La Chica Que Se Enamora De Pe...

由 Angelito_Herrera

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Ella vive obsesionada con los personajes literarios, esperando algún día ser amada de la misma manera y con l... 更多

Sinopsis
Dedicatoria
Aclaratoria
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo especial
Capítulo 31
12 horas antes de la muerte de Stella.
Fragmentos: El día del Funeral
Nota importante
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34: Parte I
Capítulo 34: Parte II
Fragmentos: Arrepentimiento
Fragmentos: El día del funeral
Capítulo Especial
En busca de lo que es nuestro.
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38: Parte I
Capítulo 38: Parte II

Capítulo 12

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由 Angelito_Herrera

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Ares Hidalgo

Stella.

Stella.

Stella.

Cuando la vi tratar de defenderse, aunque no estaba en igualdad de condiciones, debido que éramos cinco chicos frente a ella y no tenía siquiera una oportunidad de salvarse, supe que ella no es de las que se rinden sin antes luchar. Supe que ella no es de esas que se dejan intimidar.

Supe que ella sería alguien de quién era mejor mantenerme alejado.

Pero eso se veía como una misión imposible debido a que, cual sea la razón por la que aparecimos aquí, es por ella. Por ella y solo por ella.

La chica de hermosos ojos marrones es más inteligente de lo que cada uno de nosotros se esperaba, ninguno lo ha dicho, pero hay que ser un tonto para no darse cuenta de lo sorprendidos que hemos quedado en diversos momentos gracias a sus repentinas acciones, a su manera nada predecible de actuar en ciertas circunstancias.

A mí, me dejó perplejo con la seguridad que me enfrentó en su habitación, en el caso de Aegan casi lo deja sin dientes y, aunque no sé con exactitud qué fue lo que sucedió en su casa hace unas noches para que Jack regresara horas después empapado por la lluvia y los ojos hinchados, se perfectamente que ella fue la razón.

Cada que Stella está cerca o la encuentro con la mirada, siento de inmediato esas ganas repentinas de pegarla a mí, de sentirla y hacerla mía. Pero lucho contra toda esa sensación y me esfuerzo por encontrar la raíz de eso que nos atrae de ella, aquello que de alguna forma la coloca en el foco de nuestra atención, eso que nos tiene tan deslumbrados y que a la vez puede ser nuestra perdición.

Aunque no recuerdo mucho de mi anterior vida, si hay algo de lo que estoy seguro es de que, en ella, no era el mejor expresando mis sentimientos o abriéndome a las personas. Sin embargo, de alguna forma extraña en mi conversación con Jack haca algunas noches, traté de sonar lo más transparente que pude, creyendo así que quería hacerle entender la gravedad del asunto al chico frente a mí, pero sin darme cuenta estaba diciendo exactamente lo que sentía, lo que pensaba, la razón por la que había decidido mantenerme alejado de ella.

—Solamente quiero que ella esté bien, que no le haga daño.

—Cuidado Jack, porque tú también puedes lastimarla, asegúrate bien de lo que sientes y piensa bien las cosas, porque tú también puedes hacerle daño, puedes romper su corazón sin querer hacerlo.

No obstante, olvidé mencionar un punto bastante importante, porque ahorita nosotros muy fácilmente estamos en una guerra, una peligrosa y repleta de fusiles de alto calibre. Una donde hay balas de aquí para allá y de allá para acá. Una donde todos tenemos el poder de herir, de romper.

Una guerra en la que Stella también tiene el poder de lastimarnos.

—Ares...

Escucho la voz de Harry, y vuelvo de mis pensamientos para toparme con la realidad.

—Ah. —respondo de manera inconsciente.

—Pensé que te había dado una parálisis cerebral. — Bromeó.

Me levanto del sofá y lo veo de pie en el pasillo, justo al lado de las escaleras mientras me mira divertido. Trae una camiseta negra deportiva, que se apega a su cuerpo y resalta su piel blanca, su cabello marrón al igual que sus ojos cae a los lados de su cara apuntando hacía todas partes.

