Prometo encontrarme © (Comple...

By DominusNano

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Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces... More

BIENVENIDO (A)
SINOPSIS
DEDICATORIA Y REPARTO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 | La Bienvenida.
Capítulo 2 | El Trauma.
Capítulo 3 | Los Sprause.
Capítulo 4 | El dibujo.
Capítulo 5 | Madre Nonna.
Capítulo 6 | Lo improbable.
Capítulo 7 | El castigo.
Capítulo 8 | Las indirectas.
Capítulo 9 | La fiesta.
Capítulo 10 | La advertencia.
Capítulo 11 | La apariencia.
Capítulo 12 | El amor.
Capítulo 13 | El ministerio.
Capítulo 14 | Bajo la lluvia.
Capítulo 15 | Los ojos rojos.
Capítulo 16 | La cita.
Capítulo 17 | Lo siento.
Capítulo 18 | Los adjetivos.
Capítulo 19 | Los nanorobots.
Capítulo 20 | Disfraz.
Capítulo 21 | Luciérnagas.
Capítulo 22 | Cigarrillo.
Capítulo 23 | El cazador.
Capítulo 24 | Sucesos nocturnos.
Capítulo 25 | Dejar ir.
Capítulo 26 | Asimilando.
Capítulo 27 | Huérfano.
Capítulo 28 | Provocar.
Capítulo 30 | Fetiche.
Capítulo 31 | Retener.
Capítulo 32 | Dependencia.
Capítulo 33 | Tatuaje.
Capítulo 34 | Multifacético.
Capítulo 35 | Pacto.
Capítulo 36 | Entropía. (Parte I)
Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)
Capítulo 37 | El juego.
Capítulo 38 | Dones.
Capítulo 39 | Garu.
Capítulo 40 | Irregularidad.
Capítulo 41 | Tres personas.
Capítulo 42 | Ni Rey ni Reina.
Capítulo 43 | Parte de algo.
Capítulo 44 | La penúltima máscara.
Capítulo 45 | En la mente.
Capítulo 46 | Pertenecer.
Capítulo 47 | El futuro y el pasado.
Capítulo 48 | El juego final.
Capítulo 49 | Estrellas.
Capítulo 50 | Ayuda.
Capítulo 51 | Pasos.
EPÍLOGO.
AGRADECIMIENTOS
Capítulo Extra | Ethan.
Capítulo Extra | Colton.
Especial de San Valentín.
🌙 OTRAS OBRAS 🌙
🌙 CURIOSIDADES 🌙

Capítulo 29 | Vínculo.

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By DominusNano

«No puedo creer esto» Era lo único que pasaba por mi mente mientras me quitaba los aparatos que tenía encima y corría fuera de la habitación de la clínica en la que me encontraba, con sentimientos comparados con el miedo e impaciencia. Daniela trató de impedirlo, pero yo fui más rápido.

Siento que todo va en cámara lenta; como poco a poco el dolor y la culpa me invaden. No le presto atención a los pasillos blancos, ni a las enfermeras o pacientes que me miran de una forma extraña, como si fuera un psicópata que está escapando del manicomio. Mis pasos son torpes al principio, pero me estabilizo, sigo andando con todo lo que mis pies me permiten.

Siempre me he preguntado el por qué de algunas de mis actitudes, que están presentes en mí y no sé en qué momento ocurrió. Una de esas tiene que ver con ciertos vínculos que conformo con ciertas personas. Y no, no hablo de mamá o Tía Sam, porque por ellas entiendo, son mi familia. Pero hay otras personas a las cuales no quiero dejar ir por nada en el mundo, y que increíblemente están fuera de mi círculo de familiaridad. A ellos llamo mis amigos, pero no tomo en cuenta cuándo sucede.

Me defino como un asocial, pero no he pensado el significado que conlleva esa palabra. Una persona con ese trastorno significa que, por más que intente, no podrá entablar una amistad con nadie, o que no se sentirá cómodo con una persona a la que no esté acostumbrada a estar. Necesita tratamiento psicológico para poder superarlo, pero la realidad es que yo nunca lo recibí, o al menos no enfocado en eso. Y, aún así, tengo amigos; o personas a las que les tengo un gran aprecio.

