Cosas que nunca dejamos atrás

Por Anix1781

40.2K 1.8K 161

Knox prefiere vivir su vida tal y como se toma el café: solo. Pero todo cambia cuando llega a su pueblecito u... Más

El peor día de mi vida
Héroe a regañadientes
Una delincuente pequeñita
No te vas a quedar aquí
Un poco de líquido inflamable y una siesta
Espárragos y una escena
Un puñetazo en la cara
La misteriosa Liza J.
Micción en el patio y el sistema de clasificación decimal de Dewey
Quebraderos de cabeza
Un demonio de jefe
De vuelta a casa
Clases de historia
La cena
Knox se va de compras
El famoso Stef
De hombre a hombre
Cambio de look para todo el mundo
Mucho en juego
Una mano ganadora
Una urgencia familiar
Una disputa y dos balas
Knox, Knox, ¿quién es? 🔞
Una visita inesperada
Lío familiar
Síndrome premenstrual y una abusona
Venganza con ratones de campo
El huerto 🔞
La casa de Knox
El desayuno familiar
Recelo en la biblioteca
El almuerzo y una advertencia
Una patada certera
El novio
Toda la verdad y un final feliz
Allanamiento de morada
Afeitado y corte de pelo
¡Que estoy bien!
Romperse, desmoronarse y seguir adelante
Las consecuencias de ser un idiota
La nueva Naomi
El viejo Knox
Bebiendo de buena mañana
Los niñeros
Discusión en el bar
Tina es lo peor
Desaparecidas
La caballería
Epílogo: Hora de la fiesta
Epílogo extra:
Nota de la autora Lucy Score
Sobre la autora
¿Segunda parte?

El cambiazo

324 23 0
Por Anix1781

Naomi 

—Cinco, cuatro, tres, dos…

—¡Espera! ¿Qué te hace pensar que Waylay sabe dónde está lo que sea que estés buscando? —pregunté, desesperada por distraer a Duncan de su cuenta atrás mortal—. No es más que una niña.

—Mmmmm —refunfuñó Waylay, a todas luces ofendida. Tina no dijo nada; tenía los ojos clavados en Duncan. Me extrañó que no hubiera estallado en llamas de las chispas que le lanzaba. El tío no se imaginaba la mecha que acababa de prender. Yo solo rezaba para que mi hermana no nos matase cuando explotase, cosa que sucedería en breve.

—Muy fácil. Tina birló el USB y desapareció, y solo había otra persona en la casa: la mocosa consentida amante de la tecnología y con la mano muy larga.

—¿Tina te dijo que había desaparecido?

—No, fue Papá Noel —respondió Duncan con los ojos en blanco.

—¿Y no se te ha ocurrido que, quizá, sea Tina quien tiene el USB? A lo mejor se lo cogió para quedarse con tu parte.

Tina y Duncan me miraron. No sabía si había mejorado o empeorado la situación, pero, al menos, ahora la pistola apuntaba al suelo. Me arrodillé y me centré en el nudo de la muñeca de Waylay.

—No la escuches —dijo Tina tras volver en sí—. Está haciendo lo que hacía con nuestros padres, te está manipulando.

—Qué rabia me da eso —replicó Duncan, y volvió a levantar la pistola —. ¿Por dónde iba? ¿Cinco?

—¿Nueve? —sugerí sin mucho afán.

—Tienes que ir al baño —me informó Tina.

—¿Cómo?

Me miró atentamente.

—Que tienes que ir al baño —repitió, y se volvió hacia Duncan—. Es que le ha venido la regla. No querrás dispararle y que te manche toda la casa, ¿no, Dunc?

—Qué asco, no me hables de eso —se quejó con cara de estar a punto de vomitar.

—La llevaré al baño y hablaremos con la niña para que nos diga dónde ha escondido el USB —dijo, mirando a Waylay—. Luego iré a por el pollo frito que tanto te gusta.

Era evidente que Tina tramaba algo. Tenía cara de estar maquinando, y a mí no me había venido la regla. La alerta roja del Honky Tonk era en dos semanas.

