Bleecker

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Cuando Paul llegaba el tiempo en la tienda parecía pasar más rápido.

La chica que trabajaba con él antes de que el pelinegro empezara su turno, Dominique, era muy dulce pero no era de muchas palabras. La ubicaba de su clase de cálculo, pero Roger no planeaba hablar de esa endemoniada materia fuera del colegio — ni siquiera la entendía, y conocía de ella que era brillante — así que temas de conversación le faltaban, no quería quedar como un perdido frente a ella con lo otro. Dominique solía regresar a verlo cuando pensaba que éste no lo notaba, pero tampoco hacía más que eso. Y esa tarde ella había llamado a decir que no iría. 

Ambos amigos soltaron un último suspiro cuando terminaron de desempacar todas las cajas. Paul guió su vista hacia el reloj de la pared. 18h45.

"Vamos a arreglarnos, tenemos que lucir decentes para entrar ahí" sugirió, y lo arrastró del brazo hacia los casilleros donde tenían prendas menos apagadas que las que les obligaban a usar.

"¿Seguro que no se dan cuenta?" Roger interrumpió el silencio que reinaba en el lugar, su voz con una pizca de temor no muy propia del rubio. Paul rió.

"Obviamente no, idiota, por eso vamos con John y sus amigos. La gente los conoce así que si vamos junto con ellos no harán preguntas, aparte, te van a pedir la identificación solamente en la barra. John puede conseguirnos algo de beber si se te antoja."

Paul hablaba con tal tranquilidad que Roger optó por no pensarlo más. Se colocó una camisa blanca que desabotonó de forma un poco tentadora dejando ver las cadenas que usaba en el cuello, y un pantalón de mezclilla claro. Al terminar mandó un mensaje al grupo familiar para avisar que no iría a casa esa noche. Su padre sólo respondió al toque con un emoticón de 👍, su madre añadió un mecánico "te cuidas", y ya.

Regresó a ver a su lado conforme se colocaba la chaqueta, de una tonalidad verde olivo con un gran dragón bordado en hilos rojos, negros y dorados en la parte posterior. Vio que Paul se había vestido con una camisa de todos los colores pastel que uno podía imaginarse, pintados como manchas encima de un fondo claro. Era un look medio psicodélico, y bastante adorable. De ahí notó su pantalón completamente negro y aprobó mentalmente el contraste que había. Paul sabía vestirse bien.

Quiso comentar lo mucho que le gustaba su atuendo cuando el timbre del celular del mayor se interpuso.

"¿Aló?... Ah, hola amor, ¿ya llegaste?" El rostro de Paul tenía plasmado una sonrisa de lo más estúpida y Roger sonrió virando sus ojos cuando su amigo articuló es John, como si no supiera. "Sí, sí le dije.... Dijo que sí... Ajá... Ajá... Yo estoy con él ahora..."

Paul se alejó un poco del teléfono y se lo acercó a Roger, poniéndole la pantalla en la cara. En él se veía la llamada con el nombre de Johnny Boy seguido de un corazoncito rojo.

"Saluda" le murmuró Paul con una risita.

"Ehm... ¿hola?" respondió el rubio un poco perdido. 

"Hola rubia," se escuchó del otro lado antes de que Paul volviera a ponerse el móvil en la oreja entre risas.

"Ahora mismo salimos, amor... sí. Yo también. Adiós." De ahí cortó la llamada. Le dedicó una sonrisa entusiasmada a Roger. "Ya está afuera, vamos." 

...

El carro de John era un Ford marrón gigante que no hacía más que complementar esa imagen del novio universitario súper increíble que Paul tanto presumía. Conocía al chico, siempre pasaba por la tienda para saludar a Paul cuando no tenía pendientes; John le caía bien. Aún así se sentía un poquito intimidado por la idea de acompañarlos.

Paul se apresuró al copiloto y Roger entró tímidamente a los asientos de atrás, le tocaba esperar que la parejita dejara de darse arrumacos para poder saludar. Desvió su atención a la ventana mientras tanto. La llovizna había cedido pero todavía había poca gente en la calle; claro, eso cambiaría a eso de las ocho de la noche cuando la vida nocturna empezaba en la capital. 

"¿Quién te regañó esta vez?" Roger regresó a ver adelante confundido, topándose con los curiosos ojos castaños del mayor en el retrovisor. Éste le sonrió y carcajeó en lo que ponía el auto en marcha. "No tienes cara de fiestaaa, Taylor."

"No estaba preparado para este cambio de planes, Lennon" sonrió intercambiando miradas con Paul, quien como siempre sonreía embobado. John parecía emanar alguna droga que lo atontaba. Fuera de la diabetes que le provocaba ese par, nunca dejó de considerarlos tiernos. 

"¡Esas son las mejores salidas!" anunció eufórico y viró su atención a Paul. "Stuart me mandó fotos del lugar, se ve increíble. Stuart es el chico de gafas al que le gustaron tus Ray Ban la otra vez. ¿Las trajiste?" añadió mirándolo por el espejo. 

Roger asintió pues lo recordaba. Aunque alzó el par de gafas del día, eran otras, unas Oakley negras polarizadas. En eso se gastaba su salario: en gafas. 

El camino le resultó ameno, aunque consistió principalmente en la pareja platicando de varias cosas y de vez en vez preguntándole algo a él,  así que se dedicó a jugar Tetris en su celular. Pasaron por George, quien antes de saludar a cualquiera de ellos preguntó dónde iban a comer; y así terminaron deteniéndose en Bleecker por unas hamburguesas. Ahí vendían unas de tofu que Paul adoraba, todos salían ganando en ese lugar.

George parecía estar más acostumbrado a salir con el otro par que él, o al menos  Roger lo intuyó por la forma familiar en la que se trataba con John. Paul se dedicó a platicar con él para incluirlo, y Roger apreciaba eso. Las pocas veces que Freddie lo invitó a salir con él y su novia casi lo ignoraron por completo, esos dos eran demasiado drama cuando estaban juntos; nada extremo pero  igual, juró no ser tercero en citas de nuevo,  aunque podría salir más con este otro grupo. 

"Oye, rubia. Conoces a Freddie, ¿no?" Inquirió John de repente tras revisar algo en su celular, y sólo atinó a mirarlo confundido, así que el castaño se explicó. "Es bajito, moreno, dientes grandes. Es de Zanzíbar. Y una diva, tipo, habla haciendo estas cosas" explicó imitando unos ademanes exagerados que lo hicieron reír, hablaban de la misma persona.

"Sí, ¿por?"

"Es mi compañero de clases, vio la historia que acabo de subir a Instagram, me dice: Miope, dile a esa cara de Barbie que revise su celular"  leyó agudizando la vista para poder ver el texto. 

Y efectivamente tenía un paquete de mensajes suyos, el último de ellos le hizo suspirar pesado. 

Es bueno ver que por fin sales de tu cueva. Te veo en la fiesta, cariño, hoy sales con ligue del bar o me dejo de llamar Freddie Mercury. 

God Knows | MaylorWhere stories live. Discover now