Estuve equivocado.

El hecho de tener a Richard, significaba que yo era una persona socialmente activa para tener amistades, pero nunca me preocupé por tener más de uno. También tuve una novia; no importa lo mal que sucedió todo al final, pero el hecho de tenerla ya es algo. La única verdad detrás de todo esto, es que mi mente parecía localizar a las personas ideales para mi vida. Parece algún tipo de algoritmo, con el cual también se activa mi confianza.

Porque sí, confío muy rápidamente en las personas que en algún momento creo importante. Sucedió con Augus, sucedió con Daniela, y también sucedió con Thomas.

Consecuente con eso, puedo decir que siempre me he preocupado por mis amigos, todo el tiempo quiero lo mejor para ellos y no hay una explicación razonable para hacerlo, simplemente lo ejecuto. Me he llamado a mí mismo «defensor del pueblo», pero sólo se activa cuando dañan a mis amigos; ya que sabía que Peter era un bravucón desde que llegué al instituto, pero sólo actué cuando se metió con Augus. Me inquieto por ellos, tomo decisiones peligrosas por ellos, y me arriesgo por ellos. O bueno, no precisamente ellos, sino por el vínculo que no quiero que se quebrante.

Y este momento no era la excepción.

Sólo tenía un objetivo, una meta; la sala de cuidados intensivos. Ya podía ver la puerta, ya estaba cerca de él; de Tommy.

— ¡Chico, no puede entrar aquí, sólo personal autorizado!— me grita un guardia que se situaba al lado de la puerta que tenía en la mira, pero, antes de que me agarre, yo lo esquivo por la derecha y sigo corriendo.

Veo muchas puertas de muchas habitaciones en el pasillo de la sala exclusiva para personas con estado de salud grave, pero sólo una me importa verdaderamente; una a la que ya estoy viendo, la que me mencionó Daniela.

Habitación J-18.

Eso era lo que decía la puerta que está frente de mí. Y, con un poco de temor, me adentré a la habitación donde se encuentra Thomas. Al principio mis ojos no se adaptaron a la poca iluminación que posee la habitación en comparación con la de los pasillos, pero luego lo hicieron, y no quise ver mi verdadera reacción.

Sólo pude sentir cómo dejé de respirar ante la escena.

El cuerpo del rubio se encuentra en una similar tabla de intento de cama que poseía yo, pero evidentemente su estado era peor al mío; poseía más maquinas alrededor, eso era claro. Unas las reconocía, otras no; pero mi atención cayó completamente en la que le proporcionaba oxigeno artificial a través de un tubo que se incrustaba por su boca e iba directamente a su garganta. No sé qué es lo que se siente tener eso, pero no ha de ser bonito.

Dudé en caminar hacia él, pero aún así lo hice. Los recuerdos me atormentaban conforme me acercaba; inicialmente por el cómo nos conocimos a través de un simple lápiz, el cómo me mostró el pueblo, el cómo siempre se dejaba influenciar por mis locuras y el cómo se encargó de que mi estadía en el pueblo no fuera tan mala como creí que sería. Thomas siempre estuvo ahí para mí, ignoró todo orgullo y dignidad cuando se mojó en la lluvia para discutir algo que no hizo, también me protegió indirectamente de lo desconocido y tuvo la iniciativa de contarme la verdad.

Pero, ¿Qué hice yo a cambio? Siempre le exigía a él, pero yo no daba lo mejor de mí para que se sintiera augusto conmigo, todo lo contrario, le hice algo cruel al amarrarlo con una soga.

Thomas quería lo mejor para mí, pero yo no me esforcé en reconocerlo.

Ahora admiro las consecuencias de mis actos; los rasguños, los moretones, el montón de vendas que tiene en la cabeza, su piel pálida parecida al de los vampiros, y su rostro demacrado y sin su chispa característica. Todo lo provoqué yo.

— No puedo creer que todo esto fue mi culpa— susurro para mí mismo con los ojos húmedos—. Lo siento, Tommy— está vez me dirijo a él, aunque no espero que me escuche.

