Prometo encontrarme © (Comple...

By DominusNano

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Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces... More

BIENVENIDO (A)
SINOPSIS
DEDICATORIA Y REPARTO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 | La Bienvenida.
Capítulo 2 | El Trauma.
Capítulo 3 | Los Sprause.
Capítulo 4 | El dibujo.
Capítulo 5 | Madre Nonna.
Capítulo 6 | Lo improbable.
Capítulo 7 | El castigo.
Capítulo 8 | Las indirectas.
Capítulo 9 | La fiesta.
Capítulo 10 | La advertencia.
Capítulo 11 | La apariencia.
Capítulo 12 | El amor.
Capítulo 13 | El ministerio.
Capítulo 14 | Bajo la lluvia.
Capítulo 15 | Los ojos rojos.
Capítulo 16 | La cita.
Capítulo 17 | Lo siento.
Capítulo 18 | Los adjetivos.
Capítulo 19 | Los nanorobots.
Capítulo 20 | Disfraz.
Capítulo 21 | Luciérnagas.
Capítulo 22 | Cigarrillo.
Capítulo 23 | El cazador.
Capítulo 24 | Sucesos nocturnos.
Capítulo 25 | Dejar ir.
Capítulo 26 | Asimilando.
Capítulo 27 | Huérfano.
Capítulo 28 | Provocar.
Capítulo 29 | Vínculo.
Capítulo 30 | Fetiche.
Capítulo 31 | Retener.
Capítulo 32 | Dependencia.
Capítulo 33 | Tatuaje.
Capítulo 34 | Multifacético.
Capítulo 35 | Pacto.
Capítulo 36 | Entropía. (Parte I)
Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)
Capítulo 38 | Dones.
Capítulo 39 | Garu.
Capítulo 40 | Irregularidad.
Capítulo 41 | Tres personas.
Capítulo 42 | Ni Rey ni Reina.
Capítulo 43 | Parte de algo.
Capítulo 44 | La penúltima máscara.
Capítulo 45 | En la mente.
Capítulo 46 | Pertenecer.
Capítulo 47 | El futuro y el pasado.
Capítulo 48 | El juego final.
Capítulo 49 | Estrellas.
Capítulo 50 | Ayuda.
Capítulo 51 | Pasos.
EPÍLOGO.
AGRADECIMIENTOS
Capítulo Extra | Ethan.
Capítulo Extra | Colton.
Especial de San Valentín.
🌙 OTRAS OBRAS 🌙
🌙 CURIOSIDADES 🌙

Capítulo 37 | El juego.

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By DominusNano

Especial del juego (1/3)

~~•~~

Los días restantes en la ciudad fueron gratificantes, con Daniela recorrimos muchos más lugares de los que tenía en mente que existían. Los museos fueron la atracción favorita de la vampira, y tal parece que se sintió inspirada con cada monumento u obra de arte que se representaba en cada uno de ellos. Vimos pinturas famosas, también esculturas, y las fantásticas veredas tampoco faltaron en nuestra estadía. Es difícil establecer un nombre para cada zona a la que fuimos, y mi carente dominio del idioma tampoco fue que ayudó mucho.

No obstante, sé que será un momento que recordaré, y aspiro volver pronto con al menos un superficial conocimiento del francés, para interactuar más a fondo con los habitantes y saber lo que están diciendo no sólo por sus expresiones, para poder sentir más a fondo su cultura.

Todo fue, sin duda alguna, magnífico.

Pero tuvimos que volver a la realidad del pueblo.

No fue hasta tres días después de la fiesta, que tuvimos que regresar a Bennys Hills, despidiéndonos de Yumi y su padre al salir del hotel, agradeciéndole una y otra vez a la Doragon por lo que hizo en aquella ilusión, y felicitándonos ambos por lo bien que salió la fiesta al final. Los Sprause y mi pequeña familia nos fuimos juntos al aeropuerto, y nos tuvimos que despedir con lágrimas en los ojos de Tía Sam porque ella se iría directamente a New York, y su vuelo salía primero que el de nosotros. Sin embargo, nos prometimos vernos pronto.

La familia de Daniela, mamá y yo, nos fuimos en un mismo vuelo, teniendo en cuenta que sería Nicholas quien nos recibiría en el aeropuerto de Oregón. Augus fue el único que se quedó en París, porque, según él, aún tiene cosas en las que representar a su papá; como fiestas, almuerzos elegantes, presentaciones de proyectos con socios, nada relevante que un chico de dieciséis años, con gran coeficiente y valor, no se pueda encargar. Agregando que iba aprovechar su estadía en Europa para ser un modelo de una línea de ropa muy famosa en Milán.

Me di cuenta de que el pelirrojo es muy trabajador, o se esfuerza mucho en dar la imagen que su papá quiere. Es algo muy especial en su actitud, porque la misma ayuda a reducir el trabajo de su padre. Augus pidió permiso de una semana y media en el instituto, por lo que se pudo salvar, de momento, de todas las actividades que se nos están asignando a nosotros, ya que, a diferencia de mi amigo, nosotros no teníamos previsto quedarnos más del fin de semana en París, pero tal parece que la diversión nos gobernó, y ahora debemos pagar las consecuencias de nuestros actos de malos estudiantes.

Claro que, a los Sprause, excepto a Luke, no se les hizo tan complicada la cosa, ellos de seguro ya estaban acostumbrados a las mismas actividades de siempre. Yo, sin embargo, miraba con furia el montón de tarea que se me acumuló, con la esperanza de que se desintegrara o que se cumpliera mi deseo de que el profesor se le haya olvidado pedirla.

Ninguna de las dos opciones sucedió, y tuve que ponerle empeño a pesar de las adversidades. Y con eso último me refiero a la vampira que ha de estar asechándome desde las sombras.

