Rhys Mitchell: El sabor del r...

By LianaTheQueen

4.8K 401 293

Todas mis noches han sido negras sin ella. Blake no ha vuelto a casa y yo tampoco lo he hecho. Después de aqu... More

RHYS MITCHELL: EL SABOR DEL RECUERDO [II]
♪LISTA DE REPRODUCCIÓN♪
Sinopsis
Prefacio
1. Oscuridad
2. Problemas
3. Monstruo
4. Rotos
5. Droga
6. Traición
7. Planes
8. Destrucción
9. Pecados
10. Psicópata
11. Silencio
12. Debilidad
13. Onomástico
14. Tiroteos
15. Arrepentido
16. Juega
17. Pasos
18. Glorioso
19. Tentación
20. Cautiverio
21. Dolor
22. Inevitable
23. Corazón
25. Azul
26. Nudo
27. Curiosidad
28. Vínculo
29. Desafío
30. Estola
31. Pasado
32. Agonía
33. Inminente
34. Herida
35. Lecciones
36. Sacrificio
37. Consistencia (1° Acto)
38. Consistencia (2° Acto)
39. Consistencia (3° ACTO FINAL)
Epílogo

24. El sabor del recuerdo

80 9 9
By LianaTheQueen

HI GUYS!

Creo que fue lo mejor que he escrito, aunque me demoré días.

¡No te saltes ningún capítulo que cada vez está más bueno!

Procedo a llorar.

Intro: Always - Gavin James

Si te gustó: vota, comenta y comparte.

Besos ;)

★━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━★


Capítulo (24)

EL SABOR DEL RECUERDO



Blake lleva consigo la experiencia más retorcida. Lo provisional. Vale con que solo lo repita una vez. Me hace pensar en todas las cosas que puedo llegar hacer. La tengo amordazada y no la pienso soltar. Con lo cohibida que está y lo frágil que se ve.

—Tan empapada, tan excitante —le paso los labios por las esquinas de su hendidura—. Todos tus fluidos y gemidos son por mí ¿no?

—Rhys, no lo hagas...

Se le intercala la respiración y cae rendida a mí.

—Soy todo lo que deseas —hablo contra su húmedo coño.

—¡Maldito arrogante!

—¡Mira lo que te hago, mi blanquita!

Dejo que sus piernas caigan rendidas sobre mis hombros, por lo que tengo más acceso a su pequeño y rosado agujero. Le chupo y le doy lengüetazos desde su raja hasta su clítoris. La siento tan pegajosa en mis labios. Ya echaba de menos su sabor. Joder, es la primera mujer a la que adoro y la que revuelve mi lado retorcido. En la mayor parte de lo posible, rizo su zona sensible y toco ese botón de completa lujuria.

—No sigas más con... eso —Su cuerpo se arquea justo después de que la tensión sexual se acumulara en su manojo de nervios.

—Déjalo escapar pero no te corras todavía.

Me permito corroerla y poseerla de tal manera que me transformo en un completo monstruo. La situación nos da esa leve satisfacción. Todo es posible cuando se trata del sexo que de algún u otro modo nos hace vasallos del mal con un trajín erótico.

Su aliento y todo ese desastre permanecen en mí. Es lo mejor que he probado. Mi cena, mi merienda, un aperitivo que nubla la prudencia de mis pensamientos. He caído al igual que ella y no me he podido contener. Los empellones de mi lengua en su orificio hacen que pequeñas lágrimas se acumulen en sus ojos. Es tentador no haberlo hecho antes. Es de esos platos bandera que de solo probarlos se te abre el apetito. Es la carne más sensible y lo más comestible.

Es tan cálida.

Lo excitado que estoy no me permite pensar con nitidez. Normalmente soy yo quien se detiene con las mujeres, pero con Blake todo es distinto. Ya antes lo había dicho. Antes de que tuviera algún sentimiento hacia ella. Pecar está en nuestro léxico. La verdad que nos sofoca de adentro hacia fuera.

—¿Por qu-ué lo haces?

—Chist...

La silencio dejando besos en toda su piel. La sensibilizo. La adoro con la boca y con los dedos. Hago que se crea un enorme pozo en ella. Esas muestras de cariño se vuelven en una completa adicción.