— No digas que fue tu culpa— puedo escuchar una voz que ya reconozco muy bien.

Daniela se encuentra recostada en el marco de la puerta con los brazos cruzados, sus ojos van de mí al rubio. Cuando mira a Thomas, una chispa de dolor pasa a través de ellos, pero se encarga de apartarlo rápidamente.

Al parecer siguió mis pasos hasta aquí, y sinceramente no creo que se esforzara mucho por detenerme. Después de todo parece que sabía lo que necesitaba, que quería verlo y asegurarme de que fuera verdad. Aunque aún deseo que sea una broma.

— Ya le dije a los guardias que eras alguien muy cercano a él— explicó mientras veía a sus espaldas—. No me creyeron, pero los convencí para que nos dieran unos minutos para verlo.

— Gracias— es lo único que le digo en un susurro.

Y después de eso me dedico a examinar aún más a Thomas, como si la imagen que tuviera en frente fuera una ilusión. Me gustaría que lo fuera, pero me da miedo toparme con la inevitable verdad. Se ve tan frágil y delicado. Casi no parece él.

¿Así me veía yo?

— Fue mi culpa— afirmo una vez más—, no lo debí de dejar solo en el bosque. Tenía que ayudarlo a enfrentar a Lydia, no correr como un cobarde.

— No fue del todo tu culpa— trata de reconfortarme Daniela—. Tú no sabías lo que estaba pasando, no sabías nada del tema de lo sobrenatural.

— Tienes razón, no fue del todo mi culpa. Fue de Lydia— ahora examino mejor la escena, y la cólera sube por un momento al llegar una serie de imágenes a mí. Después de todo, ¿Quién fue el que lo dejó en ese estado? ¿Y por qué ella aún no ha recibido un castigo? Porque sino Daniela me lo hubiera mencionado, pero no lo hizo. Así que me propongo con los dientes aprestados: — La voy a matar.

Sé que puede sonar como una amenaza vacía, que no sería capaz de eso. Pero no me importó, lo único que quería era que ella pagara, que sienta lo mismo que está sintiendo Thomas. Tenía la necesidad de actuar de alguna forma, pero Daniela me detuvo al colocar una mano en mi pecho, obstaculizando mi salida. Su toque es fuerte, como si temiera que entrara en frenesí.

— No tiene sentido que vayas tras una persona que es superior a ti en todas las formas posibles— me recuerda ella—. Tampoco es culpa de Lydia, ni de Thomas. Esto ya viene desde hace generaciones.

— ¿A qué te refieres?— cuestiono. Su toque puede que me haya calmado un poco, lo suficiente para escuchar su voz.

Daniela abrió la boca para decirme algo, pero luego la cerró arrepentida. Hizo eso como unas tres veces, creí que estaba buscando las palabras adecuadas, pero no.

— Eso es algo que no te puedo decir yo— habla dubitativa—. Si quieres saber, pregúntale a Lydia. Es un tema algo delicado, y tiene que ver con su transformación.

— Pero ella tiene que pagar.

— Lo hará— afirma—, pero mamá y papá se encargarán de eso a su manera. Sólo tienes que comprenderla— su voz suena como un ruego, y por eso declino mi veredicto. Pero no por ella, ni Lydia. Sino porque no creo que ha Thomas le guste eso.

— De acuerdo— accedo—. Pero si Thomas no llega a despertar, créeme que me importará poco ese tema delicado— dejé esa amenaza en el aire, un recuerdo entre nosotros dos que sé que, de alguna forma, cumpliré.

Los guardias de la sala llegaron para decirnos que debíamos irnos, y tuvimos que obedecer por obligación. No sin antes ver por última vez al rubio con un mal sentimiento y agrio.

«Volveré pronto, Thomas»

(...)

— No puedo creer que hayas salido de la cama sin que primero los doctores te hicieran un último chequeo—me regaña mamá.

Es casi de noche, se puede admirar un bonito atardecer desde la ventana del auto. Ya salimos de esa espantosa clínica, me habían dado de alta y estábamos en el auto camino a casa. Daniela ya se había ido antes de que sucediera todo eso, diciendo que tenía cosas qué hacer.

Me dijeron que sorprendentemente me encontraba bien, aunque para asegurarse, me enviaron algunos medicamentos; la mayoría son vitaminas. También pude huir con la influencia de la doctora que tengo a mi lado, la cual les aseguró que me cuidaría.

— Quería ver a mi amigo, estaba preocupado por él— trato de explicarle.

— Esa no es una excusa— me dice con la vista en la carretera—. Ni siquiera tenías autorización para verlo. Está en cuidados intensivos, Adam, eso es muy delicado.

— Perdón por ser como soy— le digo mirando las calles pasar por la ventana del auto.

Puedo escuchar como ella suspira.

— No te regaño por ser como eres— explica—, sólo te digo que hay mejores formas para conseguir lo que quieres. Me hubieras dicho a mí, yo podría encontrar la forma para hacerte pasar a cuidados intensivos sin problemas. Piensa para la próxima.

El problema aquí era que el pensamiento y la razón eran los últimos recursos que estaba utilizando cuando corría hacia la habitación de Thomas. Lo que me recuerda que básicamente no sé nada de él, más que todos los moretones, rasguños y aparatos que tiene.

— ¿Tú sabes algo del estado de Thomas?— le cuestiono al instante. Ella frunce los labios, acto que hace cuando duda en decir algo,

— Es delicado— responde con una voz sincera y suave—. El diagnóstico indicó que perdió mucha sangre y recibió un muy fuerte golpe en la cabeza. No sabemos cómo despertará; confundido, con pérdida de memoria, lagunas mentales, no sabemos nada. Sólo se sabrá cuando despierte.

Yo trato de digerir eso, pero tardo en procesarlo. No puedo pensar que precisamente él muera, al menos no así. Él tiene mucho que disfrutar.

— ¿Tú crees que despierte bien?— busco un aliento.

— Nunca hay que perder las esperanzas ante las adversidades— me reconforta—, eso es lo que siempre le digo a mis pacientes. Que una enfermedad no te haga dejar quien eres. Tienes que tener una sonrisa para todo. Hay que ser positivos, él estará bien.

— Gracias, mamá, lo necesitaba— le sonrío, ella siempre sabe qué es lo que siento, y también como solucionarlo o mejorarlo—- Thomas también necesitará del apoyo de todos sus seres queridos.

Mamá asiente, dándome la razón. Pero luego levanta una de sus cejas.

— Eso me recuerda, el papá de Thomas estaba muy enojado por algo mientras que la esposa lo estaba tratando de relajar— informa, asunque siento que lo dice algo inquieta—. No le dejaba de nombrar algo de un pacto.

— ¿Pacto?— pregunto confundido.

¿Dónde he escuchado eso?

— Olvídalo, debió ser un asunto familiar del cual no estamos enterados— dijo ella quitándole importancia.

Yo sólo asentí. Pero algo me dice que pronto sabré de qué se trata ese pacto, pero mi instinto me da un adelanto de que no cree que sea tan bueno. No quiero sacar conclusiones aún, nunca me lleva a nada bueno.

Después de unos minutos, llegamos a casa.

«Mi linda y cómoda casa» Pensé con una sonrisa en mi rostro.

Cuando estacionamos, salgo del auto y casi corro a la entrada de la casa para abrirla con mis llaves. Puede que sea un acto infantil, pero no saben lo que mi espalda ha extrañado mi cama. También quiero relajarme y asimilar la otra parte de la información, que tiene que ver con Thomas.

Ese pensamiento no duró mucho.

— ¡Sorpresa!— gritan cuando entro a la sala, y yo me quedo estático ante la impresión.

Están Daniela, Augustus, Edward, Luke, Aris, el entrenador, un chico que creo no conocer y... ¿Peter?

No sé qué me extraña más, ver al chico desconocido o ver a Peter, pero no le tomé importancia, porque me llamó la atención otra cosa, como la decoración y la razón del por qué se encontraban aquí.