—Eso ya me gusta más —dijo Duncan, contento de que su mujercita hubiera vuelto al redil—. No iba en serio lo de dispararte, T.

—Sé que estás muy estresado, cariño —comentó Tina mientras me sacaba a rastras del cuarto y me llevaba a una puerta en la que ponía «SER CIO»—. ¡Descansa, tómate una cerveza! ¡Ahora volvemos! —gritó por encima del hombro.

Me obligó a entrar en un cubículo que había que desinfectar con un cargamento de lejía.

—Quítate la ropa —dijo cuando se cerró la puerta.

—¿Cómo? No podemos dejar a Waylay sola con él, está loco.

—Ya me he dado cuenta. Que te quites la ropa, joder —insistió mientras se bajaba los pantalones.

—Te has vuelto loca. Esto va más allá que otra mala decisión con consecuencias terribles. Te falta un tornillo, ¿a que sí?

—Me cago en todo. No quiero tener una relación incestuosa contigo ni vamos a grabar una peli porno, vamos a intercambiarnos. Duncan no dejará que vayas a pedir ayuda, pero a mí, sí. —Se quitó la camiseta por la cabeza y me la tiró. Me dio en la cara.

—Pues vete y llama a la poli —dije entre dientes.

—No voy a dejar a Way con ese imbécil de mierda.

—¡No sería la primera vez que la abandonas!

—La dejé contigo, listilla. Sabía que te ocuparías de ella hasta que me saliera con la mía.

Sabía que no debía tomármelo como un cumplido, pero era lo más parecido a un halago que obtendría de Tina.

—Está acariciando esa pistola como si fuera su pene y tiene otra cargada bajo la caja de pizza —prosiguió—. ¿Sabes manejarla? ¿Estás dispuesta a disparar a un tío en las pelotas y arriesgarte a acabar en el trullo?

—No y sí, si de ese modo saco a Waylay viva de aquí.

—Pues yo sí y sí, y se me da que flipas. Así que dame tu falda y avisa a la pasma.

—¿No puedes escribir a Knox o a Nash y decirles dónde estamos?

—Mi móvil está en el coche —dijo mientras se subía mi falda—. Dunc está obsesionado con que el gobierno lo rastrea, por lo que no permite móviles cerca de él.

Me pasé su camiseta por la cabeza y dije:

—Vale, está bien. ¿Cuál es el plan?

—Salimos, yo me hago pasar por ti y le doy la señal a Waylay.

—¿Qué señal?

—Cuando digo: «He leído un reportaje sobre la deforestación de los bosques tropicales», ella sabe que debe prepararse para correr.

Supuse que era la forma de Tina de hacer simulacros de incendios en familia.

—Vale, ¿y luego, qué?

—Se inventará dónde escondió la cosa esa. Dunc enviará a sus chicos a por el USB y tú irás a por el pollo de celebración, pero en realidad irás al coche y llamarás al 911.

No me parecía un plan muy elaborado, y confiaba en mi hermana lo justo y necesario, que no era mucho. Pero no tenía alternativa.

—¿Qué harás tú? —la interrumpí—. Aunque te libres de Duncan, fuera hay hombres armados.

—Haré lo que haga falta para sacar a Waylay de aquí.

Me abroché sus vaqueros y me calcé sus botas.
Nos miramos.

—Se te van a salir las tetas de mi camiseta —señalé.

Cogió el rollo de papel higiénico y dijo:

—Ponte esto.

—¿Va en serio? —exclamé.

—Con que las dos tengamos tetas, no notará la diferencia. Ya lleva siete cervezas.

—Tienes que elegir mejor a los hombres —me quejé mientras me metía papel higiénico en el sujetador.
Tina se encogió de hombros y dijo:

—Cuando no está pedo, no está tan mal.

—¡Eh, vosotras! Venid ya, hostia, que tengo ganas de meterle un tiro a alguien.

—Uy, sí, es un encanto —refunfuñé.

—No camines como si te hubieran metido un palo por el culo —dijo Tina entre dientes mientras me empujaba hacia la puerta.

—Y tú no hables como si hubieras tenido que copiar para sacarte el graduado.

Volvíamos al pasado. Me alivió comprobar que Waylay seguía viva y con ganas de guerra. Waylon estaba sentado junto a su silla como un perro guardián y, en cuanto me vio, golpeó el suelo con el rabo. Me preocupó que Duncan se diera cuenta.
Por suerte, estaba embobado con un videojuego en el que, por lo visto, debía disparar a mujeres ligeras de ropa.

—¡Toma! ¡Chúpame el cañón, zorra!

Tina carraspeó y miró a Waylay.

—He leído un reportaje sobre la deforestación de los bosques tropicales.

A Waylay se le abrieron los ojos como platos por encima de la cinta americana, y le hice un gesto con la cabeza a ella y luego a su madre.
Pestañeó dos veces. Tina me dio un codazo.

—Ay, digo, deja de hablar de las chorradas que lees y siéntate ahí… con mi hija —le ordené mientras me apartaba el pelo a un lado y señalaba a Waylay.

—Waylay, tocinito de cielo, ¿estás bien? Siento muchísimo lo que ha pasado. Es culpa mía por ser una pija e ir de sobrada con todo el mundo — dijo Tina, que se dejó caer en la otomana rota que había junto a su hija. Se despatarró y vi lo que se escondía bajo mi falda, digo, la suya.

Waylay puso los ojos en blanco.

Oí que Duncan se ponía en pie a mi espalda. Me sobresalté cuando me dio un cachete en el culo que picó.

—Estos vaqueros te hacen un culo tremendo, Teen —dijo, y se acabó la birra de un trago. Lanzó la lata hacia atrás y eructó.

—Qué buen gusto tengo para los hombres —dije mientras fulminaba con la mirada a Tina.

—Eh, tu hermana lleva el mismo tanga que tú —dijo Duncan mientras señalaba la entrepierna de mi hermana—. Pues sí que os parecéis.

El tío era tonto. Pero, por desgracia, era un tonto armado, y no tenía más opciones que seguir el plan de Tina.

—Ti…, digo, Naomi y yo hemos estado hablando —empecé.

—No me habrá puesto el baño perdido, ¿no?

Apreté los dientes y dije:

—No. Las paredes y el suelo siguen manchados de los fluidos corporales de siempre.

Tina carraspeó. El pobre Waylon nos miraba a una y a otra como si intentara descifrar qué pasaba.

—El caso es que tu tía que tanto te quiere y yo hemos hablado y hemos llegado a la conclusión de que es mejor para ti que le digas a Duncan dónde has escondido el USB —dije.

—Eso. Dímelo, enana, soy de fiar —intervino Duncan. Por lo visto, había olvidado que hacía escasos minutos había amenazado de muerte a su madre y a su tía.

—Tú dile dónde lo has «auscultado» y él enviará a sus hombres a por él —dijo Tina, despacio.

Ese no era el significado del verbo «auscultar».

Duncan me dio un codazo y dijo:

—Quítale la cinta de la boca.

Me acerqué a Waylay y le susurré:

—Soy yo, Naomi.

Waylay se puso bizca como diciendo «¡no me digas!». Waylon se levantó y me lamió la pantorrilla.

—Anda, ahora le caes bien —dijo Duncan—. Los perros son más volubles que las tías. Hace una hora no dejaba de gruñirte y ahora se arrima a tu pierna.

Quité una esquina de la cinta.

—Perdona, cielo —susurré, y le quité la cinta del tirón.

—¡Tus muertos! ¡Ay! —gritó Waylay.

De pronto, añoré a Knox con toda mi alma.

—Dime dónde está el USB, niña —insistió Duncan. De soslayo, vi la pistola conforme se acercaba a nosotras.

Waylay inhaló con fuerza y dijo:

—Lo he escondido en la biblioteca de Knockemout. Está atado con cinta bajo un estante de la sección de ficción histórica.