—¡Rhys, ahh! —jadea agarrándose de donde pueda.

—Sí, eso es, dilo. Grita el nombre del hombre al que tanto amas.

Saldo cuenta, me refiero a todas las cosas que nos hemos dicho y hecho. Todavía tengo esas horribles imágenes en mi mente de esa mujer y ese maldito arrastrado. Lo que hace que enloquezca más con el corazón latente.

—¿Qu-ué te acaba de pasar?

—¿Qué no lo sabes? —le clavo las uñas en las piernas—. No me explico el porque te quiero, pero siento que contigo se me quitan mis penas y por eso no pienso dejarte ir. Te quiero y no puedo permitir verte en los brazos de otro que no sea yo.

—¿Crees que esto es... normal? —Suelta un quejido.

—Lo es.

—Sé lo que te pasó.

Se crea un trasfondo en su interior y lo confronta vagamente. Puedo notarlo en la tonalidad neblinosa de sus ojos. Desde donde me ven a mí. Sus más oscuros deseos y esa explosión que vulnera lo más puro. Lo más sensato.

—¿Ah, sí? ¿Entonces por qué lo preguntas?

—No pienso casarme con él —Veo lo tenaz que es al decírmelo. Eso hace que me detenga y la mire a los ojos desde la misma posición en la que estoy. No depende de lo que haga, depende de lo que siento.

—¿Por eso tuviste que venir hasta aquí?

—No imaginé que estuvieras aquí.

Se ve tan inocente pero al mismo tiempo trae la culpa en los ojos. Estamos iguales. Sin esperárselo, le doy un pequeño pellizco en su abertura y hago que pegue un brinco. Es justo lo que quiero. Lo mojada y dolorida que está. Maximizo la acumulación de placer.

—Tampoco yo —resoplo llegando mi dedo y mis labios a su zona prohibida—. Ahora déjame follarte.

—No tienes por qué —Corrientes eléctricas se centran en sus lechosas piernas.

—Tu pequeño agujero es mi perdición.

La devoro llegando su impregnado núcleo a mí. Lo hago una y otra vez. Sabe a frutilla, vainilla y algo más que me cuesta descifrarlo. Sus ojos se alumbran con solo instigarla. La hago volar y me dejo llevar. Acorto toda esa distancia que nos separa. Toda esa pasión hace que pierda la razón. Blake es la única que quepa en mi oscuro corazón.

Es mi crema de leche.

Mi mejor experimento.

Mi lado irracional.

—No sabes por cuánto tiempo esperaba esto.

Nos prendemos en llamas sin perder contacto visual. Ya no creo que lo nuestro sea un tremendo error. Lo veo más como una pócima o un embrujo total.

—No puedes obligarme.

—Claro que puedo. Solo con mirarte llenas mi vida —La hago estremecer con mis lamidas—. Solo con probarte haces que sienta estallidos en mi polla.

—Puedes hacerme lo que quieras pero no pienso perdonarte.

Recobra el aliento.

—Lo harás.

—Que no.

—¡Escúchame! ¡No seas necia! —Hago que en su forma placentera sienta el material en mis manos—. Te hago el mejor oral para que cuando no esté a tu lado puedas pensar en mí. Ningún hombre podrá desnudarte con los ojos como yo lo hago. Ni Markov te hará las mismas cosas que yo te hago.

—No seas idiota, me estás...

Se ahoga con sus propios gemidos.

—Acéptalo blanquita, tu coño se ha familiarizado tanto con mis dedos que con mi boca y mi polla.

—Yo no podré...

—Me encanta lo mojada que estás —La saboreo desde mis dedos. Es el elixir que faltaba a mi vida.

—Ahhhh —lloriquea como si algo dentro de ella explotara.

—Sea lo que sea que ocurra serás mía —La tomo de los muslos.

—Ni muerta.

—Ya está hecho. ¿Qué harás para alejarte de mí? —ladeo una sonrisa letal—. No, no creo que seas capaz de arriar bandera.

—Tienes que detenerte.

Me pide que lo haga una vez por todas pero en la guerra todo es posible.

No quiero forzarla hacer algo que no quiera y, sin embargo, me limito a creer en algo así. Estoy lo suficientemente loco como para no soltarla. Todo lo que he visto ha nublado mi mente. La quiero en este maldito instante.