Todos están con un cartel que dice: "Bienvenido a casa, Adam" en letra cursiva. Hay globos por todos lados, así como diferentes postres y un pastel encima de la mesa. ¿Era una fiesta sorpresa? ¿Para mí?

¿En qué momento sucedió? ¿En qué momento el pueblo me envolvió? Otra razón del por qué usé mal el significado de la palabra «Asocial». Ellos estaban ahí, algunos durante y, ahora, después de todo lo que aparentemente me sucedió. Ellos me estaban esperando, también quieren cuidar el vínculo.

Automáticamente mi sonrisa se hace más grande y casi todos se lanzan a abrazarme, hasta el chico que no conozco.

— Bien, calma. Harán que vuelva a la clínica por alguna posible fractura de huesos— le aviso a todos los que me estaban envolvieron en un abrazo. Casi nos caemos, pero pude controlarlo. Ellos se separaron e hicieron una particular fila para hablar conmigo, parece que estuvieron entrenando ante mi llegada.

— ¿Calma?, no te fastidié en toda una semana— empieza a decir, de primero, Luke—. Eso es mucho decir, ¿Sabes? Literalmente he cerrado el pico toda la semana por respeto a que posiblemente murieras.

Aris golpea a Luke en la cabeza.

— Deja de ser tan infantil, Lucas— lo regaña ella—. Además, no cierras el pico ni cuando corres.

— Oye, ¿Quién dijo que no se podía ser las dos cosas al mismo tiempo?—cuestiona, ciertamente ofendido aunque algo me dice que no entiende la razón—. Y, sobre lo de madurar, eso nunca; viviré por siempre en el país de nunca jamás— emite él sonriente, para luego irse a los sofás, saltando como una niña.

Aris sólo rodea los ojos, para después mirarme directamente a mí.

— Un gusto volver a verte, cariño— dice ella para después acercárseme al oído—. Daniela casi se vuelve loca al no tenerte cerca. Y lo digo en todos los sentidos— me susurra a lo que yo me sonrojo por el doble sentido que tuvo esa oración.

Aris me sonríe al ver ese efecto en mí y luego le hace un ademán a la persona que no conozco y él se acerca.

— Él es Dylan, el último de los hermanos— me lo presenta.

— Un gusto señor— dice él levantando la mano para darle un apretón, a lo cual acepto dubitativo o, más bien, analizando la situación. Así que él era el Sprause que aún no conocía, parece interesante; comenzando porque tiene la proporción de un niño.

— ¿Señor?— pregunto con una sonrisa de boca cerrada y arqueando una ceja.

No estoy tan viejo ¿O sí?, es decir, Dylan obviamente parece un infante delante de mí. Pero si es de los Sprause, eso significa que también es un vampiro y aparenta ser un niño hace no sé cuántos años. Eso puede llegar a ser capcioso, pero las preguntas se pierden en el brillo inocente de sus ojos. Él es diferente a ellos, aunque no podría explicar en qué sentido.

— Deja de ser tan formal, Dylan— resopla Aris, aunque no hay tono de regaño.

— Primero está la educación, querida hermana— objeta con una genuina sonrisa, luego me analiza a través de la mirada. Por un momento temí que le atraía mi sangre, pero luego me descolocó al decir lo siguiente: — Lo apruebo.

— ¿Lo apruebas para qué o qué?— cuestiona Aris antes que yo.

— Para que sea la pareja de Daniela— respondió sin más y yo me sorprendí aún más. A pesar de toda su apariencia, su voz delata que tiene un gran respeto y sinceridad hacia las personas; sabe de lo que habla. Sin embargo, antes de contraatacar, él se adelanta al irse por el camino en el que se fue Luke.

Puede que el castaño y el posible secuestrador de Santa Claus se cambiaron papales al nacer.

— Es el menor y me da grandes debates intelectuales, ¿Eso no es raro?— pregunta Aris, mirando a su hermano.

— Soy hijo único, así que no sé qué decirte— le respondo.

— No importa, eso lo hace de alguna forma más tierno— emite, para luego asentir con su cabeza e irse a sentar con sus hermanos.