Los Sprause tratan de corregir eso, yo lo sé, los veo o detallo a cada instante observándome, dentro o fuera del instituto. A veces alguno de ellos me persigue, o Daniela pasa un momento conmigo, que, a pesar de que me siento augusto por las últimas cosas que nos han sucedido, no dejo de pensar que ella lo hace para protegerme. Aunque no es la única que me acosa, Drake también los hace, pero fuera del instituto. Él literalmente se ha convertido en mi sombra, con la misma función de que mis ojos a veces no lo captan, pero sé que está vigilándome, y sólo me guiña un ojo cuando lo descubro en un tejado de alguna casa, o en la copa de un árbol.

Ellos no me lo quieren decir directamente, pero sé que me he convertido en la carnada. Christine, a pesar de su habilidad de esconderse en el bosque y no haber regresado al instituto, no atacará al libre albedrío, ella vendrá por mí, yo soy su objetivo, y los Sprause tratan de usar eso a su favor. Pero, a la vez, tratan de respetar mi intimidad.

Y no lo están logrando, porque me hacen sentir inseguro. Pienso que en cualquier momento puedo estar en un bosque a través de otra ilusión, o que mi curiosidad pondrá a prueba mi sentido de supervivencia, o que el miedo a una situación desconocida no me dejará reaccionar. Pero, a pesar de eso, camino con normalidad en las calles del pueblo, repitiéndome una y otra vez que estaré bien y confiaré mi destino a mis pocas destrezas y a las de los Sprause. Convirtiéndome en carnada daré ayuda, y no me sentiré tan inútil.

Trataré de hacer esto bien.

Por otro lado, en estos días me he esmerado en poner a prueba y rectificar por mí mismo algunas de las palabras de Daniela, entre ellas, los cazadores en el instituto. Mi sentido perspicaz ha estado más agudo que nunca, viendo y escuchando todas las acciones de los estudiantes. Y, sin duda, me he dado cuenta de un incremento de atención en mí en los últimos momentos.

Desde que llegué al pueblo siempre creí que las atenciones de las personas recaían en mí porque yo estaba dispuesto a romper el aura misteriosa de los Sprause. Y eso, en parte, fue cierto. Pero no capté el tipo de sentimiento que pasaba por sus miradas al observarme; unas lo hacían con admiración, otras con envidia, otras con odio, otras con cierta curiosidad, y un pequeño grupo lo hacía con lástima.

Pongámosle atención a ese pequeño grupo, ya que ese sentimiento no cabría aquí, a menos de que ellos vieran el futuro más probable de lo que me pasaría si me juntara con cierta familia. Un futuro que ellos idealizaron por lo que supuestamente han visto, y que tiene que ver con colmillos, sangre, y mi cuerpo sin vida tirado a mitad del bosque. Ellos, sin duda, le tienen lastima a mi muerte por sólo ser un curioso más, y que recibirá las consecuencias de sus actos.

Ese era el grupo de cazadores, estudiados y amaestrados seguramente por el Clan Waters o sus allegados, y quizás tengan órdenes de vigilarme por si mi caída signifique el inicio de la guerra entre especies.

Y eso no ayuda en nada a mi inseguridad, al contrario, la empeora, ya que ahora poseo una presión más, agregándole también mis actividades rutinarias y los impulsos psicópatas que tienen los profesores en mí de repente. Y con eso último quiero hacer un gran énfasis en el señor que tengo justo ahora delante de mí.

Se supone que estoy en la clase de educación física, pero ni siquiera estoy en la cancha, nunca la llegué a tocar, y en definitiva no estoy estirando con mis compañeros en este momento. El profesor Simonetti, aquel que llaman el demonio en persona, me ha jalado literalmente a su oficina, impidiendo mis opciones de huida. Aunque, en realidad, desde que pasó lo de mi bienvenida, él no se ha esmerado en hablarme, sólo se limitaba en darme indirectas para que yo mismo terminara de entrar en el equipo de fútbol americano. Tal parece que se cansó de ser ignorado por mí, y ahora su única alternativa es persuadirme.

El viejo, que se esmera en parecer joven, coloca ambos codos en su escritorio y entrelaza los dedos de sus manos mientras me intimida con su directa mirada. Él no ha hablado desde que entramos, tampoco cuando me arrastró. Su atuendo deportivo está intacto, y el silbato de su cuello brilla a efecto de la luz amarillenta de este lugar que no huele más que a desesperación y miseria, decorado con alguna que otra copa que debe de ser más vieja que él mismo, ya que tengo el conocimiento de que este grupo no es lo suficientemente bueno para conseguir una.

Estaba nervioso, era la primera vez que estábamos solos en un lugar cerrado. Me sentía como un simple ratón que sería devorado por depredadores.

— ¿Cuánto quieres?— no me esperaba que rompiera el mutismo tan sorpresivamente, y por eso me sobresalté. Su voz era gruesa, fría y calculadora, como aquellos empresarios de novelas de televisión que son malos y diabólicos. Sin embargo, y a pesar de todo, me esforcé en captar lo que me decía.

— ¿Cuánto quiero de qué o qué?— pregunté de vuelta, confundido y algo estupefacto.

— ¿Cuánto quieres por jugar?— concretó lentamente, entrecerrando los ojos en el camino, y esperando internamente su grito. Por otro lado, su sentido de la persistencia iba a algo muy elevado cuando me ofrecía esa clase de cosas.

— ¡No quiero dinero!— reaccioné, de una no muy bonita manera. Sentía que estaba haciendo algo muy ilegal aquí, aunque irónicamente no tiene nada de peligro en comparación a las cosas que he hecho—. Lo siento, es que yo no trabajo.

— Ah, ¿Entonces quieres hablar de becas de estudio?— trata de deducir, y su ambición no le deja ver que lo único que quiero es escapar de aquí y reencontrarme con la vampira que, según, me tiene algo muy especial aguardando—. Bien, también puedo conseguirte algunas cuantas opciones en las mejores universidades.

