clan.

Thomas asiente con lentitud, y en mi cabeza se representan una serie de imágenes en las cuales Thomas mató al hombre lobo. No obstante, él no da los detalles de eso; tal vez para no recordar lo cruel que fue, o que pudo llegar a ser como su padre, pero en realidad se lo agradezco. No creo que pueda soportar una imagen así del rubio. Prefiero tenerlo como mi sonriente mejor amigo.

— ¿Crees que soy un monstruo?— cuestiona Thomas, aún con los ojos cerrados. Se mantiene tenso, esperando una respuesta.

Muy al contrario de lo que esperó, desplazo mi mano por el interior de la sábana de Thomas para sacar ambas manos a la luz; la que tenía la vía, y la que estaba más o menos sana. Nunca me pasó desapercibido las cosas que Thomas siempre llevaba en sus muñecas, y todo puede que parezca común y corriente si no fueras yo, que miro con perspicacia casi todo lo que me rodea. Y es que, a pesar de todo lo que ha pasado, siempre me pareció capcioso que ese brazalete y reloj, que todo el tiempo llevaba consigo, estaban en el mismo lugar. Ni más arriba, ni más debajo de sus muñecas.

Thomas me mira fijamente cuando se da cuenta de lo que haré, o, mejor dicho, de lo que descubrí. Retiro el brazalete plateado con dije de un cigarrillo y yesquero de su muñeca derecha y la guardo en mi mano, luego me desplazo al reloj de color negro y se lo quito de su muñeca izquierda.

Después me dispongo a observar y detallar esas dos zonas; a la irregularidad de la piel que tienen ambas, a las marcas permanentes que dejaron el entrenamiento de Thomas con su padre, cuando fue colgado del techo y descubrió lo que verdaderamente significaba ser un cazador. Se notaba rojiza entre su piel carente de color, él de verdad sufrió mucho.

Lo miré directamente, luego volví a la zona, respondiendo la pregunta que él me hizo, la cual tenía en mente desde que mamá me dio la metáfora en el aeropuerto:

— Pienso que eres un héroe por soportar tanto. Por proteger verdaderamente a los que quieres, y no sólo insinuarlo a través de palabras— reconozco—. Y muy pocos hacen eso. Sé que muchos te han dicho esto, pero eres especial, Thomas. Y pase lo que pase, nunca lo olvides.

Escuché el romper de Thomas en ese instante. Sollozó de forma audible, y sus brazos no tardaron en envolverme. El vibrar de su pecho era constante, y verdaderamente no me importaba que se estuviera limpiando con mi camisa. Tal parece que el espíritu de Ethan no sólo surge cuando estoy con Daniela, y le debo de agradecer un montón.

— ¿Crees que lo he hecho bien, Scoi?— pregunta sobre mi hombro, un ambiente agradable de hermandad nos invade.

— No soy quién para decir nada— aclaro—, pero, para mí, creo que lo has hecho perfecto, Tommy.

Y con eso, el cambio de humor del rubio cambia radicalmente; él se empieza a reír levemente entre tanto llorar. Primero esa risa sale algo extraña de su boca, pero luego se separa de mí y ríe abiertamente, haciendo bulla por toda la habitación. Yo me limito en observarlo con una ceja arqueada, extrañado, pero a la vez con una sonrisa ladina ante su bipolaridad repentina.

— ¡Necesitaba esto! — exclama con los brazos al aire, respirando profundamente. Ya no se esmera en limpiarse los restos de tristeza, y realmente este estado me hace recordar al Thomas niño que vi en la fotografía de la casa de los Sprause—. Hay algo en llorar que, a pesar de que se representa como algo triste, me parece fascinante. Es como si mi cuerpo se liberara de todo malestar, de todo lo que me carcomía por dentro, y lo único que quedara en mí es una calma agradable, donde creo que todo está bien.

— Porque todo está bien— quitando el hecho de mi caza, pero lo estábamos resolviendo, no quería preocuparlo—. No dejaré que nada nos pase.

Él sonríe, mostrando sus dientes. Me dispongo en voltearme para colocar sus accesorios en una mesita que había al lado de la camilla. Realmente, me impresiona que no se los hayan quitado las enfermeras, esto debe de ser obra de mamá o de Margaret para salvaguardar su integridad.

Cuando vuelvo a Thomas, lo noto ahora con una mueca incómoda. Debió de darse cuenta de algo, y sólo se rasca la nuca en signo de nerviosismo.

