Prometo encontrarme © (Comple...

By DominusNano

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Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces... More

BIENVENIDO (A)
SINOPSIS
DEDICATORIA Y REPARTO
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1 | La Bienvenida.
Capítulo 3 | Los Sprause.
Capítulo 4 | El dibujo.
Capítulo 5 | Madre Nonna.
Capítulo 6 | Lo improbable.
Capítulo 7 | El castigo.
Capítulo 8 | Las indirectas.
Capítulo 9 | La fiesta.
Capítulo 10 | La advertencia.
Capítulo 11 | La apariencia.
Capítulo 12 | El amor.
Capítulo 13 | El ministerio.
Capítulo 14 | Bajo la lluvia.
Capítulo 15 | Los ojos rojos.
Capítulo 16 | La cita.
Capítulo 17 | Lo siento.
Capítulo 18 | Los adjetivos.
Capítulo 19 | Los nanorobots.
Capítulo 20 | Disfraz.
Capítulo 21 | Luciérnagas.
Capítulo 22 | Cigarrillo.
Capítulo 23 | El cazador.
Capítulo 24 | Sucesos nocturnos.
Capítulo 25 | Dejar ir.
Capítulo 26 | Asimilando.
Capítulo 27 | Huérfano.
Capítulo 28 | Provocar.
Capítulo 29 | Vínculo.
Capítulo 30 | Fetiche.
Capítulo 31 | Retener.
Capítulo 32 | Dependencia.
Capítulo 33 | Tatuaje.
Capítulo 34 | Multifacético.
Capítulo 35 | Pacto.
Capítulo 36 | Entropía. (Parte I)
Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)
Capítulo 37 | El juego.
Capítulo 38 | Dones.
Capítulo 39 | Garu.
Capítulo 40 | Irregularidad.
Capítulo 41 | Tres personas.
Capítulo 42 | Ni Rey ni Reina.
Capítulo 43 | Parte de algo.
Capítulo 44 | La penúltima máscara.
Capítulo 45 | En la mente.
Capítulo 46 | Pertenecer.
Capítulo 47 | El futuro y el pasado.
Capítulo 48 | El juego final.
Capítulo 49 | Estrellas.
Capítulo 50 | Ayuda.
Capítulo 51 | Pasos.
EPÍLOGO.
AGRADECIMIENTOS
Capítulo Extra | Ethan.
Capítulo Extra | Colton.
Especial de San Valentín.
🌙 OTRAS OBRAS 🌙
🌙 CURIOSIDADES 🌙

Capítulo 2 | El Trauma.

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By DominusNano

Mi padre murió cuando yo apenas era un niño. Tenía aproximadamente tres años y, por ende, no tuve una figura paterna en la mayor parte de mi vida. No obstante, nunca le tomé gran relevancia al reprimir gran parte de mis pensamientos acerca de la vaga voz de Michael Houchein; porque en realidad no recuerdo nada de su aspecto físico y no tengo ninguna fotografía al perderse todo un álbum familiar en el incidente, o al menos eso fue lo que dijo mi madre.

El incidente...

Mi infancia fue muy confusa, de hecho no recuerdo gran parte de ella. Ni siquiera puedo deducir cómo conocí a Richard, tal vez en el jardín de infantes como cualquier otro niño pero no hay confirmación más allá de las palabras de mi madre y los padres de mi amigo. Sin embargo, hubo un hecho que me dejó cierto trauma a corta edad; el incendio de mi hogar... Aquel fuego que extinguió la vida de mi padre al salvarnos a mamá y a mí. No tengo la certeza de lo que ocurrió en aquel tiempo, los bomberos dijeron que una posible fuga de gas pudo provocarlo, pero lo cierto es que en mi memoria abunda el recuerdo de papá gritando mi nombre mientras lo veía cubrirse con las grandes llamas de aquel suceso, lo que generó que a lo largo de mi vida le tuviera cierto miedo al fuego en exceso.