Sé que eso no sonaba para nada mal, y asegura un futuro excelente para mí, pero no quería aceptar nada de este señor, teniendo como contraparte el hecho de que tendría que pagarle con un deporte que no me gustó. Sí que quería una beca, es decir, ¿Quién no la querría? Pero quiero conseguirla por méritos propios, y no lamiéndole los pies a un profesor que lo único que le preocupa es su codicia y su mal trato a los jugadores. Él de seguro estaba acostumbrado a que las personas le dijeran que sí, su sonrisa victoriosa me lo demostró mientras yo dudaba en aceptar la oferta.

Quise efectuar ese cambio en él.

— No, lo siento, profesor. Mis destrezas no están a la venta— dictaminé, y su sonrisa bajó, los músculos también se le tensaron. Esa máscara dominante volvió a aparecer en él, y no me importó, a pesar de que sufriría los resultados luego—. Debería en concentrarse en los jugadores que tiene ahora y no tratar de convencer a un novato con suerte de principiante.

Él se levanta de su silla, y golpea el escritorio con sus nudillos en el trayecto, permitiéndome cerrar la boca de golpe.

— ¡Error! ¡Nadie declina mis ofertas!— sus famosos gritos volvieron a aparecer, no pudieron aguardar en su garganta por mucho tiempo—. Creí que hablaba con un verdadero hombre, con alguien que podría ser un campeón. Pero, en efecto, hablo con un novato con síndrome de mamitis aguda.

Eso, más que indignación, levantó mi furia. Tengo en cuenta que me dejo influenciar mucho por mamá, pero en esta ocasión la decisión es mía. Y si hago lo que ella dice, es por hacerla feliz, por no defraudarla, por no hacerla pasar los mismos sentimientos negativos que tuvo con la muerte de papá. Yo no quiero fallarle, no quiero dejar de ser el pilar en su vida, siempre le hago las cosas más fáciles para aparentar ser un buen hijo. Yo la protejo a ella, guardo secretos por ella, y atesoro cada minuto con ella porque la vida me ha demostrado que tengo que cuidar a la poca familia que tengo.

— ¿Sabe qué? Me cansó— zanjé, levantándome al igual que él y enfrentándomele a la cara. No estaba tan furioso como aquella vez con el padre de Thomas, pero sin duda mis sentimientos en este momento no eran sanos—. No hable de mi familia como si la conociera, y en definitiva no trate de usarlos contra mí, porque orgulloso soy de lo que me he convertido gracias a ellos. Es mejor que se concentre en lo que debe, y buscar otras alternativas de ganar su inútil copa vacía, no teniendo la esperanza de encontrar su oportunidad en un chico que sólo entró al campo para cumplir una meta. Piense con la cabeza y no los músculos, profesor, quizás así tenga una mínima posibilidad de ganarle a algo, aunque la victoria no siempre es victoria, por más que quiera pensarlo. Que tenga un feliz día, y recuerde que trate de cambiar sus estrategias.

Y, con eso, salí como bala de la oficina con olor a sudor de mono, antes de que toda valentía reunida se vaya de mí, y sea reemplazada por un descontrol tan grande, que sólo se calmaría si le diera al profesor con una pala para luego enterrarlo.

¿Quién se creía que era? No puedo creer que haya usado un arma tan baja como esa. Pero espero que, con mis palabras, por fin calme su persistencia para unirme al grupo de fútbol, porque ahora en definitiva no lo haré. No lo soportaré más de lo debido, me limitaré a ir a la cancha las veces que dicte mi horario y aguantaré sus gritos sólo porque es una nota más. Y si llego a tener una beca a base de mis méritos, se lo restregaré en la cara.

Sí, así de infantil soy.

Las horas del día fueron pasando después de esa situación tan inoportuna, y, en efecto, tuve que ejecutar todo lo que el profesor Simonetti me decía en su clase. Y, cabe recalcar, que se enfocó mucho en mí para torturarme, pero con suerte pude romper todas las barreras que él me impuso. Después tuve otras clases, nada que fuera relevante, salvo el recordatorio del director de que se acerca el teatro de primavera.

Recuerdo que Augus en un inicio me mostró un teatro que había al lado del instituto, y me dijo que había obras cuyo interés era mayoritario en el pueblo. Los estudiantes hacen una obra por cada estación climática, y era turno de los de último año para organizar la que se acercaba. La participación de cada alumno en el nivel era imprescindible, y el tema era el que nosotros quisiéramos escoger, siguiendo, por supuesto, las normas integrales de la institución. También nos daban para elegir si lo queríamos hacer en grupo, pareja, o un simple monólogo. Lo importante era que teníamos que estar encima de ese escenario en aquella noche tan especial para los pueblerinos cuya emoción los impulsaba a salir de sus casas a esas horas del día, sin pensar en los peligros que asechan el pueblo.

Y yo no tenía ni la más remota idea de qué hacer.

Consideraría huir esa noche, pero el director se encargó de que ese teatro sea requisito extracurricular para graduarnos. Tenía todo calculado para escuchar nuestras quejas, pero ya no había marcha atrás. Tendré que rogar que a mi mente se le ocurra algo para ese día entre tanto desastre.

Me desplazo hacia la salida del instituto, y, a diferencia de los demás días desde que llegué a la ciudad de París, mi bolso está liviano porque dejé los libros en el casillero a consecuencia de que mi destino de la tarde no era mi casa, sino a la de los Sprause. Esa era una parte de la sorpresa que Daniela me tenía preparada, la otra no me la quería decir, pero me dio la pista de que me mezclaría de alguna forma agradable con los de su especie. Y eso no hizo más que elevar mis ansias.