Qué chica más lista. Si Duncan enviaba a sus hombres a la biblioteca, sería como si irrumpiesen en la jefatura de policía.

—Gracias por decírnoslo. Estoy muy orgullosa de ti por ser tan sincera e íntegra —dijo Tina, supuestamente imitándome. Parecía de la realeza.

—Imagino que querrás ir ahora que la biblioteca está cerrada —le dije a Duncan.

—Sí, puede —murmuró, pero a quien miraba era a Tina con aire meditabundo.

—Voy a por el pollo —dije mientras me dirigía a la puerta.

—No tan deprisa.

Noté un metal helado en la base del cuello y me quedé paralizada.

Oficialmente, el plan de Tina se había ido al garete.

Waylon gruñó bajo. Eso también me hizo echar de menos a Knox.

Aunque no me quisiera, sabía que no dudaría ni un instante en dejarle la cara a Duncan como un cuadro abstracto.

—Toda mi vida me han subestimado —dijo Duncan en tono informal—. Me han llamado tonto, decían que era idiota e imbécil. Así que les seguí el rollo y me hice el tonto. Porque la gente no vigila lo que dice cuando está con un tonto, ni hacen grandes esfuerzos por disimular lo que hacen…, Naomi.

«Mierda».

—Vosotras dos sois las tontas. ¿En serio creíais que me tragaría el cambiazo? —resopló.

—¿Cómo lo has descubierto? —pregunté para ganar tiempo.

—No tienes las tetas torcidas.

—Dirás que las de Tina no están torcidas.

—No, estúpida. Las de Tina están torcidas; las tuyas, no. ¿Quién es la tonta ahora? —dijo mientras gesticulaba con la pistola.

Dado que no me apuntaba con ella, me volví hacia él.

Tina se estaba dejando la piel para desatar a Waylay.

«Rodilla, pelotas, nariz».

Recordé las instrucciones de Knox como si estuviera a mi lado.

—Me molabas, Tina. Me molabas mazo y ahora tengo que matarte. ¿Cómo crees que me siento? —Alzó la pistola y algo dentro de mí me dijo que ahora sí tenía intención de usarla.

Tina me miraba fijamente y, por una vez en mi vida, le leí la mente.

—Eh, Duncan —dije.

En cuanto me miró, todo se movió a cámara lenta. Tina apartó la silla de Waylay de la línea de fuego de una patada y se lanzó en la dirección opuesta, hacia la caja de pizza.

—¡Toma! —Lo cogí de los hombros y le pegué un rodillazo en el paquete. Se le cayó la pistola al doblarse hacia delante.

Me pitaron los oídos, pero seguía oyendo a Knox en mi cabeza.

«Nariz».

Me apoyé en sus hombros y le di otro rodillazo, esta vez en la cara.

No oí si le partí la nariz, pero, a juzgar por cómo se aovilló en el suelo, lo había hecho bien.
Por encima del pitido me pareció oír más disparos, pero sonaban a lo lejos. Y una sirena.
Dejé a Duncan ahí tirado y corrí hasta Waylay. Le di la vuelta a su silla.

Me alivió muchísimo ver que estaba ilesa.

—¿Estás bien? —le pregunté mientras la desataba con los dedos temblándome.

—¡Qué pasada, tía Naomi! —exclamó.

—¡Pedazo de imbécil! —Tina había cogido el arma que había en la pizza y apuntaba con ella a Duncan, que se había puesto a cuatro patas—.
¿Ibas a dispararnos a mi hija, a mi hermana y a mí?

—¡Mamá, ha venido la poli! —gritó Waylay cuando al fin le desaté las muñecas.

Tina le dio una patada a Duncan en el torso.

—Tienes suerte de que no tenga tiempo de meterte un tiro. —Entonces se volvió y me dijo—: Ten. —Y me entregó el arma.

La sujeté a una distancia prudencial y recé para que no se disparase.

—No irás a huir, ¿no? —pregunté.

Reconozco que fue una pregunta tonta.

Pues claro que mi hermana iba a salir por patas; era lo que hacía siempre que la liaba.