— Creo que ahora vengo yo— deduce Augus acercándose—, aunque ya te dije todo lo que tenía que decirte en la clínica— afirma—, sólo añado que, a lo que nos vuelvas a hacer algo así, yo mismo me aseguraré que no despiertes.

Sé que eso fue broma, pero debo admitir que si dio un poco de miedo.

— Me alegra que haya despertado, señor— es lo único que me dice Edward al lado de Augus.

Yo sólo le hago un saludo militar, a lo que él sonríe con la boca cerrada; Así que solo tenía que hacer eso para conseguir una sonrisa por parte de Edward. En ocasiones, cuando estaba aburrido, me dedicaba a tratar de hacerlo sonreír, o al menos que hiciera cualquier mueca que no sea estar serio. No recibí resultado, y me di por vencido. Tanto esfuerzo para nada.

Después de eso, ellos se van a sentar junto a los demás. Bueno, Augus es el que se sienta, Edward siempre está parado mirando a su alrededor, ya que ese es su trabajo.

Yo me acerco hacia Peter y el entrenador, ya que fueron los únicos, además de Daniela, que no se me acercaron. Y como advirtió la castaña, Peter estaba con un yeso en el brazo por su fractura y tenía unos moretones que ya estaban sanando, mientras que el entrenador sólo me miraba expectante.

— ¡Muchacho!, me alegro que estés bien— empieza a decir el entrenador, dándome un apretón de manos y luego un abrazo—. Temía que mi jugador estrella no estaría en el primer juego.

— Creí que yo era su jugador estrella— objeta Peter con evidente molestia.

— Eras, hasta que te taclearon— le dice el entrenador.

Peter me mira molesto, o más bien furioso, antes de salir como alma que lleva el diablo de mi casa. Yo quedo con la vista fija en la puerta, tratando de procesar lo que acaba de suceder. Tal vez fui muy impulsivo al tratar de encontrar los medio para hacer sufrir a Peter.

Sólo tal vez.

— Vaya, me costó más hacerlo entrar a tu casa que hacerlo salir— comenta el entrenador con una sorpresa falsa, llamando de nuevo mi atención—. Como sea, espero que estés listo para el próximo juego, campeón.

— Ni siquiera lo piensen— dijo mamá apareciendo de la nada—. Adam no jugará más.

— Pero, señora, Adam tiene gran potencial. Sería un desperdicio el no usarlo— empieza a casi rogarle el entrenador.

Lo que él no sabe, es que es casi imposible hacer cambiar de opinión a mamá.

— Ya dije que no— dice ella segura—. El trato era que él iba a jugar hasta que se hiciera algún daño, y ya se lo hizo y fue grave.

— Per...— trata excusarse el entrenador, pero mamá lo interrumpe.

— Sin peros.

El entrenador ahora me mira a mí, pero yo sólo me encojo de hombros. No puedo llevarle la contraria a mamá, eso sería hundirme con él. Además, ¿Por qué lo haría? Creo que de cierta forma me está salvando de mis propios impulsos. Ya que, lo único que me quedó claro en ese estadio, es que no soy tan bueno en el juego como creí que sería. Me seguiré quedando con la teoría.

El entrenador se levanta y se va de la casa, del mismo modo que se fue Peter. Aunque, algo me dice que no se dará por vencido tan fácilmente.

— Sabes que tendré jugar en algún momento— le aviso a mamá—, como calificación de educación física, por ejemplo.

— Ese entrenador se lo merecía por no cuidarte— explica con una sonrisa, luego se recompone—. Oye, Scoi, el sábado de la próxima semana es la fiesta en París, pero si estás muy cansado no iremos.

— Descuida, mamá, si iremos. Sólo tengo que aprender a bailar— le digo recordando que aún Augus no me ha buscado una mentora o mentor.

— No creo que haya que preocuparse por eso. Si tienes mi herencia, eres un gran bailarín, sólo necesitas sacarlo al exterior— declara, haciendo un baile con la nada. No pude evitar reír—. Es como el fútbol americano, tu padre era jugador en sus días de juventud. Y al parecer lo heredaste, quizás sólo necesites alguna clase motivación.