Desvío mi mirada hacia el enorme ventanal que está a mi derecha y veo que ya el día está por terminar, el sol se ha escondido ya casi en toda su totalidad y unos hermosos colores otoñales tiñen el cielo mientras se mezclan entre sí, dándole al mismo una tonalidad única e inigualable. Una que representa el fin de algo, de algo que horas después comenzará de nuevo y en dónde tendrás la oportunidad de mejorar o decidir seguir cometiendo los mismos errores.

—¿Te han dicho que hablas mucho? —Le pregunto, con un poco de fastidio en cuanto paso a su lado.

—No, nunca. —responde con tranquilidad.

—Bueno, hoy es la primera vez.

Mascullé por lo bajo.

Ambos bajamos las escaleras y llegamos al primer piso. Estudio el lugar con mi mirada y de nuevo coincido en que la casa de Harry parece sacada de una película de multimillonarios, todo se ve tan casual, tan limpio, tan caro, tan actual, que, siendo sincero, antes de que él nos dijera a que se dedicaban sus papás, yo ya me había hecho la idea de que eran narcos o algo así.

—¿Y los demás? —Pregunté curioso, mientras con pasos agigantados me dirigía a la cocina.

—¿Los extrañas?

Alzó una ceja esperando mi respuesta.

—Ni un poco. —bufé—es solo que la casa se siente silenciosa, en paz.

Harry duda por un segundo lo que le digo, pero asiente y comienza a hablar:

—Luke está en la alberca. Aegan y Heist salieron un rato y pues...—una sonrisa de suficiencia se formó en sus labios de manera repentina. — a Jack lo destruí jugando en la PlayStation, y se quedó practicando porque según él "me dará una paliza más tarde".

—Cada uno anda en lo suyo...

Digo un poco desanimado, pensando en la aterradora idea de nunca volver a dónde vengo, de nunca saber quién soy y tampoco poder darle respuesta a cada una de esas incesantes preguntas que divagan en mi cabeza cada segundo del día. Quizás tengo una familia o alguien allá que me espera, que me necesita y yo ni siquiera puedo recordarlo.

—Sí, todos hacían algo mientras tú veías el techo como un bobo.

—Estaba descansando la mente. —Mentí.

—Y vaya manera tan extraña para hacerlo. —Pone los ojos en blanco y arruga las cejas.

—Tampoco es que había mucho que hacer. —me excuso.

—Ares, tenías un televisor gigante frente a ti, —pone los ojos en blanco—cualquier programa te hubiera entretenido más que mirar el techo como un muerto.

Suelta una carcajada y me acerco para golpearle el hombro.

—No seas exagerado.

Lo acuso, mientras abro la nevera para servirme un vaso de agua. La cocina es inmensa, es la única parte de la casa que no tiene al menos una pared de vidrio completa, sino paredes normales, de color blancas al igual que la cerámica del suelo. Los gabinetes son de madera y se sitúan arriba de la cocina, la cual está perfectamente empotrada, limpia y en perfectas condiciones, hay un mesón largo, en forma de "L" que divide el lugar mientras cuatro lámparas blancas le dan luz.

—No soy dramático, —contradijo—ya mejor dime ¿por qué has estado tan callado hoy?

Su pregunta me toma desprevenido, pero trato de mantener mi semblante indescifrable y responder con tranquilidad:

—Nada, Harry. Pareces mi padre.

—Deberías estar muy feliz de tener un padre tan guapo como yo. —murmuró, para seguidamente soltar una carcajada.

—Si fuera así, déjame decirte que al menos en belleza, el hijo superó al padre y por mucho.

—Ay Ares, se fue Aegan y quedaste tú. —Tuerce los labios—cosas de primos al parecer.