Y quizás por eso mi mente provocó un mal juego en mí la noche anterior. Porque sí, llegué a la conclusión de que la deforestación y el choque fue sólo un acto de mi imaginación, porque nada podría reparar a velocidad luz un auto o apagar un gran incendio. Además, mamá siempre tiene la razón y no hay motivo por el cual mentirme, sobretodo porque ella se encargaría de un posible accidente de tránsito y tal vez nunca me propondría dejar un cuerpo sin vida a mitad de la nada. Generalmente ella es más valiente que yo, aunque me cueste admitirlo en voz alta.

— Oye, Adam, ya casi es la hora de que vayas al instituto. Es mejor que te vayas arreglando— avisa mamá entrando a mi habitación con una pequeña caja de mudanza en sus manos.

— He estado despierto desde hace una hora aproximadamente en realidad, mamá— informo acomodándome más entre mis sabanas a la vez que miro un punto fijo en el blanco techo—. Sólo que he estado pensando en lo de ayer.

Oigo a mamá suspirar y luego colocar la caja que llevaba en el suelo. Luego siento como la cama se hunde a un lado de mí.

— ¿Pudiste dormir bien? — indaga ella.

— Sólo me desperté dos veces en la noche pensando en el rostro de la supuesta chica que atropellamos, pero de hecho creo que aún estoy en los parámetros normales de sueño. O al menos no me siento tan cansado— explico para luego incorporarme en mi cama, arrugando las blancas sabanas de esta—. Creo que simplemente fue otro de mis traumas de la muerte de papá.

— ¿Traumas?— cuestiona ella con cierta preocupación en su tono de voz. Yo asiento lentamente a la vez que la miro sin expresión alguna—. Pero no tienes esos traumas desde...

— Hace siete años, lo sé— completo por ella—, pero temo que en algún momento puedan volver cuando mi mente esté expuesta a alguna debilidad.

— Entiendo— asiente ella para luego mirar a la caja que dejó en el suelo. Algo quiere decirme, es evidente, ya que está evitando mi mirada—. ¿Crees que sea adecuado volver a las terapias psicológicas?— pregunta en un susurro e inmediatamente mi cuerpo se tensa.

Mi experiencia con los psicólogos no es del todo buena. Esa sensación de que invaden tu privacidad y que quieren conocerte como nadie más lo ha hecho simplemente no me gusta. Quieren conocer toda tu vida y arreglarla con simples palabras, pero siempre he tenido presente que la acción es más fuerte que el dicho. No obstante, tengo en cuenta que su profesión es de vital importancia para la humanidad, ya que a partir de allí se inculca el pensar de las personas. Pero para mí es mejor que eso lo haga una persona que te conozca desde el comienzo, como Richard, que de vez en cuando era mi consejero personal para no meter la pata en la mayoría de las ocasiones.

— No es necesario, mamá. Simplemente fue una especie de engaño mental, pero ahora estoy bien, te lo puedo asegurar— traté de transmitir mi mejor sonrisa—. Si vuelve a ocurrir otra vez y no me siento bien conmigo mismo te lo diré— mentí, de hecho haría todo lo posible para no volver a esas terapias mensuales a las que tenía que ir. Eso tomando en cuenta que tendría que conocer a un nuevo psicólogo.

— Bien. Si estás seguro de lo que dices, no veo razón por la cual no debas ir hoy al nuevo instituto— se encoje de hombros para luego levantarse, recoger la caja y caminar a la entrada de mi habitación.

— ¿Enserio haremos esto?— pregunté por última vez antes de que saliera totalmente de la habitación.

Tenía la esperanza de que esto fuera un simple juego por parte de ella, de que sólo fueran unas simples vacaciones en este sitio y luego volviéramos a la ciudad. O que sólo fuera temporal y no indefinido. Pero tengo en cuenta de que mamá nunca ha jugado así conmigo, y a través de la fuerte mirada que me lanza ahora me aseguro de que ella jamás lo haría en broma.

— Nuestro primer día de muchos en Bennys Hills, espero que lo puedas disfrutar de verdad y no lo arruines con tus amarguras— aconseja ella con voz neutra para luego retirarse y gritar algo que me pone en contrarreloj— ¡El Director Agreste te dará el tour por el instituto en unos veinticinco minutos, apresúrate!