La detallo entre el cúmulo de personas que iban de aquí para allá, debido a que siempre las personas se apartaban un grado de ella, como si fuera su aura sobrenatural la que los espantara, lo cual producía que se distinguiera entre tanta gente. Daniela se encuentra justo al lado del cartel colgante que recuerda el gran día del teatro, cuyo diseño se representaba especialmente por una luna roja en el centro, y las letras cursivas que indicaban los días que faltaban para la obra, que, curiosamente, caía la misma noche donde dicho color de luna se demostraba, dando un toque más importante y único a la situación.

— ¿Tienes algo pensado para la gran noche?— indago cuando llego a ella, haciéndole seña al cartel que tiene al lado.

Daniela sólo frunce los labios al verlo mientras nos disponemos a caminar hacia la salida.

— Nada en específico, creo que lo haré con mis hermanos. A Aris de seguro se le ocurrirá algo. Puedes unírtenos, si quieres— propone, y, antes de siquiera contestarle, ella levanta un dedo hacia mí, mirando hacia ambos lados por si alguien nos veía—. Aunque, antes de tomar la decisión, considera que, la última vez que nosotros hicimos esto, Luke perdió la zapatilla de Cenicienta y Lydia terminó usando la tortilla de un taco al final. Agregando que Julián no cabía en el traje de ratón porque antes de eso se rehusaba a usarlo, el traje de la madrastra me quedaba grande y la pintura que me echaron en el cabello era permanente y me costó quitarla, a Aris la terminó siguiendo un séquito de perros salvajes cuando terminó la obra y aún así llevaba el traje de Lucifer a las afueras del teatro, a Luke…

— Sí, ya caí en cuenta que no son buenos controlando los efectos secundarios de una obra— la interrumpí porque la lista parecía no acabar. Ambos nos estábamos montando en el auto de la vampira, uno muy moderno considerando que ellos no lo necesitan más que para aparentar—. Igual creo que me arriesgaré, es mejor que hacerlo solo. Si Thomas despierta de aquí a allá, también lo arrastraré y lo hundiré conmigo.

Ella ríe ante eso, pero pude deducirla como una amarga y sin sentido de diversión. Aún le debe de costar asimilar lo que le pasó al rubio, incluso más que a mí.

— ¿Y cómo vamos con eso?— cuestiona mientras salimos del estacionamiento del instituto repletos de autos. Algunos de sus hermanos tienen autos por separados, aunque consideraría que ellos ya salieron, ya que no vi a ninguno—. ¿Has visto mejora en Thomas? Tengo tiempo sin ir. Ya sabes, para que los cazadores no me vean como una amenaza.

— Sus heridas ya cicatrizaron y los golpes ya van sanando de apoco, pero hasta donde sé, aún no ha despertado— eso, en realidad, me lo dijo mamá. Yo no he visto a Thomas desde que le grité a su padre, todo por miedo a volvérmelo a encontrar con una metralleta apuntándome. Pero eso no significa que lo olvidé, a veces voy a la clínica con la excusa de que le hago compañía a mi madre, cuando en realidad así siento que estoy más cerca del rubio, a pesar de que no he pasado a su habitación—. Espero que lo haga pronto, ya me hace falta.

— Extrañamente, a mí también— concuerda, y mi memoria sobre este pueblo me hace identificar que vamos hacia una vía rodeada de profundo bosque. Aunque la duda con la que apretaba Daniela el volante me hizo olvidarlo por un momento—. A Lydia la atacaron cazadores en el bosque cuando nosotros íbamos despegando a París, ella estaba con Dylan en ese momento.

— ¡¿Qué?!— exclamé, tuve que girarme a ella para verla directamente mientras manejaba—. ¿Y el Pacto?

— Descuida, mis padres no hicieron nada al respecto. Consideraron que esa era la venganza por lo que le hizo a Thomas. Con suerte, los cazadores se quedarán en paz— reconforta, regalándome una de esas sonrisas que dicen que todo está bien; que no hay una vampira asechándome, que Thomas no está inconsciente en una clínica, que no tengo que hacer el ridículo en una obra, y que no hay un entrenador que me provoca todo clase de dolor en mi cuerpo debido a los múltiples ejercicios físicos que me pone a hacer en la clase—. Lydia está bien, pero estaba inconsciente al momento en que los cazadores atacaron por una bala especial diseñada para afectar a los de nuestra especie. No sabe cómo escaparon, y Dylan está demasiado afectado sobre el suceso para decirnos. Aunque él aún sigue siendo un neovicio, por lo que no los atacó. O, si lo hizo, pudo controlarse muy bien.

Me cruzo de brazos y vuelvo a mirar al frente, impresionado ante el hecho. Es cierto que en un principio le quería intentar hacer daño a Lydia por lo que hizo, pero ese sentimiento fue disminuyendo gracias a las palabras que Daniela me brindaba. Y, ahora calmado, no puedo dejar de sentir una pisca de preocupación por ella, y también por el inocente hermano menor. También estoy algo aliviado porque la guerra que tanto impido venir, no ha llegado por otras vías aún más estrechas, como lo es la venganza. Y de verdad espero que se mantenga así.

— Me alegra de que estén bien— logré emitir, sorprendiéndome a mí mismo en el trayecto.

Llegamos a la vía donde el bosque nos rodea. No era la misma zona en donde atropellamos a la vampira, pero estábamos cerca. Cuando creí que saldríamos del pueblo, ella cruza hacia un camino donde el asfalto carece y es dominado por tierra. El camino es estrecho, y las pequeñas montañas que se presentan tambalean el auto en varias ocasiones, dejando un camino de polvo atrás. La naturaleza también es perseverante aquí, considerando que esto debe de ser terriblemente oscuro de noche.

— Sabes, hay mejores formas de secuestrarme que esta— bromeé, observando aún más mi camino al infierno. Se podía escuchar los sonidos de los pájaros en la lejanía—. Podías violarme en un motel y luego asesinarme, por ejemplo. Al menos mi espíritu se sentiría satisfecho.