Sí, claro "primos"

Teniendo en cuenta lo bueno y sincero que ha sido Harry con nosotros, debo admitir que me hace sentir un poco mal que aún no nos hayamos abierto con él para contarles realmente quienes somos. Sin embargo, en el fondo tenemos nuestras razones, entre esas que no queremos quedar como unos locos, y estoy completamente seguro de que no todos los días cinco chicos se sientan frente a ti para decirte:

Sabes, no pertenecemos aquí. Salimos de las páginas de unos libros y llegamos misteriosamente a casa de una chica bastante guapa que tampoco tiene absoluta idea de lo que esta pasando, así que, por esa razón mentimos con respecto a que somos primos y entramos en el instituto para mantener una "vida normal" mientras encontramos la manera de volver.

Y eso, aunque no tenga ningún sentido, es exactamente lo que hemos hecho, lo que ha pasado.

No obstante, eso suena a la perfección como algo que un loco diría, y toda persona en su sano juicio correría aterrada a un hospital psiquiátrico para encerrarnos ahí. Es por eso que decidimos esperar el momento adecuado para hablar con él.

—¿Hablaste con tus padres?

Le pregunto, cambiando de manera repentina el tema de conversación. Aunque me arrepentí de inmediato cuando noté como su semblante de alegre y juguetón fue sustituido por una cara seria.

—Los estuve llamando...—duda al decirlo. —pero no sé molestaron en contestar.

El ambiente se vuelve un poco tenso, debo admitir que había olvidado por completo lo crítica que era la relación de él con sus padres, es esa la razón por la que no nos ha hablado mucho de ellos.

—¿No has pensado en que quizás están... muertos?

Suelto con gracia para tratar de aligerar el ambiente y creo que lo logro, porque los labios de Harry forman un leve intento de sonrisa que se queda solo en eso, en un "intento".

—Sus cuentas de Instagram son una clara prueba de que están con vida. —afirma con evidente tristeza en su voz. —es solo que no les importa como estoy, Ares.

Doy unos pasos que me dejan delante del mesón que divide la cocina y él toma asiento en uno de los taburetes de madera que rodean el mismo, noto como sus ojos comienzan a ponerse rojos de inmediato y por un momento dudo en si hablar de esto sea una buena opción, ya que es muy probable que no quiera hablar sobre ese tema y menos conmigo. Sin embargo, evadirlo tampoco es lo correcto, a veces tenemos que enfrentar lo que sentimos, lo que nos lastima, lo que nos hiere.

Así que trato de suavizar lo más que puedo mi voz, y le digo:

—Ellos están cometiendo un gran error, amigo. Se están perdiendo de la maravillosa persona que es su hijo.

Me recuesto al mesón y estiro mi mano para apretarle el hombro. Clavo mi vista en su rostro, y se me estruja el corazón en cuanto noto su mirada cristalizada, repleta de sentimientos que han estado suprimidos.

—Ojalá y todos...—voltea su rostro cuando se le quiebra la voz— pensaran eso. —Finalizó.

—No necesitas que nadie más lo piense, con que tú lo hagas, es más que suficiente.

—Empezamos mal entonces, porque el primero que no cree en mí, soy yo.

Confiesa con sinceridad, mientras el pecho le sube y la baja por su inestable respiración.

—Nunca dudes de lo que bueno que eres, Harry...

Trato de hablar, pero él me interrumpe de manera abrupta:

—¿Y por qué estoy así? —Señala a su alrededor. —Entonces... ¿por qué estoy tan solo?

—No estás solo.

—Si lo estoy Ares. —afirma, mientras gruesas lágrimas fluyen de sus ojos—a mis padres no les importó y ni amigos tengo.

—Todos en el instituto te adoran.

Le recuerdo.

—Pero no son mis amigos. —cuestionó. —están detrás de mí todo el día de manera hipócrita, solo porque soy un niño rico, guapo y llevo "una vida perfecta".

—Harry yo...

Dudo que decir porque lo veo tan afectado que no sé siquiera, si lo que digo lo está ayudando.

—Estoy solo Ares. —asegura con la voz rota.

—Nosotros estamos contigo.

—Es diferente. —dice con seguridad.

—No lo es. —lo contradigo.

—Están aquí porque los deje quedar...—el llanto se hizo más que visible. —pero nadie está a mi lado porque me quiere, nadie me escoge nunca.

