Ella - Parte 2

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"Mierda."

"¿Con esa boca vas a saludar a tu mamá?" La mirada de pánico que le tiró Brian le sacó una risita, pero bastó que le diese un beso en la mejilla para relajarlo un poco. "Todo está bien, todo va a salir bien. Anda."

Brian respiró hondo antes de dirigirse a la puerta. La abrió a una velocidad excesivamente lenta, como si se tratara de un viejito con miedo a los vendedores de bienes raíces, aunque no tuvo tiempo de comprobar que fuesen sus padres pues fue abducido brevemente a un gran y fuerte abrazo.

"Brian, mi vida, que grande que estás. Es hermoso verte, tesoro" sonrió Ruth besando las mejillas de su hijo antes de dejarlo libre. A su lado, Brian encontró a Harold parado junto a ella pero menos contento de verlo, o así parecía pues en su rostro no había rastro de una sonrisa y se limitó a extenderle la mano en señal de saludo.

"Brian... a los tiempos."

El rizado asintió y luego sonrió a su madre, sin saber exactamente qué decirles, por lo que se apartó de la entrada y les hizo una señal para que pasaran.

"Es un lindo lugar el que tienes aquí, tesoro" sonrió la mujer dejando sus cosas en el sillón y tirándole ojo a la decoración.

"Gracias, mamá" respondió tímidamente en lo que cerraba la puerta, siguiendo a los dos adultos con algo de recelo. El silencio debió ser realmente incómodo ahí en la sala, puesto que en seguida una cabecita rubia apareció de la cocina y Brian recibió una mirada llena de confusión de parte de su novio, quien empezó a señalar a los May efusivamente como diciéndole que diga o haga algo de inmediato, antes de desaparecer nuevamente. "Eh.... les puedo ofrecer... ¿agua?"

"Veo que no olvidaste tus modales, Brian" resonó la voz de su padre, tan severa como la última vez que intercambiaron palabra. "Te acepto, gracias."

"Yo igual, cielo, con hielo" sonrió Ruth tomando asiento una vez que el rizado les invitó a sentarse con un ademán algo nervioso.

Brian se apresuró a la cocina donde Roger sostenía frente a él dos vasos de agua, con una expresión entretenida.

"No has visto a tus padres en años.. y lo único que les dices es... ¿si quieren agua?"

"Ok, ¿qué les hubieses dicho tú si estuvieses en mi lugar?"

Roger se detuvo a pensar un rato, abriendo y cerrando la boca un par de veces, sin llegar a decir nada. "Buen punto, en ese caso anuncia mi entrada. Soy bueno con los padres."

"Gracias" asintió Brian sonriendo realmente aliviado, y tomando los vasos antes de salir. Se los entregó en la mano a sus padres y, parado en medio de su propia sala, sintiéndose diminuto a pesar de su porte, aclaró la garganta. "Mamá... eh, Harold" dijo, notando cómo su padre agudizaba la mirada al escuchar su nombre, "me gustaría que conozcan a alguien, ella es Regina Taylor, mi novia" dijo, señalando la puerta de la cocina de la cual no tardó en salir la 'chica' con una gran sonrisa.

Roger le había dicho hace tiempo que era un terrible actor, pero si tuviese que juzgar eso solo en base a cómo interpretaba su rol como mujer en ese momento, no le creía. La forma en la que se paraba, el detalle de sus caderas meciéndose muy femeninamente a cada paso que daba y el timbre agudo y dulzón de su voz al saludar a sus padres con un sonoro - y cómico, pero no exagerado- beso en la mejilla, la hacían ver como alguien muy distinto al algo torpe y descuidado novio que conocía. De su admiración lo sacó el delicado agarre en su brazo, y al bajar la mirada se topó con los bellos ojos celestes llenos de cariño que conocía de memoria.

"Aw, es un chica preciosa, Brian" sonrió su madre ganándose un pequeño 'gracias, señora May' por parte de Regina, y un sonrojo por parte de su hijo.

God Knows | MaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora