Guitarra

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"Creí haberte dicho que no."

"Freddie dice que me lo merezco por haber esclarecido tu cabezota de rubia oxigenada" sonrió Clare dando brincos de un lado a otro mientras caminaban hacia la cafetería. Roger fulminó con la mirada al pelinegro, quien se limitó a sonreír.

"Sigues lastimándome, cariño. No me aceptas las invitaciones a fiestas, pero sí al modelo de Covergirl de tu amigo. No haces caso a mis consejos de hombre sabio, pero sí a tu hermanita que apenas entró a escuela media... dime, ¿es algo en mi contra?" cuestionó Freddie, acomodándose los lentes de sol.

"Estás todo mal. Paul no usa Covergirl, usa Maybelline. Clare es más madura que los dos juntos. Y quizás esto pasa porque ellos tratan de entenderme en vez de presionarme."

"Yo no te presiono a nada, cielo" carcajeó entrando al lugar, ignorando los berrinches del ojiazul para decirle a la menor de los hermanos que tenga cuidado al subir, pues Clare necesitaba ir al baño.

Roger se cruzó de brazos.

"Me dejaste solo con Brian esa primera vez, y luego mentiste para que terminara yendo a tu casa, y de seguro lo dejaste a su suerte con mi yo ebrio y por eso terminé en su cuarto" aclaró. Freddie se sentó en la barra y sacó su libreta de dibujos haciendo caso omiso al tono acusatorio que utilizaba.

"Quizás, sólo soy un humilde mediador, ¿sabes? Yo no te mande a tirarle mano a ese arbusto que tiene en la cabeza, ni a tomarte una tonelada de alcohol " sonrió, y luego lo espantó con un gesto de su mano. "Ya, fuchi, me opacas. Deberías ir, tu príncipe te está esperando."

El rubio viró los ojos y se dirigió a las escaleras, en eso tenía razón. ¿Por qué todo el mundo tenía razón aquí? Él se sentía perdido. Brian lo confundía mucho con sus insinuaciones, y su perfección, y sus modales, y su sonrisa y su todo, y argh, no era justo así. Podía seguir refunfuñando hasta llegar a su destino, no obstante un melodioso sonido lo dejó en seco.

Tras pisar el último escalón, allí estaba, divino.

Esta vez con una guitarra en manos tratando de leer acordes de una libreta aunque su larga cabellera le nublaba la vista, forzándolo a detenerse cada tanto. Una visión etérea, eso era Brian presumiendo su increíble figura delgada al vestir completamente de blanco. Eso mientras tocaba las cuerdas con naturalidad tal que el instrumento parecía ser no más que una extensión de si mismo, y esa voz... su voz era todo un milagro por cuenta propia.

Dejó caer su peso en el muro a su lado para contemplarlo sin intención de interrumpir, sin embargo, su siempre acertada suerte le jugó en vano y se resbaló tirando una silla al piso. El estruendo desconcentró a Brian, y Roger desvió la mirada para levantarla y actuar casual. Si por casual se entiende tirar todo el contenido de su mochila al piso al agacharse.

"¡Mierda!"

Brian rió al ver al rubio resignarse y quedarse de rodillas en el suelo, su mano aún sosteniendo el espaldar de la silla y sus ojos azules siguieron los lápices de la cartuchera que se desparramaban por todo el lugar. Recordó la voz de George diciéndole que su maleta estaba abierta al salir del colegio, pero tan emocionado estaba de ir a ver a Brian e intentar esta versión menos ansiosa de sí mismo que lo ignoró.

Como el buen caballero que es, Brian dejó su guitarra y se acercó a ayudar.

"Tú y tus entradas triunfales, Taylor; eso te pasa por espiar..." carcajeó recogiendo los lápices y tomando algunos libros para meterlos en la mochila. Los ojeó brevemente: uno de biología, una revista de autos que lucía mucho más cuidada que todos los cuadernos del colegio, y un libro de Frank Herbert.

God Knows | MaylorWhere stories live. Discover now