Lo miro a los ojos y un nudo se me forma en la garganta al ver lo tan vulnerable y tan frágil que se ve, en este instante no queda rastro del chico por el que se desviven en el instituto, no queda rastro del sonriente Harry, pero eso no implica que este no sea él, es solo que esta es la parte suya que mantiene bajo llave, esta es la parte de él que esconde bajo sonrisas fingidas.

Esta es la parte de él, que quizás muy pocos conocen.

—Sí, estamos aquí porque nos dejaste quedar. —lo veo apretar los dientes. —y esto habla mucho de ti, de la persona que eres, de lo que hay en tu corazón. Pero eso no cambia que hemos creado un lazo, uno que no es fingido, que es real. No hay nada malo en ti.

—¿Y por qué estoy solo?

Pregunta un poco agitado, con la voz entrecortada y el rostro contraído en tristeza. Verlo así, hace que me invadan unas ganas inmensas de llorar, pero me esfuerzo por no hacerlo.

—Lo estabas...—lo corrijo— Las demás personas no pueden verte realmente porque están jodidas Harry, el mundo en sí, lo está. Son ellos los que se pierden de conocerte, de tenerte en sus vidas.

Noto un brillo de satisfacción esparcirse por sus ojos con cada palabra que le digo, y me llena mucho la idea de poder estar ayudándolo, de poder darle la mano aun cuando no me haya pedido ayuda. Los dos no decimos nada más, y un silencio nada incómodo sino más bien reconfortante se extiende con facilidad por la lujosa y moderna cocina.

Por unos segundos me detengo a pensar en lo impredecible que puede ser la vida, en lo erróneos que estamos los humanos. Siempre decimos que el dinero lo da todo, pero... el chico frente a mí, es el claro ejemplo de que no, porque, aunque de lejos puede verse como alguien perfecto, con una vida soñada, y con todos los lujos posibles, él simplemente no es feliz. No lo es porque no tiene a nadie con quien compartirlo, porque se siente solo en esta inmensa mansión, porque él lo tiene todo y a la vez no.

—Gracias por esto... me he dado cuenta lo que te cuesta ser amable, no me imagino lo que te cuesta ser comprensivo.

Lo fulmino con le mirada mientras él se pasa la palma de sus manos por los ojos y luego por el rostro.

—Tranquilo, no fue nada—le digo con serenidad. —Además, ser amable me sale de puta madre.

Le guiño un ojo y casi de inmediato escucho los pasos apresurados de Jack bajando por las escaleras.

—¿Qué hacen? —pregunta en cuanto emerge del pasillo, entra a la cocina y nos ve.

—Tratamos de conquistar el mundo, ¿te nos unes? —le digo con gracia ganándome una carcajada por parte de Harry.

—Muy graciosos ustedes. —Jack nos dedica una mirada de molestia y ya no puedo evitar reírme.

—Es tu primo, a mí no me metas en eso.

Me culpa el chico que hace unos segundos se veía roto, y ya ahora adoptó de nuevo ese semblante alegre que lo caracteriza.

—¿Ustedes no sienten un vacío en el estómago?

Pregunta Harry divertido, ganándose mi mirada y la del recién llegado.

—Sí, se llama hambre. —Solté gracioso y eso basta para que los tres nos riamos por un buen rato.

Aún me parece increíble la manera tan espontánea y genuina con la que hemos aprendido a llevarnos entre nosotros, con Jack, Aegan, Heist y Luke quizás sea porque nos encontramos en igualdad de circunstancias, pero en el caso de Harry todo ha sido genuino, de corazón. Ojalá y cuando llegue el momento de irme, pueda recordarlo, pueda recordar la gran persona que es y la amistad tan sincera que me ha brindado.

—Creo que viene siendo hora de empezar a cocinar. —Indicó el señor de la casa, y nosotros accedimos de inmediato.

—Sí, ya estuve de muy buen humor hoy.

Les digo fingiendo seriedad.

—Y ahí viene el amargado de Ares. —dice Jack con fastidio.

—Deja tu mala vibra para otro momento.