Ella se va con ese consejo, y me es inevitable no dirigir mi vista hacia la última invitada, que me mintió descaradamente al decirme que tenía otras cosas que hacer. O quizás no lo hizo, tal vez se refería a la sorpresa.

Ella siente mi mirada al instante, y me guiña el ojo mientras se dirige con un plato de cerámica hacia la cocina. El lugar ideal par acorralarla.

— No creí que los vampiros comieran— informé mientras cerraba la puerta de la cocina, así nadie se dará cuenta de lo que hablamos.

— No lo necesitamos, sólo es un hábito— explica mientras la observaba lavar el plato lleno de pastel en el fregadero—. No nos alimenta, en realidad. Es como si no hubieras comido o bebido algo por un mes, y alguien misericordioso se te acerca para alimentarte con un caramelo. Obviamente no te llenarás, ni comiéndote la bolsa de caramelos. Lo único que nos podría satisfacer, en nuestro caso, es ese valioso líquido vital rojo que corre por las venas de las personas.

— ¿Entonces ustedes también expulsan...?

— No— me cortó ella un tanto horrorizada—. Nuestro veneno disuelve la comida, inclusive, antes de llegar a nuestro estómago.

— Pero deben de expulsarlo de alguna forma— dije con una particular sonrisa, fascinado por lo incómoda que se ve. Ella reposa el plato en la lavavajilla para mirarme fijamente.

— Nuestro veneno es muy fuerte.

— Eso es biológicamente...

— ¿Imposible?— vuelve a completar la oración—. Creí que ya habíamos dejado esa palabra atrás. Además, sólo comemos en ocasiones extremas; como aparentar.

— Entiendo— emito mientras me siento en una silla de la minimesa que hay en la cocina, la cual se encuentra cerca de la ventana. Puedo detallar que, a pesar de que es de noche, va a llover; la ventana empañada me lo advierte. Luego dirijo mi vista a los detalles de la cocina, parece como si de verdad nunca le hubiera ocurrido algo, lo cual agradezco—. También entiendo por qué no sabes cocinar, no lo tuviste que hacer por tu eternidad.

— De hecho, era mala cocinando incluso antes de mi trasformación— frunce los labios mientras se me acerca, parece analizarme—. Sé que es imposible que el agua se queme, pero yo puedo hacerlo.

— Estoy de acuerdo en que superas todas las leyes de la lógica.

— Exacto— dice ella, captando mi doble sentido. Con una sonrisa particularmente ladeada y genuina de su parte, toca el puente entre mis ojos; y supe que era lo que me observaba tanto, pero no lo pensé hasta ahora—. ¿Dónde están tus lentes?

— ¿En algún lugar?— respondí dubitativo, la verdad es que no los sentía desde que me cambié en los vestuarios del estadio.

— Ja, ja, muy gracioso— su sarcasmo era latente—. Pero enserio, ¿Dónde están? Creí que no podías ver sin ellos.

— De hecho, no podía. Veía todo borroso— recalqué, fijándome a mi alrededor, incrédulo—. Pero ahora, mis ojos ven todo perfectamente. Tanto así, que no me fijé en la no presencia de mis lentes.

Daniela me mira insegura.

— ¿Cómo funcionan tus ojos? ¿Un día puedes ver y al siguiente no? — indaga.

— La última vez que fue al oftalmólogo, me dijo que mis ojos no tenían reparación; consecuencia de acercar mucho mi ojo derecho a un ventilador sin protección, y de recibir una pedrada en mi ojo izquierdo— incliné mi cabeza algo atormentado por los recuerdos algo sangrientos—. Supongo que se equivocó y mis lentes eran correctivos después de todo.

— No creo que funcione así, Adam— opina.

— Pues, para mí, lo hará. Si mamá no se preocupa como suele ser, no veo la razón del por qué yo deba hacerlo— comenté, reconsiderando las circunstancias. Si yo llegase a preocuparme por algo como esto, de seguro obtendría algo que no me gustará al final—. Eso sería un viaje gratuito a la clínica otra vez, y sinceramente no quiero volver ahí por un tiempo.