Y con eso, mi momento de entrar a la torpeza comienza, ya que me caigo al suelo en mi intento de levantarme perfectamente de la cama.

Simplemente suspiro y me levanto esta vez de una forma humana para acomodar mi desastre de cama. Luego voy camino al baño, que se encuentra en mi habitación, y hago mis necesidades de aseo personal para salir con una toalla alrededor de mi cintura y encaminarme a buscar algo de ropa en las cajas de mudanza, ya que yo no he desempacado todavía. Desde que llegamos ayer a este pueblo lo único que he hecho mayormente es "dormir" y resolver el caos que había en mi cabeza.

Me alisto con lo primero que veo ya que ahora el tiempo no está a mi disposición; un pantalón de jean, una playera negra y unas gomas Adidas se vieron atractivas en aquel momento, junto con una chaqueta de estampado militar y mis lentes para visualizar mejor al mundo. Luego llega el momento de peinarme frente al espejo y de pronto me quedo mirando mi rostro fijamente.

A veces me gusta hacerlo para observar los detalles de mi perfil y ver qué posibles similitudes pudiera tener con mi difunto padre; tal vez mis grandes ojos cafés que combinan con mi medianamente largo cabello castaño con reflejos claros; o mi perfilada nariz que encaja perfectamente con mi largo rostro o mis gruesas cejas. No lo sé, pero algo debo de tener, ya que de la herencia física de mamá no me quedó casi nada. Lo único que tengo de ella puede ser su cabello lizo castaño, ya que sus ojos son un poco más pequeños que los míos y el color de éstos son más oscuros.

Sin embargo eso no quita el hecho de que ella no sea increíblemente guapa a la edad de cuarenta y siete años, que por cierto ni los aparenta al tener una piel suave y rejuvenecida a base de múltiples recetas de cuidado facial que utilizaban ella y mi Tía.

De hecho, he tenido en cuenta de que muchos hombres se le han insinuado, pero ella al parecer sólo tuvo lugar en su corazón para mi padre; ya que a todos los ha rechazado. Algo que de cierta forma le agradezco.

No le hubiera rechazado a ninguno como hijo, después de todo su felicidad está primero que cualquier cosa que yo pueda pensar, pero simplemente no puedo imaginar a un padrastro a la edad que tengo.

— ¡Diez minutos, Adam!— escucho que grita mamá desde la planta de abajo y sólo así pude salir de mi repentino trance.

Agarro mi celular y el bolso que se encuentra en la silla del computador. Y, una vez que estoy seguro de que no me falta nada, salgo de mi habitación. Bajo las escaleras, y voy de camino a la cocina, topándome con mi madre.

— Llegarás tarde a tu presentación, no puedo creer que se me haya pasado— dice mientras camina apresurada con cajas por toda la cocina.

— Si quieres te ayudo a desempacar cuando llegue del instituto— le propongo al ver lo estresada que andaba. Y no es que sea un mal hijo por no ayudarla desde el principio, sino que Elizabeth Houchein es tan terca que prefiere hacer todo ella sola.

Me lanza una suave mirada.

— Es lindo que te preocupes, pero tengo todo controlado. Además de que todo lo que tocas lo arruinas— bromea para luego reírse levemente.

Llevo mi mano al pecho y hago una expresión exagerada con mi rostro.

— Eres cruel, madre— le informo en broma—. Te recuerdo que yo hago un sándwich de queso que me queda fantástico. Los restaurantes me desean a mí como chef, pero tú reprimes mis habilidades al encerrarme como tu hijo.

Mamá se ríe más fuerte y yo la sigo, pero pronto mamá se detiene y me mira con preocupación al recordar probablemente algo:

— Se me olvidó hacer el desayuno, ¡Para eso hice las compras temprano!— se mueve rápidamente para poner las cajas del mesón en el suelo— ¡Oh, por dios! Ahora sí llegarás excesivamente tarde— dice colocando ambas manos en su cabeza y yo niego con una sonrisa mientras me acerco hacia ella.

— No te preocupes, mamá. Harás que todas las terapias que hiciste con la Tía Sam se pierdan— la agarro de los hombros y sólo así se relaja—. Agarraré una manzana, sabes que las amo y puedo sobrevivir todo un día con ella en mi estómago. O al menos hasta que llegue al comedor.