Me pide Harry, para seguidamente girarse hacia los gabinetes y comenzar a buscar los ingredientes necesarios para preparar una rica y deliciosa cena. El señor de la casa es el chef y la facilidad, agilidad y seguridad con la que da cada movimiento hace ver está tarea como la más fácil del mundo.

Entre chistes y bromas repentinas, los minutos pasaron rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos ya teníamos tres pilas de panqueques lo suficiente altas para comer todos, incluso hasta Aegan y Heist que siguen fuera.

—Pongan ustedes la mesa. —les pido. —iré por Luke.

En cuanto pongo un pie fuera de la casa, la brisa de la noche se topa con mi cara y me genera un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, el cielo luce estrellado y la luna está llena y gigante, sin duda, es una noche hermosa y repleta de luz. Pongo mi vista al frente y veo al chico de cabello rubio sentado en una silla playera cerca de la alberca, con pasos agigantados me acerco a él y me detengo justo a su lado.

—Luke...

Lo llamo y él ladea la cabeza.

—No estoy para bromas, Aegan.

—No soy Aegan. Soy Ares.

Lo corrijo.

—Como sea. —Bufo, restándole importancia.

—Y no venía a bromear. —puntualizo—vine a avisarte que ya está la comida.

—Gracias, ya puedes irte.

—Tú siempre tan amable.

Digo con evidente sarcasmo.

Estoy a punto de girarme e irme por donde vine, pero por alguna extraña razón que desconozco, hoy tengo ganas de ser el psicólogo de todos, es por eso que, dejando de lado su petición e ignorando por completo el rugido hambriento de mi estómago y lo fría que esta la noche, no muy seguro de lo que haré decido sentarme a su lado.

—¿Tienes algún problema auditivo, de aprendizaje o algo por el estilo?

Pregunta con sarcasmo en cuanto ladea su cabeza y me ve. Sus ojos azul eléctrico se encuentran con los míos y noto de inmediato un vacío en ellos, como si algo pasara internamente dentro de él.

—¿Qué te pasa?

Me atrevo a preguntar ignorando su mala actitud. Su cara de confusión en cuanto escucha mi pregunta es más que obvia, pero no responde, no dice nada.

—Habla Luke. —le pido— por ahora, somos lo único que tenemos, dime ¿por qué estas así?

Lo veo dudar en si responder o no, pero le doy su tiempo, yo más que nadie se perfectamente lo difícil que es abrirse y contar como nos sentimos. Incluso, sé que Luke dentro de sí, ahora mismo tiene esa batalla personal entre un: si, dile cómo te sientes y un: no, no digas nada. Tú puedes solo.

Cuando ya he perdido las esperanzas por completo y estoy casi seguro de que no dirá nada, me sorprendo al escuchar su voz ronca y suave.

—Me duele aquí. —Luke aprieta los labios mientras con el dedo índice, señala su pecho, yo sin comprender, lo miro confundido y él continúa:

—Hay una tormenta de emociones dentro de mí. —baja la mirada al suelo—siento tantas cosas a la vez...

Confiesa, y cada palabra suya empieza a cobrar sentido en mi cabeza. Trato de hablar, pero las palabras se quedan atascadas en mi garganta, no sé qué decirle, no sé cómo ayudarle...o si quiera si tengo manera de hacerlo.

—Luke...—digo al fin. —sé que puede ser abrumador sentir tanto a la vez. Pero la vida hay que sentirla, de eso se trata, eso significa vivir.

¿Desde cuándo soy tan poético?

—Ya no quiero hacerlo.

Afirmó el chico a mi lado con bastante seguridad.

—Debes enfrentarlo, no puedes rendirte. —Lo animo.

—Algo me dice que todo iba muy mal en mi verdadera vida...

—Pero por ahora no estas allá. Independientemente de lo que pase dónde vienes, hoy estás aquí. Y tienes la oportunidad de vivir, de respirar, de moverte.

—Yo...—Trató de hablar, pero lo interrumpí.

—No desperdicies eso Luke, no lo hagas.

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