Fiesta

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En parte era lo que esperaba: muchas personas aglomeradas con bebidas en sus manos, y algunos bailando en grupo o con tragándose con sus parejas en las esquinas. 

Aún así el lugar era diferente, con un estilo algo vintage. Las paredes eran de ladrillo pintadas en una paleta de grises y rojo sangría, aunque el color parecía lijado para darle un toque más retro y antiguo. El piso de concreto pulido, con un estilo similar al de una pista de patinaje pero refinado con una textura grunge; así era todo menos la pista de baile, que había sido perfeccionada en un tablón negro. 

Todos los muebles eran de madera oscura, desde las mesas a las bancas de la barra aunque la barra era metálica y destacaba por su color dorado ocre. De ahí habían al fondo unas escaleras de metal negras que llevaban a un segundo piso que podía admirarse desde la planta baja a través de un balcón, donde yacían algunos sofás de cuerina café y algunas plantas. 

Era bonito. Y, de acuerdo a lo que les contó John, en las mañanas serviría como una cafetería para que los chicos de la universidad puedan ir a descansar o trabajar entre clases. Paul le prometió a sus amigos que cuando fuesen a su casa podrían ir a probar los postres. En la publicidad que adornaba la pared lateral exterior del lugar habían fotos de la comida y lucían deliciosos, pero para pesar de George la especialidad esa noche eran los cocktails. 

A Rog le gustaba como sonaba eso. 

Y tal como prometió el pelinegro, no tuvieron ningún problema al entrar, incluso habían bebidas expuestas en la barra para que la gente se diera el gusto, y ese fue el primer lugar al que se dirigió. Estuvo tan cerca de tomar una de las copas cuando un tirón en su brazo lo detuvo, regresó a ver entre molesto y asustado, no le gustaba mucho la gente. 

"Si tan sólo tu mamá te viera, Roger, ni saludas y ya vas a tomar" le reprochó una voz familiar y ahí frente a él se encontraba su exótico amigo con una resplandeciente sonrisa. En su mano tenía un vaso de whiskey, y lo notó con las uñas pintadas de negro. Ellas combinaban con su atuendo de cuero oscuro que estaba bien ceñido al cuerpo. Se terminó de un sorbo lo que restaba de su bebida y lo estrechó en un fuerte abrazo. "Siento que no te he visto en siglos, cielo."

"No has ido en siglos, Fred" correspondió al abrazo enseguida y ambos se separaron sonriendo. 

"Tu mamá ya no debe necesitar de mi ayuda, ¿cómo está la pequeña Clare?" 

"Mñe, está en edad de armar lío por todo, la evito de ser posible. Me deja a mí cuidándola" bromeó despacio. 

"Oh, salió igual a tí" río. 

"Yo no era así" bufó fingiendo ofensa. 

"No, tú eras peor. Aunque no sé que bicho te picó ahora que apenas y tienes energía para sonreír, es un milagro verte por aquí" dijo con una mueca y lo tomó del mentón para detallar su rostro, a continuación revisó su vestuario y asintió. "Al menos mejoraste en tu estilo, me dabas pesadillas con la ropa que utilizabas. Parecías vómito de unicornio, pequeño arcoíris."

Roger viró los ojos y negó sonriendo. Ahora sí se dispuso a tomar lo que parecía ser un margarita, pero que sabía como el verídico cielo. "No sabía que conocías al novio de Paul."

El parsi se encogió de hombros y pidió en la cantina un vaso de roncola cargado. "No lo conozco realmente, tomamos un par de clases juntos y ya. También me topé con él en el club de música y ahí recién le hablé. Sólo recuerdo que es miope y por eso sus dibujos le salen chuecos, pero no diría que somos amigos. Ahora... ahora tú me sorprendes, no aceptas mi invitación para salir pero sí la suya. Así estamos, ¿eh?"