—Debería pero no puedo.

Le acribillo con la mirada y hago que sienta una oleada de calor en su núcleo. Se ve tan inofensiva. Su suave piel se vuelve roja del deseo. De lo ilegal que cabe nuestro mundo.

—Oh-oh demonios —maldice por lo bajo.

—¡Aquí abajo! —le hablo entre susurros llevándola al clímax—. Eres exquisita, me encanta saborearte.

—No se vale que sigas viéndome como un corderito.

Se recupera o eso al menos es lo que aparenta.

—Eres mi presa, mi molestosa hermana y mi amante.

—No soy nada tuyo —pelea y eso me gusta más del que debería gustarme.

—Pero sí mi hermana.

—¡Maldito aborto de Teletubbie!

—Chist, no te muevas.

Me quito la chaqueta y la camiseta por debajo de la cabeza dejándola ver mi piel tatuada. Sus ojos alcanzan a ver el panorama de mis pequeños músculos de mi torso desnudo y los bíceps de mis brazos debido al duro entrenamiento. Enseguida, me dirijo a la pequeña estantería de al lado de la barra, saco unas cuerdas que asen brutalmente para follar. Son de un tono crema y las jalo de un tirón.

Le ato las muñecas hacia el filo de la tubería que está detrás. Me ve a través de las rendijas de sus ojos y se percata de lo codicioso que puedo llegar a ser. Entra en pánico y su semblante se deforma. Y más con lo que acabo de hacer. Me bajo la cremallera de los pantalones y eso aminora su inhalación.

—¿Qu-ué estás haciendo? —Su voz sale amortiguada. Por lo que la pillo de los brazos y le vendo los ojos.

—No hagas preguntas innecesarias —subo por encima de ella. Me coloco con las piernas en cada lado de su cuerpo y con la polla cerca de sus labios—. ¡Abre la boca!

—No quiero.

—¡Hazlo Campbell! ¡No me obligues abrirte la boca por la fuerza!

Refuto con unas enormes ganas.

Su negativa me marea. La inmovilizo del mentón y hago que su boca se forme en un pequeño hoyo. Y cuando está lo suficiente para entrar en ella, se mece y la punta de mi pene obtiene lo que quiere. La lleno de mí.

—¡Lame y chupa!

—Serás cap-ullo —masculla en mí con dotes de belleza pura. Cierra los ojos, pero con un pellizco en la costilla los abre todavía más. Su boca envuelve mi polla por completo y se mueve de un solo empellón dentro de su cavidad bucal. La tomo de la nuca y la sal se disuelve en su interior. Lo unta con su saliva dejando rastros de humedad y pequeños escupitajos.

—Eso es —empujo mis caderas hacia ella y jadeo satisfactoriamente seguido de gruñidos ininteligibles—. Lo haces extraordinariamente bien.

Siento lagunas en su interior. Lame como si de un helado de pistacho se tratase y se hace más nociva. Está en mi lista de deseos. Un poco de esperma le resbala en las concavidades de su garganta. Le doy arcadas como nunca antes lo imaginé con una contracción violenta. Se le escapan las lágrimas de los ojos y las manos se le pegan a la mesa de billar.

—¡Santo infierno! ¡Harás que me venga en tu cara!

Lo hace bastante bien. Ninguna mujer me ha hecho sentir de aquella manera tan irresistible. ¿Qué tiene ella que no tenga las otras? Si pudiera elegir el momento, sin duda elegiría este y lo llevaría conmigo a todas partes como un talismán. No lo echaría a perder. Ya lo dije, esto es más que un simple polvo.

Soy un maldito huésped en su boca.

Me estimula con una mezcla de sonidos guturales.

Aumento mi ritmo con una fricción mecánica hasta embarrarle la boca. Confisco su acelerada respiración y le recorro la cara con la lengua. Es mejor que un suplemento o estupefaciente. Enardecidos, me inclino y le susurro con un tenor bajo. La riego con mis besos en su cuello para mirarla a los ojos.

—Ya te follé la boca, ahora toca follarte otros agujeros.

Trazo mis dedos en sus labios y toma de mí la última gota de mi líquido pre seminal. Sin despilfarrar lo que hay en los bordes.

—¡Rhys no digas tonterías!

Sus ojos se abren de golpe.

—Blake no sigas negándome.

—Es que yo me siento muy... sensible.

—No he terminado contigo —Sin desatar la cuerda de sus manos saco un maldito condón de una de las garitas del mostrador que está a solo unos pasos de mí. Es el lugar perfecto donde se guardan equipos de primera necesidad. Sí, claro, necesidad urgida del tipo sexual. También se guardan algunos juguetes sexuales pero no las usaré con ella. Quiero que lo nuestro se dé de otra manera.

—¿Podría ser en otro momento?

—Campbell —le chisto al tiempo que me coloco el condón en la punta del pene erecto. Lo usaré esta vez en el acto sexual. Para ser exactos, sería la primera vez que lo hago con la mujer a la que deseo con cada átomo de mi piel. No me gusta usarlo con Blake. La vez en que lo hicimos, la emoción me ganó que no me pude percatar de ello o sencillamente le pregunté si podía. A lo que ella respondió con un asentimiento de cabeza. Venga que ahora me ha urgido cogerlo.

—Eres un maldito manipulador.

Gruñe.

—¡Perdona si te herido! —Justo antes de deslizarme en su interior digo las palabras que había estado repitiéndome a cada rato.

—¿Cómo puedes hacerme esto? —Hace un maldito esfuerzo por quitarse las ataduras y patalea a como dé lugar por debajo de mí. Pero en unos instantes engancho mis piernas entre las suyas y nuestros genitales se frotan—. ¿Por qué no mejor te follas a una de tus putas?

—No pienso hacerlo más que no seas tú.

La miro fijamente y me desestabilizo junto a su cuerpo. Sé cuánto deseo estar dentro de ella, pero no conseguiré nada si da su negativa en mi cara.

—Debiste haberlo pensado cuando no estaba —lloriquea.

—No digas eso.

Le lamo las lágrimas de la cara y luego de un rato le quito las ataduras de las manos. No quiero que por hacerlo siga odiándome más de lo debido. Que por mí pruebe lo que no debería haberlo hecho. Ni yo sé la situación en la que estoy. Todo es un maldito huracán.

—¿Cómo quieres que me ponga?

—Ninguna llena el vacío que solo tú puedes llenar y, no, ya no pienso tirármelas. No quiero joderlo cuando solo te tengo a ti —le confieso.

—¡Mentiroso!

—¡Blake, mírame por única vez! —le tomo la cara con las manos—. Yo solo te quiero a ti. Te amo tan profundamente y siempre muero por ir a buscar...

Dejando de lado la sensatez, me toma por sorpresa con uno de esos besos llenos de deseo oscuro, las palabras están de más, me come la boca y eso me recuerda a como yo la tomé la primera vez en que la besé con demasiada pasión. De hecho me da uno de los mejores besos franceses que he probado en toda mi vida.

Se amolda a mí con movimientos sexys.

Somos el retrato perfecto.

Las luces cabalgan en nosotros. Blake está en mi guarida y yo solo quiero follarla como un animal.

Y, en efecto, me deslizo por completo en su interior. Su corazón late con mucha prisa como si en cualquier momento hubiera alguna taquicardia. Es más voluble que yo. Lo hemos vuelto a joder. Nos enrollamos de la manera más perturbadora. Pero puede que esto sea lo último que hagamos dejando de lado los lazos de sangre.

Relinchan jadeos y gemidos al unísono.

Son una de esas sensaciones liberadoras.

—¡Prométeme que no lo harás!

—No lo haré —hago todo lo que sea con una menuda pausa—, pero hay algo más que quiero contarte.

Estoy a punto de hacerlo, pero eso significa estropearlo y echarlo a perder por completo. Me odio más por ello. De algún modo iba a suceder. Ninguno está en condiciones de hacerlo.

—No sigas, deja que este momento perdure —pasa sus labios desde mi mentón, mi cuello y mi torso mientras sigo perforándola en un movimiento suave.

—Haces uno de los mejores viajes eróticos, pequeña.

