Cita - Parte 1

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"Hola, Freddie. ¿Cómo estás? Ah, yo estoy bien, gracias por preguntar, Bri. Y de nada, Rog, fue un placer traerte" interrumpió Freddie, su voz cortando el silencio que envolvió a la pareja una vez que se perdieron en la mirada del otro.

Ambos salieron de su trance cuando el moreno se cruzó entre ellos para ir por sus llaves.

"¿No te ibas con Mary?" inquirió Brian arqueando una ceja, Freddie detuvo lo que hacía e imitó su expresión con falsa ofensa.

"Gracias por traerlo, Fred, qué amable. Espero la pases bien con tu novia, fue lindo contar con tu presencia por un momento. ¿Te dejamos postre? Sí gracias, que considerados..." exclamó, al final dándoles la espalda y dirigiéndose a su habitación.

El rizado negó riendo e invitó a Roger a pasar con un ademán tímido; empujándolo despacio por la espalda para poder cerrar la puerta.

"Ponte cómodo, si quieres dejo esto adentro" indicó señalando la mochila. El rubio asintió con una mueca nerviosa y Brian se la llevó.

Se preguntó qué le habrá dicho Freddie para explicar el por qué se iba a quedar con ellos toda la noche... ¿era eso extraño en una primera cita? 

Una vez solo, el menor ojeó su entorno. Conocía ya la casa del día en el que se quedó a dormir, pero en la prisa de irse jamás reparó en su apariencia. Era un piso pequeño pero suficiente. Había una cocina abierta, separada tan solo por un desayunador con sillas para tres personas. No tenían comedor, en su lugar estaba el piano de Freddie. De pequeño, el mayor solía enseñarle a tocar el piano en ese mismo instrumento, que en ese entonces estaba en la sala de casa de los Bulsara.

En el espacio de la sala había un par de sillones y una televisión; en el mismo mueble del televisor una basta cantidad de libros, muchas revistas de moda y una envidiable colección de vinilos. Se acercó a mirar cuáles tenían, recordaba haber escuchado con Freddie muchos de ellos: la mayoría de Aretha, Elton John y mucha ópera. Había otros que no identificó en su memoria. Estaba Jimi Hendrix, Cream, Led Zeppelin... esos debían ser de Brian, y su corazón latió un poquito más rápido por la coincidencia. Él tenía los mismos, pero en CDs ya que Michael jamás gastaría en vinilos.

Muy anticuados, decía, para nenitas. Y fue mala suerte que cuando Clare, que justamente calificaba como una nenita a esa edad, se lo pidió en su nombre, Michael se inventó otra excusa. Al menos no fue personal.

Escuchó unos ruidos del pasillo y dejó los vinilos en su sitio. Sabía que provenía de la habitación de Brian, aunque fuera del diseño en el techo no recordaba de ella nada. Buscó la puerta de ese cuarto con ojos curiosos sin ocultar la pequeña sonrisa que provocaba la memoria, pero no alcanzó a ver nada pues el rizado salió y entablaron contacto visual de nuevo. Brian sonrió, anonadado de por fin tener la oportunidad de pasar el rato con el menor sin preocuparse por resolver ejercicios aburridos o por la insistente mirada de Freddie a unas mesas de distancia.

Freddie salió de su habitación cargando su chaqueta en el brazo y una sonrisa maniática en el rostro al notar las miraditas que se lanzaban. "Me voy, sé que ninguno de ustedes va a decir algo hasta encontrarse solos y presionados por la necesidad de romper el silencio, así que los dejo, au revoir" exclamó sin más y abrió la puerta. "Ah, y por si querían saber... no, no voy a regresar esta noche así que diviértanse" añadió con un guiño antes de salir.

Ese último comentario generó un halo de tensión que rápidamente desapareció cuando regresaron a verse y notaron que ambos estaban igual de sonrojados por la insinuación. Compartieron una risita cómplice que tiraba entre vergüenza e intriga. Brian carraspeó y le hizo una seña para que lo acompañe a la cocina.

God Knows | MaylorWhere stories live. Discover now