La expresión de reproche lo hizo encogerse en su sitio. "Va... acepté porque Paul me dijo que estaríamos con más amigos del colegio, sabes que los universitarios me dan cosa..."

"No te dan cosa, solo te intimida lo hermosos que son al lado de tus compañeros del colegio" carcajeó despacio. "Y hablando de niño de escuela, supongo que ese gremlin es tuyo" señaló a sus espaldas y al voltear se encontró con el cejudo de George sentado en una banquita, con una galleta de chocolate en su mano. Al sentir la mirada de los otros dos regresó a verlos. 

"Es la última que había, no voy a compartirla" expresó dándole una pequeña mordida. Se cubrió la boca por guardar algún rastro de cortesía y preguntó mientras comía. "¿Quién es él?"

"Él es Freddie. Freddie, éste es George. Es de mi equipo de básquet" les presentó y ambos intercambiaron un ademán con las manos. 

"Yo era su niñera" anunció el moreno sonriendo. George bufó y cuestionó a Roger con la mirada; George no hablaba mucho porque podía expresarlo todo con esos intensos ojos marrones que se cargaba. 

"¿Y Paul?" inquirió, ignorando el tema como un profesional. Aparte le resultaba extraño tener a George detrás suyo, no es que se trataban tanto como se trataba con Paul, a pesar de pasar gran parte del tiempo en el colegio juntos. El chico sólo señaló con su cabeza hacia la derecha y ahí se encontraba la pareja del siglo tragándose en media pista de baile. 

"Prefirió comerse la cara de John antes de aceptar un trozo de mi galleta" comentó sonriente, dándole la última mordida al bizcocho. 

"Es una ternurita." Expresó el mayor mirándolo con un puchero, pero George no reaccionó al cumplido. 

"Ten cuidado, Fred. Muerde. No es tan ternurita" murmuró, luego viró su atención hacia el chico. "¿Por qué no preguntas si tienen rollos de canela, Geo?" 

Eso bastó para que el greñudo se levantara y desapareciera entre el tumulto de gente. Lo siguieron con la mirada, en serio lucía muy niño entre tanto adulto, pero le guardaron poca importancia. No lo perdería de vista, se prometió mentalmente Roger. En seguida Freddie aplaudió y lo tomó de la mano llevándolo a otro lado. 

"Es hora de que yo te presente a mis amigos, estuve pensando en posibles parejas para tí de camino acá" anunció con la voz inundada en entusiasmo, aunque a Roger no le agradó mucho la idea. Freddie sabía lo que quería y eso siempre era un peligro. 

No pudo negarse de todas formas, en menos de lo que esperaba se encontraba en el segundo piso del bar y sentado en uno de los enormes sillones, que resultaron ser más cómodos de lo que parecían a lo lejos. Cuando quiso cuestionar a su amigo este ya no estaba, y en su lugar se topó con un par de ojos hazel que lo miraron curioso. Y no, no eran los de Paul; eran más bonitos. Un tono más verde, más brillante y mucho más profundo. También cargaban con el peso de la edad, un tinte de sabiduría en ellos. Era diferente, y era relajante también el verlos, así que se dejó atrapar incapaz de resistirse.

Estaba consciente que quizás se había quedado mirándolos por mucho tiempo pero la otra persona no parecía incomodada por ello; tampoco cortaba el contacto visual. Despacio, el rubio se puso a analizar su rostro; como si fuese un bebé tratando de procesar las facciones de un desconocido. Sus cejas rectas, perfectamente arregladas, enmarcaban con precisión aquella mirada vivaz que tenía. Tenía un rostro delgado, de nariz romana y labios finos. Y esos labios dibujaban una de las sonrisas más sinceras y dulces que Roger había tenido la dicha de ver. 

Pero lo que más resaltaba, quizás, era el cabello largo y rizado que caía a los costados. Y claro, podría después culpar al medio vaso de margarita que se tomó al llegar, pero no pudo evitar extender su mano y acariciar aquella frondosa melena. 




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