— Ya quisieras— murmura, aunque no pudo ocultar la chispa divertida de su rostro.

Finalmente, cuando creía que llegaríamos a la nada, otra carretera más decente apareció a nuestra vista. Pero no era una vía, es más bien un estacionamiento al aire libre que aguardaba dos autos y una camioneta. Pude identificarlos como los automóviles de los Sprause. Y, cuando llegamos a ellos, detallé una casa que estaba al lado, donde grandes árboles le brindaban un poco de sombra. La naturaleza del bosque inclusive prevalecía aquí.

— Llegamos— confirma Daniela—. Siento a mi familia en el terreno trasero de la casa, deben de estar esperándonos.

Ambos nos bajamos del auto cuando ella lo estaciona junto a los otros automóviles, a la vez que algo taladraba mi cerebro.

— ¿Esperándonos para qué?— cuestioné con una ceja arqueada, estirando cada parte de mis músculos para que me dejaran de doler por culpa del entrenamiento anteriormente hecho. No surgió efecto alguno, así que tuve que soportarlo.

— Para el juego— responde ella, caminando de espaldas a la casa mientras me dirigía esa sonrisa llena de complicidad—. Esa es la sorpresa.

— ¿Juego? ¿Qué clase de juego?— indagué, ahora algo disgustado—. Antes de que digas que es algo deportivo, por favor considera que me acaban de sacar el alma en la clase de educación física debido que enfrenté al profesor.

— No te preocupes, será divertido— instó—. Es un juego algo común y corriente, pero le agregamos nuestro toque.

Bien, si con eso quería llamar mi atención, no quiero admitir que lo logró.

Entramos a la ansiada, por mí, casa de los vampiros, que no es más que una recreación clara y precisa del dibujo que Daniela hizo aquel día en mis inicios en el pueblo. Sólo que, en esta ocasión, los colores perlados, y toques de sus derivados, estaban vívidos en las paredes, y las ventanas panorámicas resplandecían con la tenue luz del cielo nublado. Por dentro no es algo del otro mundo tampoco, la sala de estar es espaciosa, hay una escalera que debe llevar a las habitaciones, y más allá de la planta baja debe de encontrarse la cocina. Es grande el lugar, no tanto como la mansión de Augus, pero eso no significa que el ambiente sea agradable.

Lo único diferente y extraño que puedo encontrar aquí, es la zona en donde la casa está ubicada. Aunque supongo que desde aquí nadie puede ver lo que ellos hacen en las noches, y, por ende, no descubrirán o sospecharán de lo que son. Además de que todo debe de ser más relajante aquí, y de alguna forma sí obtienen energía eléctrica, por lo que no debe de ser tan oscuro como había concluido en un principio.

Mientras mi mirada divaga en todas las cosas que representa la sala por si encuentro algo más interesante, mi mente y cuerpo se quedan enganchados en un gran cuadro que cubría la mayoría de una de las paredes. En él, se podían detallar una gran cantidad de fotos de diferentes tamaños, tomadas con diferentes cámaras de distintas calidades y colores antiguos. Había sin color, blanco y negro, de ese que parecía color café, colores opacos, colores vívidos, y luego se mostraban algunas de alta calidad. Lo más capcioso de todo, es que en todas se representaba a la familia Sprause, y sus atuendos iban conforme a la época en las que debieron ser tomadas las fotos.

Creo que esto sería del agrado de un museo, junto con las exposiciones de las evoluciones de las cámaras. Aunque también existen algunos que otros retratos hechos a mano, que debieron hacerse debido a la ausencia de la cámara en dicha época. No obstante, en esos dibujos no aparecía toda la familia. Dylan y Aris sólo aparecen en las más recientes, y Drake en algunas cuantas. Incluso puedo ver una en donde se encuentra Ethan, quien alzaba en sus hombros a un niño de brillante e inocente sonrisa, y cuyo cabello rubio resplandecía con el flash de la cámara. A ese pude identificarlo como al pequeño Thomas.

— A mamá le gusta guardar los recuerdos. Aunque cualquier extraño podría sospechar si llega a entrar aquí— explica Daniela cuando se da cuenta de mi profunda mirada. Ella sólo me despista cuando agarra mi mano y me arrastra fuera de la sala de estar, me lleva justo al lado trasero, pasando por la cocina en el trayecto—. Empezaremos el juego, sabes que algunos no les gusta esperar tanto.

— ¿Y a qué jugaremos?— caí en cuenta mientras observaba el gran claro oculto que escondía la casa a sus espaldas, lleno de una tierra fértil y húmeda. Los árboles nos rodeaban, y a sus pies se encontraban algunos arbustos, e, inclusive, podía detallar unos que tenían lo que parecían frutas. Los miembros de la familia de vampiros se encontraban allí, y no pude ignorar el hecho de que todos cargaban cámaras digitales colgadas en sus cuellos.

— A las escondidas— responde ella y, antes de volver a preguntar, el estruendo agudo de un silbato se escucha por toda la zona.

Margaret, vestida de lo que creo es un árbitro de fútbol, lo sonó. Y en su rostro podía ver la misma chispa autoritaria que tuvo el entrenador esta mañana con nosotros.

— ¡El juego comenzará, todos estén listos!— avisa la madre mayor, y los pollitos de sus hijos le hacen caso, reuniéndose en un círculo alrededor de ella. Bueno, o al menos en su mayoría, porque Julián se le acercó a Drake, quien peleaba e insultaba a la cámara porque creo que no sabe cómo se usa. Sus habilidades multifacéticas se le fueron al abismo en este momento. No obstante, tuve que restarle importancia cuando siento la mirada de Margaret en mí—. Me agrada que quieras jugar con nosotros, Adam. Aseguro que te divertirás.

