No te vas a quedar aquí

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Naomi

—Tú debes de ser Naomi —dijo el policía.

Estaba empezando a sufrir un ataque de pánico, pero me gustó la forma en que dijo mi nombre, con un tono agradable. Al parecer, a Knox no le gustó nada, porque, de pronto, interpuso su cuerpo musculado entre él y yo, con las piernas separadas y firmes y los brazos cruzados.

—Exacto —dije, asomándome por detrás de Knox. El bruto no quiso moverse cuando le di un empujoncito en la espalda.

El hombre miró a Knox y, fuera lo que fuera lo que vio, le hizo sonreír.

—Soy el jefe de policía del pueblo, pero puedes llamarme Nash. Es un placer conocerte, Naomi. Siento que sea en estas circunstancias. ¿Te importaría responder a unas preguntas?

—Eh… De acuerdo —contesté. De pronto, deseé haber podido disponer de un momento para limpiarme la cara y arreglarme el pelo. Seguro que tenía la misma pinta que una dama de honor zombi y desquiciada.

—¿Por qué no charlamos en el aparcamiento? —propuso Nash con un gesto de cabeza en esa dirección.

Waylay había devuelto toda su atención a la pantalla y daba sorbos a su bebida azucarada de limón.

—Claro. —Lo seguí afuera y me sorprendió ver que Knox hacía lo propio. Se dirigió derecho al todoterreno ligero de Nash, con la inscripción «Knockemout Police» a un lado, y se apoyó con actitud agresiva en el capó.

—No se te necesita para esta parte —lo informó Nash.

Knox apretó los dientes.

—Si quieres que me vaya, tendrás que obligarme.

—Lo siento, lleva así toda la mañana —le expliqué a Nash.

—Cielo, ha sido así toda la vida —replicó el jefe de policía.

No me di cuenta hasta que se dirigieron una mirada idéntica.

—Sois hermanos, ¿verdad?

—Muy aguda —gruñó Knox.

—Efectivamente —dijo Nash, con una sonrisa brillante de oreja a oreja —. Yo soy el hermano bueno.

—Limítate a hacer tu puto trabajo —le espetó Knox.

—Vaya, ahora quieres que haga mi trabajo. Como entenderás, estoy confundido, porque…

—Señores —los interrumpí. Esto no llevaba a ningún sitio. No me quedaban energías para disipar la tensión que había entre los dos hermanos y teníamos cosas más importantes de las que preocuparnos—. No me gustaría extralimitarme, pero ¿podríamos volver a centrarnos en mi hermana? —sugerí.

—Gran idea, Naomi —dijo Nash, que me dedicó un guiño mientras sacaba una libreta.
Knox soltó un gruñido.

—Te tomaré declaración y luego decidiremos qué tiene que ocurrir después.

Un hombre con un plan y una sonrisa. Sin duda, era mucho más agradable que su hermano.

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Cosas que nunca dejamos atrásWhere stories live. Discover now