— ¿Seguro?— pregunta ella volteándose hacia mí.

— Seguro— le sonrío para dirigirme al refrigerador y agarrar el fruto, no tardo en darle un mordisco—. Me voy, supongo que nos veremos ahora— le doy un beso en la mejilla.

— De acuerdo, cuídate. ¡Te amo!

— ¡Te amo!— le respondo y salgo de allí.

Para mi suerte y mala suerte, el instituto se encuentra a una cuadra de la casa, por eso no le veo tanto sentido al estrés de mamá.

Mi madre es una mujer trabajadora, eso sí, pero a veces no me gusta que ella quiera hacer todo; ya que cuando eso sucede, las personas tienden a colapsarse. Aunque sea me gustaría que de vez en cuando me tratara como un adulto y no como el pequeño Adam que una vez fui.

Por otro lado, y mientras término de comer mi manzana, pienso en cómo afrontaré el nuevo instituto; ¿Tendrá muchos alumnos? ¿Las materias serán fáciles o difíciles? ¿Y qué tal los profesores? ¿Me acostumbraré a ellos en mi último año? No lo sé, pero eso me hace dudar. Además de que tengo que empezar a socializar, algo que no es mi fuerte.

Admito que por un momento en mi mente pasa faltar al instituto, pero eso es imposible, mi madre se daría cuenta. Ella tiene ojos en todos lados, no sé cómo lo hace. Y sí se entera, me quitaría una parte de mi alma, como lo es mi celular o mis manzanas. Algo que tendría que ser ilegal en las leyes de la sociedad y la familia.

Aunque... entiendo su sobreprotección conmigo, es decir, soy casi la única familia que le queda, además de mi Tía Samantha. Nunca la he visto disfrutar de una fiesta o una celebración; según mi tía, eso pasó después de la muerte de mi padre.

Quitando mis malos recuerdos, finalmente llego al instituto del pueblo de Bennys Hills, llamado Populus Institute según un gran cartel de bloques que se encuentra encima de la entrada del mismo. Populus Institute tiene una estructura que inspira antigüedad, pero también es algo moderno. Es bastante grande al ser el único centro educativo de este lugar. Es de dos plantas y sus paredes de concreto están pintadas de un blanco perlado. Puedo añadir que también posee unas grandes ventanas relucientes que hacen ver a través de ellas, los distintos salones. Hay un gran jardín y un camino de piedras que te da la bienvenida, el cual varias personas ya lo están cruzando. Además de eso, puedo notar un estacionamiento al lado izquierdo del edificio y una especie de gran estadio al fondo.

Quién lo diría, incluso es más grande que mi anterior instituto.

— ¿Eres nuevo, muchacho?— pregunta educadamente un señor al llegar a la entrada del instituto. Él justamente estaba a un lado como para dar la bienvenida a los alumnos.

— Sí— respondo vacilante—, ¿Cómo sabe usted eso?

Él dirige su mano hacia mí y por respeto la aprieto.

— Soy el Director Agreste. Llevo siete años trabajando en este cargo y podría decir que conozco el rostro de todos mis alumnos— comenta con orgullo—. Sin embargo, el tuyo no está en mi memoria, y quizás sea porque eres uno de los nuevos alumnos de este año, ¿Cómo te llamas?

Así que este es el famoso director. Debí suponerlo, después de todo tiene un atuendo similar al Director Johnson de mi antigua institución; traje con saco y corbata. Es medianamente regordete y no tiene cabello en su cabeza, aunque sí abunda en su barba. Es blanca e inclusive no le permite ver su cuello. Le calculo unos sesenta y algo años de edad. Parece un señor muy amable a simple vista.

— Adam Houchein— respondo.

Él sonríe.

— ¡Oh!, el hijo de Elizabeth. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Le prometí a tu madre que te enseñaría las instalaciones— se detiene para saludar a una alumna que iba pasando—. Sin embargo, en estos momentos no estoy disponible. Darles la bienvenida a los estudiantes es de suma importancia para la imagen de un director— se rasca la barba—. Quizás pueda... ¡Augustus!— llama a un chico que justo iba pasando detrás de mí con un hombre corpulento y de traje negro.