Daniela niega con gracia hacia mí, cruzándose de brazos. Todo su ser emana un «No tienes solución». Sin embargo, antes de decir algo, un estruendo en la sala nos sobresalta a ambos. Y es inevitable no preocuparme al instante, pero luego me calmo al escuchar los gritos de Aris.

— ¡Luke, no te comas todo el pastel, imbécil! ¡Adam ni siquiera ha comido, guárdale algo! ¡Vas a tumbar el pastel! ¡No, no! ¡Ni se te ocurra!— hubo un silencio, luego un golpe—. ¡Ya lo tumbaste, imbécil!

Una risa se me escapa desde el fondo de mi garganta. Daniela sólo mira la puerta de la cocina, resignada. Parece que está acostumbrada a lidiar con esto.

— El deber me llama, ya vuelvo— se seca las manos con un paño de cocina y luego sale disparada a la sala. No se tarda en escuchar los regaños, tal como una hermana mayor.

Me iba a levantar para estar en primera fila para la escena, pero algo me lo impide. Digamos que, por casualidad o impulso, siempre tiendo a ver a mis alrededores por si algo cambia de lugar. Es un mal hábito, lo reconozco, sobre todo porque puede verse, desde otro punto de vista, como pereza. Pero esta es otra ocasión, otra circunstancias en el cual lo empleo mal.

Era la ventana, justo la que está al lado de mí. Sé que, cuando entré, la vi empañada, pero no había nada escrito sobre ella. Ahora lo hacía, y no era un lindo mensaje.

«¿Ahora confías en ellos?» decía.

Cualquiera lo ignoraría, pero yo no, sobretodo porque mi impulsividad curiosa me llevó a analizarlo. ¿Hablaba de los Sprause? ¿Quién lo escribió si estoy solo? ¿Un espíritu, acaso?

Ese último pensamiento me llevó a un escalofrío que pasó por toda mi columna vertebral. Una cosa son los vampiros, y una muy diferente son los seres paranormales. A los primeros los puedo ver, a los segundos, no. Y, en mi opinión, es más peligroso lo que no puedes ver y tocar. Un impulso no calculado me llevó a querer borrar el mensaje con la sudadera que cargaba, no obstante, no desapareció, sino que cambió.

«¿Acaso no tienes miedo?» se podía leer en una cursiva letra.

Definitivamente hablaba de los Sprause. Pero nadie escribía, parecía un juego de mi mente. Aunque era muy real, lo sentía muy real. Tal y como aquel accidente del primer día de mi estadía.

No quería recordarlo, sólo quería borrarlo. Pero no lo hacía, seguía cambiando.

«Ingenuo»

Necesitaba quitarlo.

«No los conoces»

Otra vez.

«No sabes de lo que son capaces»

De nuevo.

«No conoces sus historias»

«Terminarás como tu amigo»

«No sabes en lo que te metes»

«¿Todo por amor?»

«¿Enserio piensas que ella te quiere?»

«Sólo te cría como cerdo para el matadero»

«No duraras mucho»

«Serás su banquete»

«Terminarás como Ethan»

«Terminarás como Susan»

«Terminarás como Liam»

Por más que intentaba, no se borraba. Seguía cambiando y cambiando, diciéndome cosas crueles una más grave que otra. Entré en histeria, no quería seguir viendo, no quería que me revelara lo que yo trataba de ocultar internamente. No dejaré que aparte mis creencias, no me dejaré manipular tan fácilmente.

«Morirás»

Esa palabra. Esa maldita palabra me conllevó a levantarme y agarrar el paño de cocina que se encontraba encima de la encimera para eliminar el empañamiento de una vez por todas. Y, si eso no funcionaba, iba a partir el vidrio. Sin embargo, cuando me levanté, no vi más la encimera, ni tampoco la ventana, ni la cocina.

Naturaleza era lo que había a mi alrededor, junto con la luna encima de mí. Ni siquiera estaba la silla en la que me acababa de levantar, y eso me pareció en extremo confuso. No obstante, todo pasó a segundo plano cuando me di cuenta de la situación, una tan tétrica y escalofriante como las frases de la ventana:

No estaba solo..

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