— Espera, hay una última cosa que quiero decirte antes de concluir este círculo sincero— destaca, y lo siguiente que escucho por parte de él es una serie de balbuceos que no me causaron más que gracia, sobretodo porque sabía lo que me quería decir: — Yo… Quiero decir, ella… corazón… amor… sucedió…

— ¿Quieres decirme que sales con Aris?

— Sí, eso— se apresura en confirmar, después se da cuenta de lo que ocurrió al contraer su rostro—. Espera, ¿Qué? ¿Lo sabías? ¿Desde cuándo?

— No lo sabía, lo descubrí hace menos de una semana.

En realidad, lo sabía desde que fui a espiar a la casa de Thomas, cuando su padre dijo un muy evidente: «La neovicia es algo más que tu amiga, ¿No es así?», que hizo estragos en mi curiosidad interna. Luego, Daniela me confirmó, en la Torre Eiffel, que la chica era Aris, cuando me mencionó los neovicios que había en su familia, y todo se resumía en la vampira rubia.

— ¿Y no estás enojado por no decírtelo?— indaga, analizándome a través de sus ojos rojos. Y no, no como los vampiros, sino por llorar.

— No soy el mismo Adam de antes— concluí, reconfortándolo—. Además, supongo que lo mantienen oculto por los tratados que hay entre especies. Conociendo a tu padre, deduzco que los cazadores deben de tener prohibido salir con lo que ellos consideran presa. No obstante, parece que no se dio cuenta de que, entre el amor, no hay acuerdo o barrera que lo pueda romper.

— Pronto solucionaremos eso, sólo estoy esperando el momento perfecto para persuadirlo junto con mamá— explica, una sonrisa boba se instala en su rostro—. Sólo quiero ser feliz junto con ella; Aris siempre me ha parecido hermosa, tanto externa como internamente. Ella siempre me ha apoyado, durante y después de lo de Ethan. Su felicidad es mi felicidad y… vaya, nunca en mi vida me había sentido así. Con Aris, es mi primera vez con todo.

— Oye, ya basta. No pongas la situación más melosa e incómoda de lo que ya está— le digo en burla, separándome un poco de él en la camilla—. No tendré resentimiento si me dejas ser el padrino de bodas.

— ¿Boda?— Thomas casi se ahoga—. Aún soy menor de edad. Además, apenas y estoy reconstruyendo lazos con mis suegros y cuñados.

Sé que, con eso último, hizo un gran énfasis en Lydia y lo que sea que esté pasando entre ellos. Debía de preguntarle, pero en realidad nunca se me ha dado la situación calmada que quiero con ella.

Supe que el tiempo con mi amigo se había acabado cuando una sombra atravesó la luz que nos brindaba la ventana. Al principio me asusté, porque la única forma de llegar al segundo piso es con un movimiento sobrenatural increíble. Pero luego dejé de estar tenso cuando vislumbré un cabello rubio que se alborotaba con el viento primaveral que entraba por la ventana.

— Hablando de la reina de Roma— le dije con diversión a mi amigo, aunque él ya dejó de prestarme atención.

Qué rápido me cambia por una chica.

Aris entra con un vestido floreado y una sonrisa melancólica, y se acerca a él con los brazos extendidos, a través de una velocidad que no vi porque parpadeé. Pude sentir el susurrar de ambos diciendo cosas que me parecieron muy tiernas. Aris, siendo vampira, no podía llorar, pero sé que lo extrañaba. Thomas, pues, parece que se deshidratará el pobre.

Decidí levantarme y dejarlos solos, darles el momento que ansiaron desde hace tiempo. Quizás reconocía que Aris se mantuvo alejada de él todo este tiempo por los acuerdos, pero ahora que Cataline me había dado su tiempo a mí, yo se lo daré a Aris. Nadie los molestará, y tendrán un debido reencuentro.

De verdad los admiro. Ellos han de tener una relación difícil por ser lo que son, pero aun así siguen de pie, haciendo todo lo posible para provocar el florecer del amor que sienten por el otro. Las miradas que se lanzan creo que no tendrían descripción, pero es parecida a las que las parejas de París se lanzaban, las mismas que poseemos Daniela y yo.

Como último movimiento en esta habitación, agarro una pelota de tenis y un marcador que estaban entre los regalos de Thomas y me dispongo a escribir algo sobre su terciopelo verde manzana. Luego dejo el marcador sobre la mesa y sonrío ante la frase que impregné en la esfera de juguete.