Tina cogió una bolsa negra y roñosa del suelo y metió varios fajos de billetes. Tiró lo que quedaba de pizza encima y dejó la porción con el balazo.

—Soy alérgica a la pasma —arguyó mientras se colgaba la bolsa al hombro. Miró a su hija y añadió—: Nos vemos, peque.

—Adiós, mamá —dijo Waylay mientras se despedía con la mano libre.

A mi espalda, Duncan gimió en el suelo y Waylon gruñó.

—Ha sido guay. Gracias por la falda, santita. Cuida de mi niña —dijo mientras se despedía como una soldado. Entonces, saltó por la ventana y bajó por la escalera de incendios.

Al fin, la cuerda se aflojó y la tiré al suelo.

—Volverá —auguró Waylay al tiempo que se ponía en pie y se desentumecía las manos.
No lo dudé.

—Venga, salgamos de aquí —dije mientras dejaba el arma en el suelo y desataba la correa de Waylon de la pata de la mesa. No solo me temblaban las manos; me temblaba el cuerpo entero. No me sentiría a salvo hasta que no estuviéramos en casa de Liza. Tal vez, ni siquiera entonces.

La imagen de la pistola apuntando a mi sobrina se me había grabado a fuego en la retina. No creí que pudiera volver a dormir.

—¡Tía Naomi!

El pánico que traslucía el tono de Waylay me hizo girarme al momento.

Por instinto, me interpuse entre ella y el peligro, y Duncan me agarró con fuerza.
Me puso una mano en el cuello y apretó hasta dejarme sin aire.

Le sangraba la nariz. Por un brevísimo instante, sentí una pizca de satisfacción al saber que eso había sido obra mía. Le había plantado cara.
Pero el furor duró poco, y es que empezaba a no ver de reojo.

—¡Lo has fastidiado todo! —vociferó.

El tiempo se paró y sentí que había llegado mi hora cuando me pegó el arma a la cabeza.
No podía terminar así. No con Waylay mirando. No con ayuda en el edificio.

No sin Knox.

Noté que Waylay me abrazaba por detrás. Un último abrazo. No podía moverme ni hablar, ni decirle que corriese. Mi mundo se oscurecía.
La puerta se abrió de golpe y tanto Duncan como yo nos asustamos. Él se volvió a tiempo de ver a uno de sus hombres caer de bruces. ¿Qué digo?
No cayó. Voló como un muñeco de trapo.
Con la poca fuerza que me quedaba, le di una patada a Duncan en la espinilla.

—¡Corre, Waylay! —ordenó alguien. Su voz me resultaba sumamente familiar, pero la sentía lejana.

Habían acudido al rescate.

Waylay estaría a salvo.

Me sumí en la oscuridad.

Seguir leyendo

También te gustarán

28.8M 915K 49
[BOOK ONE] [Completed] [Voted #1 Best Action Story in the 2019 Fiction Awards] Liam Luciano is one of the most feared men in all the world. At the yo...
6.5M 179K 55
⭐️ ᴛʜᴇ ᴍᴏꜱᴛ ʀᴇᴀᴅ ꜱᴛᴀʀ ᴡᴀʀꜱ ꜰᴀɴꜰɪᴄᴛɪᴏɴ ᴏɴ ᴡᴀᴛᴛᴘᴀᴅ ⭐️ ʜɪɢʜᴇꜱᴛ ʀᴀɴᴋɪɴɢꜱ ꜱᴏ ꜰᴀʀ: #1 ɪɴ ꜱᴛᴀʀ ᴡᴀʀꜱ (2017) #1 ɪɴ ᴋʏʟᴏ (2021) #1 IN KYLOREN (2015-2022) #13...
4.2K 298 6
Porque fue la luz más resplandeciente en su mundo de oscuridad. Porque todo cambio gracias a aquel día. DabiDeku FanFic ©Todos los derechos reserva...
21.4K 1.4K 64
He visto muchas historias de este tipo pero ninguna me convenció entonces decidí hacer mi propia versión de games system en Naruto esta tratará de Na...