Una noche lucida, acompañada solo de nostalgia, me trajo de regalo un milagro previo a Navidad.
Con miradas que rompían el silencio diciendo "te quiero", y el cálido beso de un abrazo.
La risas huían indomables
Si antes lo señero me intoxicaba,
Ahora soy adicta al sarao
La felicidad nos pervirtió, como láudano entre nosotros.
Dando vida al imponente abeto
Vestido con mundos de colores y cadenas que se ciñen sin fuerza alrededor.
El privilegio de ascender y tocar el cielo sobre un lucero, fue mío. Escalar la ladera y coronar en lo más alto la estela de deseos.
Evanece con caprichos su semblante y
A sus pies los presentes hacen reverencia, y como único deseo, quisiera poder guardar ese momento.
Grabar cada segundo.
Por cada momento que recuerdo, sé que ya no tengo amigos, porque gané una familia y espero con ansias los momentos que vendrán juntos.