Reglas

186 28 20
                                    

Era domingo, y él se encontraba viendo el atardecer de la mano de su novio, ambos felices y contentos tras haber pasado un día entero en la costa. El sol se ocultaba y el calor de su luz fue reemplazado por el frío de la noche, mismo que evadió exitosamente una vez que Brian lo rodeó por la cintura y juntó su pecho con su espalda, ofreciéndose de soporte para el rubio, quien no se resistió a recostarse sobre él con cuidado de no aplastarlo, y entrelazar sus manos con las suyas, sonriendo al notar lo perfectas que encajaban a pesar de que las suyas eran tan pequeñas en contraste a las del mayor.

Las repasó con delicadeza, con el mismo cuidado con el que tantas veces se había dedicado a repasar cada pequeño centímetro de su cuerpo, tanto con el tacto como con la mirada, y el gusto y el olfato, e incluso la escucha en esas ocasiones donde pasaba por su torso y se recostaba sobre el pecho de su novio, para inmortalizar así en su memoria el sonido de sus latidos, y cómo el ritmo hacía transición de tranquilo a acelerado de emoción cada que le recordaba cuánto lo amaba.

Lo había repasado tantas veces que resultaba natural, sencillo y familiar, y debía agradecerse a sí mismo por haberlo hecho cada que podía, puesto que sabía que nada era real, y que si bien deseaba tenerlo a su lado, ese recuerdo era la única ancla disponible para sostenerse hasta poder ir a buscarlo.

"¿Roger?"

Odiaba, definitivamente odiaba que lo interrumpan justo cuando Brian iba a besarlo.

"Roger."

Y así como así, la playa desaparecía, al igual que su acompañante, y el sonido de las olas era reemplazado por la voz de su padre.

"¡Roger!" exclamó el hombre una vez que notó que su hijo lo miraba, pero que estaba desconectado por completo de la conversación, sentado en la mesa con los cubiertos en su mano pero sin probar un bocado de comida.

Presente solo en su forma física, como si se tratase de un muñeco.

"Respóndeme cuando te hablo."

"Te escucho... perdón, estaba pensando" dijo, recobrando algo de compostura y sacudiendo la cabeza antes de clavar su tenedor en la lasaña congelada que su padre había calentado en el microondas.

Dios... cuánto extrañaba la comida de su mamá. Los abrazos y caricias y sonrisas de su mamá, pero más aún los de su hermana.

...

"¡Roggie!"

Roger tomó una bocanada de aire al recobrar consciencia, y se arrepintió casi al instante dada la punzada que sintió en el costado al hacerlo. Llevó sus manos a su torso y pudo palpar con mayor claridad el agudo dolor, mismo que lo incitó a levantarse para revisar qué era lo que tenía, pero fue prevenido de hacerlo por Clare y por su madre. Su pobre madre, quien tuvo que reacomodar las vendas y compresas de agua fría que había colocado en su rostro sobre los moretones y heridas; la misma expresión angustiada y preocupada en su rostro que ya desde hace meses que no veía.

Misma que solo aparecía cuando Michael había hecho de las suyas, y a juzgar por las pesadas palpitaciones en su cabeza y su incapacidad de respirar o tragar saliva con facilidad por lo seca que se encontraba su garganta, esta vez su padre se había dado gusto en usarlo como saco de box.

"¿Dónde estamos?" preguntó, pues su visión de veía algo comprometida por la luz y había momentos donde la jaqueca regresaba y apenas identificaba con claridad a las dos mujeres.

"En casa, regresamos apenas tu padre te encontró en el parqueadero" respondió su madre sin titubear, pero eso solo generó más confusión en el rubio.

"¿Parqueadero?"

"Sí. Te fuiste siguiendo a tus amigos, y tu padre fue a buscarte. Regresó unos minutos después, desesperado, dijo que un carro te había atropellado cuando ibas camino al tuyo para coger ese regalo que tenías para Dominique" explicó su madre, y Roger se mordió la lengua para protestar que nada de eso había ocurrido y ponerse a la defensiva.

God Knows | MaylorWhere stories live. Discover now