— Oye, Tommy— él se separa unos instantes de Aris y me mira expectante—. Piensa rápido— y le tiro la pelota. Para suerte de ambos, él la atajó antes de que impactara con algún objeto de vidrio.

Claro que me mira confundido, pero luego, al leer lo que acompaña al objeto, sonríe con complicidad.

Finalmente a eso, agarra el rostro de Aris con una palma en su mejilla, y le da un tierno beso en los labios, demostrando a través de él toda clase de emociones y sentimientos que los cazadores, o la profesora de filosofía, no creerían.

Mi trabajo estaba hecho, y por eso salí de la habitación con una increíble sonrisa e imagen en mi mente.

— ¿Todo bien?— me interceptó Daniela a las afueras de la clínica, Garu seguía con ella.

— Todo perfecto— dije con un gran peso fuera de mis hombros, agarrando las frías mejillas de Daniela con las palmas de mis manos para atraerla y darle un corto beso.

Un simple afecto para mi increíble estereotipo humano de novia.

Augustus Sprayberry

Las luces de los flashes me invadían entre la oscuridad mientras caminaba de forma confiada por la pasarela. Lucía mi atuendo millonario representado por un parecido esmoquin negro con chaleco desbotonado y camisa adornada por unos diseños de colibríes dorados. Poseía una boina especialmente hecha para mí; era de cuero y poseía un plumaje artificial de cisne blanco, junto con algunos retoques de piedras preciosas.

Adoraba modelar para los amigos de mi padre.

Por supuesto que no era por las cosas que cargaba encima; por mi ropa, por mis cadenas o por mis anillos. Era porque en la pista me sentía libre de una manera que no sabría explicar. Siempre estaba solo en la mansión gigantesca y podría hacer muchas cosas ahí, pero de alguna forma me sentía encerrado. En cambio, aquí, la pista es mía y puedo hacer con ella lo que me dé la gana. Todas las atenciones de los críticos recaen sobre mí, y no me importa, sólo quiero demostrar la falsedad de mi libertad. Quiero que me vean como el chico feliz que me esmero en demostrar, pero que nunca seré; Quiero que vean mi hermosura externa, porque por dentro poseo un hoyo negro devastador; Quiero que me sientan, quiero dejar marca, y no sólo por ser un Sprayberry.

La pista es como mi amiga y confidente, la única que sabe de lo que realmente soy capaz.

Lástima que esta sea la última vez que la vea. Esto, más que un modelaje para demostrar una marca reconocida de la moda en Milán, es una despedida. Aquí podría acabar todo, llegó la hora.

Hago una reverencia ante las personas que silban y aplauden ante el terminar de mi presencia. Claro que no lo hacen con el mismo ánimo que lo harían los del instituto, las personas aquí más bien lo hacen por cordialidad. Algunas creo que ni siquiera chocan sus palmas por miedo a dañarse una uña, y esa es una gran diferencia entre los grupos sociales. El dinero daña a las personas, aunque desearía que eso hubiera sido lo que me dañaría a mí.

Camino a mi camerino cuando termina la función, y no se me hace extraño no ver a los guardaespaldas que siempre se encuentran a ambos lados de la puerta. Todo iba conforme a lo que el destino tenía planeado. Aunque, en menor porción, agradezco que esta parte se haga lejos de Bennys Hills, lejos de las personas que más consideraría cercanas.

Entro a la habitación repleta de prendas costosas y, antes de adentrarme completamente, ya la puerta la cierran por mí, provocándole un escalofrío a cualquier persona que no fuera yo; que ya no haya visto sus pasos y acciones en una ocasión.

Me acerco al espejo con total normalidad, la tenue luz de un bombillo me hace ver a los guardaespaldas amarrados y amordazados en una esquina a través del reflejo. Simplemente suspiro, al menos pude apartar a Edward de esto al asignarle una misión a las afueras del establecimiento. Me quito la boina y dejo caer el chaleco de mis brazos.

Aunque, antes de hacer otra acción, mi cabeza ya está obligada a estar ladeada a través de un fuerte agarre a mi cabello. Mi cuello está al descubierto, y la persona que ejerce la fuerza sobre mí lo aspira con gusto.

Duele. Pero no tanto a lo que estoy destinado a vivir.

— Espero que estés listo para enfrentar tu destino, Augustus— susurra la vampira que no es más que una marioneta del líder. Sé que trata de verse siniestra, terrorífica e inquebrantable. Pero yo soy una de las personas que ha visto su verdadera faceta. Sin embargo, me guardo el comentario.

— Estoy listo, Christine.

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