— ¿Desea algo, Director Agreste?— pregunta extrañado el chico.

— Estoy algo ocupado y necesito que alguien le muestre la instalaciones a Adam— me señala—. Es un nuevo alumno, ¿Podrías hacerme ese favor?

Augustus asiente sin ninguna duda.

— No se preocupe, señor Agreste, después de todo le debo mucho.

— Gracias, muchacho.

Y con eso, me despido del director y empiezo a caminar por el pasillo del instituto junto a Augustus, el hombre de traje negro también nos sigue; siempre manteniendo un rango exacto apartado de nosotros.

— El director Agreste trata a todos los alumnos como sus hijos, es un director muy comprensible y amable. Pero que eso no te engañe, a veces para que gane el respeto de sus alumnos eleva su carácter a una fase que me gusta llamar Angry Agres. A nadie le gusta acercarse a él cuando está de ese humor— explica el chico a mi lado—. Me llamo Augustus Sprayberry, por cierto. Pero me dicen Augus.

Eleva su mano hacia mí y yo la aprieto con una leve sonrisa.

Con Augus aplica la ley de la persona que no aparenta su edad. Es decir, las facetas de su rostros son semejantes a la de un niño, pero tengo en cuenta de que su edad redondea con la mía. Él es pelirrojo y sus ojos son de color avellana, sus cejas son finas y hacen juego con su nariz perfilada. Es un poco más bajo que yo y su silueta también es más delgada que la mía.

Y mejor dejo de mirarlo y socializo para no parecer un acosador.

— Adam Houchein— respondo de vuelta—. Gracias por ser mi guía.

— No hay problema, pareces un chico agradable— comenta él con una sonrisa para luego hacerle seña al hombre que nos sigue—. Y hablando de amabilidad, que la corpulencia de este hombre no te engañe; es muy amigable. Se llama Edward Luys y, profesionalmente hablando, es mi guardaespaldas, pero sentimentalmente es algo así como mi hermano.

— Un gusto, Edward— saludo y él sólo asiente con semblante serio hacia mí.

Así que guardaespaldas, eso lo explica. Aunque ahora muchas preguntas rondan en mi cabeza, porque después de todo, ¿Por qué una persona necesitaría un guardaespaldas en un instituto educativo? ¿Será Augus alguna especie de celebridad o pariente de alguien famoso? Eso sería interesante de conocer, pero hasta ahora no tengo un vínculo fuerte con este chico para saber de su vida personal. Así que solo reprimo mis curiosidades.

— El instituto es fácil de comprender. Si te pierdes, podrás encontrar mapas en sitios específicos para hallarte— empieza a explicar el pelirrojo—. El Populus cuenta con cincuenta y nueve salones, incluidos aquellos de física, química y biología. Los que cuentan con laboratorio los podrás encontrar en la planta de arriba, mientras que la mayoría de los salones normales se encuentran abajo. Aquí en planta baja también hallarás la piscina en un campo cerrado, aunque sinceramente el entrenador nos permite usarla una vez cada trimestre, generalmente le gusta los deportes que tienen que ver con patear o lanzar algo, es muy molesto, por cierto. Hay un estadio y dos canchas al fondo de esta estructura; el primero es utilizado para jugar fútbol normal o americano, mientras que los otros dos son utilizados para jugar baloncesto, hacer gimnasia o, inclusive, practicar arco y flecha, algo que de verdad me gusta.

— Creo que a mi miopía no le gustará ese juego— bromeo en voz baja.