Trago en grueso y dejo que siga haciendo lo suyo. Somos una extensión de lo prohibido. Eso de algún modo hace que sea más apetecible. Todos mis aciertos se cumplen. Comprendo que Blake vive en mí.

—Yo quería verte.

Su confesión hace que la quiera más con todo lo que hemos tenido que pasar. Soy suyo. Un loco que entró a su vida por la fuerza. Aunque dentro de mí es todo lo que quería. Estaba en mis planes. Ahora soy un lunático que no la para de amar.

—¿Y es por eso que huiste de mí?

Sigo moviéndome con un toque ralentizado como si eso tocara una fibra sensible en mi interior. Procuro sacar más información de la que ya tengo.

—No exactamente.

—¿Entonces? —Mi respiración se desnivela.

—No quiero que ninguno tome decisiones por mí, puedo... puedo hacerlo yo.

—Entiendo.

Soy un amante del sexo.

Grita mi nombre justo cuando está al borde del colapso. Alivio el dolor que hay en sus ojos con besos y caricias fervientes.

Traga con fuerza y parece que tendremos otra batalla campal de orgasmos. Me clava las uñas en la piel. Juega con mi psicología y mi autocontrol.

Rodamos y Blake cae sobre mi estómago. La mesa es tan resistente que solo me queda ver sus ojos grises y acristalados por la acumulación de hormonas. En cuestión de segundos se deja clavar en mí y me monta con las extremidades palpitándoles.

Mi visión se nubla.

¡Tierra a Rhys!

Esto supera el odio que siento por mi familia.

Supongo que alguien como yo ya está listo para amar.

—¡Ven a mí, blanquita! —le hago ver las estrellas con la frente pegada a la suya—. ¡Te llenaré con mi semen!

—Ahhh...

Se quiebra con sensaciones concentradas en su interior.

—Tan estrecha —La perforo más a fondo justo cuando nuestras almas se vuelven a encontrar—. ¡Ábrete más, blanquita!

—Rhys, por favor...

Se le oye en un tono más audible y exigente.

—¿Por favor qué?

—Ve más rápido.

—Sabía que terminarías suplicándome.

La penetro tan duro que dejo marcas en su zona sensible. Se estira con mucha más locación. Me arrastra y usa muy pocas veces la lógica. El hecho de que está a horcajadas de mí le da más acceso. Su improvisación es de lo mejor. Su agudeza y los gritos de placer que estallan. Se ve que la música no se ha detenido. La vez que la traje aquí debo admitir que me porté como un completo cavernícola. No sé en lo que estaba pensando.

Creo que estaba lo suficientemente loco. Y lo estoy pero por ella.

La locura es un hilo rojo que no se puede cortar cuando dos personas están destinadas a amarse.

—¿Sabes que si sigues hundiéndote en mí, te romperé?

Mi ocurrencia hace que los vellos de su piel se le ericen y que los pezones se le vuelvan a levantar con cada embate.

—Eso que importa, de todos modos ya estoy rota.

Se le atasca un nudo en la garganta.

—No si yo hago algo por ti.

—No dejes de quererme —Su boca aplasta la mía con un sabor enloquecedor.

—Te amaré por el resto de mi vida —le hablo entre besos, lamidas y mordidas. Un experto en la materia sexual. Pero, sobre todo, más que follarla, le hago el amor con cada letra que provenga de mis labios y de mis empellones.

—Eres todo lo que quiero en mi vida.

—Blake, eres el sabor del recuerdo.

Saboreamos lo último que nos queda. Lo que nos hace invencibles. A fin de cuentas dejamos de lado la imaginación para cerciorarnos de lo que realmente sentimos. Seguimos mientras ella se decide en qué momento detenerse; aunque eso parece no suceder. No cuando estamos locos de amor.

Completamente entregados.

Solos, escuchando una de las mejores interpretaciones. Tan acondicionados. Tan lujuriosos. Y como era de esperar, cometemos por enésima vez uno de los siete pecados capitales.

—¿Eso significa que ya me perdonaste?

Dejo de besarla por un instante.

—Qué no, tendrás que ganártelo —Sabe cómo ganarse mi atención.

—¿Cómo lo hago?

—¡Ingéniatelas!