Pude ver cómo Nicholas se le acercaba a Daniela para pasarle una cámara digital a través de su cabeza y aguardándolo en su cuello. También le dio un papel doblegado de forma ordenada y pulcra. La vampira lo desplegó, y pude detallar que era una lista que ella leía con rapidez.

— Gracias por recibirme, a mí también me gusta estar aquí, se siente bien estar en un nuevo territorio— le sonreí de vuelta. Luego me les dirigí a todos en general—. Aunque, ¿Alguien me puede explicar las reglas del juego? Es que mi concepto del escondite no incluye cámaras.

Dylan fue el que levantó la mano, como si fuera un alumno y yo el profesor. De verdad se veía persistente en darme la respuesta, y eso sólo provocó que Lydia rodeara los ojos por su actitud. La chica de cabello azul le sigue molestando mi presencia, pero al menos ya no me quiere matar con la mirada. Y espero de verdad que eso sea algo.

Con un asentimiento, le di la palabra al vampiro menor.

— Bueno, este juego principalmente fue modificado por mí— menciona con emoción, y casi veo cómo da pequeños saltos en su sitio—. Básicamente, cada uno de nosotros tendrá una lista con diez animales que merodean por el bosque. Nuestro objetivo es encontrarlos y tomarle una foto a cada uno hasta llenar la lista que se nos pide. Toda clase de habilidad sobrenatural está permitida, pero no podemos sobrepasar nuestro territorio, que incluye el Valle Bitfrots, y las Montañas del Águila.

— Pero que la palabra «sobrenatural» no te engañe, algunos animales son difíciles de hallar, incluso para nosotros— prosigue Margaret, enseñándome el cronómetro que sosteniente en su cuello—. Se llama escondite, porque los animales se esconden, no nosotros. Hay un límite de veinte minutos en los que transcurre el juego, si este llega a cero y nadie ha completado la lista, entonces ganará aquel que tenga más animales encontrados. No obstante, si alguien la llena en el tiempo establecido, ganará. Debe haber un árbitro con una vista estupendamente antinatural para que se asegure de que nadie haga trampa, y también para que avise cuando el juego termine, o sea, mi persona. Las cámaras poseen una luz roja, cuando apriete un control remoto y la luz cambie a verde, entonces el juego habrá culminado.

Yo asiento, asimilando la información. Luego me siento algo incómodo en mi sitio, porque literalmente estoy en un nuevo territorio y no tengo la más mínima idea de qué hacer. Sólo espero que esto no salga mal.

— De acuerdo— suspiro mientras me llevo una mano a mi cabello—. ¿Y en dónde está mi cámara?

— Tú jugarás conmigo. Te cargaré o caminaremos, como sea, el punto es completar esta cosa— avisa Daniela mientras señala la lista, y una inquisitiva ceja se alza hacia ella—. ¿Qué?

— ¿Por qué no juego solo?— cuestioné algo abrupto, puesto que, en ese mismo instante, me sentí como un niño. No puedo creer que hasta para jugar necesite ayuda. Busqué apoyo en los demás miembros, pero todos estaban con la cabeza gacha—. Oigan, ustedes desprestigian las habilidades de un ser humano. Sé que no soy alguien físicamente súper desarrollado como ustedes, pero eso no significa que no tengamos determinación— insinué, y ahora ellos se sintieron incómodos. Vi cómo Nicholas sostenía dos cámaras más en sus manos, y vacilaba entre darme una o no. Por eso, con respeto, se la quité—. Les demostraré que puedo darles competencia.

Sentí el protestar de la castaña mientras me pasaba la cámara por mi cuello, pero sorprendentemente alguien estaba a mi favor en este lugar.

— Déjalo que juegue— apoyó, increíblemente, Julián, quien se estaba uniendo al grupo junto con Drake. Esa sonrisa de superioridad que tenía en el primer día del instituto, está más radiante que nunca en su rostro—. Al menos, si se cae, puedo tener una foto para la posteridad.

Claro, él siempre tenía que sacar algún tema de burla hacia mí. Pero, como aquella vez, tampoco me quedé callado, fingiendo una sonrisa igual o mejor a la de él.

— Me verás caer, pero encima de tu inminente derrota.

— Admiro tu valentía por enfrentarte a alguien superior a ti en distintas forma— admite él, pero ese tono burlesco que usa con brazos cruzados sigue ahí. Y me molesta, aunque no lo demuestro.

— Y eso sólo hará que mi victoria sea más gustosa, porque tendrás en mente que un chico inferior a ti en distintas formas te ganó— rebatí, y en ese punto no pude seguir hablando porque el tacto de Daniela en mi pecho me lo impidió. Ni siquiera me había dado cuenta de cuán cerca estaba de Julián cuando ella lo hizo.

— Ya basta, ambos— nos dijo, y tuvimos que separarnos por inercia. Aunque ambos seguíamos sosteniendo el concurso de la sonrisa competitiva. Sentí el dudar de la vampira cuando se volvió a situar a mi lado, luego un suspiro salió de sus labios, y tuve que mirarla directamente—. Bien, jugarás. Pero te buscaré un transporte, lo quieras o no.

Y, dicho eso, ella camina lentamente hacia el borde del patio trasero, y luego se adentra con rapidez hacia el bosque, perdiéndola de vista entre la pared de naturaleza pura. De ella sólo quedó la presencia de la ráfaga que provocó al correr, porque de su presencia física no había rastro. Sólo los Sprause parecían poderla ver.

— ¿De qué habla? ¿Qué transporte?— le pregunté directamente  la familia, pero tal parece que ellos estaban muy entretenidos a través de su vista desarrollada con lo que sea que Daniela esté haciendo en este momento. Por eso quise acercarme lentamente hacia el lugar donde ella desapareció, y los comentarios posteriores de la familia de vampiros sólo me estaban incitando a seguir haciéndolo. 

