La nueva Naomi

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Naomi 

Knox: Oye, sé que podría haberlo hecho diferente, pero, hazme caso, es mejor así. Si tú o Waylay necesitáis cualquier cosa, quiero que me lo digáis.

Knox: Liza ya te lo habrá comentado, pero la compañía de seguridad instalará la alarma en la cabaña el sábado. ¿A qué hora juega Waylay?

Knox: ¿Estás bien?

Knox: Porque no estemos juntos no significa que no quiera que tú y Waylay estéis sanas y salvas.

Knox: No puedes evitarme para siempre.

Knox: Joder, ¿no podemos ser adultos con todo esto? Es un pueblo muy pequeño, tarde o temprano nos vamos a encontrar.

•••

Abrí un ojo hinchado y miré la pantalla del móvil. Satisfecha porque no se trataba de cierto hermano Morgan que estaba muerto para mí, grazné:

—¿Qué?

—¡Buenos días, Witty! —me saludó la voz alegre de Stef a medio mundo de distancia.

Le dediqué un gruñido amortiguado y me di la vuelta. Había tirado de las sábanas para que me cubrieran la cabeza en un intento adolescente de aislarme del resto del mundo. Por desgracia, había tenido como consecuencia inesperada sumirme en la fragancia de él. Dormir en una cama que habíamos compartido mientras yo me tragaba toda la farsa no comportaba nada bueno, solo hundirme más en el pozo. Si quería sobrevivir a todo esto, tenía que quemar las sábanas y comprarle un nuevo juego a Liza.

—A juzgar por tu saludo tan efusivo, diría que todavía no has salido de la cama, y eso que hoy es el día en el que definitivamente lo olvidas — conjeturó Stef.

Bufé.

—Tienes suerte de que no esté en el mismo continente que tú ahora mismo, porque se te ha acabado el tiempo —dijo con alegría.

—¿Qué tiempo?

—El tiempo de «ay, pobrecita de mí, echo de menos a mi novio de mentira buenorro y estúpido». Han pasado cinco días. El período de duelo ha terminado. Hoy vas a renacer oficialmente como la nueva Naomi.

Renacer parecía mucho trabajo.

—¿Y no puedo hundirme en la miseria como la vieja Naomi? La vieja Naomi se ha tirado los últimos días fingiendo una sonrisa para Waylay y los usuarios de la biblioteca, y luego se ha pasado unas cuantas horas cada día limpiando como podía el desastre de la casa. Y todo eso mientras intentaba no pensar en Knox.

Estaba agotada.

—No es posible. Son las seis y media de la mañana allí, el día empieza ahora.

—¿Por qué eres tan malo? —gruñí.

—Soy tu hada madrina mala. Tienes que empezar tu transformación, oruguita.

—No quiero convertirme en mariposa, quiero quedarme encerrada en el capullo.

—Pues te jodes. Si no sales de la cama en los próximos diez segundos, voy a sacar la artillería pesada.

—Ya he salido —mentí.

Dijo algo en tono desdeñoso en francés.

—Por si necesitas traducción, significa «y una mierda» en francés.

Venga, quiero que saques el culo de la cama y te vayas a la ducha, porque Liza me ha informado de que tienes el pelo más grasiento que la freidora de un bar la noche que dan partido. Y luego quiero que abras el pedido de Sephora que te hice y te dejes de tonterías.

Cosas que nunca dejamos atrásOnde histórias criam vida. Descubra agora