—Voy a grabarme en tu piel —llevo las manos a sus hermosas tetas. Apenas y me fijo en ese detalle. Las vuelvo a tocar y uno de sus pezones me los llevo a la boca. Posteriormente les doy la debida atención a los dos. La sigo probando con fervor toda vez que salgo y vuelvo a entrar en ella.

—Eres como el vino.

Me habla en susurros hundiendo sus dedos en las hebras de mi cabello.

—Y tú siempre serás mi pequeño caparazón. Mi blanquita.

Se me escapa un nuevo mote para ella.

Esta vez me muevo más deprisa como un animal silvestre. No creo que pueda detenerme y las ganas que me entran son múltiples facetas que cumplen con cada deseo sexual. La penetro en todas las posiciones de la manera que nos apetezca hacerlo. Y con el dedo corazón hace que se crean más olas de placer.

¡Oh, joder!

Nos narcotizamos con nuestros sabores.

—¡Oh, me vendré!

Blake me rodea con las piernas.

—No lo hagas, todavía no —repito esas mismas palabras de hace un rato, por lo que se siente obligada a no hacerlo. Si bien no le bastó con lo de hace unos instantes.

—No creo que pueda contenerme —gimotea.

—Necesito que lo sientas conmigo.

El sudor cubre cada capa de piel.

—Será el segundo orgasmo del anochecer o no sé cuantos más lo sean.

Solloza de pura felicidad.

—Tu orgasmo forma parte de mí.

Le hablo al oído con un leve mordisco.

—Eres ese trozo de locura pura.

—Qué más da si estamos locos —le doy largas embestidas con todas mis fuerzas.

—¡Ah, necesito dejarlo salir!

Es un cataclismo toda vez que tengo sus manos en mi pecho.

Nos movemos en sincronía y nos corremos juntos dejando que los pedazos vuelvan a unirse. Busco sus ojos cenicientos con un sonido estrangulado. Deslizo mi mano para retirarle más mechones de la cara y, con solo escuchar el suave tenor de su voz, crea más fantasías en mi mente. Las experiencias de la vida hacen sus mejores y peores demostraciones.

—¡Qué manera de aferrarte a mí, Blake! —Un líquido viscoso se diluye entre nosotros.

—Me quedaré un tiempo aquí, contigo.

Caemos rendidos y nos quedamos abrazados el uno al otro.

—Prometo cuidarte.

Hago pequeños trazos en su piel. Su boca se arquea en una minúscula sonrisa y, a pesar de todo, Blake fue lo mejor que me pudo haber pasado. Es mi hogar. Mi chica explosiva. De la que nunca podría cansarme. Es especial, muy especial. Jodidamente especial.

—Deberías estar temblando.

Veo malicia en sus ojos, aunque sé que lo dice a manera de broma.

—Eso solo son para los débiles —rio a medias.

—¿Y tú? —me desafía. Esa es la Blake que yo conozco, aun si luce distinta.

—No estoy en esa categoría.

Le doy un corto beso en la frente.

—¿Te crees mejor?

—Soy el mejor y conmigo nada te pasará.

Le ayudo a ponerse en pie.

—Vendrán por mí.

Se pone a decir subiéndose las braguitas en cada pierna y bajándose la basta de la falda.

—Lo sé.

—¿Y eso? —me mira con fijeza.

—Blake, me conoces bien. Ya no me importan más los lazos de sangre.

Las palabras brotan de mis labios y eso es algo que a ella le sorprende.

—Lo afrontaremos.

—Juntos.

Suspiro de alivio.

Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 237 32
Roma Thomson, es una joven que no puede darle significado a sus sentimientos, lidiar con sus problemas emocionales es todo lo que ha conocido. Desd...
42.6K 3K 48
(+18) BORRADOR Duologia Oscuridad, libro II «Dolor, sangre y remordimiento... la oscuridad puede ser aditiva una vez que te sumerges en ella» ©Todos...
1.2K 59 51
Maia despertó del coma sin saber nada más que su nombre y que algo debía encontrar, pero nadie nunca supo darle respuestas y nadie nunca preguntó por...
18.1K 929 39
Debes creer en lo que tus ojos ven, y confiar en tus instintos. -Siente y sujetate con fuerza a la vida... o te la arrebatare.- TERCERA TEMPORADA DE...