— No la atacó.

— ¿No creen que ella esté…?

— No creo que pueda.

— La están subestimando, su voluntad es fuerte.

— Pero no podrá hacerlo por siempre.

— Puede descontrolarse.

— Como también puede acostumbrarse.

No entendía nada de lo que ellos estaban diciendo, parecía una clase de código. Y por supuesto que quería saber qué era lo que hacía la vampira para hacer de canal de entretenimiento de su familia. La curiosidad estaba controlando mi cuerpo en ese preciso momento.

Y fue mi error número quinientos en este pueblo.

De pronto y de la nada entre la profundidad del bosque, salió algo que no pude detallar en ese instante. Pero era fuerte, grande y pesado, lo suficiente para tirarme al suelo junto con toda la valentía que creía poseer, siendo reemplazado por un profundo miedo al visualizar unos grandes y filosos colmillos a centímetros de mi rostro. De su garganta salía un aliento algo pestilente, pero aceptable, aunque eso pasó a segundo grado cuando lo escuchaba gruñir conforme a su respiración.

Todo en mí se detuvo, me quedé paralizado ante la incertidumbre de lo que ocurriría a continuación. Y sólo cuando vi a la chica que estaba encima de la criatura, pude recostar mi cabeza en el suelo para captar lo que sucedía. Lo primero que detallé, luego de sus dientes, fue el pelaje rallado que poseía, era de color naranja y negro. Lo siguiente fueron sus particulares ojos de profundidad mostaza, junto con la peculiar pupila característica de un felino. Su cabeza era circular y su hocico sobresalía un poco, teniendo en la punta su nariz húmeda y de color negro puro.

Era un tigre.

Un maldito y peligroso tigre.

Aunque, bueno, no tan peligroso porque sigo vivo.

— No te desmayes, aunque sea déjame explicarte— dijo la domadora que seguía encima de él. Daniela me miraba con una sonrisa divertida, y yo me hice como el que aquí no pasó nada y casi no caigo a segunda mejor vida. Claro que mi piel pálida denotó mi miedo—. Está controlado, no te hará daño. Será tu compañero en el juego.

— ¿Cuál es tu definición de controlado?— indagué por mera curiosidad, observando aún con desconfianza el animal. Llevé mis ojos hacia sus patas, las cuales sostenían mis manos y en ellas sobresalían unas filosas garras. Eso no ayudó mucho—. Porque déjame decirte que en los circos siempre recalcan que sus animales están domados, y en algunas ocasiones se demuestra todo lo contrario. No quiero que ocurra una de esas ocasiones.

— Eso es porque ellos lo controlan humanamente— explica, acariciando la cabeza del animal. El tigre no se inmuta, sigue mirándome—. Yo lo controlo sobrenaturalmente.

— ¿Cómo es eso posible?— dudé.

El tigre se quitó de encima de mí, y se colocó a un lado mientras Daniela se bajaba. Se me hizo imposible no verla como en aquella ocasión en la mansión Sprayberry, sólo que esta vez no era la jinete de un caballo. La vampira sólo se limitaba en hacerle señas al animal para que este se sentara o se recostara en el suelo. Ni siquiera le hablaba, demostrando que en efecto tenía un gran dominio sobre él.

¿Acaso es algo así como su mascota?

— No lo es. Nada lo es, de hecho— responde ella a mi cuestionamiento anterior, desplazando su mirada del tigre hacia mí en varias ocasiones. Sé lo que quiso decir con eso y, aún echado en el suelo, negué rotundamente—. Oh, vamos, Adam. Él no te hará daño. De quererlo hacer, ya lo habría hecho.

— No lo hace porque ustedes están aquí— señalé, ahora arrodillándome ante el fiero animal. Podía ver esa mirada del mal en él, aunque a través de otros ojos sólo se podía notar que el tigre miraba una mariposa.

Quizás si esté exagerando un poquito.

Daniela tiró de mí ante mi desconfianza sobre el animal. Y, cuando me di cuenta, ya estaba encima de él, rígido como una roca. El tigre aún no se había levantado, pero, cuando lo hizo, tuve la necesidad de salir corriendo de aquí.

Pero no lo hice.

¿Saben por qué? Porque no quería admitir que quizás no me podía acostumbrar a esta naturaleza, lo cual era sumamente necesario para seguir estableciendo lo que quiero con la vampira. También, en menor presión, por la bendita sonrisa victoriosa que cargaba Julián.

A él le pareció divertido. Y a mí me molestó aquello. Tanto, que me sostuve con fuerza de la melena del tigre. Aunque no la apreté tanto, puesto que algo de humanismo aún quedaba en mí, y consideraba que el tigre me podía comer si le jalaba el pelaje. El felino era enorme. Apuesto que, si se llegara a poner en dos patas, me llevaría unas dos cabezas. Mis ojos también pudieron captar por un segundo el extraño movimiento que hacía su cola, como si estuviera cazando, pero no mira un lugar en específico.

— Bien, Adam, lo haces increíble— animó la vampira, rompiendo toda clase de vínculo competitivo visual que poseíamos Julián y yo—. Guiarlo es fácil. Puedes hablarle a qué dirección ir, y él te obedecerá. Como también puedes implementar el tacto en su pelaje y él te entenderá; Una línea recta le indica que siga adelante, una curva significa que cruce, y una media vuelta conlleva a que retroceda, ¿De acuerdo?— se aseguró de que yo entendiera, y pude asentir cuando analicé sus palabras—. También puede entender movimientos básicos; como sentarse, acostarse, hacerse el muerto. Tal y como si fuera un perro súper dotado para que posea una habilidad física y psicológica increíble.

— Además de eso, los felinos poseen una gran visión y agilidad que, si la sabes usar muy bien, pueden serte de gran utilidad en el juego— opina Dylan, y en ese punto me di cuenta de que los Sprause estaban muy acostumbrados a este tipo de irregularidades.

— De acuerdo, creo que puedo hacerlo— me animé yo mismo también. Después de todo lo que me ha pasado, ¿Qué tan malo puede ser? Supongo que esto es lo que pasa cuando un humano quiere seguir una rutina completamente distinta a la que suele guiarse.

— Bien, entonces empecemos con los preparativos— avisó el árbitro, incitándonos a que se volviera a reconstruir el círculo, y yo siempre me quedé montado en el tigre, aunque me sentí algo inseguro con su caminar. Margaret parecía dar un último chequeo a las cámaras, mientras que Nicholas se encargaba de repartir las listas que faltaban, hasta que me dio la mía.

Y Santa virgen del idioma. Ni siquiera sabía si podría pronunciar lo que sea que estaba en la hoja.

— Creo que se equivocaron con mi lista— mencioné mientras volteaba la hoja por si esto se consideraba una clase de broma. Pero no, era eso que había leído principalmente—. Me dijeron que esto se trataba de encontrar animales, no alienígenas. No estoy muy seguro de lo que sea un Tyto tenebricos.

— Es que jugamos con sus nombres científicos, también fue mi idea— aclaró el vampiro menor, sonriendo como casi siempre—. El punto de esto es tener una buena experiencia, y esa experiencia aumenta de verdad si aprendemos y no sólo corremos en el bosque como locos.

— Error. Lo hacen para tener una ventaja sobre mí— objetó, por primera vez, Luke. Él estaba escupiendo fuego por sus ojos al ver los nombres en la lista. Estaba claro que no le gustaba, pero tenía que aguantarse—. Como saben que soy el más rápido y ágil, ponen a prueba mi mente para ser igual de lentos que ellos. Pero ya verán, eso no me detendrá, le tomaré foto a todo.

— Eso te cubriría todo un día, o también te llenaría la memoria de la cámara— dice Dylan.

— ¡Mi poder competitivo podrá con cualquier cosa!— exclama con emoción Luke, ignorando por completo las palabras de su hermano—. Reuniré todos los animales y obtendré mi docena de bolsas de sangre.

— ¿Bolsas de sangre?— le cuestioné al árbitro mientras que Dylan y Luke seguían con su pelea de lo que era posible y lo que no.

— Sí, ese es el premio— confirmó Margaret.

— Pero yo no bebo sangre— debería de sentir repudio por pensar en el líquido rojo siendo consumido por estos vampiros. Pero ya me he hecho varias mentes para caer en cuenta de que me debo acostumbrar.

— Sí, no consideramos que jugarías en solitario— explicó, ahora algo pensativa—. Pero es algo injusto que juegues sin un incentivo, así que, ¿Qué quieres, Adam? Haré todo lo posible para conseguir tu premio.

— Si es que ganas— recalcó Julián, y tuve que evitar lanzarle otra mirada de odio. En cambio, me puse a pensar en la pregunta de Margaret.

¿Qué quiero? Puedo tener varias respuestas para esa pregunta; quiero que una vampira psicópata me deje de seguir, quiero que Thomas despierte, quiero saber el paradero de Richard, quiero que Tía Sam esté con nosotros, quiero que el pueblo deje de ser tan peligroso, quiero que los pueblerinos no vivan encerrados en la noche y miren el brillar de las estrellas, quiero que papá esté vivo, quiero que mamá no oculte su desolación a través del trabajo, quiero dejarle de temer al fuego, quiero saber todo acerca de lo sobrenatural…

Pero todo se sale de nuestras manos. Y eso, evidentemente, no es algo material que Margaret pueda darme.

— Quiero muchas cosas— vacilé mientras veía a cada miembro de la familia de vampiros, ellos me estaban observando a mí, y eso me hizo sentir algo incómodo. Pero todo se disipó cuando la vi a ella, a mi vampira. Todo en Daniela me inspiraba interna calma, y con su sonrisa podía iluminar cualquier día gris que yo tuviera. Y sabía que yo podía provocar eso en ella también, y no quería que eso parara—. Pero ahora, específicamente, quiero a alguien que me acompañe a conseguir o superar cada una de esas cosas— me bajé del tigre solo con la intención de acercármele y, aún con todas las miradas en mí, dije con seguridad: — Quiero a alguien que me acompañe, que vea en mí algo que yo no puedo, que seamos la luz de la contraparte para guiar su camino, que nos levantemos juntos ante cualquier circunstancia, que seamos la barrera del otro, que ambos nos consideremos una inusual obra de arte y que podamos apoyarnos. Quiero que seamos nosotros… juntos— levanté una mano hacia ella, tal y como si esto fuera un acuerdo entre socios—. ¿Tenemos un trato?

Ella se quedó muda, y mis ideas estaban más claras que nunca. Pude sentir ahora la sorpresa de la familia, y tal vez fui muy rápido con eso último, aunque algo me decía que ellos ya lo sospechaban. Drake me dio el indicio en la fiesta.

Daniela miró dubitativa mi mano.

— ¿Acaso estás reclamando como premio…?— hizo una pausa mientras desplazaba sus ojos a los míos, ahora con un genuino asombro—. ¿Un noviazgo?

— Mientras cumplamos todo lo que anteriormente dije, creo que un título impuesto por la sociedad está demás— opuse en un sonrisa pícara, con intención de acercarme aún más a ella—. Y, recuerda, nosotros no tendemos a seguir las costumbres de una sociedad común.

Los recuerdos de dos locos en la cúpula cerrada de una torre Eiffel, llega a nosotros.

Y por eso ambos sonreímos, estrechándonos las manos.

Ahora, con eso y un silbido por parte del árbitro, el juego que pondrá a prueba nuestros sentimientos inicia.

Y yo no pienso perder.

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