— Descuida, es más fácil de lo que se ve— me dice él—. Siguiendo con el tema, el instituto está infestado con muchos casilleros para el disfrute de sus estudiantes. Al oeste podrás encontrar también el comedor, la lasaña que prepara la señora Marta es fantástica y te la recomendaré siempre. La biblioteca y la sala de computación se encuentra en la planta de arriba, específicamente al sur; si estás aburrido lee un poco, no sólo encontrarás libros de la teoría del big bang o de la biología humana ahí. Además, la bibliotecaria en una vieja consejera que sabe más de lo que aparenta, simplemente tienes que ganarte su confianza. Los baños los podrás ver en ambas plantas al este de cada una. Hay un pequeño invernadero al lado de la cancha de gimnasia donde el club biológico cultiva algunas frutas y vegetales. La edificación que está a la derecha es un teatro de la misma institución, donde las obras de primavera, verano, otoño e invierno resaltan mucho en la tradición de los pueblerinos de aquí. Los departamentos de educación; Dirección, control de estudios, secretaría, enfermería y demás se encuentran en el centro de todo este lugar. También existe un patio recreativo a un lado del estadio donde los alumnos pueden sentirse libres a la vez que están encerrados en el instituto, supongo. Cada puerta en este sitio tiene un pequeño cartel bañado en plata pegado en el centro, el cual te indica qué lugar es.

— Este lugar es muy amplio— fue lo que pude decir de todo aquello que me dijo el pelirrojo. Aún la información no se procesa del todo.

— Sí, y en realidad esto comenzó como base militar...

Y así fue como Augustus comenzó a contarme toda la historia de la institución. Lo cual muestra que es un chico que habla bastante y tiene una gran experiencia de este lugar. Visitamos cada lugar que me dijo anteriormente, y a cada sitio le añadía una anécdota como "La piscina fue construida por ingenieras mujeres" o "El estadio es el décimo noveno más grande del País". Me sorprende en realidad todo lo que ha dicho, ya que Bennys Hills no es un pueblo muy reconocido entre los estadounidenses y su población es limitada; la evidencia está en que este es el único instituto que tiene el pueblo, o al menos esa es una de las tantas cosas que me confirmó el chico.

— Y finalmente buscaremos nuestros horarios y casilleros en secretaría— informa Augus después de todo el recorrido que hemos dado.

Digamos que sólo memoricé la cuarta parte del lugar. Espero que eso no afecte mucho.

Llegamos al final de una mediana fila de alumnos donde estaban esperando ser atendidos por la supuesta secretaria a través de una taquilla. Cabe destacar que en todo mi recurrido pude detallar que la estructura antigua, pero moderna, que se representa a las afueras del instituto está vívida en cada pasillo del mismo. Todos esos colores de tonos marrones y amarillos son los que más resaltan. Digamos que no es tan malo como creí que sería.

O al menos eso pensé hasta que todo el bullicio que había en el pasillo hace silencio y voltean hacia el recorrido que Augus y yo habíamos dado; al final contrario del pasillo se pudo notar a un grupo de adolescentes llegando en manada. Pude contar un total de seis, aunque cinco de ellos tenían unas características que eran difíciles de ignorar. Tales como perfecta postura al caminar y piel excesivamente pálida, incluso más que la de Richard; y eso es mucho qué decir.

— ¿Quiénes son ellos?— no tardé en preguntar. La curiosidad por saber qué efecto puedan causar ellos en las personas del pasillo me carcomía.

— En todo instituto hay divisiones sociales, y, aunque aquí no se demuestre con gran relevancia, afecta a las personas que estudian en Populus— empieza a explicar Augus sin despegar la vista de las personas que se acercan hacia nosotros—. Existen deportistas, los denominados nerds, los frikis, un pequeño rango de emos, los que son como nosotros que no tienen un grupo social identificado y... los populares; que en nuestro caso se divide en aquellos que tienen una belleza extraordinaria o su familia hace todo lo posible para demostrarle a la "Gentuza" que pueden derrochar dinero como se les dé la gana, o aquellos populares que no se esfuerzan mucho por estar en ese grupo social, es decir, con tan sólo ser un misterio, llegan a ganar la atención de las personas.

Y hubo algo que me sorprendió; que me dejó helada la sangre y no supe cómo reaccionar ante el suceso. Mi respiración se detuvo por un instante y mi corazón retumbaba en mis oídos. El mundo fue en cámara lenta cuando pude divisarla entre el grupo de chicos y chicas que venía; la chica hermosa que atropellamos.

— Te presento a los populares de la categoría misteriosa— dice Augus con voz neutra—, también conocidos como los Sprause.

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